martes, 26 de agosto de 2014

Stanley Kubrick


Stanley Kubrick
(1928 - 1999)

Director de cine estadounidense 

Nació el 26 de julio de 1928 en el BronxNueva York  en el seno de una familia de origen judío

Kubrick tuvo su primera cámara a los trece años, obsequio de su padre, un médico y que le hizo conocer los principios fundamentales de la fotografía. Aficionado a la música, especialmente al jazz, fue batería en la Taft Swing Band

Comenzó a trabajar como reportero en la revista Look convirtiéndose en uno de los fotógrafos más prestigiosos del país. En 1950 abandonó la fotografía y realiza su primer cortometraje, que reflejaba un día en la vida de un boxeador (Walter Cartier), Days of fight (Días de lucha, 1950), un documental de quince minutos que le compró la RKO Pathé. Gracias a ello Stanley Kubrick consiguió el respaldo de esta compañía para hacer el documental Flying Padre (1951). 

El que se convertiría en uno de los cineastas más perfeccionistas y difíciles de la historia. Rodó su primer largo con dinero prestado, Miedo y deseo  (1953), en el que el fue el encargado del guión, la dirección, la cámara y el montaje. Kubrick obtuvo un fracaso comercial pero buena acogida de la crítica. Sus dos siguientes películas, El beso del asesino (1955) y Atraco perfecto (1956), tuvieron idéntica aceptación y pese a su fracaso de público, le valieron un contrato con la United Artists

Fue un director increíblemente meticuloso en todas sus obras, en las que invertía un promedio de dos años de arduo trabajo. En 1959, el alegato antibélico Senderos de gloria (1957), protagonizado por Kirk Douglas, consiguió el gran premio de la crítica en Bruselas. Durante el rodaje conoció a Christiane, con la que se casó y de la que no se separó hasta su muerte. En 1960 Espartaco, con un presupuesto de 12 millones de dólares y un reparto estelar, obtuvo un éxito arrasador, al que siguieron Lolita (1962), basada en la novela de Vladimir NabokovTeléfono rojo: volamos hacia Moscú (1964); 2001, una odisea del espacio (1968), un hito del cine de ciencia ficción; la futurista y violenta La naranja mecánica (1971), a partir de la novela de Anthony Burgess; Barry Lindon (1975); El resplandor (1980), según el relato de Stephen King; y La chaqueta metálica (1987), sobre la guerra de Vietnam

Stanley Kubrick controlaba todo el proceso de producción de sus trabajos, supervisa el doblaje de sus películas a otros idiomas, y salvo ocasiones excepcionales, nunca permitió que se proyecten por televisión. Además, al abordar cualquier tipo de género, dota a sus películas de una fuerza creativa que lo libera de la dependencia de los grandes estudios. Fue candidato al Oscar en varias ocasiones y lo recibió en 1968 por losmejores efectos visuales en su película 2001: Una odisea del espacio.


Kubrick falleció el 7 de marzo de 1999 en HarpendenHertfordshireInglaterra, de un ataque al corazón cuando daba los últimos toques a Eyes wide shut, su último trabajo, en el que participaron con Nicole Kidman y Tom Cruise

Fobia

El director Stanley Kubrick sufría de pteromeranofobia (miedo a volar). Dijo: "A lo largo del tiempo, he descubierto que no me gustaba volar, y he reparado en comprometedores márgenes de seguridad de la aviación comercial de los que nunca se habla en la publicidad de las aerolíneas. Así que he decidido viajar por mar, y jugármela con los iceberg". Curiosamente, de joven se le aprobó una licencia para pilotar aeronaves de un solo motor; según él, eso sólo contribuyó a aumentar su desconfianza hacia los aviones.
Stanley Kubrick, inoportuno
Cada vez que el director Stanley Kubrick tenía una duda con el guión de "El resplandor" llamaba al escritor Stephen King, fuese la hora que fuese, como cuando le despertó a las 3 de la madrugada para preguntarle si creía en Dios.

Kubrick quería IBM
El director estadounidense Stanley Kubrick quería para su película "2001: Una odisea del espacio" que el ordenador "protagonista" fuera de la marca IBM, pero la compañía se negó. Se dice que entonces seleccionó las tres letras anteriores a IBM, naciendo así el ordenador más famoso de la historia del cine: HAL. Significa también Hardware Abstraction Level, Nivel de abstracción de hardware y éste es el encargado de mostrarnos las pantallitas azules que Windows muestra en los errores importantes.





EL RESPLANDOR Y SU SINIESTRA HABITACIÓN 237
Por Salva Torres

El resplandor, de Stanley Kubrick. Debate moderado por Oscar Cortijo. Ponentes: Begoña Siles, Francisco Santolaya, Pedro Lainez, Ricardo Bonet y Daniel Gascó
Colegio de Psicólogos de la Comunidad Valenciana
C / Alberique, 35. Valencia
Viernes 24 de mayo, a las 19.30 horas
El resplandor, la magnífica película de Stanley Kubrick realizada en 1980, lleva implícito en su título esa cegadora luz, tras la que luego veremos que se esconde una experiencia traumática. Suele ocurrir, como apuntó Freud, que lo que expulsamos por la puerta de la razón, entra luego por la ventana del inconsciente. O lo que viene a ser lo mismo: la negación de ciertos hechos suele conllevar inesperados y muchas veces crueles retornos. Es lo que sucede en El resplandor, donde cierto pasado traumático, que se quiso velar, irrumpe con siniestra violencia.

