DE OTROS MUNDOS
Banksy es el pseudónimo de un prolífico artista del graffiti británico.
Se cree que nació en Yate, localidad cercana a Bristol, en 1974, pero los datos acerca de su identidad son inciertos y se desconocen detalles de su biografía. Según Tristan Manco, Banksy "nació en 1974 y creció en Bristol, Inglaterra. Hijo de un técnico de fotocopiadoras, se formó como carnicero pero se vio implicado en el graffiti durante el boom del aerosol en Bristol de finales de la década de 1980". Su trabajo, en su gran mayoría piezas satíricas sobre política, cultura pop, moralidad y etnias, combina escritura con graffiti con el uso de estarcidos con plantilla (conocidos generalmente como stencils, del inglés). Su arte urbano combina escritura con una técnica de estarcido muy distintiva, similar a Blek le Rat, quien empezó a trabajar con estarcidos en 1981 en París; y miembros de la banda de anarco-punk Crass, que mantuvieron una campaña en las instalaciones del metro de Londres a finales de la década de los setenta del siglo XX e inicios de los ochenta. Banksy reconoció la influencia de Blek diciendo "cada vez que creo que he pintado algo ligeramente original, me doy cuenta de que Blek le Rat lo hizo mejor, sólo que veinte años antes." Sus obras se han hecho populares al ser visibles en varias ciudades del mundo, especialmente en Londres.
Identidad oculta
Banksy oculta su identidad real a la prensa general. Muchos periódicos han apuntado que su nombre podría ser Robert Banks o Robin Banks, pero este rumor podría haberse originado a partir de una broma por la similitud fonética entre el nombre "Robin Banks" y "robbing banks" ("robando bancos" en inglés).
Simon Hattenstone, de Guardian Unlimited, una de las pocas personas en entrevistarlo cara a cara, lo describe como "una mezcla entre Jimmy Nail y el rapero inglés Mike Skinner" y "un varón de 28 años que se presentó en un par de jeans y una camiseta con un diente de plata, una cadena de plata y un arete de plata".
Generalmente se cree que es un varón blanco, de pelo rubio, alto, que viste ropa típica del grafitero y que tiene entre 28 y 35 años. Recientemente fue capturado por el objetivo de un telefono móvil trabajando en una de sus obras en Bristol, Inglaterra.
Carrera
Comenzó su obra en las calles de Bristol, su ciudad natal, entre 1992 y 1994. En el año 2000 organizó una exposición en Londres y después de esto ha plasmado sus pintadas en ciudades de todo el mundo.
Banksy utiliza su arte urbano callejero para promover visiones distintas a las de los grandes medios de comunicación. Esta intención política detrás de su llamado "daño criminal" puede estar influida por los Ad Jammers (movimiento que deformaba imágenes de anuncios publicitarios para cambiar el mensaje).
Banksy también trabaja cobrando para organizaciones benéficas como Greenpeace y para empresas como Puma y MTV, y vende cuadros hasta por 25.000 libras en circuitos comerciales o en la galería de su agente, Steve Lazarides. Un juego de obras de Banksy se vendió en la casa de subastas Sotheby's por 50.400 libras. Esto le ha llevado a ser acusado de vendido por otros artistas y activistas. Al ser anónima su identidad todas estas acusaciones quedarían sin efecto.
Hay varios temas que se repiten en la obra de Banksy: ratas, oportunidades de foto (lugares típicos donde los turistas desearían hacer una foto sin pintadas), soldados orinando, policías requisando niñas o niñas requisando policías o policías besándose con pasión. El abanico de sus temas es bastante amplio. La imagen del Cristo sosteniendo bolsas de regalos es ciertamente subversiva.
Banksy aparece aquí y allá. Pintó un hombre desnudo en Park Street, Bristol, Inglaterra, en la pared de una clínica de enfermedades sexuales y no pudieron borrarla. El ayuntamiento así lo decidió luego de una consulta popular. En agosto de 2005, Banksy ha realizado murales sobre el Muro de Cisjordania, construido por Israel en los territorios ocupados de Cisjordania (concretamente en Belén, Ramala y Abu Dis), combinando varias técnicas.
En los Simpson
Banksy aparece en el episodio, MoneyBART de la temporada 22, en la secuencia de apertura donde toda la ciudad de Springfield está llena de graffitis escritos por él. Bart con la boca tapada escribe en el Gag de la pizarra: "No debo escribir en las paredes" escrito en todas partes. En el gag del sofá de la serie de dibujos animados, después de que la familia se sienta en el sofá, se puede ver una oscura fábrica asiática donde hay unos trabajadores usando animales casi muertos para hacer productos de Los Simpson. Esto ha generado gran polémica debido que gran parte de la producción del programa es hecho en una compañia de Corea del Sur, siendo esto una gran burla a la cadena Fox.
