martes, 23 de septiembre de 2014

Silvina Ocampo



Silvina Ocampo
(1906 - 1993)

La escritora argentina Silvina Ocampo nació en Buenos Aires eL 28 julio de 1903 y falleció en la misma ciudad el 14 de diciembre de 1993. Fué la menor de las seis hijas de Manuel Silvino Ocampo y Ramona Aguirre. Era hermana de la escritora y fundadora de la revista Sur, Victoria Ocampo, y esposa del gran narrador argentino Adolfo Bioy Casares. Autora deslumbrante por la calidad literaria de sus cuentos, ha pasado a la historia de la literatura argentina del siglo XX por la crueldad desconcertante que supo imprimir en algunos protagonistas de estos relatos.

Nacida en el seno de una familia hondamente arraigada en los círculos culturales argentinos, su primera vocación artística la orientó hacia el cultivo de las artes plásticas; pero, tras recibir lecciones de pintura de Giorgio de Chirico, abandonó los pinceles y se adentró en el mundo de las letras.

Su irrupción en el panorama literario argentino vino de la mano de un libro de cuentos, Viaje olvidado (1937), que al cabo de los años acabaría siendo objeto del desprecio de la propia escritora. Tras este mediocre estreno en la narrativa, volvió a las librerías con su primer libro de versos, titulado Enumeración de la patria (1942), en el que se sumaba a la tendencia de recuperar los modelos clásicos de la antigua poesía castellana. Idéntico esfuerzo realizó en su siguiente poemario, Espacios métricos (1945), al que siguieron, dentro del campo de la lírica, otras publicaciones como las tituladas Poemas de amor desesperado (1949), Los nombres (1953) y Pequeña antología (1954).

Tras un largo período de silencio poético en el que el cultivo de la prosa ocupó sus quehaceres literarios, en 1962 volvió a dar a la imprenta otro poemario, Lo amargo por lo dulce, que enseguida quedó considerado como uno de sus mejores logros en el género de la lírica. Finalmente, en 1972 publicó su última entrega poética, titulada Amarillo celeste.

Pero las mayores cotas literarias las alcanzó Silvina Ocampo con sus incursiones en el género de la narrativa de ficción, al que contribuyó también con valiosas aproximaciones en forma de ensayos y antologías. Dentro de una de las tendencias congregadas en torno a la revista Sur, y constituida por autores de la talla de Jorge Luis Borges, Adolfo Bioy Casares, Manuel Peyrou y Enrique Anderson Imbert, Silvina Ocampo apostó por la elevación de la literatura fantástica y policíaca a la categoría de géneros de primer orden.

En compañía de su esposo y del mencionado Borges, preparó una Antología de la literatura fantástica (1940) que se convirtió en una de las piezas emblemáticas de la mencionada corriente. Además, aquel mismo año los tres autores presentaron una Antología poética argentina. Posteriormente, volvió a colaborar con Bioy Casares, pero ahora en una obra de creación, la novela policíaca titulada Los que aman odian (1946).

A partir de entonces se enfrascó en la escritura de numerosos relatos, que fueron viendo la luz en sucesivas recopilaciones: en 1948 apareció el volumen titulado Autobiografía de Irene, al que siguieron los relatos de La furia y otros cuentos (1959), Las invitadas (1961), El pecado mortal y otros cuentos(1966), Informe del cielo y del infierno (1969), Los días de la noche (1970), Y así sucesivamente (1987) y Cornelia frente al espejo (1988). Los cuentos de todos estas recopilaciones están poblados de seres fantásticos que aparecen enfocados desde la ironía y el humor negro de que hace gala su autora, o bien deformados por la extraña percepción de unos narradores incompetentes, incapaces de establecer cualquier pauta ética que les permita separar el bien del mal.

Por medio de este recurso en la composición estructural de sus relatos, Silvina Ocampo consigue dejar plasmada una corrosiva crítica de las convenciones sociales de su tiempo, ya que su exagerado distanciamiento de cualquier pauta social establecida y de la realidad circundante pone un contrapunto de desasosiego -y a veces, de explícita crueldad- que amenaza con destruir el lenguaje y las estructuras tradicionales. Además de las obras ya mencionadas, Silvina Ocampo colaboró con el dramaturgo Juan Rodolfo Wilcock en la redacción del drama titulado Los traidores (1956).


 
Peyrou, Ocampo y Borges

"Yo sospecho que para Silvina Ocampo, 
Silvina Ocampo es una de las tantas personas 
con las que tiene que alternar 
durante su residencia en la Tierra"
Jorge Luis Borges



Silvina Ocampo


El insondable destino 
de Silvina Ocampo

La hermana menor de Victoria Ocampo vivió siempre a la sombra de las tres grandes figuras que la rodearon: su marido, Adolfo Bioy Casares; su gran amigo, Jorge Luis Borges, y su hermana, la fundadora de la revista “Sur”. Sin embargo, escribió algunos de los cuentos más perfectos de la literatura criolla.

La Gaceta, 13 de mayo de 2014

Es tal vez una de las mejores cuentistas argentinas. Sin embargo, durante décadas, estuvo injustamente relegada a la condición de escritora consorte, de hermana fiel y de amiga incondicional. Y es que Silvina Ocampo vivió toda su vida a la sombra de las tres grandes figuras que la rodearon: su marido, Adolfo Bioy Casares; su amigo Jorge Luis Borges y su hermana, la gran Victoria Ocampo. Sólo en los últimos años de su existencia, la crítica literaria comenzó a echar luz sobre esa penumbra y la reivindicó como una de las grandes escritoras criollas.

Claro que esa vida en las sombras; esa manera suya de existir casi sin ser tenida en cuenta, le permitió construir un universo en el que las palabras y las imágenes -porque también era pintora- tenían vida propia.

 El inicio
Silvina Inocencia Ocampo Aguirre -tal era su nombre completo- nació en Buenos Aires el 28 de julio de 1903, en el seno de una tradicional familia porteña. Era la menor de seis hermanas: la mayor era justamente la emblemática Victoria. Como era tradición en toda familia aristocrática de aquella época, Silvina fue educada por institutrices y aprendió a hablar primero en francés. “Yo no me crié con el español, sino con el francés y el inglés, cuando tenía cuatro años y estaba en París. Los sentía como idiomas ya hechos; en cambio, el español sentía que tenía que inventarlo, que había que rehacer el idioma”, contó una vez.

