(9 de febrero de 1931- 12 de febrero de 1989)
Poeta, prosista y dramaturgo austriaco considerado como uno de los más grandes autores de la literatura en lengua alemana posterior a la Segunda Guerra Mundial. Nació en Heerlen, Países Bajos, 1931, y murió en Gmunden, Austria, en 1989. Después de seguir estudios de música, se orientó hacia la literatura, y desde su primera novela, Helada (1963), desarrolló un universo nihilista habitado por personajes ferozmente autocríticos y autodestructivos.
Hijo ilegítimo de un carpintero austriaco y de la hija del escritor Johannes Freumbichler, Bernhard vivió en casa de sus abuelos maternos hasta que su madre se casó. El marido de ésta no lo prohijó sino que pasó a ser únicamente su tutor. A los dieciséis años interrumpió sus estudios de bachillerato en Salzburgo y empezó a trabajar como aprendiz en un almacén de comestibles. Contrajo entonces una grave pleuresía que degeneró en una tuberculosis, enfermedad que padecería toda la vida. Pasó cuatro años ingresado en el sanatorio de Grafenhof (Salzburgo), donde comenzó a escribir.
Thomas Bernhard
Ya en 1943 empezó a tomar clases de música y a partir de 1952 estudió canto, dirección teatral e interpretación en el Mozarteum de Salzburgo. Paralelamente a sus estudios trabajó como reportero para el Demokratisches Volksblatt, en donde publicó también sus poemas. Realizó numerosos viajes, algunos con Hedwig Stavianicek, una mujer 37 años mayor que él que fue su mecenas y "el ser de su vida".
Siempre lo acompañó la polémica: en 1983 fue secuestrada por orden judicial su obra Tala, a consecuencia de una querella del compositor G. Lampersberg. El escritor prohibió entonces la venta en Austria de su obra y no modificó su actitud hasta el año siguiente, en que Lampersberg retiró su demanda. El último gran escándalo lo produjo el estreno de su obra Plaza de héroes en 1988.
La gran producción de Bernhard puede dividirse en tres etapas: una fase religiosa, una fase intermedia más patética y una tercera, que se deriva de la anterior, en la que lo patético se expresa preferentemente a través de la ironía. Los primeros intentos líricos de Así en la tierra como en el infierno(1949) muestran un Bernhard que en la línea de Pascal busca a Dios. El infierno (Hölle) es la realidad terrenal que espera redención. "Negro es mi mensaje", dice el yo lírico de estos poemas, una afirmación que se revelará válida para todo el opus bernhardiano.
El tono todavía conciliador con el mundo de estos poemas desaparece ya en el ciclo Ave Virgilio (1981), que compila las poesías de la década de 1970. El fervor religioso se convierte aquí en pura negatividad y ésta pasará a dominar su prosa. El primer resultado de este giro es la novela Helada (1963) con la que entra de lleno en el panorama literario contemporáneo. "El suicidio es mi naturaleza", dice el pintor Strauch al estudiante de medicina que se ha desplazado a Weng, un pueblo situado en un valle, para observar la paranoia del artista.
La locura es presentada como la única respuesta posible en un mundo pervertido, falto de toda espiritualidad y sentido que, en la novela, está representado por el pueblecito rodeado de montañas, un espacio frío, malvado, enemigo del hombre, en donde sus habitantes han adoptado las características de la naturaleza. Los espacios que tradicionalmente la literatura ha escogido como idílicos, Bernhard los transforma en escenarios de delirio, en los que únicamente domina la ley de la muerte y la locura. Strauch es el primer artista (de los muchos que aparecen en la obra del autor) que vive alejado del mundo para sacar el máximo partido de su creatividad.
Sin embargo, está utopía de la soledad será constantemente negada. El intelectual, el artista, es un ser absolutamente ridículo, con una retórica repetitiva, hiperbólica y patética. Konrad, en La Calera (1970), lo ha abandonado todo para poder escribir un estudio sobre el oído; cuando ya está a punto para empezar a redactar, mata a su mujer y enloquece. Destinos comparables padecen los protagonistas de Corrección (1975) y Hormigón (1982). Paradójicamente, el valor de la producción artística y, en general del arte, es puesto en duda por un gran artista que, después de fantasear con su propia vida en los libros autobiográficos El origen (1975), El sótano (1976), El aliento (1978), El frío (1981) y Un niño (1982), queda libre para la ironía más feroz.
Uno de los componentes más destacables de la obra bernhardiana, especialmente de la dramática desde Una fiesta para Boris (1970), es su musicalidad. Se trata de piezas casi escritas como para representar con marionetas que actúan como repetitivos altavoces de distintas posiciones. Más que dramas son libretos escritos para actores admirados por el escritor, como Minetti. Entre sus títulos más importantes se hallan La fuerza de la costumbre (1974), La partida de caza (1974), Ante la jubilación (1979), Almuerzo en casa de Ludwig W (1984) y la última, Plaza de héroes (1988) en la que arremete de nuevo contra la Austria católica y nacionalsocialista.
BIOGRAFÍAS Y VIDAS
El joven Thomas Bernhard |
CRONOLOGÍA
1931 : nace el 9 de febrero en Heerlen ( Países Bajos ). Su madre, Herta Bernhard, soltera, vivía en una institución de mujeres abandonadas ( jóvenes pecadoras eran consideradas); el padre, Alois Zuckerstätter, nunca se responsabilizó de su paternidad. Su madre le dejó en manos de unos amigos que vivían en un barco amarrado en los canales de Amsterdam ( la imaginación del escritor haría que lo que fueron unos pocos días se convirtieran en largos meses). A finales de año fue confiado a sus abuelos maternos que vivían en Viena. Un año más tarde su madre se trasladaría a Viena lo cual no impidió que el niño continuase bajo la custodia de sus abuelos.