Desde un principio nos lo advierten: el Hotel Overlook está construido sobre un cementerio indio, que ya fue objeto en su día de dura y encarnizada controversia. No sólo eso, en la habitación 237 del propio hotel tuvo lugar un terrible suceso: un padre perdió la razón y asesinó con un hacha a su mujer y sus dos hijas. Nada de todo ello impide a Jack Torrance (Jack Nicholson) aceptar el trabajo de regentar a solas el espacio, junto a su mujer Wendy (Shelley Duvall) y su hijo Danny (Danny Lloyd), durante el duro invierno. Y no lo impide porque, de hecho, el propio Jack llega a ese hotel queriendo poner distancia con su pasado: sabremos que cierta energía incontrolable le martiriza.


Todos esos pasados juntos y revueltos, toda esa violencia mal encauzada, irán desencadenando la locura de Jack, fruto de su incapacidad para transformar la energía (auto)destructiva en caudal más fecundo. De hecho, será incapaz de escribir el libro al que dedica buena parte de su tiempo en el hotel. En su lugar, la repetición incesante de una misma frase: “All work and no play makes Jack a dull boy”. La traducción española dejó en “No por mucho madrugar amanece más temprano”, lo que en el inglés original resulta mucho más elocuente: “Sólo trabajo y nada de juego hacen de Jack un chico gris”. De cualquier manera, lo importante es subrayar la impotencia creativa de Jack, ligada a su manifiesta violencia.

En el centro mismo de la película, en su ecuador, se halla una secuencia ejemplar. Aquella en la que Jack descubre, entrando en la habitación 237, a una bella mujer desnuda saliendo del baño. Cuando la abrace, el placer inicial dará paso a la repulsión por ese cuerpo de repente envejecido y masacrado. Lo bello y lo siniestro: el resplandor y la muerte. Cuanto acontece en la película tiene mucho que ver con ello: con ese cuerpo de mujer deseable, al tiempo que causante de un terror angustioso.

A Jack el resplandor de ese cuerpo le seduce, magnetizado por su presencia allí donde cierto crimen tuvo lugar. Es decir, allí donde la sangre fue abundantemente derramada, comparece esa mujer cuya desnudez vela el fondo criminal de la habitación 237. Jack acude a su encuentro para descubrir impotente la transformación de ese cuerpo inexplicablemente marchito. De manera que lo que iba a ser un satisfactorio encuentro sexual, se torna lacerante pesadilla. O lo que viene a ser lo mismo: el encuentro sexual, lejos de consumarse, da pie a otro encuentro menos amable y más cercano a lo real de la muerte.

Jack se pasará el tiempo intentando escribir un libro. Dijo que aprovecharía tanto tiempo en soledad para hacerlo. He ahí su deseo. Pero cierto exceso de energía, proveniente de un pasado que le llevará a esa habitación criminal y al laberinto donde conocerá la muerte, se lo impide. La máquina de escribir no escupirá más que una sola y machacona frase: “All work and no play makes Jack a dull boy”. Frase que, además de la traducción ya señalada, podría interpretarse así: “Sólo trabajo sin obra final hace de Jack un chico gris”. Porque play puede ser sin duda juego, pero también obra dramática o relato, algo que no conseguirá Jack, atrapado en el sinsentido de un tiempo pasado. El mismo que cerrará la película, con esa fotografía fechada un 4 de julio de 1921, con Jack en el centro de la imagen. Ninguna salida posible en El resplandor, que no sea la circular y siniestra muerta. 

Salva Torres
MAKMA

Jack Nicholson en El resplandor

Obsesionados por las obsesiones 

de Stanley Kubrick

El documental ‘Room 237’ rastrea las disparatadas teorías sobre ‘El resplandor’