Por intermedio de Borges, a quien la unió una gran amistad, conoció al Bioy Casares (nueve años menor que ella). Su belleza, según confesó en sus memorias, le resultó “una puñalada”. A ella le bastó verlo para sentirse desesperada de celos. “Algo había en él peor que su hermosura: sus ojos hundidos bajo unas cejas despeinadas por un viento invisible que revelaban su desamparo”, escribió. Silvina en eso no era diferente de cualquier otra mujer: podía resistirse a la salud y a la fuerza; al desamparo nunca. Poco tiempo después, ese muchacho irresistible publicó “La invención de Morel” (quizás la mejor novela argentina jamás escrita) y se casó con ella en el frío invierno de 1940.

Fue en esa época que Silvina comenzó a escribir cuentos y, al mismo tiempo, a experimentar una misteriosa transformación. Acaso para ocultar sus ojos “grotescos” (como ella los llamaba) comenzó a usar los típicos lentes oscuros con montura blanca de las hermanas Ocampo que, con el tiempo, se convirtieron en su sello personal. Por esa época también comenzó a quejarse de su boca que, con los años, según sus propios ojos, se había vuelto “obscena”. Para sus amigos, en cambio, Silvina podía ser atractiva de un modo irresistible; pero había tenido la mala suerte de nacer en una familia donde había mujeres de una hermosura más convencional, casi clásica, como la de su hermana Victoria. Tal vez por eso no le gustaba mostrarse en público con demasiada frecuencia y evitaba las reuniones masivas. En cambio, se sentía feliz leyéndole las líneas de las manos a Borges y a Bioy, a quienes llamaba “sus dos debilidades”. Junto a ellos, precisamente, escribió la famosa “Antología de la literatura fantástica” (1940) y la siempre vigente “Antología de la poesía argentina” (1946).

Su primer libro de cuentos fue “Viaje olvidado” (1939), que le dedicó a su hermana Angélica. Pero Victoria lo defenestró. En la emblemática revista “Sur” escribió una crítica en la que definió a la obra como recuerdos de su infancia tergiversados y puntualizó: “los cuentos son recuerdos enmascarados de sueños; sueños de la especie que soñamos con los ojos abiertos. Y todo eso está escrito en un lenguaje hablado, lleno de hallazgos que encantan y de desaciertos que molestan”. Para Silvina, fue un golpe durísimo recibir estas palabras. Tal vez por eso, la relación entre ambas nunca volvió a ser la misma. Hay quienes dicen, incluso, que cuando viajaban a Mar del Plata, cada una se alojaba en su casa, y sólo se encontraban en contadas ocasiones. De todas formas, las personas que las conocieron de verdad aseguran que ambas sentían una mutua admiración y un respeto sin igual.

Pocos días después de la muerte de Victoria (ocurrida el 27 de enero de 1979), Silvina le dedicó un hermoso poema titulado “El Ramo” que dice: “Yo no te conté nada. Sabías todo. / Reinabas sobre el mundo más adverso / como si no te hubiera lastimado. / Nos une siempre la naturaleza: / el árbol una flor las tardes las barrancas / misterios que no rompen la armonía”.

La crítica literaria ignoró a Silvina hasta finales de los 80, sin advertir la complejidad, el humor y la originalidad de su obra, que también se caracterizó por una crítica tajante a los convencionalismos sociales de la época y a las normas literarias establecidas.

El dolor
Pese a los celos y las numerosas infidelidades de su marido, Silvina integró con Bioy el matrimonio literario más destacado de la Argentina. En cierto sentido, los Bioy (como eran conocidos en Buenos Aires) disfrutaban mucho juntos. Vivían, como decía Victoria Ocampo, en una “torre de marfil, si es que alguna vez existió algo así”.

Pero, hacia el final de sus vidas sobrevino el dolor y la tragedia. En sus últimos años, Silvina tuvo que soportar una tremenda enfermedad que no sólo minó su mente, sino también su cuerpo. Falleció la calurosa tarde del 14 de diciembre de 1994. Trágicamente, veinte días después, su hija Marta Bioy Ocampo, de 39 años, murió atropellada por un automóvil. Bioy Casares las sobrevivió sólo cinco años. Por esas cosas del destino finalmente, fue Silvina la que lo abandonó a él.

SUS LIBROS

Autobiografía de Irene (1948)
Cinco cuentos, en los que se explora la identidad, la mentira, la muerte, la melancolía, los sueños.

Los días de la noche (1970)
Reúne 29 relatos breves que subyugan hasta desarmar al lector.

La furia (1976)
Integrado por 33 cuentos de género fantástico. Borges sugirió el título.

Cornelia frente al espejo (1988)
Su libro más aclamado. Fue llevado al cine en 2012.





LA MUJER OCULTA
Por Analía Skoda

Cuenta la historia que fueron seis las hermanas, cercadas en sus extremos por la mayor, Victoria, y trece años más tarde, la menor, Silvina. Nuestro inicio es el final.
            Siempre consideré a Silvina como una escritora de los márgenes. Su voz de mujer no era afín a la época y a las convenciones. Su narrativa suele provocar e incomodar. Fue Enrique Pezzoni el que señaló que sus cuentos fingen crear el ambiente de la norma y una vez allí emergen como quiebre y desacato.
Sin embargo, su primer abordaje artístico no fue la escritura sino la pintura y fue nada más ni nada menos que la alumna de Giorgio de Chirico. Silvina Ocampo ha confesado en entrevistas que el famoso pintor quería que sus propios discípulos pintasen igual que él. Tanto en la pintura como en la escritura Silvina buscaba su estilo, incluso a pesar de la dura reseña que realizó su hermana Victoria en la revista Sur en ocasión del primer libro de Silvina, Viaje Olvidado, dijo que éste estaba “lleno de imágenes no logradas –que parecen entonces atacadas de tortícolis”.
En su narrativa nos presenta una imagen extraña del niño y la mujer ¿A qué hechicera se le ocurriría embrujarnos con niños crueles, incluso perversos, en una época donde el esteriotipo de la mujer como escritora se vinculaba directamente con la maternidad y la magia pero nunca con la crueldad?
Silvina fue una mujer retraída y tímida. Ocasionalmente concedía entrevistas con la condición de que no le hiciesen preguntas sobre su vida privada. Tenía un temor supersticioso a las fotografías y de hecho muchas de ellas nos han llegado gracias a que Adolfo Bioy Casares, su marido, operó como fotógrafo. Todas estas características no ayudaban a popularizar su prolífica obra. La crítica comenzó tardíamente a interesarse por sus escritos y es que su poética poco y nada tenía que ver con la de sus coetáneos: Adolfito, Georgie y Victoria.