1936 : Habiéndose trasladado sus abuelos a Salzburgo, allá comenzó el pequeño los estudios elementales. Su madre continua viviendo en Viena y contrae matrimonio con Emil Fabjan, que nunca adoptará al muchacho sino que será siempre su tutor.
1938 : Su madre y su tutor se habían mudado por motivos laborales a Traunstein ( Alta Baviera); allá va a vivir con ellos Thomas. Nace su hermanastro, Peter Fabjan, y una hermanastra en Berlín, Hilda Zuckerstätter, de la que nunca tendrá noticias, ni conocimiento. Ese mismo año, tras treinta y cuatro años de convivencia contrajeron matrimonio sus abuelos; el abuelo, Johannes Freumbichler, que tanto supondrá en la formación del futuro escritor había sido galardonado , un año antes, con el gran premio del Estado austríaco por una novela suya.
1940 : el mismo año en que nace una hermanastra, muere su padre biológico en oscuras circunstancias; todo da por pensar que suicidado.
1942 : a finales del anterior o a principios de este año Bernhard es enviado por su madre a un reformatorio nacionalsocialista.
1944 : Estudios en una escuela primaria de Salzburgo. Vive interno en un centro nacionalsocialista. Tras los bombardeos aliados vuelve con sus abuelos. Recibe lecciones de violín, dibujo, francés e inglés.
1945 : De vuelta al mismo centro educativo de Salzburgo, ahora bajo la batuta católica. Comienza los estudios de bachillerato.
1946 : La familia – la madre , su marido y sus dos hijos- , los abuelos maternos y un hermano de su madre, viven en una casa de dos habitaciones. Thomas recibe lecciones de canto.
1947 : Da por concluidos los estudios de bachillerato y comienza a trabajar en un almacén de comestibles, en uno de los barrios más pobres de Salzburgo. Cursa estudios de dependiente de comercio a la vez que continua su formación musical .
1948 : contrae una grave pleuresía, que le llevará al hospital de Salzburgo y más tarde a ingresar en una casa de salud.
1949 : Fallece su querido abuelo; él, enfermo de tuberculosis, ingresa en el hospital y luego en un sanatorio. Empieza a escribir.
1950 : Nuevo ingreso en el hospital y en el sanatorio. Conoce a Hedwig Stavianicek, treinta y siete años mayor que él, que se convertirá en su mecenas y en un ser con gran peso en su vida. Publica bajo seudónimo en una revista de Salzburgo. Estando ingresado, fallece su madre.
1951 : Al salir del sanatorio vive en Salzburgo y luego en Viena, en casa de la señora antes nombrada; vivienda que se convertirá en su domicilio habitual en sus estancias en Viena.
1952 : Publica algún poema y por medio de un amigo de su abuelo trabaja como cronista de tribunales y crítico en una revista socialista de la ciudad en donde también publica algunos poemas. Viaja con su protectora a Venecia. El año siguiente irá con la misma compañía a Yugoslavia y publica su primer relato: Magdalena la loca.
1955 : Habiendo dejado sus colaboraciones en la publicación antes nombrada, sigue con la actividad periodística en el periódico católico de Viena Die Furche. Inicia estudios de interpretación y dirección teatrales en el Mozarteum, estudios que culminará en 1957. Primer proceso por injurias a raíz de un artículo jugado insultante.
1956 : Vive en Viena. Publica un cuento, El porquero, que rompe con su anterior estilo idílico y conformista. Viaja a Sicilia con Hedwig Stavianicek.
1957 : Obtiene su diploma en el Mozarteum. Publica su primera volumen de poesía, Así en la tierra como en el infierno, y escribe su primer obra teatral, que será publicada en 1970. Viajes a Venecia, Yugoslavia y Alemania. El año siguiente publica otros dos libros de poesía: In hora mortis y Bajo el hierro de la luna.
1960 : Estreno de una ópera y dos breves dramas surrealistas. Ese año escribe la mayoría de poemas de Ave Virgilio, único libro de poesía que reivindicará. Viaje a Londres y vuelta a Viena por París.
1961 : Una obra poética con el título de Helada es rechazada por los editores; el título le servirá para su primera novela larga.
1962 : Viaja a Polonia y Yugoslavia, y asiste a unas jornadas literarias en Luxemburgo. Escribe su primera novela, Helada, que le lanzará como novelista, y también algunos cuentos que verán más tarde la luz. Proyecta ir a Ghana para colaborar en la ayuda al desarrollo.
1963 : Viajes a Polonia, Italia y Suiza. Publica Helada que es premiada con el Julius Campe de Hamburgo.
1964 : Estancia en Hannover, y entra en contacto con Siegfried Unseld que se convertirá en su principal editor. Obtiene el Premio de literatura de la libre y hanseática ciudad de Bremen, por Helada.
1965 : Muere su abuela. Se relaciona con un corredor de fincas a través de quien adquiere una casa en Alta Austria, que reconstruirá y reformará por sí mismo a lo largo de diez años: verdadera granja-fortaleza. Por medio del mismo amigo adquirirá dos casas más, y un piso, del gusto de Hedwig Stavianicek, que le servirá como refugio periódico. La escritura de relatos continua a buen ritmo.
1966 : Estancia en casa de unos amigos en Bruselas, en donde concluye la escritura de Trastorno, que será publicada el año siguiente.
1967 : Se somete en Viena a una grave operación de pulmón y pasa una temporada en un hospital. Se le concede el galardón del Círculo Cultural de la Federación de la Industria Alemana. Publica ese mismo año una recopilación de relatos, Prosa.
1968 : Se le concede el “pequeño” premio del Estado austríaco, pronunciando un discurso de agradecimiento que origina un sonado escándalo. A partir de ahí se suspende la ceremonia de entrega de otro premio que se le había concedido. Más viajes a Berlín y Hamburgo.