Banksy no quiere llegar a las subastas
Banksyse negó a dar la autentificación a una serie de obras suyas que se iban a subastar en Londres. El grupo Pest Control, que cuenta con el apoyo del artista para corroborar la autenticidad de sus obras dadas las múltiples falsificaciones que han aparecido de Banksy, confirmó que el artista -quien sigue manteniéndose en el anonimato- declaró que no estaba de acuerdo con que su arte saliera de las calles, y por eso había rechazado la idea de autentificar las obras que serían rematadas por la casa de subastas Lyon and Turnball. Una medida que, además, quiere evitar que sus obras sean arrancadas literalmente de las calles... cosa que ha pasado, por ejemplo, por personas que han visto desaparecer las puertas de sus departamentos debido a que en ellas figuraba un stencil de Banksy. Aún así, la casa de subastas siguió adelante con la operación, a pesar de que no contaban con la venia de Pest Control, organización que desde su creación a principios de este año ha descubierto nada menos que 89 piezas y 137 impresiones de pantallas que han sido falsamente atribuidas a Banksy.
Banksy
DAVID TRUEBAEl País, 20 de octubre de 2010
El artista Banksy ha alcanzado la notoriedad ocultándose. Su obra consiste en grafitis callejeros, esculturas urbanas o acciones de arte guerrilla como colgar cuadros propios en exposiciones de prestigiosos museos o plantar en Disneyland un muñeco disfrazado de preso de Guantánamo. La simpatía que concita va unida a un sello que sacude la placidez de elementos de la cultura popular: policías morreándose, artistas de Hollywood junto a antidisturbios, ratas a los pies de imágenes idílicas.
En los cines, previo pago de la entrada, aún se puede ver Exit through the gift shop, donde Banksy nos cuenta la historia de Thierry Guetta, el tipo que quiso hacer una película sobre el fenómeno Banksy y que a mitad de cinta es transformado en Mr. Brainwash, artista del reciclado plagiario, una especie de patán pictórico que logra triunfar en un mercado dominado por la impostura y hasta realizar la portada de un disco de Madonna.
El documental no es ni falso ni real, juega con la confusión y la manipulación de manera tan hábil como sugerente. Mientras muestra la aventura de artistas callejeros es gozoso. Pero luego Banksy, con el rostro oculto, una especie de subcomandante Marcos del arte, trae con él la doctrina. Su denuncia final lo convierte en una película de tesis, para todos aquellos que aún ignoran que el mercado del arte es fangoso.
El problema no es si es auténtico, sino que pretenda dictaminar sobre la autenticidad en un mundo donde artistas a cara descubierta ofrecen la modesta exposición de su obra sin por ello prostituirse al arribismo esnob ni apostar todo al cinismo global.
Banksy ha sido noticia por idear la cabecera de un episodio de Los Simpson donde retrataba la explotación de mano de obra coreana en la producción de la serie. Se ha aireado que los productores, sorprendidos del contenido, dudaban si emitirlo, pero produce rubor tanta autopropaganda. Si el chiste final, ingenioso y bien hecho, a lo único que contribuye es a seguir explotando la mano de obra coreana, pero ahora con la autoridad moral de reconocerlo y hacer burla de ello, un poco como Berlusconi hace chistes de sus 20 mansiones para sacudirse la crítica, solo habremos fingido dinamitarlo todo para dejarlo igual que estaba..
La subversión millonaria de Banksy
Un antiguo agente del artista expone y vende en Londres, sin su permiso, unas 70 de sus obras
“No puedo creer que vosotros, idiotas, realmente compréis esta mierda”, fue la respuesta de ese misterioso personaje del arte urbano apodado Banksy a la elevadísima cotización de tres de sus trabajos en una subasta de Sotheby´s en 2006. El hoy grafitero más famoso del mundo, que por entonces comenzaba a afianzarse como un fenómeno cultural de nuestro tiempo, estampó la misiva en una litografía colgada en su web y que, vaivenes de la vida o del mercado, pende desde esta semana en la sala de exposiciones de la misma firma londinense como parte de la primera retrospectiva “no autorizada” de la obra del artista.La subversión, encerrada entre las cuatro paredes de una galería enclavada en el exclusivo barrio de Mayfair, vale millones.