La cartelera: Cornelia frente al espejo
“No soy sociable, soy íntima”, confesó alguna vez Silvina. Y en estos días acude esta frase a nuestra memoria cuando en la cartelera de los cines porteños hay una película inspirada en su obra, Cornelia frente al espejo.  Las voces de esta columna han tenido la oportunidad de ver la película dirigida por Daniel Rosenfeld quien también participó en el guión junto con la actriz principal, Eugenia Capizzano.  
Y como sobre gustos no hay nada escrito, las críticas pueden ser muy diferentes.
Para la voz masculina… Cornelia frente al espejo resultó un nuevo argumento para criticar al cine nacional. Así como los ojos se retuercen con una película yankee llena de efectos especiales sin sentido, el film tiene esa particularidad criolla de dejar al espectador desencajado. Los anestesiantes diálogos y la supuesta acción se suceden sin un hilo conductor. Si hubo un problema fue ser demasiado fiel a una escritura que siempre te traiciona. Para la literatura, el desconcierto es plausible; para el cine es veneno.
Para la voz femenina… Cornelia frente al espejo fue una realización de altísima calidad que respeta es espíritu de Silvina Ocampo tanto en la estética visual como en la realización del guión. No es una película para cualquiera. Es una película para aquellos que saben esperar y pueden asimilar un ritmo cinematográfico poco veloz pero repleto de atmósferas poéticas fieles a la autora. Cornelia frente al espejo nos transporta maravillosamente a la intimidad del universo ocampiano.

Hoja de ruta 

Hermana de Victoria Ocampo, esposa de Adolfo Bioy Casares y amiga de Jorge Luis Borges. Opacada durante algún tiempo por la divina trinidad de la cultura argentina…  ¿Dónde está ella? Sus libros nos invitan a conocerla.
Hoja de ruta: Emecé ya había editado en dos tomos sus cuentos completos, paradójicamente no tan completos ya que se han elidido sus cuentos infantiles. A su vez, Lumen ha lanzado hace unos años el proyecto Biblioteca Silvina Ocampo, posibilitando el acceso a algunos de sus inhallables libros como La torre sin fin o Invenciones del recuerdo. De hecho, recién el año pasado vio la luz editorial una novela inédita de Silvina, La promesa, editada también por Lumen. 





Premios
1954: Premio Municipal por "Espacios métricos" (poesía).
1953: Segundo Premio Nacional de Poesía por "Los nombres"
1962: Premio Nacional de Poesía por "Lo amargo por dulce"
1988: Premio del Club de los 13 por "Cornelia frente al espejo"




Bibliografía

• Viaje Olvidado (cuentos), Buenos Aires, Sur, 1937. 
• Enumeración de la patria (poesía), Buenos Aires, Sur, 1942. 
• Espacios métricos (poesía), Buenos Aires, Sur, 1942. 
• Los sonetos del jardín (poesía), Buenos Aires, Sur, 1946. 
• Autobiografía de Irene (cuentos), Buenos Aires, Sur, 1948. Reeditado en Orión, 1976. 
• Poemas de amor desesperado (poesía), Buenos Aires, Sudamericana,1949. 
• Los nombres (poesía), Buenos Aires, Emecé, 1953. 
• Pequeña antología, Buenos Aires, Editorial Ene, 1954. 
• El pecado mortal (antología de relatos), Buenos Aires, Eudeba, 1966. 
• Informe del cielo y del infierno (antología de relatos), Prólogo de Edgardo Cozarinsky, Caracas, Monte Avila, 1970. 
• La furia (cuentos), Buenos Aires, Sur, 1959. Reeditado en Orión, 1976. 
• Las invitadas (cuentos), Buenos Aires, Losada, 1961. Reeditado en Orión, 1979. 
• Lo amargo por dulce (poesía), Buenos Aires, Emecé, 1962. 
• Los días de la noche (cuentos), Buenos Aires, Sudamericana,1970. 
• Amarillo celeste (poesía), Buenos Aires, Losada, 1972. 
• El cofre volante (cuentos infantiles), Buenos Aires, Estrada, 1974. 
• El tobogán (cuentos infantiles), Buenos Aires, Estrada, 1975. 
• El caballo alado (cuentos infantiles), Buenos Aires, De la flor, 1976. 
• La naranja maravillosa (cuentos infantiles), Buenos Aires, Sudamericana, 1977. 
• Canto Escolar (cuentos infantiles),Buenos Aires, Fraterna, 1979. 
• Arboles de Buenos Aires (poesía), Buenos Aires, Crea, 1979. 
• La continuación y otras páginas, Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, 1981. 
• Encuentros con Silvina Ocampo, diálogos con Noemí Ulla, Buenos Aires, Editorial de Belgrano, 1982. 
• Páginas de Silvina Ocampo, seleccionadas por la autora, prólogo de Enrique Pezzoni, Buenos Aires, Editorial Celtia, 1984. 
• Breve Santoral (poesía), Buenos Aires, Ediciones de arte Gaglione, 1985. 
• Y así sucesivamente (cuentos), Barcelona, Tusquets, 1987. 
• Cornelia frente al espejo, Barcelona, Tusquets, 1988. 
• Las reglas del secreto (antología), Fondo de Cultura Económica, 1991. 
Obras en colaboración con Adolfo Bioy Casares: 
• Los que aman, odian, Buenos Aires, Emecé, 1946. 
Con Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares: 
• Antología de la literatura fantástica, Buenos Aires, Sudamericana,1940; 2da ed. 1965, 3ra ed. 1970, 4ta ed. 1990. 
• Antología poética argentina, Buenos Aires, Sudamericana, 1941. 
Con J. R. Wilcock: 
• Los traidores (pieza teatral en verso), Buenos Aires, Losange, 1956. Reeditado en Ada Korn, 1988.

Traducciones
• Porfiria, introducción de Italo Calvino, traducción de Livio Bacci Wilcock, Roma, Einaudi, 1973.
• Fait Divers de la terre et du ciel, prólogo de Jorge Luis Borges, introducción de Italo Calvino, Paris, Gallimard, 1974.
• I giorni dela notte, traducción de Lucrezia Cipriani Panuncio, Roma, Einaudi, 1976.
• Leopoldina's dream, prefacio de Jorge Luis Borges, introducción de la autora, traducción de Daniel Walderstone, Ontario, Penguin Books, 1987.
• Qui ama, odia, estudio preliminar y traducción de Angelo Morino, Roma, Einaudi, 1988.
• Viaggio dimenticato, introducción y traducción de Lucio D'artangelo, Roma, Lucarini, 1988.
• Ces qui aiment, haissent, traducción de André Gabastón, Paris, Christian Bourgois éditeurs, 1989.
• La penna magica, Roma, Editori Reuniti, 1989.