Las gemelas de 'El resplandor', en un fotograma de la película.
Todo empezó como comienza todo últimamente: en Internet y las redes sociales. El productor Tim Kirk le envió a su amigo y director Rodney Ascher, a través de Facebook, un enlace a un artículo con una “dramática interpretación” de El resplandor, la obra maestra de terror de Stanley Kubrick. “Hablaba del espacio exterior, el Apolo 11, la Guerra Fría… y a partir de ella empecé a buscar más”, explica Ascher sobre su documental, Room 237, en el que él y Kirk comparten algunas de las diferentes y, casi siempre, disparatadas teorías que encontraron por la Red sobre el largometraje de Kubrick.
Recién estrenado en Estados Unidos (después de pasar por Sundance, Cannes, Toronto y Sitges), el título Room 237 hace referencia a la habitación a la que tiene prohibido entrar Danny, cuyo número Kubrick no eligió por casualidad, dice Jay Weidner, uno de los teóricos: era el número del estudio en el que el director rodó la presunta llegada del hombre a la Luna, a la que desde la Tierra hay 237.000 millas. Que Kubrick supuestamente se descubriera así como quien engañó al mundo con el aterrizaje del Apolo 11 es quizá la reflexión más loca y divertida de las que Room 237 va desvelando como un thriller en sí mismo a través de las voces en off de sus autores superpuestas a secuencias de El resplandor. “Es genial que no se vean nuestras caras”, dice Bill Blakemore, corresponsal de la cadena ABC y uno de los entrevistados en el documental, que cree que Kubrick llenó la película de referencias al genocidio de los indios americanos. “Después de la presentación, olvidas quién está hablando, quién dice qué”. Junto a Blakemore, Geoffrey Cocks, profesor de la universidad de Albion (Michigan) y autor de The wolf at the door: Stanley Kubrick, history and the Holocaust,cuenta que Kubrick llenó su película de pistas sobre el Holocausto; Julie Kearns, dramaturga, habla de ventanas imposibles, minotauros… “Ascher nos ha dado a las cinco voces la misma credibilidad y respeto y lo que ha conseguido es invitar a todo el mundo a ver de nuevo El resplandor, y pensar qué puede encontrar en ella”.

Stanley Kubrick dirige a Jack Nicholson en El resplandor


El misterio se ha multiplicado gracias a Internet; Kubrick nunca quiso explicar su filme
No se trataba de hacer la tesis definitiva sobre la adaptación de la novela de Stephen King. Ascher no pretendía demostrar esas teorías, ni siquiera le pide al espectador que las acepte. Quizá por eso las muestra con ironía, llegando a la carcajada. “Room 237 es una historia sobre qué ocurre cuando una película tan enigmática como El resplandor deja de ser del director y queda en manos de la audiencia. Cómo cada uno se enfrenta a ella y tiene que unir todas las piezas con las herramientas de que disponga”. Esa es la razón, dice, por la que no buscaron la aprobación ni la opinión de alguien cercano a Stanley Kubrick o al rodaje de El resplandor.
Dejar al espectador pensar era una de las obsesiones de Kubrick. Por eso, tras una semana en cartel, cortó la secuencia final en la que Wendy Torrance (Shelley Duvall) decía que el cuerpo de Jack (Jack Nicholson) nunca sería encontrado. Por eso se negó siempre a explicar más de la cuenta cualquiera de sus películas, pero en especial esta, la más perturbadora, la que hizo para resarcirse de la mala taquilla e incomprensión que recibió Barry Lyndon, y que, curiosamente, obtuvo peores críticas en su estreno en 1980.
El resplandor, como demuestra Room 237, ha resultado al final ser su película más estudiada y la que ha obsesionado a más gente. “En cada pase de nuestro filme, preguntamos cuántas veces han visto la de Kubrick, y siempre hay varios que rozan las 100”, cuenta Rodney Ascher. Tanto él como Tim Kirk reconocen haberla visto entre 15 y 20 veces. “Y cada vez que lo hago, no paro de hablar de ella. No sé qué tiene”.
La obsesión de una película sobre la obsesión hecha por un obseso del detalle. Kubrick estaría más que satisfecho con que el misterio se multiplique por Internet. Probablemente disfrutaría viendo su película hacia delante y hacia atrás simultáneamente, superpuesta, como la proyectó en un cine de Williamsburg John Fell Ryan, otro de los entrevistados del documental. “La mayoría de sus fans sentimos esta conexión con su sensibilidad, sus puntos de vista, su sentido del humor”, dice Ascher. “Y yo la siento también. Tengo la fantasía de que a Kubrick le gustaría Room 237”.



STANLEY KUBRICK
CINCO PELÍCULAS

Es complicado hablar de una de las grandes leyendas y maestros del cine. Uno de los más influyentes cineastas del siglo pasado y de los próximos. Entre los que influenció, se encuentra el propio David Lynch que muy pocas veces menciona referentes, pero cuando lo hace, Kubrick nunca falta. Se caracterizaba por su precisión técnica y quizás su frialdad a la hora de acercarse a ciertos de los temas y cuestiones humanas que representaba, pero lo cierto es que sus obras son sobresalientes y atemporales, imprescindibles en la Historia no sólo del Cine sino del Arte.
5) “LOLITA” (1962). Dirigida por Kubrick pero escrita y adaptada por el propio Nabokov de su novela del mismo nombre ( a quien le valió una nominación al Oscar), trata la historia de un novelista que alquila una habitación en una casa debido a su obsesión con la hija de 14 de la dueña y todas las relaciones cruzadas que se generan.
4) “FULL METAL JACKET” (1987). Basado en la novela de Gustav Hasford, esta vez diverge bastante del argumento original. La trama se divide claramente en dos partes: el entrenamiento brutal de los reclutas del ejército y luego en combate en Vietnam. Kubrick nominado al Oscar por la adaptación del guión.
3) “THE SHINING” (1980). Otra vez basada en una novela, como suele ser todo el trabajo del director, ahora del gran Stephen King. Dos grandes, más Nicholson en el rol principal del aspirante a escritor que toma el trabajo de cuidador de un Hotel aislado en la nieve. Las fuerzas malignas del hotel y la propia demencia de Jack (el personaje) hace que todo se torne psicótico.
2) “2001: A SPACE ODYSSEY” (1968). Con un Guión escrito por Kubrick y Arthur C. Clarck, se basa en la novela del mismo llamada El Centinela. Esta película de Ciencia Ficción trata temas de gran envergadura como la Inteligencia Artificial, la Vida Extraterrestre y sobre todo la Evolución Humana. Tiene un comienzo y un final inolvidables.