1970 : Publica la novela La Calera, por la que recibe el prestigioso premio Georg Büchner de la Academia Alemana de Lengua y Literatura. En un programa televisivo ofrece su primer testimonio autobiográfico: Tres días.
1972 : Los premios se suceden, las representaciones y los viajes también. Abandona la Iglesia católica.
1975 : Aparece su novela Corrección y su primera entrega autobiográfica, El origen. Diferentes representaciones y retiradas de cartel comienzan a producirse con frecuencia.
1976 : Publicación de la segunda entrega autobiográfica: El sótano.
1978 : Viaja a Yugoslavia. Ingreso en un hospital a causa de su sarcoidosis pulmonar. Tercer libro autobiográfico: El aliento. Comienza a pasar los inviernos en Italia, España y Portugal.
1979 : El mismo año en que se representan varias de sus obras con notable éxito, abandona la Academia Alemana de Lengua y Literatura.
1981 : cuarto libro autobiográfico: El frío. Rueda en Mallorca una larga entrevista para la televisión austríaca.
1982 : Publicación de Un niño, Hormigón y El sobrino de Wittgenstein. Premio Prato por Trastorno.
1983 : Premio Mondello. Varios estrenos teatrales. Viaja a Madrid y Andalucía.
1984 : Se publica Tala, que es secuestrada por orden judicial ante la denuncia presentada por un compositor que se vio retratado en la obra. En respuesta Bernhard prohíbe la venta de sus obras en Austria. Fallece Hedwig Stavianicek.
1985 : El denunciante retira su demanda y Bernhard levanta la prohibición de venta de sus obras. Se publica la última novela que escribió Maestros antiguos. Viaja a Lisboa, Oporto y Sintra.
1986 : Varios estrenos teatrales en Viena y Salzburgo. Se publica Extinción, última de sus grandes novelas, que había escrito unos años antes. Nueva entrevista con Krista Fleishmann, grabada en Madrid, para la televisión austríaca .
1988 : Se estrena en Viena Hedenplatz con un sonado escándalo. Serios problemas cardíacos, tras los que va a pasar una temporada a Torremolinos, con su hermana Suzanne Kuhn. Su salud empeora y ha de trasladarse precipitadamente a Austria, acompañado de su hermano, el doctor Peter Fabjan.
1989 : Muere el 12 de febrero en su piso vienés. Es enterrado en día 16, en la misma tumba de Hedwig Stavianicek, siendo entonces cuando se da a conocer su muerte.
Thomas Bernhard |
Thomas Bernhard murió y en soledad y fue enterrado ayer en Viena
El escritor que fustigó a la sociedad austriaca falleció a los 59 años, de una enfermedad degenerativa
Vivianne Schnitzer
Viena, 17 de febrero de 1989
El escritor y dramaturgo austriaco Thomas Bernhard murió el pasado domingo, a los 59 años. "Gran denigrador", como él mismo se calificaba, Bernhard era considerado un moralista genial y el enfant terrible de la literatura austriaca por sus imprecaciones contra Austria, país al que profesaba un auténtico amorodio. Poeta, novelista y dramaturgo, Thomas Bernhard es autor de una obra prolífica -20 novelas y relatos, tres volúmenes de obras de teatro-, con títulos tan evocadores como Helada, Perturbaciones o El sótano.
En la tarde de ayer, en el más absoluto secreto, fueron enterrados en el cementerio vienés de Grinzing los restos del dramaturgo y escritor Thomas Bernhard. Su muerte fue anunciada a los cuatro días de haberse producido. Bernhard murió solo en su casa de campo en Ohlstorf, cerca de Gmunden. Las causas del fallecimiento aún no se han aclarado, y se han dado varias versiones: cáncer de pulmón, paro cardiaco... Lo más probable es que Bernhard, de 59 años, falleciera de una enfermedad maligna que le torturó durante 40 años, según aclaró el médico Peter Fabian, su hermanastro, que le atendió en la ciudad de Gmunden. El morbus puk, una enfermedad en las glándulas linfáticas, le ganó la última batalla al autor el domingo pasado.
Los síntomas de esta dolencia, descubierta a comienzos de este siglo y que antes se confundía con tuberculosis o con envenenamiento por setas, son hinchazón ocasional de las glándulas, irritación en la piel y los ojos que obliga a lagrimear constantemente. También afecta al corazón y los pulmones. Su enfermedad le torturó secretamente por años y Bernhard decía: "Después que el cuerpo está destrozado, el cerebro se desarrolla maravillosamente".Según se presume en Viena, el misterio que rodeó a la noticia de su muerte, y su entierro, absolutamente cerrado al público, es consecuencia de una carta del escritor con instrucciones en caso de su fallecimiento. Se comentaba en el noticiario de la radio austriaca, al mediodía de ayer, que "Bernhard quiso morir tan misteriosamente como vivió".
Bernhard no deja descendientes y se le conocía como un ermitaño que gozaba provocando la esencia del "alma austriaca", haciendo recordar a sus conciudadanos el pasado de la época nazi. A Thomas Bernhard se le conoció sólo una compañera, con la que convivió 35 años hasta que ella murió, acontecimiento que le afectó sobremanera. Jamás se relacionó con otros escritores y sus ácidos juicios sobre la vida, el pasado y la política los emitía a través de sus obras de teatro y muy raramente en entrevistas a medios de comunicación internacionales.
Thomas Bernhard fue en vida tan controvertido como exitoso y era el dramaturgo que tenía más presencia en el teatro de habla alemana. Como ningún otro escritor en Austria, Bernhard buscó siempre la polémica, especialmente en la obra Heldenplatz, que escribió para la conmemoración de los 50 años de la anexión de Austria por la Alemania nazi, y en la cual describe a los vieneses como verdugos. En Heldenplatz se describe el regreso de una familia judía a Viena luego de haber emigrado en la época nazi.