Acerca de Silvina Ocampo
Anderson Imbert, Enrique:"Teoría y técnica del cuento", Marymar, 1979.
Bartolomew, Roy:"Cien poesías rioplatenses", Buenos Aires, Raigal, 1954.
Borges, Jorge Luis:"Silvina Ocampo, Enumeración de la patria", en revista "Sur", núm. 101, febrero de 1943.
Prólogo a "Fait divers de la terre et du ciel", Gallimard,1974.
Calvino, Italo: Introducción a "Fait divers de la terre et du ciel", Gallimard, 1974.
Cozarinsky, Edgardo: Prólogo a "Informe del cielo y del infierno", Monte Avila, 1970.
Ghiano, Juan Carlos: "Silvina Ocampo y su realidad", en revista "Ficción", núm. 22, diciembre de 1959.
González Lanuzza, Eduardo: "Autobiografía de Irene", en revista "Sur", núm. 175, mayo de 1949.
Martínez Estrada, Ezequiel: sobre "Espacios métricos", en revista "Sur", núm. 137,1946.
Molloy, Silvia: "Silvina Ocampo, la exageración como lenguaje", en revista "Sur", núm. 320, octubre de 1969.
Percas, Elena: "La original expresión poética de Silvina Ocampo", en "Revista Iberoamericana", núm. 38, septiembre de 1974.
"La poesía femenina argentina", Cultura Hispánica, 1958.
Pezzoni, Enrique: "Enciclopedia de la cultura argentina", Sudamericana, 1970. Prólogo a "Páginas de Silvina Ocampo, seleccionadas por la autora",Celtia, 1984.
Pichon Rivière, Marcelo: "Así es Silvina Ocampo", reportaje en revista "Panorama", noviembre 1974.
Pizarnik, Alejandra: "Diminios ilícitos", en revista "Sur", núm. 311, abril de 1968.
Ulla, Noemí: Colleción "Capítulo", núm. 82, fascículo correspondiente al libro "La continuación y otras páginas", Centro Editor de América Latina, 1981.
Fuente: notas de Matilde Sánchez en "Las reglas del secreto", 1991





martes, 16 de septiembre de 2014

Vladimir Nabokov

Vladimir Nabokov
RETRATOS AJENOS
Vladimir Nabokov

DE OTROS MUNDOS
Así comienza / Lolita
Nabokov / Lolita / Tapas
Juegos de seducción / Ocho novelas sobre el placer y el deseo
Nabokov / La seducción de Lolita
Nabokov / El beso
Nabokov / Lolita / Cuatro revistas y una caja de dulces
Nabokov / Pienso como un genio y habla como un niño
Nabokov / Un novelista de nombre impronunciable
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Del amor y otros demonios / El idilio de Véra y Nabokov

FICCIONES

Casa de citas / Nabokov / La literatura
Casa de citas / Nabokov / El lobo
Casa de citas / Brian Boyd / Nabokov
Casa de citas / Nabokov / Beckett
Casa de citas / Nabokov / Sobre el oficio de escribir
Casa de citas / Nabokov / Influencias
Casa de citas / Nabokov / Hemingway y Conrad
Casa de citas / Nabokov / Soy un escritor americano
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Casa de citas / Nabokov / Lolita I
Casa de citas / Nabokov / Lolita II
Casa de citas / Nabokov / Lolita III
Casa de citas / Nabokov / Lolita IV
Casa de citas / Nabokov / Lolita V
Casa de citas / Nabokov / Chejov
Triunfo Arciniegas / Diario / Véra y Nabokov

DRAGON

Vladimir Nabokov
(1899 - 1977)

El escritor ruso Vladimir Nabokov nació el 23 (se dice también que el 22) de abril de 1899 en la casa de campo de la familia, Vyra, en la provincia de San Petersburgo, atendido por un ejército de más de 50 criados y pasó su primera infancia educado por institutrices inglesas y francesas, que serían sustituidas más tarde por preceptores rusos y alemanes. Hijo de Vladimir Dmitrievich Nabokov, jurista y estadista, hijo de un ministro de Justicia bajo los zares y de la baronesa María Bon Korff. 

Heredó de su padre la pasión por las mariposas y el ajedrez. Cursó estudios en el Prince Tenishev School entre 1910 y 1917, y en el Trinity College, Cambridge en 1922. 

Para escapar a la revolución bolchevique, salió junto a su familia de Rusia (1919) y se radicó en Berlín, Alemania. Para ganarse la vida enseñó inglés, fue profesor de tenis, y también creó crucigramas para el periódico ruso Rul de 1922 a 1937. Se ganó cierta reputación como escritor de ficción (en ruso) bajo el seudónimo de, V. Sirin. El joven exiliado comenzó a labrarse fama como escritor entre la colonia de exiliados rusos. También de entonces data su matrimonio con Vera, una rusa de ascendencia judía y su compañera de por vida.

Se trasladó a París (1937), entonces huyendo de los nazis y más tarde emigró a los Estados Unidos con su esposa e hijo (1940). Enseñó en Stanford durante el verano de 1941 y en Wellesley (1941-48); como especialista en mariposas. A partir de 1948 hasta 1959 dio clases en Cornell. Hablaba inglés desde niño pero no comenzó a escribir en este idioma hasta después de su llegada a los EE.UU. 

Su obra incluye poesía, ficción, drama, autobiografía, ensayos, traducciones, y crítica literaria, así como trabajos sobre mariposas y ajedrez. Es popularmente conocido por su novela, Lolita (1955) extraordinaria novela, donde Humbert, un hombre mayor, se enamora de una niña de 12 años, Lolita, y la seduce. Los editores americanos temieron lo peor y tardaron en publicarla. Apareció primero en Francia, y tras diversos escándalos y la publicidad que obtuvo, salió en USA (1958), donde consiguió un éxito perdurable. Escribió además Pálido fuego, Ada o el ardor, ¡Mirad a los arlequines! o La dádiva que figuran entre las obras maestras de la literatura de todos los tiempos. Muchos críticos y moralistas atacaron a su novela Lolita que se convirtió en un bestseller tras publicarse cuando ya había cumplido los 56 años y que le dio el reconocimiento y la fama internacional. En 1959 se estableció en Suiza. 

Vladimir Nabokov falleció el 2 de julio de 1977, en Montreux, Suiza.