El autor de esas siete decenas de obras que desde el próximo miércoles exhibirá el espacio S|2 de Sotheby´s por supuesto no ha acudido hoy a su presentación. “¡Odia la idea!”, nos confirma el comisario de la muestra y su antiguo agente, Steve Lazarides, sobre la proclamada aversión de Banksy a la comercialización de sus trabajos en galerías de arte al uso. Así se lo ha hecho saber el artista a través de un correo electrónico -hace años que no se hablan- aunque tampoco puede hacer nada al respecto, porque él mismo vendió en su día esa producción que abarca desde sus primeros años aerosol en mano y perseguido por la policía en las calles de Bristol hasta la consagración de su firma a mediados de la pasada década. Y ahora Lazarides se dispone a “reajustar” el nuevo valor en el mercado de esas imágenes que ilustran a un Winston Churchill con cresta de punk, a dos bobbys besándose apasionadamente o a la estampa de la reina de Inglaterra transmutada en un mono, gestionando su reventa al mejor postor.
Al margen de los réditos pecuniarios que acabe entrañando la operación, el despliegue de esos trabajos ejecutados entre 2000 y 2009, año de la ruptura entre ambos, “conforma el relato de una trayectoria que explicará al público el fenómeno Banksy”, defiende Lazarides, un antiguo fotógrafo que en su juventud documentaba las primeras incursiones nocturnas del grafitero en su Bristol natal y acabó formando equipo con él, convirtiéndose en su agente de facto. Fueron los años en los que el artista urbano transitó desde los abstractos del aerosol hacia una narrativa definida por un mensaje antisistema a través de piezas satíricas sobre política, tensiones sociales o la cultura pop. Los estarcidos con plantilla son el sello de Banksy plasmado en los espacios públicos de tantas ciudades, pero la exposición de Sotheby´s también ilustra su faceta menos conocida como escultor o pintor al óleo: la figura, por ejemplo, de una bailarina que emula a las de Degas pero el rostro cubierto con una máscara antigás, o ese cuadro del mar bajo un cielo soleado cuyo carácter bucólico rompe la presencia en la playa de un preso con el “uniforme” de Guantánamo, el mono naranja y una capucha en la cabeza.
La identidad del autor sigue siendo desde entonces un gran interrogante que alimenta el mito, y también la promoción de su firma. Por eso Lazarides no suelta prenda sobre el personaje, de quien se especula que es un varón blanco de treinta y pocos años e inglés. Lo único que confirma es que se trata de un artista autodidacta a quien él mismo contribuyó a afianzar en la escena del arte organizando los famosos stunts de Banksy, como su incursión del 2004 en el Museo de Historia Natural de Londres donde logró colgar una de sus piezas, nada menos que una rata disecada y pegada a un cartel: “Se vistió de operario, lo colgó en la pared sin que nadie se percatara y contactamos con la prensa para contarlo”. El célebre roedor que ahora cuelga en una de las paredes de la exposición de S|2 está valorado hoy en medio millón de libras.
Cuando el Street art entra en la ecuación del mercado, gracias en gran medida a la publicidad recabada por Banksy, los murales concebidos como “arte público” empiezan a ser desgajados para su subasta por los propietarios de los inmuebles en cuyas paredes ha aparecido una noche un grafitis. Esa práctica es calificada de “inmoral” por Lazarides, porque esas obras “que nunca fueron concebidas para la comercialización son arrancadas de su contexto, del barrio que el artista ha elegido para relacionarlas con el entorno”. En ese punto coincide con su antiguo amigo Banksy, a quien todavía define como un “activista social” cuyas tretas publicitarias, asegura, sólo persiguen hacer llegar su mensaje a un máximo de público.
Separados sus caminos en 2009, los dos se han hecho muy ricos dentro y fuera del sistema. Lazarides fundó una galería en Londres considerada líder en el mercado internacional del arte urbano, del que ha sido uno de los grandes artífices. Banksy continúa con sus incursiones en el llamado “arte de guerrilla”, una de las más recientes el pasado otoño en las calles de Nueva York donde cada noche estampaba una obra en alguno de los inmuebles de la ciudad para dar después cuenta mediática en su portal. La ambigua recepción de los neoyorquinos sugiere que el fenómeno comienza a “quemarse”. Quizá por ello piezas nunca exhibidas en público, como la imagen de ese niño africano moribundo que el artista ha coronado con el lema de una hamburguesería global, salen ahora a la luz en una galería londinense para su exhibición y, sobre todo, su venta todavía en el pico de la cotización.
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