Viena en el presente, para ellos, sigue igual que siempre y el padre termina suicidándose. La obra marcó la vida política de este país el año pasado y los austriacos se dividieron entre los que estaban dispuestos a asumir y responsabilizarse del pasado y aquellos que preferían olvidarlo.
Heldenplatz fue estrenada en el Burgtheater en noviembre pasado y desencadenó una odiosa campaña en contra de Bernhard, especialmente en el periódico populista de derechas Kronen Zeitung. Por esto también fue agredido hace dos meses en la calle por una vienesa que, mientras intentaba pegarle con su bastón, le gritaba: "¡Te vas a pudrir de cáncer!". La relación entre Bernhard y Austria era tormentosa y se distinguían pinceladas de amor y odio simultáneos. Sobre la vida en Viena Bernhard decía: "La vida no es agradable, se entra sólo en casas que tienen ascensor. Se toma un cuarto de litro de vino al almuerzo y un cuarto a la comida. Eso es todo".
Primeros recuerdos
Los primeros recuerdos del dramaturgo son de Kloster Heerlen, en Holanda, donde nació en 1931. Su padre era un carpintero en la ciudad de Salzburgo y nunca le conoció. Su madre fue empleada doméstica y trabajó en distintas casas, ausentándose de la propia, razón por la cual Bernhard fue prácticamente criado por su abuelo materno, Johannes Freumbichler, escritor, que murió cuando Thomas tenía 19 años. Ese día, según confesó después, fue capaz de escribir su primera pieza literaria. De niño, Bernhard estuvo internado en un colegio nacionalsocialista y luego católico en la ciudad de Salzburgo. Estudió dos años de música en el Mozarteum.
A los 18 años enfermó gravemente del pulmón, por lo que tuvo que pasar varias temporadas de los años siguientes en sanatorios en las montañas de los Alpes. Entonces escribía poesía y su paso espectacular a la escena literaria vienesa fue cuando comenzó con la prosa. Los inicios de Bernhard fueron como periodista en el Diario Popular Democrático de Salzburgo. Desde 1955 a 1957 escribía reportajes sobre los tribunales, que eran crónicas seguidas con entusiasmo por sus fieles lectores. Desde 1957 se dedicó por entero a la literatura, recibiendo, entre otros, el calificativo de profeta amargo. Fue criticado hasta el cansancio y sobre su vida privada se especuló en toda la Prensa. En la década de los setenta, Bernhard publicó una autobiografía en tres tomos para terminar "con las falsedades y absurdos que se escriben sobre mí". Thomas Bernhard rodeó siempre su vida privada de misterio. En su casa de Viena nunca tuvo teléfono y jamás se mezclaba con otros escritores.
Era conocido como un ser solitario que odiaba las masas y que gozaba de su soledad. Sin embargo, en una de sus últimas entrevistas, al diario alemán Suddeutsche Zeitung, contradice el mito de soledad y desamor. "Un hombre que siempre está solo toca fondo en poco tiempo. Muere. Para cada ser humano existen personas decisivas en su vida. Yo tuve dos: mi abuelo materno y una persona a la que conocí el año que murió mi madre". La relación de Bernhard con esta mujer, de la que se desconoce la identidad hasta ahora, duró 35 años. "Con la muerte de ella todo terminó. Se está solo. Luego se busca entre todas las personas que aún tenemos. De pronto me volví cien veces más receloso que antes. Y más frío. Con ella sabía que estaba ahí".
Sin embargo, Bernhard nunca decidió casarse o tener hijos. "Yo estaba contento de sobrevivir. No podía pensar en fundar una familia. Nunca fui saludable. Si fue malo o bueno no lo puedo decir. Fue una forma de vida y la vida conoce millares de distintas formas de existencia".
Pero reconocía que no era feliz con su existencia y lo confesó en numerosas ocasiones. "Nunca fui feliz, pero siempre buscaba protegerme. Con mi amiga encontraba esa protección. Ella me motivaba, para trabajar. Ella era feliz al ver que yo escribía y producía. Hicimos viajes. Yo le llevaba sus maletas pesadas". Bernhard era para compañías limitadas y siempre rechazó las multitudes y los aplausos. "El aplauso no lo puedo soportar. Es el pago de un actor, ellos viven de eso. Yo me quedo con los pagos de la editorial. Pero la música de marcha y las gentes aplaudiendo en el teatro o en el concierto son para mí insostenibles".
La muerte, tema central
La muerte, uno de los temas centrales de la vida y obra de Bernhard, jugó un papel determinante, y recuerda el fin de la mujer que amó toda su vida: "Sentía el pulso lento de su mano. Luego más lento, más lento. Todo termina. Todavía tengo su mano en la mía. Llega la enfermera y me dice vuelva más tarde. Me confrontaron inmediatamente con la vida. En silencio me levanté, recogí las cosas. Mientras, vuelve la enfermera y cuelga un número en el dedo de su pie. Me dice: 'llévese también su yogur'. Afuera, los graznidos de los cuervos. En realidad, era como una pieza de teatro".
Sobre el suicidio dijo: "Sería interesante para mí si pudiera observarlo después. Pero esto no funciona y ésa es mi gran desilusión".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 17 de febrero de 1989
Estremece recordar, ante la muerte de Thomas Bernhard, la nota periodística que el escritor colocó como antesala del primer volumen de su saga autobiográfica, El origen. La nota dice así: "Dos mil personas intentan todos los años en el land federal de Salzburgo poner fin a su vida, y una décima parte de esos intentos de suicidio tienen desenlace fatal. Con ello, Salzburgo ostenta en Austria, a la que con Hungría y Suecia corresponde el mayor índice de suicidios, la marca nacional".