NABOKOV, ESE PERSONAJE

Vladimir Nabokov pertenece a esa clases de personajes cuya verdadera existencia queda sepultada bajo algunos tópicos demasiado poderosos para permitir examinar el resto de los detalles sustanciales de su biografía. La idea aproximada que algunos tienen del escritor es la de un extravagante cazador de mariposas, cuando no la de un acechador de nínfulas que atienden por el nombre de Lolita, lo que, a fin de cuentas, viene a ser la misma cosa.

La fotografía de un Nabokov senil en pantalón corto, disfrazado de lepidopterólogo y con un cazamariposas en la mano, se superpone con la visión del maduro profesor Humbert Humbert acosando a la Lolita novelesca. Ambas imágenes encierran un germen de patetismo, lo que distaba mucho de la realidad del exiliado ruso en Estados Unidos que era un hombre serio, sensato, nada aficionado a las jovencitas, y sí a los lepidópteros, tal como tuvo que aclarar en repetidas ocasiones, y absolutamente fiel a su mujer, Vera.

Es cierto que con el escándalo que supuso la publicación de Lolita, Nabokov, que ya había cumplido los 56 años, logró el reconocimiento y la fama internacional. Pero por esa misma razón le empezaron a insultar algunos críticos y se vio obligado a asegurar en numerosas entrevistas que su novela no era en absoluto autobiográfica. Pese a ciertas escaramuzas con la censura, y aunque en la época de gestación de la obra había intentado quemar el manuscrito cuando en un momento se le había resistido, Lolita era uno de sus libros más queridos.


Vladimir Nabokov

PROFESOR EXPERTO

No cabe duda de que Nabokov conocía de primera mano las reacciones de Humbert Humbert, y lo que es más sorprendente, al autor no se le escapó ni un solo matiz de la compleja psicología de su Lolita. Es muy posible que Nabokov adquiriese sus profundos conocimientos sobre el despliegue de la seducción femenina, en sus múltiples variedades desde nínfulas a conquistadoras expertas, durante sus años como profesor de literatura en Wellesley College, la prestigiosa universidad norteamericana que imparte clases exclusivamente a mujeres. Sin embargo, tras su itinerancia de ruso blanco exiliado, primero en Cambridge, donde estudió zoología y literatura rusa y francesa, y más tarde en Alemania y Francia, y por debajo del éxito posterior como escritor en su asentamiento en Estados Unidos, emerge la verdadera personalidad de Vladimir Nabokov: un hombre desposeído de una considerable fortuna familiar que tuvo que abandonar el territorio seguro de la infancia al tiempo que era arrancado de sus paisajes y sus afectos. Porque Vladimir Nabokov había sido un niño muy rico. Inmensamente rico, habría que apostillar. Nació el 23 de abril de 1899 en la casa de campo de la familia, Vyra, en la provincia de San Petersburgo, atendido por un ejército de más de 50 criados y pasó su primera infancia educado por institutrices inglesas y francesas, que serían sustituidas más tarde por preceptores rusos y alemanes.

Su padre era Vladimir Dmitrievich Nabokov, jurista y estadista, hijo de un ministro de Justicia bajo los zares y de la baronesa María Bon Korff. Impartió clases en la Escuela Imperial de Jurisprudencia de San Petersburgo, fue codirector del diario liberal Rech y diputado activo del primer Parlamento ruso, por lo que tuvo problemas con el Zar. Llegó a ser ministro de Justicia del gobierno regional de Crimea, antes de marchar a su exilio londinense y ser asesinado, años después, casi por azar, por dos fascistas que pretendían atentar contra un conferenciante en el Berlín de 1922. El padre de Nabokov se interpuso y encontró su destino en una bala que no iba dirigida a él. Los antepasados del escritor por parte de madre pertenecían a la aristocracia terrateniente de la provincia de Kazan y poseían minas de oro en el lado siberiano de los Urales.

Nabokov se sentía orgulloso de su abuelo materno, magistrado y filántropo, y de su pintoresca tía Praskovia, doctora en Medicina y autora de obras de psiquiatría, antropología y política social. Era una mujer erudita que llegó a tratar a Antón Chéjov, aunque en una ocasión irritó muchísimo al famoso autor de Tío Vanya, al parecer, por llevarle la contraria en una discusión sobre Medicina. Según Nabokov, las últimas palabras que dijo la visionaria tía Praskovia en su lecho de muerte fueron: "Qué interesante. Ahora lo entiendo. Todo es agua". Pero además de la riqueza de sus padres, Vladimir recibió siendo un adolescente la herencia de un tío diplomático. La suma en metálico ascendería hoy a varios millones de dólares y el joven Vladimir se convirtió en propietario de una finca campestre de 800 hectáreas de bosque y turberas con una mansión señorial de columnatas blancas.

Como el resto de su patrimonio familiar, todo se perdió en 1919, con la revolución rusa. Sin embargo, Nabokov siempre afirmó que su odio por la revolución bolchevique no tenía que ver con asuntos de propiedad. Despreciaba al ruso emigrado que detestaba "a los rojos" porque le robaron su dinero y sus tierras. "La nostalgia que he estado acariciando durante todos estos años no es el dolor por los billetes de banco perdidos sino una hipertrofiada conciencia de infancia perdida", escribirá Nabokov en Habla, memoria.


Nabokov by Philippe Halsman
Montreux, Switzerland, 1966
Foto de Philippe Halsman

Vladimir Nabokov

Mariposas
Ilustraciones de Vladimir Nabokov

LEPIDÓPTEROS

Según el autor de Lolita, su afición a las mariposas se fraguó debido a los libros que encontró a los ocho años en el desván de la finca de la familia. La Natural History of British Butterflies and Moths, de Newman, las Mémoires del gran duque Nikolay Mihailovich sobre lepidópteros asiáticos, las láminas de insectos del Surinam realizadas en el siglo XVIII por Maria Sybylla Merian y otras joyas del género fascinaron a Nabokov que tuvo el placer, ya de adulto, de dar su nombre al Doguillo de Nabokov o Eupithecia nabokovi. "He cazado mariposas en diversos climas y con diversos disfraces: como guapo niño con pantalones cortos y gorra de marinero; como larguirucho expatriado cosmopolita con pantalones anchos de franela y boina; como gordo anciano de calzón corto y cabeza descubierta. La mayor parte de mis vitrinas han tenido el mismo destino que nuestra casa de Vyra". La sensación de desarraigo siempre perseguirá a Nabokov, que va a convertir la nostalgia y el milieu de los emigrados rusos en los países de adopción, en materia narrativa, al tiempo que se preocupará en sus novelas por personajes a la búsqueda de sí mismos. Del primer caso tenemos ejemplos en ¡Mira los Arlequines! y en La dádiva, mientras que Desesperación y La verdadera vida de Sebastián Knight incidirán en el tema de la identidad y el doble.