1) “A CLOCKWORK ORANGE” (1971). Es discutible si esta es la película que mejor lo define, creo que podría decirse que debido a su experimentación en diferentes géneros varias de ésta lista podrían ocupar el primer lugar (incluso alguna que no aparece). Decido ponerla en primer lugar solamente porque es la que mejor lo define en mi reconocida no experta opinión sobre el director, posiblemente porque fue la primer película que vi de su autoría y aún me marca de sobremanera. Escrita, producida y dirigida por Kubrick está basada  (como siempre) en la novela homónima de Anthony Burgess. Ni siquiera creo tener que explicar la trama. Todo el mundo debería ya haberla visto.

‘2001’: la película favorita 

de Alejandro Amenábar

"Una odisea del espacio' es el viaje perfecto. Es una experiencia sensorial y emocional”


Para Alejandro Amenábar 2001: Una odisea del espacio “es el viaje perfecto. Es una experiencia sensorial y emocional”, explica el director. Su fascinación por el film es tal que tiene en su casa un fotograma gigante retro iluminado. “Tengo amigos que se aburren, y lo entiendo perfectamente, pero yo estoy enganchado desde el minuto uno”.
Algo parecido a lo que cuenta el director de Abre los ojos les sucedió a los espectadores que acudieron al estreno de la película en Nueva York el seis de abril de 1968. Según testimonios recogidos, en la sala se oyeron algunas risas cuando aparecieron los primeros simios después del rótulo que anunciaba “El amanecer del hombre”. Muchos espectadores pensaron inicialmente que se trataba de una comedia ácida como ¿Teléfono Rojo?, volamos hacia Moscú.
En la premiere de Los Ángeles, Rock Hudson se salió durante la proyección y pidió que alguien le explicara de qué demonios iba la película. Otros en cambio, como Neil Armstrong, el hombre que pisó la Luna, se sintieron hechizados con lo que vieron. Al otro lado del telón de acero Alexei Leonov, el primer cosmonauta que realizó una caminata espacial, dijo después de la proyección que sentía como si hubiera estado nuevamente en el espacio.
2001: Una odisea del espacio, que emite TCM en alta definición el próximo domingo justo después del estreno de una entrevista de 50 minutos a Alejandro Amenábar, es una de las películas más controvertidas y admiradas de todos los tiempos porque se trata de un film que más que respuestas plantea interrogantes. “Lo que más me gusta de Kubrick es esa búsqueda de perfección y de intensidad”, dice el director. “El representa la perfección técnica, la elegancia. En estos tiempos que corren en los que los planos no duran más de tres o cuatro, segundos, él no cambia el plano hasta que está obligadísimo”.
Además, la imaginación de Stanley Kubrick para llevar a la pantalla la novela deArthur C. Clarke El centinela es tan potente que todo lo que se ve es, desde un punto de vista científico, perfectamente posible. Muchas de las cosas que aparecen en el film son hoy tan habituales como, por ejemplo, las videoconferencias o las tabletas informáticas, muy parecidas por cierto a las que ahora mismo utilizamos a diario.
Es asimismo una película que se anticipa a su tiempo y que debería llamarse 2051 o2061 en lugar de 2001, porque una estación espacial como la que aparece en el film no será posible hasta dentro de aproximadamente medio siglo o más. Tampoco es probable que se hagan en un futuro inmediato viajes tripulados a Júpiter o se pueda fabricar un ordenador tan sofisticado e inteligente como Hal 9000.
Alejandro Amenábar no es el único cineasta que ama 2001. Se cuenta queFederico Fellini nada más verla envió un telegrama a Kubrick expresándole su emoción y entusiasmo, mientras que James Cameron, el director de Titanic yAvatar, siempre ha confesado que gracias a ella se hizo director de cine. En cambio,Michelangelo Antonioni no acabó de comprenderla del todo.
Es lo que tiene este mítico título que habla de la evolución del hombre, la conquista de la tecnología y la inteligencia artificial capaz de retar al propio ser humano: hace pensar y reflexionar a través de una sinfonía de imágenes, música y sensaciones. Lo mejor, como dice Amenábar, “es sentarse, esperar a que comience la música y dejarse llevar”. Feliz viaje a través de la estrellas.



