Bert Stern, 1962 Fotografìa de Irving Penn |
Bert Stern
(1929 - 2013)
El fotógrafo estadounidense Bertram Stern nació en Brooklyn el 3 de octubre de 1929 y falleció en Manhattan el 26 de junio de 2013. Se destacó con sus trabajos sobre la moda y los retratos de personajes célebres. Hizo la última sesión de fotos de Marilyn Monroe.
Con dieciocho años empezó a trabajar en un banco de Wall Street, pero pronto lo abandonó para trabajar como ayudante de arte del director Herschel Bramson en la revista Look, donde enseguida se hizo amigo de un joven fotógrafo de la plantilla: Stanley Kubrick.
En 1951 trabajó como cámara del ejercito americano en Japón. Luego entró como director artístico en la revista Mayfair y pronto inició su colaboración con revistas como Vogue, Squire, Look, Life, Glamour y Holiday.
El despegue de su carrera y la edad de oro de la publicidad ocurrieron al mismo tiempo. Stern, con su campaña Driest of The Dry para Smirnoff, contribuyó a vender más vodka de lo que Smirnoff jamás se pudo imaginar, convirtiendo a EEUU en el primer consumidor mundial de esta bebida y a Stern en un famosísimo fotógrafo, que a la edad de 25 años era ya el fotógrafo más deseado de Madison Avenue, de Hollywood y del mundo de la moda a escala mundial.
Stern estuvo en el origen de la evolución creativa del mundo de la publicidad y, junto a Irving Penn y Richard Avedon, fue uno de los primeros fotógrafos en convertirse en estrella.
Entre sus trabajos de esa época se encuentra un retrato de Louis Armstrong de 1959 realizado para una campaña publicitaria de Polaroid que incluso se llegó a considerar de excesiva calidad para la misma.
Su trabajo más conocido es The last sitting (La última sesión) que es una colección de 2.571 fotografías tomadas a Marilyn Monroe en 1962 en el hotel Bel-Air de Los Ángeles. Este reportaje lo realizó seis meses antes de la muerte de la estrella y parte del mismo se publicó en Vogue. La primera edición del libro The Last Sitting se hizo en 1982 y en él el mismo Stern cuenta el encuentro con detalle.
Él también pasó por algunas crisis en su vida. Tuvo alguna relación tormentosa, luego conoció a Allegra Kent, una famosa bailarina de ballet con la que se casó y tuvo tres hijos, y a la que hizo fotos fascinantes intentando capturar el halo mágico que siempre parecía acompañarla, inmortalizándola en todas sus posturas de danza, en todos los momentos imaginables.
Pero, celoso de las parejas de baile de Allegra e inseguro, tomaba pastillas para soportar las maratonianas sesiones de fotos y empezó a tener alucinaciones y a comportarse agresivamente. Le diagnosticaron episodios de esquizofrenia y su mujer, horrorizada, lo abandonó llevándose a los niños. Stern decidió aceptar la invitación de un amigo suyo que vivía en España y allí pasó una larga temporada para recuperarse hasta 1976. Tras su regreso a Nueva York se dedicó a realizar fotografía publicitaria y colaboraciones en revistas.
En 2008, con casi ochenta años, Stern replicó el reportaje fotográfico de Marilyn teniendo como modelo a Lindsay Lohan.
Entre las mujeres famosas que ha fotografiado se encuentran Audrey Hepburn, Elizabeth Taylor, Madonna, Kylie Minogue, Drew Barrymore, Shirley MacLaine, Claudia Cardinale, Jacqueline Bisset, Brigitte Bardot y Catherine Deneuve.
También ha realizado trabajos en el cine con fotografía fija: Lolita en 1962, Cita con un ángel muy especial en 1987 o en American masters en 2006, como director en Jazz on a Summer's Day en 1960 o como protagonista en Becoming Bert Stern en 2009.
Murió en su residencia de Manhattan, el 26 de junio de 2013, a la edad de 83 años.
Autorretrato con Marilyn Monroe Bert Stern |
Bert Stern con su foto de Marilyn Monroe Foto de Neilson Barnard |
Entre los modelos más famosos de Bert Stern figuran
Elizabeth Taylor, Audrey Hepburn, Gary Cooper,
Truman Capote, Twiggy, Brigitte Bardot,
Madonna y Kylie Minogue.
Tres leyendas
Monroe según Mailer y Stern
«Este libro es realmente dos libros. Es una biografía y es también un reportaje visual retrospectivo de una actriz cuya mayor aventura amorosa fue posiblemente con la cámara.» Norman Mailer escribió estas palabras en su biografía Marilyn, de 1973.