Estatua de Nabokov
Montreux

EL AJEDREZ

No fue, sin embargo, un hombre quejoso y aceptó con resignación su nueva vida de traductor y escritor sin muchos recursos. Incluso se vio obligado a dar clases de tenis y de inglés en Berlín, donde conoció a su esposa Vera, también rusa blanca y también traductora.

Y además de desempeñar diversos oficios para ganarse la vida, Nabokov jugaba al ajedrez, otra de sus grandes aficiones. "A lo largo de mis años de exilio dediqué una prodigiosa cantidad de tiempo a la composición de problemas de ajedrez. Se fija en el tablero cierta disposición, y el problema a resolver consiste en averiguar cómo hacerles mate a las negras en un número determinado de movimientos, por lo general dos o tres", escribió. Consideraba el ajedrez como un arte "bello, complejo y estéril".

Según ha contado Nabokov en su autobiografía, sus primeros poemas de amor estuvieron dedicados a Tamara, una muchacha de 15 años con la que conoció la pasión en todos los rincones de los bosques cercanos a la casa de campo familiar. Cuando los Nabokov se instalaron en Crimea antes de partir definitivamente hacia su exilio europeo con unas cuantas joyas escondidas en un bote de polvos de talco, Tamara siguió escribiendo a la dirección de San Petersburgo. Las cartas consiguieron durante un tiempo ser reexpedidas a Crimea, pero Nabokov nunca las contestó. Después, los rastros se perdieron; jamás Vladimir Nabokov volvió a pisar Rusia y de Tamara nunca más se supo. Tal vez habría que buscar sus remotas huellas en Ada o el ardor. Aunque con los escritores nunca se sabe.

Vladimir Nabokov murió en Montreux, a la edad de 78 años, después de conocer el éxito, aunque tuvo que soportar durante años que la crítica marxista le despreciase, tachándole de "ruso blanco" y de "escritor aristocrático". El tiempo le ha dado la razón, convirtiéndole en el talento literario que él creía ser. "Pienso como un genio, escribo como un autor distinguido y hablo como un niño", dijo en una ocasión.


EL MUNDO

Nabokov
Ithaca, 1958
Nabokov
Por Juan García Ponce
Letras Libres, mayo de 2000

La verdadera vida de Sebastian Knight es la primera novela escrita en inglés por Vladimir Nabokov. ¿Cuál es la verdadera vida de Vladimir Nabokov? Su biógrafo, Brian Boyd, nos proporciona una abrumadora biografía con los datos "verdaderos" de su vida y una muy mala interpretación de su arte. Esta gigantesca biografía está dividida en dos volúmenes. Uno, titulado The Russian Years, abarca no sólo los años en que Nabokov vivió en Rusia, sino también los años en que escribió en ruso con el seudónimo V. Sirin habitando en distintos lugares de Europa, a partir del triunfo bolchevique, cuando él y su familia optaron por emigrar, abandonando su principesca vida en la amada Rusia para convertirse en unos cada vez más constreñidos refugiados; el segundo, titulado The American Years, abarca los años en que Nabokov escribió en inglés, cuando su condición de apasionado cazador de mariposas le permitió ser un erudito investigador como lepidopterista en Harvard y un personal y correctamente arbitrario profesor de literatura en Cornell, para terminar, apenas tuvo el necesario éxito económico con Lolita, Pnin y Pale Fire, regresando a Europa, donde se instaló en todo un piso del hotel Montreux Palace, en Montreux, Suiza, y donde escribió sus últimas novelas y está enterrado. Su mujer permaneció también ahí hasta su muerte para poder ver su tumba y está enterrada junto a él. Su hijo Dimitri se fue a vivir a Florida a pesar de que Nabokov siempre declaró no haber abandonado Estados Unidos, "al que amaba tanto", más que por motivos familiares, dado que su hijo Dimitri cantaba como bajo en la Scala de Milán. Este hijo, en cambio, dejó a su madre sola en Montreux y se fue a Estados Unidos donde, suponemos, ayudó, de acuerdo con su particular visión de los hechos, a Brian Boyd a escribir esta monumental biografía. 

Para los hechos reales de los años en Rusia contamos con el bello libro, escrito maravillosamente por el propio Nabokov, llamado Speak, Memory, en el cual tal vez se tergiversan algunos hechos pero todo es real en el sentido literario de la palabra. Como datos sociales, ahí se cuenta que su familia tenía 53 sirvientes en su casa de campo en Vyra, que su madre nunca bajó a la cocina y otros detalles de riqueza muy abundante. ¡Con razón hubo una revolución bolchevique! Sin embargo, el padre de Nabokov era liberal, estaba contra el zar, y fue miembro de la primera Duma (Parlamento), de la cual otro de los diputados fue León Trotski y que fue disuelta por el zar. El capítulo dedicado en Speak, Memory a fijar la vida de su padre es bello y terrible. Su padre era víctima de sus contradicciones. Por su condición social debería haber sido un "conservador"; no obstante, fue un "liberal". Un liberal antibolchevique. Cuando los bolcheviques toman el poder, abandona Rusia con toda su familia. Muere asesinado durante un mitin de los rusos blancos pero de izquierdas, por otro ruso blanco, pero de derechas, al tratar de escudar frente a su asesino a su mejor amigo. Una de sus tías decía: "Están luchando contra ustedes mismos". Es una historia dolorosa. También hay que hablar de la parte bucólica de Speak, Memory, mucho más larga y que sólo señala momentos felices. El niño Vladimir Nabokov, hijo mayor de la pareja formada por Vladimir Dimitrievich Nabokov y Elena Ivanovna Rukavishnikov, tuvo dos hermanos y dos hermanas. Fue un niño excepcionalmente dotado. Aprendió a hablar inglés antes que ruso, tenía un notable sentido del color y un claro poder descriptivo. Son cualidades de escritor. Se debe tener en cuenta que es el escritor Vladimir Nabokov quien habla de ese niño en Speak, Memory. Cada uno de los detalles de la fauna, la flora alrededor de Vyra y cada uno de los detalles de los objetos en la casa y la casa misma, así como sus gobernantes y preceptores, nos son mostrados con singularidad y poder evocativo. Vladimir Nabokov tiene una memoria visual casi absoluta desde los cuatro años y ponemos el casi porque no se debe emplear la palabra absoluto en un mundo donde nada es absoluto; la prueba es que Vyra, al cumplir 18 años el autor, ya sólo es recuerdo junto con San Petersburgo y Rusia en general, que cambia hasta de nombre. Y aquí entra nuestra propia imaginación. 