En realidad, Bernhard no había nacido en Salzburgo, y ni siquiera en Austria, sino en Holanda, en Heerlen; pero eso fue más que nada un accidente, una pura casualidad, debida a una situación conflictiva de sus progenitores, ya que desde niño vivió en Austria, y en Salzburgo pasó su infancia y juventud y realizó sus estudios. El mismo escritor lo ha contado todo minuciosa, exasperada y repetitivamente en la citada saga autobiográfica, compuesta de cinco volúmenes independientes pero que se encadenan entre sí. El primero fue El origen (1975), al que siguieron con fulgurante y sostenida velocidad El sótano (1976), El aliento (1978), El frío (1981) y Un niño (1982). Thomas Bernhard era hijo natural de un carpintero y una joven burguesa -hija de un escritor- austriacos, pero que se separaron antes del nacimiento del escritor. La madre, para evitar el escándalo, había huido a Holanda, y Thomas Bernhard no conoció jamás a su padre. Al año, el niño vivía en Viena, en casa de sus abuelos matemos, con quienes residió hasta que, cuando contaba seis años de edad, su madre se casó con un peluquero y se llevó a su hijo a vivir a Traunstein; desde 1943, Thomas estudió interno en Salzburgo, donde poco después se instalaría su familia.Aquí arranca precisamente El origen, un alegato monocorde, exasperado y brutal contra el sistema educativo austriaco, contra el nacionalismo y el catolicismo y contra la ciudad de Salzburgo. En El sótano, el mismo personaje, el niño Thomas Bernhard, o al menos su voz, toma un buen día una decisión, y en lugar de encaminarse al colegio, toma el rumbo contrario y consigue un puesto de aprendiz en una tienda de ultramarinos. De la vida absurda anterior pasa a tomar contacto con la realidad social y laboral, con las gentes humildes de la posguerra, en un país arruinado, corrompido, miserable y ocupado. De ahí nacerá el radicalismo del escritor, su ira y la fría cólera contra la sociedad en la que le ha tocado vivir.
La ciudad ideal
Salzburgo, la ciudad ideal, centro del arte y la cultura, con sus grandes genios, sus músicos, sus festivales y su grandiosa arquitectura, es precisamente al final el centro de todos los horrores, la sede de la muerte. En el tercer volumen, El aliento, Bernhard relata cómo una grave e inesperada enfermedad le obligó a interrumpir tanto su vida de aprendiz como sus estudios musicales, precozmente emprendidos también. La enfermedad le arranca de su vida anterior y le enfrenta con los misterios del dolor y la muerte, lo que al final tendrá la virtud de iluminarle definitivamente y así poder colocar todo en su sitio.
En el cuarto volumen, El frío, Thomas Bernhard describe su lucha contra la muerte y la enfermedad, decide curarse, y lo consigue a través de la música y la literatura. Y finalmente, el quinto y último, Un niño, abre y cierra la serie, pues abarca desde su nacimiento hasta su entrada en el internado de Salzburgo, a través de aquellos duros años del nazismo y la Segunda Guerra Mundial.
Thomas Bernhard deja una obra considerable: cinco libros de poemas, un libreto de ópera, dos guiones de cine, 19 novelas, 17 obras teatrales, cinco libros de relatos breves y otros tantos de autobiografía forman una obra inclasificable, discutida, pero le una fuerza poco común.
Acaba de morir uno de los escritores más impresionantes de nuestro tiempo, un personaje molesto y perturbador, frecuente provocador y acusador en contra de su propio país.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 17 de febrero de 1989
DESAPARECE EL ESCRITOR DE LA CÓLERA
Todos los libros
Madrid, 17 de febrero de 1989
Todos los títulos publicados en castellano de Thomas Bernhard han sido traducidos por Miguel Sáenz en tres editoriales: Alfaguara, Alianza y Anagrama, a excepción del libro poético Ave Virgilio, que apareció en edición bilingüe en 1988, en la colección Poética de Ediciones Península / Edicions 62, de Barcelona. Se han publicado en castellano Trastorno (Alfaguara, 1984), El imitador de voces(Alfaguara, 1984), El malogrado (Alfaguara, 1985) y Teatro (Alfaguara, 1987), que contiene tres obras: El ignorante y el demente, La partida de caza y La fuerza de la costumbre. También se han publicado Si (Anagrama, 1981), El sótano(Anagrama, 1984), El aliento (Anagrama, 1985), El frío (Anagrama, 1985), Un niño(Anagrama, 1987), El sobrino de Wingenstein (Anagrama, 1988), Corrección(Alianza, 1983), La calera (Alianza, 1984) y Relatos (Alianza, 1987), que contiene cuatro novelas cortas: Amras, Ungenach, Jugar al Watten y Tala (Alianza, 1988). Se ha taducido también la novela Hormigón, de inminente aparición en Alfaguara.
Quería vivir, y todo lo demás no significaba nada. Vivir y vivir mi vida, como quisiera y tanto tiempo como quisiera. Entre dos caminos posibles, me había decidido esa noche, en el instante decisivo, por el camino de la vida. Si hubiera cedido un solo instante en esa voluntad mía, no hubiera vivido ni una hora. De mí dependía seguir respirando o no. El camino de la muerte hubiera sido fácil. El camino de la vida tiene igualmente la ventaja de la libre determinación. No lo perdí todo, seguí teniéndolo todo.