Un filósofo llamado Kubrick

Un libro analiza la interpretación alegórica y ontológica de la obra del cineasta estadounidense, autor de títulos como '2001' o 'La naranja mecánica'



Una escena de '2001: una odisea en el espacio'
El memorable comienzo de 2001, una odisea en el espacio, con la Tierra que emerge de la infinita negrura del universo, iluminada por un sol que asoma tras su circunferencia al son de la mágica sinfonía de Richard Strauss Así habló Zaratustra, plantea mucho más que una mera –aunque brillante- composición estética. Mucho menos los elementos han sido elegidos al azar: de acuerdo con el profesor de Filosofía de laUniversidad de Creighton (Nebraska, EE UU) Jerold J. Abrams, la película que Stanley Kubrick realizó en 1968 propone un constructo ontológico fundamentado en uno de los conceptos clave del pensamiento de Nietzsche, el de Superhombre (desarrollado precisamente en su obra de 1885 Así habló Zaratustra) y sus implicaciones a la hora de evaluar los destinos humanos y el futuro del pensamiento inteligente.
La filosofía de Stanley Kubrick (Biblioteca Buridán), que llegó a España este verano, analiza a través de un compendio de ensayos elaborados por diferentes expertos y editados por Abrams el carácter trascendental y en ocasiones metafísico de la obra del cineasta estadounidense, fallecido en 1999. Dividido en cinco grandes secciones –El sujeto en guerraEl sujeto enamoradoEl sujeto y el sentido de la vidaEl sujeto en la historia y El sujeto del futuro-, el libro plantea, a través de figuras y movimientos clave de la filosofía occidental, desde el nihilismo nietzscheano al existencialismo kierkegaardiano y sartreano o el estoicismo griego, pasando por conceptos como el absurdo o la posmodernidad, una lectura profunda y penetrante de la filmografía de uno de los más grandes creadores del séptimo arte, que en medio siglo de carrera dejó para la posteridad títulos icónicos de la talla de Senderos de gloria (1957) ¿Teléfono rojo?, volamos hacia Moscú (1964) El resplandor (1980).


El director Stanley Kubrick
Esta visión no es, desde luego, novedosa. Son innumerables las páginas que se han escrito sobre las posibles interpretaciones de, volviendo al ejemplo inicial, 2001, un filme conscientemente abierto a exégesis diversas, desde una recreación de los orígenes y la evolución del ser humano a la consecución de un nuevo estado de consciencia a través de la tecnología. O las de La Naranja Mecánica (1971), basada en una novela homónima de Anthony Burgess, que basculan entre la comprensión de la naturaleza humana a la influencia de la sociedad en el individuo. O las de las implicaciones morales y psicológicas de la lucha militar en La chaqueta metálica (1987). “Todas las facetas de la naturaleza humana se ponen de manifiesto en toda su amplia diversidad”, dice Abrams en la introducción sobre la filmografía del director. “El amor, el sexo, la historia, la guerra, el asesinato, la locura, los viajes espaciales, el condicionamiento social y la tecnología”.
Lo que aporta La filosofía de Stanley Kubrick de original es la voluntad de compendiar y diseccionar las diferentes apreciaciones de su obra, asentándolas en el pensamiento de autores y corrientes. “En prácticamente todas las películas de Kubrick, de una forma u otra, se encuentra al sujeto (al Yo) enfrentado a un mundo exterior duro e indiferente, ya sea el mundo natural o el de las instituciones creadas por el hombre”, señala el libro. “Y pese a lo diversa que es su temática, tomada en conjunto la filmografía de Kubrick es muy coherente, por cuanto toma los diferentes aspectos de la realidad y los unifica en una rica y compleja visión filosófica que resulta ser muy afín al existencialismo”.



Premios

Premios Óscar

1987 — Óscar al mejor guion adaptado — Full Metal Jacket — Nominado
1975 — Óscar a la mejor película — Barry Lyndon — Nominado
1975 — Óscar al mejor director — Barry Lyndon — Nominado
1975 — Óscar al mejor guion adaptado — Barry Lyndon — Nominado
1971 — Óscar a la mejor película — A Clockwork Orange — Nominado
1971 — Óscar al mejor director — A Clockwork Orange — Nominado
1971 — Óscar al mejor guion adaptado — A Clockwork Orange — Nominado
1968 — Óscar al mejor director — 2001: A Space Odyssey — Nominado
1968 — Óscar al mejor guion original — 2001: A Space Odyssey — Nominado
1968 — Óscar a los mejores efectos visuales — 2001: A Space Odyssey — Ganador
1964 — Óscar a la mejor película — Dr. Strangelove — Nominado
1964 — Óscar al mejor director — Dr. Strangelove — Nominado
1964 — Óscar al mejor guion adaptado — Dr. Strangelove — Nominado

Premios Globo de Oro

1975 — Mejor película - Drama — Barry Lyndon — Nominado
1975 — Mejor director — Barry Lyndon — Nominado
1971 — Mejor película - Drama — A Clockwork Orange — Nominado
1971 — Mejor director — A Clockwork Orange — Nominado
1962 — Mejor director — Lolita — Nominado
1961 — Mejor película - Drama — Spartacus — Ganador
1961 — Mejor director — Spartacus — Nominado