TASCHEN ha unido ahora el texto original de Mailer a las fotografías de Bert Stern de la legendaria sesión Last Sitting, consideradas las instantáneas más íntimas jamás tomadas de la Monroe, para crear un homenaje adecuado a la mujer que, en el momento de su muerte en 1962, era el símbolo de glamour y erotismo más famoso del mundo para toda una generación. Pero, aunque era festejada y adorada por su público, su vida privada era la de una niña perdida y desesperada por encontrar amor y seguridad. La Marilyn de Mailer es hermosa, trágica y compleja. A medida que Mailer repasa su vida —desde su infancia sombría, los violentos y a veces escabrosos primeros años, el superestrellato o la inestable vida romántica hasta las misteriosas circunstancias de su muerte—, ella surge como un símbolo de la extraña década durante la cual reinó como la mayor estrella femenina de Hollywood.
Sobre el autor:
Norman Mailer (1923–2007) fue uno de los escritores más grandes e influyentes del siglo XX, así como una de las figuras literarias más renombradas y controvertidas de Estados Unidos. El exitoso autor de una docena de novelas y 20 obras de no ficción, también escribió piezas de teatro, guiones cinematográficos, miniseries de televisión, cientos de ensayos, dos libros de poesía y una colección de cuentos. Dos veces ganador del premio Pulitzer, vivió en Brooklyn, Nueva York, y en Provincetown, Massachusetts.
Bert Stern(1929–2013) era uno de los mayores fotógrafos de retratos de los Estados Unidos. Durante los años 1960 produjo anualmente unas 200 páginas para Vogue, así como muchas de las campañas publicitarias más importantes de la prensa y la televisión. Es muy conocido por sus revolucionarios anuncios gráficos para Smirnoff y su sesión de retratos de Marilyn Monroe apenas seis semanas antes de su muerte. Stern vivía y trabajaba en la ciudad de Nueva York.
Marilyn Monroe Foto de Bert Stern |
Bert Stern
EL PRIMER MAD MEN
Documental que explora la creatividad, la fama y el deseo a través de la mirada de un hombre que consiguió todo lo que quiso... o casi todo.
La meteórica carrera de Bert Stern comenzó como repartidor de correo en la revista "Look", donde enseguida se hizo amigo de un joven fotógrafo de la plantilla, Stanley Kubrick, y pronto se volvió famoso con su campaña para Smirnoff. A la edad de 25 años ya era conocido en todo el mundo.
Stern estuvo en el origen de lo que el genio de la publicidad George Lois bautizó como 'evolución creativa' del mundo de la publicidad y, junto a Irvin Penn y Richard Avedon, fue uno de los primeros fotógrafos en convertirse en estrella. Fotografió a las que en aquel momento eran consideradas las mujeres más bellas del mundo (Jane Shrimpton, Audrey Hepburn, Suzie Parker, Brigit Bardot, Twiggy, Liz Taylor y Marilyn Monroe (fue el fotógrafo que la retrató por última vez, pocos días antes de su muerte)) y, en aquel momento, según sus propias palabras, "su vida era en un sueño".
La directora y pareja de Bert Stern, Shannah Laumeister, repasa la vida de Stern y cuenta, además, su historia de amor con el fotógrafo, la única relación larga que ha tenido en su vida. Por su parte, Bert Stern se revela ante las cámaras sin pudor, hablando de sus amores y de sus éxitos pero sin eludir los momentos más oscuros de su biografía, como la profunda depresión que lo llevó a estar internado en un psiquiátrico.
BIBLIOGRAFÍA
- Stern, B.; Miralles de Imperial Llobet, L.. Marilyn Monroe, la última sesión. Barcelona: Sociedad Editorial Electa España, S.A.
- Stern, B.; Cornfield, J. (en inglés). The photo illustration. Londres: Thames and Hudson.
- Stern, B.; Sobieszek, R.A. (en inglés). Adventures. Boston: Little, Brown and Co.
Para su última sesión de fotos, Marilyn vistió un vestido negro de Christian Dior, con el que posteriormente apareció de forma póstuma en el número de septiembre de 1962 de la revista 'Vogue'. / BERT STERN/TASCHEN |
"Quieres fotografiarme desnuda, ¿verdad?"
Bert Stern, la última persona que retrató a Marilyn Monroe, recuerda el impacto profesional y emocional que tuvo la sesión de su vida. Todo un festín erótico que no gustó a 'Vogue' en su día, hace ahora 50 años. "Olvidé que estaba casado. Estaba enamorado", confiesa. "Era mucho más guapa de lo que esperaba".