LITERATURA
De su obra narrativa, en la que los narradores suelen ser laterales, segundas y terceras personas siempre observadoras distantes de los protagonistas, cabe destacar Helada(1964); Trastorno (1967), donde un médico y su hijo visitan a los enfermos de los pueblos de un valle descubriendo en sus enfermedades no sólo las físicas, sino también las morales y sociales; La calera (1970), en la que un marido obsesionado por el estudio del oído humano asesina a su esposa paralítica, con la que vive aislado en un caserón perdido; Corrección (1975) probablemente la más celebrada, que indaga sobre los motivos del suicidio de un arquitecto atacado por un incurable perfeccionismo y autor de una estructura en forma de cono aislada en la mitad de un bosque; El malogrado (1983), centrada en el fracaso de un estudiante de piano en contacto con un genio, todo un estudio sobre las limitaciones humanas, y Maestros antiguos (1985). Ha escrito también una autobiografía, con elementos ficticios, considerada por algunos como su obra más intensa e importante, constituida por cinco tomos: El origen (1975), El sótano (1976), El aliento (1978 ), El frío (1981) y Un niño (1982). Sus obras de teatro más conocidas son El ignorante y el demente (1972), donde se atormentan un pedante médico que agrede con la descripción pormenorizada de una autopsia clínica, un alcohólico que ha fabricado una soprano de coloratura a costa de sacrificar todo lo demás y su consagrada diva, víctima de haber representado doscientas veces seguidas el papel de la Reina de la Noche en La Flauta Mágica de Mozart; otras son La partida de caza (1974), La fuerza de la costumbre (1974) y El reformador del mundo (1979). En todas explora el tema del absurdo en la vida y los sentimientos humanos. En el teatro son característicos sus irónicos monólogos que han terminado por crear un estilo que se conoce con el nombre de Teatro de la Nueva Subjetividad (Theater der neuen subjektivität), al que también pertenece Peter Handke. Posee una gran teatralidad y un idioma propio. Bernhard, además de pesimista ("Lo que pensamos ha sido ya pensado, lo que sentimos es caótico, lo que somos es oscuro") y un moralista asqueado por el fango ético de Austria y por extensión del mundo, es también un gran humorista, algo que en su primera narrativa no era fácil detectar; el teatro de Bernhard, en cambio, muestra desde el primer momento su vena satírica, su humor negro, que surge casi de la colisión entre lo profundo y lo trivial. Es una suerte de esperpento centroeuropeo que recoge el expresionismo alemán de entre guerras y, pasando por el nihilismo existencialista de Beckett y las muecas del absurdo de Ionesco, regresa a la elocuencia de una palabra concebida a la vez para hacerse cuerpo y música en un escenario.
El estilo de Bernhard abunda en frases reiterativas y encadenadas, se detiene en el detalle con minuciosidad obsesiva, avanza un paso y retrocede para volver sobre lo mismo, y abomina de los puntos y aparte. Su temática se muestra dolorosamente crítica con lo deleznable que el ser humano puede llegar a ser, sobre todo cuando actúa de manera gregaria. Sus temas recurrentes son el trabajo intelectual como un absurdo que acaba por conducir a la locura, la ignorancia como origen de la maldad y la violencia del hombre; la soledad del ser humano y su imposibilidad de comunicarse con quienes le rodean; la obsesión que deriva en locura, la tenacidad que aboca al hombre al desastre y la incapacidad humana para sustraerse a sus propias obcecaciones y limitaciones.
Miguel Sáenz ha traducido casi la totalidad de su obra al español.
Proust, Joyce, Cervantes, Galdós, Verne, Woolf, Stendhal, Vasili Grossman, Melville, Thomas Mann, Flaubert: todas esas cumbres magníficas de la novela están asociadas en mi imaginación a la anchurosa libertad de espíritu de los veranos. El de este año está todavía casi empezando, pero ya me ha deparado el hallazgo de uno de esos mundos completos que solo pueden contener las novelas. En un hotel tranquilo, en una bahía de Mallorca, leí en unos pocos días Extinción, de Thomas Bernhard, en una de esas traducciones de Miguel Saenz que crearon una nueva prosodia española, un ritmo y una intensidad inusitados para nuestra lengua. Extinción es como Los Buddenbrock comprimida y contada en primera persona por un demente. Me la llevé de vacaciones más bien por azar. Me sumí en ella como en un pozo en el que me faltaba el aire pero del que en realidad no quería salir. Esa potencia narradora y expresiva es el reino exclusivo de la novela, el cumplimiento de sus posibilidades máximas. En el hotel había un libro con fotos de huéspedes ilustres. Estaba Joan Miró, estaba Josep Pla. Pasé una página y vi de pronto a Thomas Bernhard. Así supe que había sido cliente del mismo hotel en el que yo leía su novela. Me gustó imaginar que Bernhard hubiera podido escribirla allí mismo, haber inventado algo de ella sentado al atardecer en una de las mismas hamacas en las que yo me sentaba poseído por mi fiebre lectora.
Thomas Bernard |
Antonio Muñoz Molina
EL PODER DE UNA NOVELA
Proust, Joyce, Cervantes, Galdós, Verne, Woolf, Stendhal, Vasili Grossman, Melville, Thomas Mann, Flaubert: todas esas cumbres magníficas de la novela están asociadas en mi imaginación a la anchurosa libertad de espíritu de los veranos. El de este año está todavía casi empezando, pero ya me ha deparado el hallazgo de uno de esos mundos completos que solo pueden contener las novelas. En un hotel tranquilo, en una bahía de Mallorca, leí en unos pocos días Extinción, de Thomas Bernhard, en una de esas traducciones de Miguel Saenz que crearon una nueva prosodia española, un ritmo y una intensidad inusitados para nuestra lengua. Extinción es como Los Buddenbrock comprimida y contada en primera persona por un demente. Me la llevé de vacaciones más bien por azar. Me sumí en ella como en un pozo en el que me faltaba el aire pero del que en realidad no quería salir. Esa potencia narradora y expresiva es el reino exclusivo de la novela, el cumplimiento de sus posibilidades máximas. En el hotel había un libro con fotos de huéspedes ilustres. Estaba Joan Miró, estaba Josep Pla. Pasé una página y vi de pronto a Thomas Bernhard. Así supe que había sido cliente del mismo hotel en el que yo leía su novela. Me gustó imaginar que Bernhard hubiera podido escribirla allí mismo, haber inventado algo de ella sentado al atardecer en una de las mismas hamacas en las que yo me sentaba poseído por mi fiebre lectora.