Premios BAFTA

2000 — BAFTA Honorífico — Ganador
1975 — Mejor película — Barry Lyndon — Nominado
1975 — Mejor director — Barry Lyndon — Ganador
1971 — Mejor película — A Clockwork Orange — Nominado
1971 — Mejor director — A Clockwork Orange — Nominado
1971 — Mejor guion adaptado — A Clockwork Orange — Nominado
1968 — Mejor película — 2001: A Space Odyssey — Nominado
1964 — Mejor película — Dr. Strangelove — Ganador
1964 — Mejor película de cualquier fuente — Dr. Strangelove — Ganador
1964 — Mejor guión británico — Dr. Strangelove — Nominado
1961 — Mejor película de cualquier fuente — Spartacus — Nominado
1957 — Mejor película de cualquier fuente — Paths of Glory — Nominado
1956 — Mejor película de cualquier fuente — The Killing — Nominado






Filmografía

1999 Eyes Wide Shut 
1987 Full Metal Jacket 
1980 The Shining 
1975 Barry Lyndon 
1971 A Clockwork Orange 
1968 2001: A Space Odyssey 
1964 Dr. Strangelove or How I.... 
1962 Lolita 
1960 Spartacus 
1957 Paths of Glory 
1956 The Killing 
1955 Killer's Kiss
1953 Fear and Desire 
1951 The Seafarers
1950 Day of the Fight





sábado, 23 de agosto de 2014

Edith Piaf / El pequeño gorrión

Edith Piaf
(1915 - 1963)

Edith Giovanna Gassion; París, 1915 - Provenza, 1963) Cantante y letrista francesa. Su vida estuvo marcada por la desdicha desde su más tierna infancia, lo que ejerció una influencia decisiva sobre su estilo interpretativo, lírico y desgarrado al mismo tiempo. Su aspecto desvalido le valió el nombre por el que es universalmente conocida: Piaf («gorrión»).
Hija de un contorsionista acróbata y de una cantante de cabaret, su infancia fue triste. Sus padres se separaron muy pronto; la madre, alcoholizada y enferma, dejó la custodia de Edith a su marido (también alcohólico) y a una abuela paterna. Dada la precaria situación económica de la familia, Edith tenía que ganarse unas monedas cantando en calles y cafés de París.

Edith Piaf


La situación empeoró cuando Edith, con 16 años, se quedó embarazada. En 1932 tuvo una hija a la que llamó Marcelle, pero murió a los dos años. La vida de la cantante quedó marcada por esta tragedia. Siguió cantando en cafés y clubes de la calle Pigalle, en el mundo que rodeaba a los barrios menos recomendables del París de la época.
Su vida cambió cuando, cantando en la calle, un transeúnte muy elegante se paró a escucharla. Ese hombre resultó ser Louis Leplée, propietario del cabaret Gerny's, uno de los más conocidos de París. Tras una pequeña prueba, Edith fue contratada de inmediato. Su éxito no tardó en llegar y fue conocida como "Môme Piaf" ("pequeño gorrión"). El propio Leplée instruyó a Edith para convertirla en una gran figura del cabaret. Era 1937, y había nacido una nueva estrella: Edith Piaf.
Sin embargo, la vida volvió a castigar a la joven Piaf, ya que Leplée fue encontrado muerto de un disparo en el club que regentaba; la cantante fue sospechosa del asesinato. La prensa la acusó y la sociedad elitista parisina le volvió la espalda. Volvió a mezclarse con lo peor de los barrios bajos de París, cantando en tugurios y llevando una vida desordenada.
Su consagración llegó tras la Segunda Guerra Mundial, cuando se convirtió en la musa de poetas e intelectuales del París existencialista y se ganó la admiración incondicional del público. Un letrista conocido como Raymond Asso, que era su amante, la ayudó a sobreponerse. Edith Piaf remontó el vuelo y volvió a los grandes escenarios de Francia, de Europa y de América. Se hizo amiga de la actriz Marlene Dietrich y se convirtió en la gran dama de la canción francesa, ayudando a talentos emergentes como Charles Aznavour, Georges Moustaki, Yves Montand o Gilbert Bécaud, y relacionándose con intelectuales como Jean Cocteau.



Edith Piaf
EL PEQUEÑO GORRIÓN
(1915 - 1963)

La vida de Edith Piaf (1915-1963) es una historia complicada. Edith Giovanna Gassion nació en 1915, en plena calle de París. Su madre separada y en plena pobreza, dá a luz con la ayuda de un gendarme. También sus padres eran alcohólicos por lo que fue dejada al cuidado de su abuela quien regenteaba un “burdel”. A los cuatro años sufrió de meningitis, la cual le generó una ceguera temporaria.
Ya de adolescente trabajó con su padre viajando con un circo o haciendo acrobacias en las calles. Probó fortuna con el canto callejero, junto a su media hermana Mamone (hija ilegítima de su padre), recogiendo pocas monedas diarias. A los 16 años quedó embarazada, pero su hija Castelle falleció a los dos años de meningitis, además ella quedó imposibilitada de tener hijos.