¿Por qué no pensar que Ada or Ardor es una novela autobiográfica en parte, donde se nos narra a través de las figuras de Van Veen y Ada Veen el amor de Vladimir Nabokov y Olga Nabokov? Brian Boyd se quedaría horrorizado ante esta suposición, tan horrorizado como nosotros ante algunas de sus descripciones de las novelas de Nabokov. Pero la imaginación tiene sus derechos. Nabokov se ocupa muchas veces de niñas en sus novelas. El ejemplo de Lolita viene en seguida a cuento y, sin embargo, todavía se puede recordar a Julia Moore en Transparent Things, a Belle, la hija del segundo matrimonio del protagonista de Look at the Harlequins!, a quien su padre, ante el furor de ella, llama distraídamente Lo, y hasta en menor medida a la protagonista de Laughter in the Dark, sin que por eso lleguemos a la conclusión de la atracción personal del Nabokov adulto por las niñas. El incesto no es uno de los temas favoritos de Nabokov, como lo es el de dos de sus muchas "bestias negras": Thomas Mann y William Faulkner. Y no obstante, ante el retrato familiar donde están Vladimir guapo, delgado, bien vestido, orgulloso hasta la presunción, y Olga con el pelo negro muy largo, bella y atractiva, con facciones perfectas, vestida de marinero, y las múltiples declaraciones de Vladimir Nabokov en el sentido de que siempre fue su hermana favorita, lo que se advierte hasta en una fotografía de 1908 en la que el niño Vladimir le toma la mano a su hermana con una posesión total, ¿cómo no dejar libre a nuestra perversa imaginación? Punto y aparte. 

Volvamos a Nabokov todavía en Vyra y San Petersburgo. Ya es un consumado cazador de mariposas, es un muy buen lector, es un niño consentido, es muy rico hasta personalmente, porque un tío homosexual que acostumbraba tener juegos medio eróticos con él y en cambio ignoraba a su hermano Sergei, quien sí fue homosexual, lo nombra su heredero. Después la despedida de todo eso. Una temporada en Yalta antes de que también los bolcheviques lleguen hasta ahí; su vida como estudiante en Cambridge, donde se gradúa con honores; el traslado a Berlín con la trágica muerte de su padre y el feliz conocimiento de Vera, con la que tiene un hijo y a la que están dedicados sus libros; Francia y el viaje a Estados Unidos con Vera y su pequeño hijo. Como cazador de mariposas conoce a la perfección Estados Unidos, pues él y Vera, con ella siempre manejando, lo recorren de un lado a otro. Ese conocimiento le será muy útil a Nabokov al describir la huida por toda la Unión Americana de Humbert Humbert con Lolita. El regreso a Europa, el continuo amor por Vera, la caza de mariposas por un ya gordo Vladimir Nabokov, la realización de la muy larga Ada or Ardor, de la muy corta y maravillosa Transparent Things, la de Look at the Harlequins! y la muerte provocada por un virus desconocido el 2 de julio de 1977. El valor de Nabokov como novelista es puesto en duda más adelante por notas encabezadas por la de Mary McCarthy, quien habla del supremo egoísmo mostrado en Ada or Ardor y todavía más en duda por los ridículos elogios de Brian Boyd, quien quiere convertirlo en un personaje inmaculado en el mal sentido de la palabra; pero el encanto del magistral narrador permanecerá a pesar de todo.

Vladimir Nabokov
Montreux (Suiza),diciembre de 1976

Nabokov al completo 

50 años después de 'Lolita'

Las obras completas del escritor ruso se publicarán en nueve volúmenes

Cuando se han cumplido 50 años de la aparición de Lolita, la novela que más fama reportó a Nabokov, Galaxia Gutenberg-Círculo de Lectores publica las Obras Completas del escritor ruso, después nacionalizado americano, entre las que, para el lector español, hay abundante material inédito. Serán en total nueve los volúmenes que se publiquen, a razón de uno por año, pero la editorial ha querido arrancar en estas fechas no con el primero, sino con el tercero: Novelas 1941-1957, las del primer periodo americano de Nabokov, por ser este volumen el que contiene Lolita.
Con esta novela, publicada en 1955 en París después de que el escritor, afincado en Estados Unidos desde 1940, la viera rechazada por cinco editoriales norteamericanas, verán la luz La verdadera vida de Sebastian KnightBarra siniestra y Pnin, además del guión que Stanley Kubrick le pidió a Nabokov para llevar al cine Lolita -lo hizo en 1962, con James Mason y Sue Lyon en sus papeles principales-, aunque al final no lo utilizara.
Vladimir Nabokov nació en San Petersburgo en 1899, en una familia aristocrática y con dinero que, cuando los bolcheviques llegaron al poder, decidió tomar el camino del exilio. Fueron primero a Crimea, y desde allí a Londres y Cambridge, donde estudió Nabokov, que era trilingüe, pues en casa además del ruso se hablaba francés e inglés. La familia se estableció más tarde en Berlín, donde en 1925 el novelista conocería en un baile de máscaras a la que habría de ser su mujer durante más de 50 años, Vera Slonim, también rusa y también aristócrata, aunque, en su caso, de origen judío, lo que, ante la embestida nazi, empujó al matrimonio a emigrar a Estados Unidos en 1940.
Nabokov, auténtico prestidigitador de la palabra, había publicado con el seudónimo de Vladimir Sirin novelas como La defensa Luzhin o Invitado a una decapitación, pero tras asentarse en América decidió lanzarse a escribir en la lengua local, no sin antes pasar un doloroso proceso de desprendimiento de su amado ruso, lengua que, según su mujer, había perfeccionado a lo largo de los años hasta hacer de ella "algo único y peculiar de él, un auténtico artefacto de belleza".
Novela tabú en EE UU
En inglés, idioma que comenzó a doblegar a su antojo y a transformar en "algo que, por su cadencia, su melodía y su flexibilidad, jamás había sido antes", también según Vera, Nabokov se estrenaría con La verdadera vida de Sebastian Knight (1941) y escribiría después Barra siniestra y Lolita (1955), que le consagró definitivamente como escritor, y que él mismo traduciría después al ruso.
Sin embargo, para verla publicada tuvo que darla a una editorial francesa, Olympia Press, especializada en literatura erótica y en autores como Jean Genet, Marqués de Sade, Henry Miller o William Burroughs. La novela, que narraba la obsesiva relación de un hombre maduro con una adolescente precoz, resultaba tabú en Estados Unidos. Y ello, por partida triple, pues a la pasión de aquel adulto por aquella niña de 12 años se añadían otras cuestiones también rechazadas entonces, como el matrimonio entre un negro y una blanca, o la existencia feliz de un ateo.
"El mundo es un cachorro que está esperando que alguien salga a jugar con él", decía este autor, amante a partes iguales de la literatura y de las mariposas, en cuyos libros, como señala el escritor Juan Bonilla en el prólogo, "la belleza acaba siendo tan importante como sus personajes principales". Nabokov, que publicaría después otros títulos de éxito como Pálido fuego (1962) y Ada o el ardor, ante el que se rendirían de una vez por todas sus lectores, moriría en Montreux (Suiza) a los 78 años.