El sublime exagerador
Javier Marías
15 de febrero de 2009
Si ustedes son lectores habrán experimentado la sensación alguna vez: hay un libro que nos gusta tanto, y en cuyo mundo nos sentimos tan cómodos, que no deseamos que se nos termine bajo ningún concepto, y durante la lectura de sus penúltimas páginas nos vamos parando para saborearlas mejor y aplazar el desolador momento en que ya no habrá más. El 16 de febrero de 1989, mañana hará veinte años, me sucedió eso exactamente. Fui a cenar con Juan Benet, Blanca Andreu y Vicente Molina Foix, y les hablé de la novela que estaba a punto de concluir, la versión francesa de Maestros antiguos, de Thomas Bernhard (la traducción española no había aparecido aún). Al volver a casa ya tarde, leí unas páginas más, y, cuando me quedaban sólo veinte, decidí dejármelas para el día siguiente, con vistas a que hubiera una jornada más de anticipación y placer. Pero esa prolongación se me aguó: el viernes 17, al mirar este diario por la mañana, me encontré con la noticia de que Bernhard había muerto, y el final de su novela lo leí con más pesar que contento. De hecho había muerto el día 12. Ignoro o no recuerdo por qué tardó tanto en saberse en España, país en el que por entonces ya era muy conocido.
En el más remoto origen, había sido un empeño personal mío que lo fuera. Doce años antes, Alfaguara, de cuyo consejo asesor formé parte entre 1975 y 1978 o algo así, publicó Trastorno, el debut de Bernhard en España. Yo había leído esa novela en francés y la recomendé con entusiasmo. Pero un lector de alemán, a quien se le pidió un informe, la puso verde, tachándola de decadente, pesimista, nihilista, reaccionaria, derrotista, aristocratizante y qué sé yo qué más. Imploré una segunda opinión de otro lector de alemán (yo no lo era), y por suerte la obra fue a parar a manos de Miguel Sáenz, quien no sólo coincidió con mi apreciación, sino que además se convirtió en el traductor habitual de Bernhard y más tarde en su biógrafo. Yo, sin embargo, seguí leyendo al autor austriaco siempre en francés. Me había acostumbrado y además sus libros se traducían antes a esta lengua, y me faltaba la paciencia para esperar. La primera crítica de Trastorno la escribió Félix de Azúa. La segunda, en este periódico, yo mismo, haciendo así cuanto estuvo en mi mano por que se leyera a Bernhard aquí.
Y se lo leyó, ya lo creo que se lo leyó. De hecho no fueron pocos los novelistas nacionales que se vieron contagiados por lo que llegó a llamarse "el virus Bernhard" y que lo imitaron descaradamente (a mí me afectó en alguna página suelta, controladamente y con plena conciencia, o eso quiero creer). Pero, desde mi punto de vista, en general se lo leyó bastante mal, con una gravedad y una literalidad no muy distintas de las de aquel lector de alemán que no estaba dispuesto a que se lo tradujera. Causó especial impacto su autobiografía en cinco breves volúmenes, en la que relataba miserias que convertían en privilegiados a los niños de Dickens y arremetía ferozmente contra su país y sus compatriotas, la Iglesia Católica connivente con el nazismo, el Festival de Música de Salzburgo y esta entera ciudad, contra Viena y la campiña austriaca, como por otra parte hizo en muchas de sus novelas. Su género fue en gran medida la diatriba, y los austriacos lo detestaron por ello. Se sabe que los más exaltados se acercaban a su casa a tirar piedras contra sus ventanas y ver si le echaban una ojeada al "monstruo". Luego siguieron al pie de la letra lo que dijo Lady Macbeth de Malcolm -"Era bueno, ahora que ha muerto"- y hoy es una gloria nacional. Pero para mí Bernhard fue sobre todo un sublime humorista, que llevó a lo más alto el arte de la exageración. Sus diatribas eran sin duda sinceras y profundas, pero también de una irresistible y deliberada comicidad. En contra de lo que les pasó a muchos, jamás me deprimí leyéndolo, sino que soltaba carcajadas cada dos por tres. Al cabo de los años, no se me borra aquel pasaje de varias páginas en el que, para denigrar a su país, asegura que la revista Neue Zürcher no se encuentra en toda la inculta Austria, mientras que puede adquirirse "fácilmente en el quiosco de cualquier pueblo español". O aquel otro en el que explica el motivo por el que se les dan premios a los escritores, y concluye que lo que se pretende siempre con ello es "cagar sobre la cabeza" del galardonado. "Siempre acaba alguien cagando sobre tu cabeza", insiste una y otra vez.
Veinte años sin que Bernhard dé nada nuevo a las prensas. No creo que ahora se lo lea ya mucho, como ocurrirá con Sebald dentro de unos pocos años más. Morirse lo pone a uno de moda, pero es una moda pasajera y de la que el escritor no disfruta. Guardé sin leer su última novela, Extinción, para que me quedara algo "nuevo" de Bernhard en el futuro y en época de vacas flacas. Iré a la estantería por ella. El futuro ya ha llegado, y las vacas flacas también.