En 1935 cuando cantaba en una avenida de París, fue vista por un empresario llamadoLouis Lepleé, el cual quedó fascinado y la contrató para que trabajara en su bar, Lepleé fue quien la bautizó como “Piaf”, que significa pequeño gorrión, pues la veía como un pajarito con una poderosa voz.
Leplée la convirtió en una estrella enseñándole a mostrar su lento ante el público; aquel cabaret era además un lugar donde venían muchas celebridades de la capital. Pero su vida nunca fue camino de rosas; al poco tiempo, Leplée, al que ella llamaba “papa” apareció muerto en su despacho. Aquel día no sólo perdió a su amigo y patrón , sino que la policía la trató como sospechosa del asesina.
A partir de este momento ella comenzó a beber y a drogarse de forma infernal, y se acostaba con cualquiera. Edith era de esas mujeres que cuando se enamoran, lo hacen hasta la médula. De esas que, cuando se proponen conquistar a un hombre, olvidan el sentido de la dignidad. Independientemente de las circunstancias en que se produjeran sus relaciones sexuales, Edith probó de todo y gozó con cada uno de sus amantes. La palabra exceso no formaba parte de su vocabulario.
A finales de los años treinta del pasado siglo conoció al letrista Raymond Asso, quien la ayudó a salir de la cloaca en que había convertido su vida. De nuevo volvió a cosechar grandes éxitos gracias a sus canciones más famosas, como Je ne regrette rien, La vie en rose, Les amants de Paris, y otras. Sus éxitos le proporcionaron grandes sumas de dinero que ella derrochaba con sus amantes y ayudando a todo aquel que se lo pidiera.
Pero su gran amor, «el único hombre al que he querido», según ella misma afirmó, fue el boxeador Marcel Cerdan, un marroquí de origen humilde que llegó a convertirse en una gloria nacional para Francia. Se conocieron en París en noviembre de 1945 en un club en el que ella cantaba. Marcel se emocionó con su voz.
El encuentro decisivo no se produjo hasta 1947, en un restaurante francés de Nueva York. Enseguida se gustaron, quedaron para cenar y él se quedó en el hotel de Edith. En marzo de 1948 se produjo un nuevo encuentro. Aunque ambos intentaron ser discretos, porque él estaba casado y tenía tres hijos, un periódico les descubrió.
Cerdan se las arregló para evitar que Marinette, su esposa, rompiera el matrimonio, pero sin dejar a Edith. El 23 de mayo de 1948, Cerdan perdió por primera vez un combate y los periódicos acusaron a Piaf de traerle mala suerte. Sin embargo, sólo fue un revés pasajero y el 21 de septiembre se convirtió en campeón del mundo de los pesos medios.
Ella tenía tal pasión por Marcel que nunca estaba satisfecha y necesitaba tenerlo a su lado en cada minuto de su vida. El llevaba una vida dedicada a su profesión, boxeando por distintos países de Europa, y ella necesitaba su cálida compañía, hasta que un día le rogó por su presencia. Cerdán subió a un avión, del cual no bajaría jamás pues se estrelló en una isla. Edith estuvo a punto de acabar con su vida, pero Momone la vigiló y sedó para evitar otra tragedia.
Cuando Marcel se marchó, Edith volvió a su vida agitada. La menuda parisiense (medía 1,47 m.) fue una devoradora de hombres. En aquellos momentos vivió sendos romances con el cantante Jean-Louis Jaubert y con el actor John Garfield. Entre otros amantes de la cantante se encuentran Eddie Constantinn, Yves Montand, Georges Moustaki y Charles Aznavour. La tensión sexual que le producía el deseo del otro la hacía dormir con los puños cerrados. Le gustaban especialmente los hombres de ojos azules, pero no le hacía ascos a nadie. Sus relaciones siempre eran apasionadas y destructivas. Ella se dejaba abofetear o maltratar por sus amantes, a cambio les era infiel siempre. Quizá la única excepción fue la que hizo con Yves Montand.
En 1958 conoció a Georges Moustaki, con el que mantuvo un al faire que duró algo más de un año. Ella entonces tenía cuarenta y dos y él sólo veintitrés, según Georges tenían una buena relación pero el alcohol y las drogas los separó. Ella se encerraba en su cuarto a tomar cerveza, la que mezclaba con ansiolíticos y anfetaminas. Moustaki fue reemplazado por Douglas Davis un joven pintor.
En 1959 a Edith le diagnosticaron un cáncer, lo que ya no le permitiría recuperarse jamás, e ir debilitándose día a día. Bajo estas circunstancias, un año antes de morir contrajo matrimonio con un peluquero con ambición de carrera en el mundo de la canción, llamado Théo Sarapo que tenía entonces veintiséis años.
Murió en 1963. A su entierro, en París, asistieron más de cuarenta mil personas. Todavía hoy en día se descubren flores frescas en la tumba donde está enterrada, el cementerio de Pére-Lachaise. Fue una mujer que conoció la más terrible de las desgracias, que es estar rodeada de personas que la adoraban mientras ella vivía en la más absoluta de las soledades.

