miércoles, 7 de diciembre de 2016

Leopoldo María Panero / El último poeta transgresor

Leopoldo María Panero

DE OTROS MUNDOS





Leopoldo María Panero

(1948 - 2014)

Leopoldo María Penero
EL ÚLTIMO POETA TRANSGRESOR


Por JAVIER MEMBA


Parece ser que fue Pere Gimferrer, en aquel tiempo delfín de la nueva poesía española, quien recomendó encarecidamente a Manuel Casarena la publicación de "Por el camino de Swan". Pero Leopoldo María Panero, el joven autor que se descubriera en aquellos versos dados a la estampa en Málaga en 1968, poco o nada tenía que ver con su padrino. Incluidos ambos con posterioridad en la hoy legendaria antología de José María Castellet"Nueve novísimos poetas españoles" (Barral, 1970), lo que para Gimferrer era sorpresa, fascinación ante la belleza, para Panero era desesperación ante la irremediable pérdida de la infancia.



En los más de 30 años transcurridos desde entonces, mientras el resto de sus compañeros de generación han pasado ha engrosar el parnaso de la excelencia de nuestras letras, Panero se ha convertido en el único poeta maldito que ha conocido nuestra literatura en ese tiempo. Mientras los otros ganaban premios, ocupaban cargos y debatían en las tertulias de los distintos medios de comunicación, Panero languidecía en cárceles, manicomios y sórdidas pensiones. "Mal puedo vender la ruina de mi conciencia o mi desastre al mejor postor. Me conformo con escribirla porque sólo eso no muere, sólo eso nos salva de la muerte", apuntaba en la contraportada de "Antología" (Ediciones Libertarias, 1985).

Una saga de poetas 

Hijo de Leopoldo Panero (1909-1962), sobrino de Juan Panero (1908-1937) y hermano de Juan Luis Panero (1942), todos ellos poetas de sugerente voz, Leopoldo María Panero nació en Madrid en 1948. Al igual que tantos descendientes de los prohombres del régimen franquista –su padre, pese a haber estado a punto de ser fusilado a comienzos de la guerra por los nacionales como consecuencia de su amistad con destacados poetas comunistas, terminó por alistarse en las tropas de Franco para acabar, ya en los años 50, siendo director del Instituto de Cultura Hispánica–, el joven Panero se siente fascinado por la izquierda radical. Vive pues con la pasión que corresponde la aventura de la clandestinidad. Su militancia antifranquista constituirá el primero de sus grandes desastres y le valdrá su primera estancia en prisión.

Drogas y manicomio 

De aquellos años jóvenes datan también sus primeras experiencias con las drogas. Desde el alcohol hasta la heroína, a la que dedicaría una impresionante colección de poemas en 1992, ninguna le es ajena. Según comenta él mismo en la película "El desencanto", dirigida por Jaime Chávarri en 1976, fue uno de los primeros consumidores de ácido lisérgico que hubo en Madrid. No obstante, se engañan quienes piensan que sus viajes a los paraísos artificiales los que le llevaron al manicomio por primera vez. Es el resquebrajamiento de un paraíso tan verdadero como la infancia y, sobre todo –como con tanto acierto apunta Rosa María Pereda en "Joven Poesía Española" (Cátedra, 1979)– la exacerbación de la lectura, lo que –si es que verdaderamente la ha perdido– hace a Panero perder la razón. Las voces que oye nuestro poeta nada tienen que ver con esas otras que agobian a los desequilibrados entre los que vive desde hace más de 15 años. En los oídos de Panero susurran Lewis Carroll, Edgar Allan Poe, James M. Barrie, H. P. Lovecraft...

«Forzar la vida» 

Es por ello que sus constantes reclusiones no le impiden desarrollar una copiosa bibliografía no sólo como poeta, sino también como traductor, ensayista e incluso narrador. Mientras va de la antigua prisión madrileña de Carabanchel al manicomio de Cienpozuelos y de éste al de Mondragón, convencido siempre de que "la vida hay que forzarla", lo que invariablemente acaba traduciéndose en un irremediable intento de autodestrucción, sus distintas entregas aparecen con regularidad. A partir de la segunda de ellas, "Así se fundó Carnaby Street" (Ocnos, 1970), donde se incluye su célebre poema "Deseo de ser piel roja", la melancolía de los mitos de su infancia corre pareja a un experimentalismo apasionado. Así aparecen "Teoría" (Lumen, 1973), "Narciso o el acorde último de las flautas" (Visor, 1979), "Last River Together" (Ayuso, 1980), "Dioscuros" (Ayuso, 1982), “El último hombre" (Ediciones Libertarias, 1984)... Su obra narrativa incluye "En lugar del hijo" (Tusquets, 1976) y "Dos relatos y una perversión" (Ediciones Libertarias, 1984). Entre sus versiones de distintos autores anglosajones destacan las de Lewis Carroll: "La matemática demente", "La caza del Snark", etcétera.