* ESTE ARTÍCULO APARECIÓ EN LA EDICIÓN IMPRESA DEL DOMINGO, 15 DE FEBRERO DE 2009
EL PAÍSThomas Bernhard Detlev Foth |
PREMIOS
- 1963 Julius-Campe-Stipendium, beca asignada también a Gisela Elsner e Hubert Fichte
- 1965 Literaturpreis der Freien Hansestadt Bremen por "Frost"
- 1967 Literarische Ehrengabe des Kulturkreises im Bundesverband der deutschen Industrie
- 1968 Premio Nacional Austriaco de Literatura (Österreichischer Staatspreis für Literatur)
- 1968 Premio Anton Wildgans (Anton-Wildgans-Preis)
- 1970 Premio Georg Büchner (Georg-Büchner-Preis)
- 1972 Premio Franz Theodor Csokor (Franz-Theodor-Csokor-Preis)
- 1972 Premio Grillparzer (Grillparzer-Preis)
- 1972 Premio Adolf Grimme (Adolf-Grimme-Preis)
- 1974 Hannoverscher Dramatikerpreis
- 1974 Premio Séguier (Prix Séguier)
- 1976 Premio Literario de la Cámara de Comercio Austriaca (Literaturpreis der Österreichischen Bundeswirtschaftskammer)
- 1983 Premio Literario Internacional Mondello
- 1988 Premio Médicis (Prix Médicis) por "Alte Meister".
- 1988 Premio Antonio Feltrinelli (Antonio-Feltrinelli-Preis). Rechazado.
BIBLIOGRAFÍA
- Hambre grande, inconcebible (relato) (1954) Alianza (1997)
- El porquero (relato) (1956)
- Así en la Tierra como en el Infierno (poesía) (1957)
- La montaña (teatro) (1957)
- Köpfe (libreto de ópera de cámara con música de Gerhard Lampersberg) (1957)
- Die Rosen der Einöde (libreto para cinco piezas, música de Lampersberg) (1957)
- In hora mortis (poesía) (1958) DVD ediciones (1998)
- Bajo el hierro de la luna (poesía) (1958) DVD ediciones (1998)
- Acontecimientos (microrrelatos) (1959) Alianza (1997)
- En las alturas (capítulo de novela inacabada) (1959) Anagrama (1992)
- Ave Virgilio (poesía) (1959-60) Península-Edicions 62 (1988)
- Los locos.Los reclusos (poesía) (1962)
- Amras (novela corta) (1963) Alianza Editorial (1987)
- Helada (novela) (1963) Alianza (1985)
- El italiano.Fragmento (guion para un film de Ferry Radax) (1963) Alianza (2001)
- El crimen del hijo de un comerciante de Innsbruck (relato) (1965) Alianza (1997)
- Un joven escritor (relato) (1965) Alianza (1997)
- Víctor Seminecio (relato) (1966) Alianza (1997)
- Trastorno (novela) (1966) Alfaguara (1978)
- La gorra (relato) (1967) Alianza (2009)
- En la linde de los árboles (relato) (1967) Alianza (2009)
- Ungenach (novela corta) (1968) Alianza (2009)
- La calera (novela) (1970) Alianza (1984)
- Una fiesta para Boris (teatro) (1970) HIRU (2001) [Deutsches Schauspielhaus]
- Andar (relato) (1971)
- Midland en Stilfs (relato) (1971) Alianza (2009)
- El ignorante y el demente (teatro) (1972) Alfaguara (1987) [Salzburger Festspiele]
- La fuerza de la costumbre (teatro) (1973) Alfaguara (1987) [Salzburger Festspiele]
- La partida de caza (teatro) (1973) Alfaguara (1987) [Burgtheater de Viena]
- Corrección (novela) (1974) Alianza (1983)
- El presidente (teatro) (1975) Argitaletxe HIRU (2005) [Burgtheater de Viena]
- El origen (autobiografía I) (1975) Anagrama (1984)
- Los famosos (teatro) (1975) Argitaletxe HIRU (2005) [Burgtheater de Viena]
- El sótano (autobiografía II) (1976) Anagrama (1984)
- Minetti (teatro) (1976) Argitaletxe HIRU (2000)
- Immanuel Kant (teatro) (1978) [Düsseldorfer Schauspielhaus]
- El aliento (autobiografía III) (1978) Anagrama (1985)
- Sí (novela) (1978) Anagrama (1985)
- 7 dramolette: Un muerto, El mes de María, Partido, Absolución, Helados, Comida alemana y Todo o nada (teatro) (1978-81) Argitaletxe HIRU (2005)
- Ante la jubilación (teatro) (1979) HIRU (2000)
- El reformador del mundo (teatro) (1979) HIRU (2001) [Schauspielhaus de Bochum]
- Los comebarato (novela) (1980) Cátedra (1989)
- La paz reina en las cumbres (teatro) (1981) HIRU (2005) [Schauspielhaus de Bochum]
- En la meta (teatro) (1981) [Salzburger Festpiele]
- El frío (autobiografía IV) (1981) Anagrama (1985)
- Goethe se mmmuere (relato) (1982) Alianza (1997)
- Un niño (autobiografía V) (1982) Anagrama (1987)
- Hormigón (novela) (1982) Alfaguara (1989)
- El sobrino de Wittgenstein (1982) Anagrama (1988)
- El malogrado (novela) (1983) Alfaguara (1985)
- Las apariencias engañan (teatro) (1983) HIRU (2001) [Schauspielhaus de Bochum]
- El hombre de teatro (teatro) (1984) [Salzburger Festspiele]
- Tala (novela) (1984) Alianza (1988)
- Ritter, Dene, Voss (teatro) (1984) HIRU (2000) [Salzburger Festspiele]
- Maestros antiguos (novela) (1985) Alianza (1990)
- Simplemente complicado (teatro) (1986) HIRU (2001) [Schillertheater de Berlín]
- Extinción (novela) (1986) Alfaguara (1992)
- 3 dramolette: Claus Peymann deja Bochum y se va a Viena de director del Burgtheater, Claus Peymann se compra unos pantalones y luego nos vamos a comer, Claus Peymann y Hermann Beil en la Sulzwiese (teatro) (1986-87) HIRU (2005)
- Elisabeth II (teatro) (1987) Argitaletxe HIRU [Schillertheater de Berlín]
- La plaza de los héroes (teatro) (1988) HIRU (1988) [Burgtheater de Viena]
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