El fin del amor
El 28 de octubre de 1949 se estrelló el avión en el que viajaba Cerdan camino de Nueva York. Allí se encontraba Edith, quien le había apremiado para que se reuniera con ella. En memoria de Cerdan, Edith escribió «La belle histoire d’amour»: «Je n’oublierai jamais /Nous deux, comme on s’aimait /Toutes les nuits, tous les ¡ours, 1... La belle histoire d’amour... 1... La bel/e histoire d’amour... /Pourquoi m’as-tu laissée ? /Je suis seule á pleurer, /Toute seule á chercher...»
La vida de Edith Piaf fue movida y azarosa. Empezando por su nacimiento que fue en una esquina de una calle parisiense, donde su madre, alcohólica, fue atendida por dos policías. La misma Edith, muchos años después, acabaría como su madre tirada en la calle.
En 1951, tuvo un grave accidente de coche en el que se rompió varias costillas. Para aliviar su dolor los médicos le recetaron morfina, pero Piaf se convirtió en adicta y empezó a beber, y como su madre, a recoger hombres en las calles para aliviar su soledad.
Edith, quien estuvo a punto de suicidarse al enterarse de la muerte de Marcel, se volvió a casar dos veces más, pero jamás olvidó a Cerdan ni pudo quitarse de la cabeza que en parte había sido culpa suya.

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Francia recuerda a Edith Piaf, el alma de la canción francesa

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Edith Piaf, que empezó cantando en la calle y en cabarets y acabó como artista consagrada.

Con un festival París recuerda a esta intérprete esencial de la canción francesa 

Edith Piaf, que empezó cantando en la calle y en cabarets y acabó como artista consagrada que llegó a actuar en lo alto de la Torre Eiffel, murió hace cincuenta años, un aniversario que se cumple este jueves y con el que se rinde homenaje a una de las grandes voces de la música francesa.
París recordará al alma de esta intérprete esencial de la canción francesa con un festival que hasta el domingo contará con actuaciones musicales en las calles de los barrios en los que vivió Piaf, según explicó  Bernard Marchois, conservador del museo dedicado a la artista.
Pese a su figura menuda -no llegaba al metro y medio de altura-, su andar patoso y sus vestidos siempre negros, la fuerza encima del escenario convirtió a Piaf en un icono de la canción francesa. El éxito musical fue acompañado de una cierta leyenda en torno a su figura: en el número 72 de la rue de Belleville de París hay una placa que recuerda el nacimiento de Piaf "en los peldaños de esta casa" cuando, en realidad, nació en un hospital cercano, según su partida de nacimiento. Sin embargo, es cierto que la artista francesa tuvo una niñez dura: fue abandonada por su madre y vivió con su padre, a quien acompañaba pasando el platillo cuando este actuaba como contorsionista en la calle.
Durante la infancia, Piaf también convivió con su abuela materna, que trabajaba como domadora de pulgas en un circo, y con su abuela paterna, que regentaba un prostíbulo en Normandía. A los 15 años, la joven parisina empezó a cantar en la calle, donde fue descubierta por el dueño del cabaret Gerny's, Louis Leplée, quien rebautizó a Edith Giovanna Gassion como la "môme" (muchacha) "Piaf" -que, en lenguaje familiar, significa gorrión- y le dio la oportunidad de actuar en su local.
La carrera de este icono de la música francesa levantó el vuelo en los cabarets y "music halls" parisienses, donde consiguió un gran reconocimiento y llegó a actuar en salas emblemáticas como Pleyel y Olympia. Sin embargo, detrás su éxito musical se escondían las dificultades, como la muerte de su única hija, Marcelle, a la que tuvo con 18 años, víctima de una meningitis a los 2 años. "Edith Piaf cantaba su vida", señaló Marchois, quien considera que estas experiencias vitales hicieron que en lugar de interpretar temas "divertidos y alegres" optara por canciones sobre el amor, algunas de ellas tan conocidas como "La vie en rose".
Los triunfos profesionales fueron acompañados de una vida tumultuosa e intensa, con mudanzas constantes, dos maridos y numerosos amantes, aunque su gran amor fue el boxeador francés de origen argelino Marcel Cerda, de quien se enamoró en Nueva York, una ciudad en la que Piaf siguió forjando su leyenda y donde cosechó grandes ovaciones, como las del Carnegie Hall. Pocos años después, Cerda falleció en un accidente de avión y su muerte marcó a la cantante francesa, que se dejó llevar por la fatalidad abusando del alcohol y la morfina.
A pesar de la decadencia física, la artista francesa tuvo fuerzas para dar diversos conciertos en la sala Olympia, en la que había actuado en sus inicios y que empezaba a tener problemas financieros. En una entrevista publicada algún tiempo antes de fallecer, Piaf formuló un deseo -"no me gustaría morirme vieja"- que se convirtió en presagio, ya que murió en el sur de Francia, acompañada de su segundo marido, Theo Sarapo, a los 47 años, a causa de un fallo hepático.
La muerte no puso punto final a su leyenda, ya que los discos de Piaf se siguen vendiendo y en su tumba, situada en el cementerio parisiense de Père Lachaise, cada día hay flores frescas que recuerdan a la interprete de "Je ne regrette rien" (No me arrepiento de nada). La influencia de Edith Piaf en la música francesa no se explica sólo con su discografía porque la diva impulsó también las carreras artísticas de otros intérpretes, como Charles Aznavour y Georges Moustaki. La vida de Piaf ha sido llevada a la gran pantalla en la película "La vie en rose", ganadora de 5 premios César y 1 premio Oscar a Marion Cotillard como mejor actriz principal.
EFE