De una u otra manera, todas sus páginas, hasta sus traducciones, son autobiográficas. La autocontemplación, junto a esa ya aludida autodestrucción, es otra de las claves de su obra. Más de 30 años después de la publicación de sus primeros versos, Leopoldo María Panero no sólo es el único poeta maldito de nuestro panorama literario, sino también el transgresor por antonomasia de nuestras letras. No en vano, la biografía que su singular experiencia inspiró recientemente lleva por título "El contorno del abismo". 




Leopoldo María Panero, maldito sea

El autor de ‘Poemas del manicomio de Mondragón’ y ‘Así se fundó Carnaby Street’ muere a los 65 años tras una vida destilada en la escritura y la desmesura


JAVIER RODRÍGUEZ MARCOS
Madrid 6 MAR 2014 - 19:04 COT



“No tenía a nadie”. Así resumía hace unas horas el editor Antonio Huerga la soledad en la que ha muerto Leopoldo María Panero a los 65 años. Lo decía para explicar la incertidumbre sobre los restos del poeta: “¿Incinerarlo? ¿Enterrarlo? ¿Quién decide? No tenía a nadie”. Tras la desaparición de su hermano Juan Luis en septiembre pasado, la muerte de Leopoldo es el último capítulo de una convulsa historia familiar llevada al cine por Jaime Chávarri y Ricardo Franco. Él decía que prefería la película del segundo “por los colores”. Lo decía como lo decía todo, con una salvaje ingenuidad llena de citas de poemas ajenos y propios, teorías conspirativas, críticas a España, a la OTAN, a sus editores o a sus compañeros en el psiquiátrico de Las Palmas, donde se había recluido voluntariamente hace más de una década. Los elogios quedaban reservados para sus colegas de generación: Gimferrer, Colinas o Ana María Moix, fallecida la semana pasada.
“Vivo dentro de la fantasía paranoica del fin del mundo y no solo no quiero salir de ella sino que pretendo que los demás entren en ella. Todas mis palabras son la misma que se inclina hacia muchos lados, la palabra FIN, la palabra que es el silencio, dicha de muchos modos”. Así abría Panero su poética para Nueve novísimos, la antología de Josep Maria Castellet que le señaló en 1970 como una de las grandes promesas de la literatura por venir. Era el más joven de la selección y dos años antes se había estrenado con Por el camino de Swan, publicado en Málaga en 1968.









POEMA INÉDITO

SCIAMMARELLA

En cuanto a la tristeza como modo de venerar la libertad no libre del delirio
Diré lo mismo de otra forma porque la repetición es un señuelo casi inteligente
Ciertamente la mano polvorienta de un enano
Enseña a los hombres un pez
Significando la poesía
Que se opone bastardamente a la verdad
Que rumia aforismos en pie sobre las tumbas
Sobre las que llora el ruiseñor
Como una bruja significando el silencio
Con un vaso de placenta enemiga de la verdad
La poesía como un hombre enemigo del hombre
Azuzando a sus perros
Para que persigan la eternidad que venden los relojeros.
Del poemario Rosa enferma, que publicará en otoño Huerga y Fierro.