Vladimir Nabokov

Dimitri Nabokov, 

polémico custodio de la obra paterna


El hijo del autor de ‘Lolita’ tradujo al inglés gran parte de los escritos del padre, fue cantante de ópera y pilotó bólidos



Dimitri Nabokov en 1999, ante un retrato de su padre. /DONALD STAMPFLI (AP)
A  pesar de una personalidad desbordante que le llevó a convertirse en bajo de ópera, piloto de carreras profesional y escalador, Dimitri Nabokov siempre vivió bajo el signo de ser hijo de uno de los colosos de la literatura del siglo XX: Vladímir, cuya Lolita escandalizara a los estadounidenses de los cincuenta, sirviera a Stanley Kubrick su memorable obra homónima y añadiera una nueva entrada a los diccionarios de múltiples lenguas. Dimitri Nabokov (Berlín, 1934) moría el pasado 22 de febrero en Vevey, Suiza, a los 77 años.
La de los Nabokov es una historia de exilio en la que reverberan las grandes conmociones políticas del siglo pasado. El prominente estadista Vladímir Dimitrievich Nabokov, padre del novelista, abandonó Rusia con su familia ante el avance bolchevique. Se establecieron primero en Inglaterra y más tarde fijaron su residencia en Berlín, donde Vladímir Nabokov contraería matrimonio con Vera y donde nacería el único hijo del matrimonio, Dimitri. La estancia en Alemania se prolongaría hasta 1937, fecha en la que huyeron de las leyes antisemitas del régimen hitleriano: Vera era judía. Vladímir, Vera y Dimitri se refugiaron en París hasta que en 1940 tuvieron que volver a huir de las botas nazis. En ese mismo año se instalaron en Estados Unidos y en 1961, tras el arrollador éxito de Lolita, se asentaron finalmente en Montreux (Suiza).
Durante la estancia en EE UU, Dimitri cursó Historia y Literatura en la Universidad de Harvard. Concluyó brillantemente sus estudios en 1955, pese a que, como observara su padre (que se endeudó para enviar a su hijo a tan prestigiosa institución), los intereses de Dimitri fueran “el montañismo, las chicas, la música, las pistas de carreras, el tenis y sus estudios... por ese orden”.
Una vez graduado, y tras un fallido intento de trasladar al inglés el clásico de Mijaíl Lermontov Un héroe de nuestro tiempo —tarea que tuvo que concluir el padre—, emprendió —y esta vez remató— la traducción al inglés de las obras de Vladímir Invitación a una decapitación y La dádiva; empezaba así una colaboración paterno-filial que duraría hasta el fallecimiento del novelista, en 1977.
El peso de la fama del progenitor no aplastó su exuberante vitalidad. En 1960 debutó como cantante de ópera junto al por entonces novato Luciano Pavarotti, interpretando La Bohème; dos años después, dejó la ópera para convertirse en piloto profesional de coches de carreras, actividad a la que se dedicó hasta 1965, cuando regresó a los escenarios.
En 1982 Dimitri, que no había abandonado su afición a la velocidad, estrelló su Ferrari, sufriendo gravísimas lesiones.
Tras recuperarse, abandonó teatros de ópera y circuitos y dedicó el resto de sus días a conservar y difundir el legado del padre fallecido: siguió con la traducción de su obra, hizo versiones escénicas de algunos de sus escritos, dio conferencias en las que atacaba a los detractores del escritor y publicó unas memorias en las que desgranaba su relación con él, On revisiting father’s room.
Al morir su madre, en 1991, asumió toda la responsabilidad sobre el legado del progenitor y vendió lo que quedaba del archivo paterno a la biblioteca pública de Nueva York. En 2008 tomó la muy polémica decisión de publicar la novela fragmentaria El original de Laura(Anagrama, 2010), obra que el autor ruso había dispuesto que se destruyera tras su muerte.


BIBLIOGRAFÍA
  • Máshenka, 1926 (Машенька), novela
  • Rey, dama, valet, 1927-1928 (Король, дама, валет), novela
  • La defensa de Luzhin, 1929-1930 (Защита Лужина), novela
  • El ojo, 1930 (Соглядатай), novela corta
  • Regreso de Chorb, 1930 (Возвращение Чорба), colección de cuentos
  • La hazaña, 1932 (Подвиг), novela corta
  • Cámara oscura, 1932 (Камера обскура), novela
  • Desesperación, 1936 (Отчаяние), novela corta
  • La dádiva, 1937-1938 (Дар), novela
  • La invitación a la ejecución, 1938 (Приглашение на казнь), novela
  • La invención de Valts, 1938 (Изобретение Вальса), drama
  • Risa en la oscuridad, 1938 (Laughter in the Dark)
  • El hechicero, 1939 (Волшебник), cuento
  • La verdadera vida de Sebastian Knight, 1941 (The Real Life of Sebastian Knight), novela
  • Barra siniestra, 1947, (Bend Sinister), 1947 , novela
  • Las otras orillas, 1954 (Другие берега), autobiografía
  • Lolita, 1955, novela
  • La primavera en Fialta, 1956 colección de cuentos (Весна в Фиальте)
  • Pnin, 1957, novela
  • Pálido fuego, 1962 (Pale fire), novela
  • Habla, memoria, 1967 (Speak, Memory. An Autobiography Revisited), autobiografía
  • Ada o el ardor, 1969 (Ada or Ardor: A Family Chronicle), novela
  • Transparent Things, 1972, novela
  • Una belleza rusa, 1973 colección de cuentos
  • Look at the Harlequins!, 1974, novela
  • The Original of Laura (El original de Laura), 1975-1977 (publicada en noviembre de 2009), novela.
  • Curso de literatura europea (crítica literaria)
  • Curso de literatura rusa (crítica literaria)
  • Opiniones contundentes (entrevistas), 1973


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