MARÍA PORCEL ESTEPA 12 NOV 2011 - 03:08 CET
'Crucifix 2 (1962)' , una de las imágenes tachadas y descartadas de la última sesión de fotos de Marilyn Monroe, realizada por Bert Stern. / BERT STERN/TASCHEN |
Parecía un buen principio. Era jueves, 21 de junio. En Los Ángeles hacía calor, pero ella había querido esa ciudad y él cruzó el país para encontrarla en el hotel Bel Air, suite 261. Él reservó allí sin saber que era uno de sus hoteles favoritos. De Nueva York llevó vestidos, pañuelos, collares. Y encargó tres botellas de Dom Pérignon. La esperaron cinco horas,él y su champán. Y Marilyn apareció, sonriente, esbelta, casi transparente, "hermosa, trágica y compleja", que diría él. Todo había empezado bien. No acabaría igual.
Porque Marilyn Monroe cumplió su tarea, y Bert Stern la suya. Aquel junio de 1962, la actriz posó para el fotógrafo con y sin ropa, rubia y morena, pensativa y a carcajadas. Pero nunca vio esas imágenes publicadas: el 5 de agosto aparecía muerta en su cama junto a un bote vacío de barbitúricos. "Entonces supe que mi historia de amor con Marilyn había acabado", explica Stern medio siglo después al recordar el adiós de su musa, de la que apenas mes y medio antes había tomado las 2.571 imágenes que cambiarían su carrera.
Aquellas fotos fueron bautizadas The last sitting (La última sesión). Ahora él desmenuza las impresiones acerca de la -por qué no- mayor estrella del cine en un libro editado por Taschen con muchas de esas imágenes del que solo hay 1.962 copias, a 750 euros cada una, con notas del dos veces Pulitzer y biógrafo de la actriz Norman Mailer. Stern da cuenta de ello en conversación telefónica desde Nueva York. "Es mi sesión más popular", repite incansable. "No sé si la mejor, pero la más popular. Soy el fotógrafo que hizo las últimas fotos de Marilyn Monroe".
Para Stern, por cuya cámara habían pasado Twiggy o Audrey Hepburn, la diva era un reto. Recién contratado por Vogue, volando a Roma para retratar a Elizabeth Taylor en Cleopatra, Monroe se cruza por su mente. Y consigue una cita. "Tenía una llamada de mi secretaria. 'Marilyn dice sí, Vogue dice sí. Los Ángeles. 21 de junio'. Hice las maletas".
Eran las primeras fotografías de Monroe para la revista. "Necesitaba descubrir algo no capturado", cuenta Stern en el libro. Richard Avedon le había hecho unas lujosas fotos para la revista Life, "estupendas para el mundillo, pero no íntimas. No daban ninguna sensación de quién era ella". Dispuso todo: intimidad, luz, complementos. Sin saber de cuánto tiempo dispondría ni el humor de la diva. Ella, al fin, apareció. "Olvidé que estaba casado, olvidé mi vida en Nueva York. Estaba enamorado. Era mucho más guapa y más fácil de trabajar de lo que esperaba".
El sol se ponía sobre California. Él preparó sus cámaras ("una Hasselblad en blanco y negro y una Nikon de 35 milímetros. Aún deben estar por mi apartamento") y preguntó con cautela de cuánto tiempo disponían. "¿Estás de broma?", replicó ella. "¡De todo el que queramos!". "Ya es mía", pensó Stern. Fotográficamente hablando.
Él le enseñó los complementos. "¿Quieres fotografiarme desnuda, verdad?". "Es una buena idea", dijo él, dudando si Monroe aceptaría. "No estarás exactamente desnuda, tienes un pañuelo". "¿Cuánto podrás ver?", inquirió ella. Depende de la luz, afirmó él. Norma Jean solo pidió una última opinión: a su peluquero, al que le pareció "una idea divina". Y descorcharon el Dom Pérignon.
Todo dependió de la luz. Una Norma Jean de 36 años, delgada pero curvilínea y sensual, se transparentaba bajo un pañuelo. "Estaba llena de ideas", asegura Stern. Las luces realzaban su piel transparente y su pelo de plata, las primeras arrugas bajo los ojos y los surcos de su boca. Y una marca en el costado, recuerdo fresco de una operación de vesícula. "Vi la cicatriz. Una imperfección que solo la hacía parecer más vulnerable y acentuaba la suavidad de su piel. Era de color champán, de color alabastro...Podías meter un dedo en su piel, como probar un merengue recién hecho".