Repasar su vida durante ese año inaugural permitiría hacerse una idea de quién era Leopoldo María Panero, un poeta crucificado entre su propia desmesura y los tópicos de loco oficial de la poesía española. 1968 fue el año de su primer libro, de su primer intento de suicidio, de su ingreso en el Instituto Frenopático de Barcelona y de su paso por la cárcel de Carabanchel después de que lo detuvieran en Madrid junto a Eduardo Haro Ibars por consumo de marihuana y le aplicaran la Ley de Vagos y Maleantes. También fue el año en que escribió Así se fundó Carnaby Street. Publicado en 1970, ese libro contiene ya hecha (y deshecha) la voz de un autor que escribía todo lo que se le ocurría y publicaba todo lo que escribía. Cuando en 2001 Visor reunió su poesía completa hasta ese momento -588 páginas, una veintena de títulos- Panero tenía ya tres libros más en marcha en tres editoriales distintas. Uno de ellos Prueba de vida, una “autobiografía de la muerte” cuyo maltrecho mecanoscrito original paseaba por Las Palmas dentro de una bolsa de tela entre cintas de Los Chichos y antologías de Emily Dickinson.
A su muerte, Leopoldo María Panero ha dejado, al menos, un poemario inédito titulado Rosa enferma. Huerga y Fierro, su editorial de los últimos años, lo publicará el próximo otoño. Entre tanto, el sello madrileño ha emprendido la publicación de su obra título a título. De esa serie forman parte poemarios como Teoría, Narciso en el acorde último de las flautas, Last River Together, El último hombre, Poemas del manicomio de Mondragón, Contra España y otros poemas no de amor o Locos. Irracionalismo, expresionismo, culturalismo y hermetismo atraviesan una obra irreductible a una fórmula salida del cerebro de un hombre irreductible, más fácil de tratar para los rockeros que para los catedráticos.
El desencanto, sus intervenciones en público y sus apariciones en la radio (La ventana) o la televisión (Crónicas marcianas) quedarán para la leyenda del penúltimo poeta oficialmente maldito. En la memoria de sus lectores -y son muchos- quedarán los versos de “Deseo de ser piel roja”, “El loco mirando desde la puerta del jardín” o “Ma mère”, dedicado “A mi desoladora madre, con esa extraña mezcla de compasión y náusea que puede solo experimentar quien conoce la causa, banal y sórdida, quizá, de tanto, tanto desastre”. Era en 1979. Ocho años más tarde subtituló como “reivindicación de una hermosura” otro poema, “A mi madre”, que termina: “y dicen que llueve por nosotros y que la nieve es nuestra / y ahora que el poema expira / te digo como un niño, ven / he construido una diadema / (sal al jardín y verás cómo la noche nos envuelve)”.


Un fotograma de la película documental 'El desencanto' de Jaime Chávarri.


Los Panero y la teoría de la destrucción

Luis Antonio de Villena mezcla memoria personal y ensayo literario en ‘Lúcidos bordes del abismo’


FERRAN BONO
Madrid 26 DIC 2014 - 18:00 COT
La teoría de la destrucción explica el devenir trágico de la familia Panero. No se trata de ninguna ciencia exacta, sino de una hipótesis vivencial y literaria formulada por Luis Antonio de Villena a partir del conocimiento directo que tuvo de los miembros de la saga que dio a luz un poeta clásico que fue emblema franquista, Leopoldo Panero, el padre; una mujer distinguida de familia bien que murió en soledad, Felicidad Blanch, la madre; dos poetas notables, el más ortodoxo Juan Luis y el maldito Leopoldo María, y un “gran perdedor” periodista,José Moisés, Michi, los hijos.
Luis Antonio de Villena desarrolla su teoría en su último libro Lúcidos bordes de abismo. Memoria personal de los Panero, que estrena una nueva línea editorial de la Fundación José Manuel Lara, una vez fallecidos todos los miembros de la familia Panero, que no tuvieron descendencia y con los que mantenía una estrecha relación de amistad. "En el libro se cuentan muchas cosas de las que fui testigo y que nunca se han contado por escrito. Pero por encima de anécdotas que se vuelven categoría, creo que lo más novedoso del libro no es el horror hacia la familia franquista o hacia el padre, sino su búsqueda de la total destrucción. Su horror a la vida", dice el también poeta y ensayista. "El mito de los Panero empieza primero contra su padre, luego los hijos se volvieron contra la madre, pero en realidad su mito fue contra la vida. El error es la vida", agrega.



Los miembros de la familia se despedazaron unos a otros, sacando sus trapos sucio -con el padre ya fallecido en 1962- en la película El desencanto, dirigida por Jaime Chávarri y estrenada en 1976, que tuvo una especie de continuación en 1994 con el también documental Después de tantos años, de Ricardo Franco. A partir de esta película, que catapultó a la fama a los Panero, arranca la narración de Luis Antonio de Villena, que combina el ensayo literario y la memoria personal para trazar un retrato de claroscuros con el fin de dar una idea más fiel tanto de la "estatua de mármol" de la vida de la familia como "los ángeles negros que sobrevuelan esa estatua".
De Leopoldo María, que vivió más de 30 años en un psiquiátrico, el autor recuerda que "era un maldito, como su admirado Artaud, pero con su enfermedad lo único que hacía era fumar y beber coca-colas. Lo de la bebida y las drogas fue mucho antes. Para él, la escritura era una terapia", una tabla de salvamento de sus ideas suicidas, y su estancias en los centros le "estabilizó, aunque no le ayudó a mejorar". "Escribía mucho y se repetía mucho" sin que luego depurase su obra, pero también componía poemas de gran altura. Y a pesar de su éxito literario, "la gente que iba a verlo, iba a ver el monstruo", como consecuencia de la degradación física que le provocaba su enfermedad, "que lo iba desfigurando".


En el libro se cuentan muchas cosas de las que fui testigo y que nunca se han contado por escrito
LUIS ANTONIO DE VILLENA

Juan Luis era el "más normal pero su pose de señorito le pasó factura porque resultaba antipático". Michi fue "un gran perdedor": perdió su empleo de columnista y tuvo que dejar su casa. Unas amigas le proporcionaron un pequeño apartamento en el que vivió hasta su muerte. "Era el más joven y fue el primero en morir", comenta el escritor, que recuerda la "gran facilidad que siempre tuvieron los Panero para que las mujeres les protegiesen".
En su opinión, los Panero siguen despertando el interés de la gente por "el hecho insólito en España de que hablasen tan claramente de ellos mismo, de contar las verdades". Luis Antonio de Villena sólo se ha decidido a contar sus verdades sobre la familia cuando murió el último de sus miembros, su amigo Leopoldo María Panero.



viernes, 25 de noviembre de 2016

Lorrie Moore

Lorrie Moore, 2014
Foito de Zane Williams

Lorrie Moore
(1957)

Lorrie Moore nació el 13 de enero de 1957 en Glens Falls (Nueva York). Se educó en la universidad de Lawrence y la Universidad Cornell y actualmente trabaja como profesora en la Universidad de Wisconsin en el Departamento de Inglés.
Autora de libros de cuentos y novelas, Lorrie Moore se caracteriza por sus historias de un humor irónico e inteligente, y sus personajes vívidamente caracterizados. Sus cuentos aparecen con frecuencia en diversas revistas y han sido elegidos para la colección The Best American Short Stories of the Year, y uno de ellos compilado en The Best American Short Stories of the Century, editado por John UpdikeKatrina Kenison. Su primer libro, Self Help lo publicó a los 26 años de edad. También es autora de las colecciones de cuentos Like Life,Birds of America, y de las novelas Annagrams y Who Will Run the Frog Hospital.

Lorrie Moore


Lorrie Moore
«El humor es un acto de resistencia y supervivencia»

La estadounidense, una de las autoras más ácidas y corrosivas, vuelve a demostrar su maestría con el relato en «Gracias por la compañía»

INÉS MARTÍN RODRIGO
Madrid 25/05/2015

En el relato que da título a «Gracias por la compañía» (Seix Barral), la narradora dice que hay que «descongelar los pies, dar pasos a ciegas hacia atrás, arriesgarse a perder el equilibrio, arriesgarse a una caída infinita, para dar espacio a la vida». Y es eso, precisamente, lo que Lorrie Moore (Nueva York, 1957) hace en sus libros. Mejor, eso sí, en los cuentos que en las novelas. Lo suyo es la literatura ácida y corrosiva, aunque aparentemente inocua. Donde parece que no sucede nada se abre paso la vida, con sus contradicciones y excesos. Así la afrontan, de hecho, los personajes de esta última colección de historias, que supone el regreso de Moore al relato después de dieciséis años.