Pero Stern no probó nada. "No discutimos de nada. Solo tomamos fotos, fue todo lo que hicimos", rememora por teléfono. Y descarta conspiraciones que aseguran que con la actriz había personal de seguridad e incluso algún miembro del clan Kennedy. "Estábamos nosotros, su peluquero y el hombre que le maquilló los ojos. Prefirió no llevar más maquillaje, solo se puso crema en la cara y el eye-liner. De su propio maquillaje". De fondo, All I have to do is dream, de The Everly Brothers. "Música de aquella época".
Hasta que amaneció. Monroe quedó contenta a medias con el trabajo. Ella misma tachó algunas de las pruebas de revelado que no la mostraban en la perfección deseada. Hay páginas con 24 negativos de los que se salvan apenas cuatro. A Vogue tampoco le convenció. ¿Y los vestidos y el glamour? Stern guardó sus inservibles contactos.
Modelo y fotógrafo se reencontraron con más ropa y una estilista para supervisar todo. Un vestido negro de Dior resaltaba la palidez de la estrella, que quiso jugar como la primera vez: peluca negra, camisa blanca, collar de perlas. Un abrigo de pieles que solo roza su cuerpo. Una cama medio deshecha. El mismo escaso maquillaje. Disparo a disparo, recuento final: 2.571 fotos.
"Su belleza estaba en su espíritu", explica él, con voz serena. "No creo que pudiera hacer una sesión así actualmente. La recreamos con Lindsay Lohan para New York Magazine, pero estaba copiando mis propias fotos. No hay nadie a quien desee fotografiar hoy. Las otras estrellas no son nada comparadas con Marilyn Monroe".
Cinco semanas más tarde, el mundo despedía a la chica de las tres botellas de champán. Ese 5 de agosto, Monroe llamó a Stern. "Nunca cogí esa llamada. Me lo contó alguien años después. Habría hecho todo lo que hubiera podido para ayudarla. Nunca imaginé ese final, jamás. Pensé que era feliz con su vida y su carrera", narra con abrumadora seriedad. Otras cinco semanas después salía Vogue, con 10 páginas sobre Marilyn, sus primeras en la revista y su despedida, apenas una muestra de esa intimidad. El resto aguardó 20 años en un cajón hasta que, en 1982, la revista Eros publicó las imágenes de esa Marilyn definitiva. Dieron la vuelta al mundo. La última sesión, la que comenzó con un encuentro entre dos desconocidos con cinco horas de retraso, un pañuelo transparente y una cicatriz se convirtió en la más sincera. Marilyn necesitaba sus 2.571 grandes despedidas.
Muere el fotógrafo Bert Stern,
famoso por sus imágenes de Marilyn Monroe
El estadounidense fallece en Nueva York a los 83 años
En 1962 sacó 2.571 imágenes de la actriz seis semanas antes de que muriera
Carolina García, Washington 28 JUN 2013 - 00:08 CET
Conocido mundialmente por fotografiar a Marilyn Monroe seis semanas antes de su muerte, Bert Stern falleció este miércoles en su casa en Manhattan, Nueva York, a los 83 años. La noticia la confirmaba la directora de cine Shannah Laumeister, de 43 años, quien ha revelado que se casó con el fotógrafo en 2009 y que por motivos de privacidad lo mantuvieron en secreto, según ha informado la agencia de noticias AP. Laumeister ha declarado que Stern había pasado unos días en el hospital por sentirse mal pero regresó a casa "porque los médicos no encontraron nada".
En 1962, Stern tuvo la oportunidad de hacer miles de fotografías a Marilyn Monroe en el hotel Bel Air de Los Ángeles, un reportaje que incluía fotos de la actriz desnuda y semidesnuda y que fue encargado por la revista Vogue poco tiempo antes de que la estrella muriera de una sobredosis en esta ciudad. De las más de 2.500 imágenes que salieron de aquella sesión, incluyendo algunas que la propia Monroe censuró, una parte fue publicada en 1982 en el libro The Last Sitting. El resto fue lanzado en el año 2000 y se tituló: Marilyn Monroe: The Complete Last Sitting. En un documental elaborado por Shannah Laumesteir sobre el fotógrafo (Bert Stern: Original Mad Man), Stern contaba: "Tener a Marilyn Monroe en la habitación de un hotel solo pasa una vez en la vida, aunque la habitación esté convertida en un estudio".