- Mientras escribía, ¿llegó a pensar que algún cuento podría convertirse en una novela?
- Realmente no, aunque quizá «Alas» [uno de los relatos más largos, protagonizado por una pareja que malvive subarrendada] es una especie de novela o, más bien, podría haberlo sido. ¡O tal vez debería haberlo sido!
- Sus personajes sufren crisis personales, están divorciados, afrontan dolorosas rupturas y se enfrentan a la muerte. ¿Es la literatura el espejo que refleja el trauma de la vida?
- La literatura es una conversación con la vida en muchos niveles diferentes. Puede ser una especie de espejo, sin duda. Es una destilación, como el vapor que se condensa en un espejo cuando te acercas y respiras.
- ¿Qué diferencia hay entre escribir cuentos y novelas?
- La diferencia fundamental es que puedes tardar años en escribir una novela, mientras que un relato te lleva meses o, incluso, semanas, si tienes suerte. Pero la mayor diferencia, estética, es la necesidad de tiempo y complejidad de la forma narrativa larga. Es más difícil adaptar el tiempo (como sujeto y como medio) y la complejidad en un relato corto. A no ser que seas Alice Munro.
- ¿Y en cuál de las dos formas se siente usted más cómoda?
- Me gustan las dos por sus objetivos individuales.
- ¿Se definiría, fundamentalmente, como una escritora de relatos? ¿Le gusta esa definición?
- No quisiera limitarme a mí misma con definiciones. También soy madre, profesora, crítica, etc.
- ¿Recuerda cuándo (por qué, dónde) decidió convertirse en escritora? ¿Fue una decisión consciente?
- Era algo que tenía la esperanza de poder hacer desde los veinte años, más o menos. No sabía muy bien cómo debía actuar para que diera resultado. Pero siempre trabajé duro.
- ¿Se considera una escritora lenta?
- Completamente.
- ¿Y qué papel desempeña el humor en su escritura?
- Está ahí para recordarnos lo divertida que la gente puede ser realmente, y lo variada que es la vida, y que el mundo no siempre es terrible. El humor es un acto de resistencia y supervivencia.
- ¿Qué puede decir de la relación que mantiene con sus personajes? ¿Cómo la definiría?
- Me interesan mucho. ¿Es eso a lo que se refiere? Pero tengo claro que yo no soy ellos. Sobre todo porque son muchos y a todos les pasan demasiadas cosas.
- ¿Cómo surge una nueva historia en su cabeza: con una frase, una imagen, a través de una persona con la que se cruza...?
- Con todo eso.
- ¿Qué le inspira? ¿Cómo definiría su proceso de escritura?
- Normalmente imagino un conjunto de circunstancias que podrían dramatizar algo que para mí es interesante e importante. Después me imagino a los personajes, luego la voz narrativa y, por último, la estructura.
- ¿Cómo diría que han cambiado su trabajo y su voz desde que publicó su primer libro?
- Nunca he llevado a cabo ese análisis, la verdad. Me imagino que mi trabajo más reciente está más ambientado que el de mis comienzos.
- ¿Qué piensa de los críticos?
- A veces yo misma ejerzo de crítica. Así que me interesa cómo lo hacen otros, ya que debe hacerse con generosidad, pero honestamente, y siempre de forma inteligente. Desafortunadamente no siempre es así. Me temo que hay muchas críticas perezosas y descuidadas.
- Aunque nunca ha estudiado música, en numerosas ocasiones ha reconocido que le apasiona. ¿Hay alguna relación especial entre componer música y escribir ficción?
- Los autores de ficción están muy interesados en la voz humana y en el ritmo de ciertas palabras y discursos. Pero también deberían interesarse por los sentimientos, muy difíciles, que la música a veces es capaz de capturar y reproducir. A los escritores les gustaría ser capaces de hacer lo mismo. Nunca he conocido a un escritor que no ame la música.
- Desde mediados de los 80 enseña literatura y escritura creativa. Cuando afronta un nuevo curso, ¿tiene la esperanza de que alguno de sus estudiantes se convierta en escritor?
- ¡Algunos se han convertido en escritores! Sobre todo quiero que sean lectores.
- ¿Y qué escritores son sus favoritos a la hora de enseñar?
- ¿De qué forma Alice Munro ha sido una influencia para usted?
- Creo que los escritores son los últimos en darse cuenta de cuáles son sus influencias. Toda buena literatura entra y nutre la mente, pero es difícil decir qué es lo que realmente te influye. Quizás es mejor no saberlo.
- ¿A qué escritores incluiría ahora entre los mejores «20 de menos de 30»?
- ¡Ajá! ¡Tengo en mente a varios de mis estudiantes actuales!
- ¿Cuál ha sido la última película que ha visto? ¿Y la última novela que ha leído?
«All My Puny Sorrows», de Miriam Toews. La última película es la producción de la BBC «Wolf Hall», con Mark Rylance. Y recomendaría ambas.

Lorrie Moore





BIBLIOGRAFÍA
Los libros de Lorrie Moore publicados en España son:
  • Gracias por la compañía (Traducción Daniel Rodríguez Gascón; Seix Barral, 2015)
  • Al pie de la escalera (Traducción de Francisco Domínguez Montero; Seix Barral, 2009)
  • Pájaros de América (Traducción de María José Galilea Richard; Salamandra, 2003 Y QUINTETO, 2005)
  • El hospital de ranas (Traducción de Libertad Aguilera y Gabriel Dols Gallardo; Salamandra, 2004)
  • Como la vida misma (Traducción de Isabel Murillo Fort; Salamandra, 2003)
  • Autoayuda (Traducción de Alejandro Pareja Rodríguez; Salamandra, 2002).
  • El ayudante olvidado (Traducción de Patricia Nunes Martínez; Diagonal, 2001)
  • Anagramas (Traducción de Benito Gómez Ibáñez; Anagrama, 1991)
  • Ocells d'Amèrica ( EDICIONS 62, S.A., 2000)