"Siempre será recordado como alguien que amó a las mujeres y que amó hacer fotos y sentir de una manera intensa las cosas que se ponían frente a su cámara. Sus imágenes vivirán para siempre. Las de Monroe van más allá de la simple fotografía, es arte", ha añadido Laumeister.
Además, Stern fotografió durante su carrera a estrellas como Audrey Hepburn, Elizabeth Taylor y Truman Capote, elaboró campañas. "Era un fotógrafo innovador, tanto en el sector comercial como con modelos y famosos. Era uno de los mejores", ha dicho Bruce Barnes, director del Museo de Fotografìa y Cine George Eastman House (Rochester, Nueva York), en el cual se iba a presentar el único documental elaborado por Stern al final de la década de los cincuenta sobre Festival de Jazz de Newport: Jazz on a Summer's Day, según informa The Huffington Post.
Nacido en Brooklyn, Stern formó parte de una generación de fotógrafos - entre los que estaba Irving Penn y Richard Avedon- que fueron conocidos por sus imágenes depuradas y seductoras. "Aunque él no era tan conocido, encaja en este grupo que revolucionó la manera de fotografiar a los famosos", ha dicho Jessica Johnson, trabajadora del George Eastman House.
El funeral está programado para este viernes en la capilla Frank E. Campbell de Nueva York.
Bert Stern
y Norma Jeane
Por Laura Revuelta
28 de junio de 2013
Ha fallecido Bert Stern, uno de los nombres de la edad dorada de la fotografía. Entiéndase edad dorada como aquella que poblaron los más ilustres mitos de la mitomanía y retrataron los más ilustres maestros del blanco y negro. A Stern, por cuyas cámaras y objetivos pasó lo más granado del “star systems”, se le conoce sobre todo por una de las sesiones finales de fotos que hizo de Marilyn Monroe, desnuda, apenas tapada por una gasa naranja y blanca a través de la cual se transparenta una gran cicatriz en el vientre. Marilyn, que censuró algunas de las imágenes de este reportaje encargado por Vogue, moriría unos días después. Si se suicidó o la mataron forma parte de la leyenda, aunque lo que llevaba escrito en su mirada, en su caída de párpados desde hacía mucho tiempo, era la muerte misma, el abatimiento más insondable que cualquiera pueda soportar y cualquiera pueda interpretar.
La mirada de Marilyn siempre ha sido para mí un enigma y un poema, como los que dejara escritos y que publicó en España por primera vez hace unos años Seix Barral, con prólogo de Tabucchi. Ojos turbios, emborronados por las drogas, los barbitúricos, y el alcohol. Los párpados le pesan como su vida, plagada de éxitos que aplastan el doble que los fracasos. Y esta serie de fotos de Stern los muestran en toda su crudeza, y en toda su ternura. Marilyn es ternura. Siempre dan ganas de abrazarla ante el temor de que se desplome en tus brazos, y ya no puedas hacer nada por ella ni con ella. La fragilidad de Marilyn es la de Norma Jeane Baker. ”En un insólito momento de intimidad maternal, Gladys comunicó a Norma Jeane que su nombre era especial: Te puso Norma en honor a la gran Norma Talmadge y Jeane en honor a… ¿a quién iba a ser?…, a la Harlow”. Así lo explica, Joyce Carol Oates, en el final de los capítulos de "Blonde". “Era como si hubieras tomado anfetaminas. La misma sensación que buscaría durante toda mi vida, regresando como una sonánbula hasta La Mesa, hasta La Hacienda, hasta el lugar de Highland Avenue donde volvía a ser una niña, otra vez a su cargo, bajo su embrujo, antes de que la pesadilla hubiera comenzado”. Otro párrafo del libro de Carol Oates que bien pudiera hacer de pie de foto de esta serie firmada por Bert Stern, donde su mirada recoge el ocaso de la diosa, la fragilidad escrita en la raya de los ojos, en el rimmel de unas pestañas postizas incapaz de soportar, desde que se levanta y hasta que se acuesta.
No obstante, las fotos de Stern aperecieron publicadas hace unos años junto a un texto de otro eminente, Norman Mailer, en un libro de auténtico lujo, muy propio de la marca Taschen. Mailer la disecciona con ese bisturí masculino y descarnado que caracterizó su pluma y su estilo. “Bien, Marilyn ha muerto, ¿y cómo decimos adiós?”. Excelente epitafio. Bert Stern ha muerto, no tenemos más remedio que decirle adiós. Nos quedan sus fotos.
GALERÍA
Marilyn Monroe según Bert Stern