miércoles, 28 de septiembre de 2022

Hilary Mantel



Hilary Mantel


CUENTOS

DRAGON

Short stories


Hilary Mantel

(1952-2022)


Hilary Mary Mantel (Glossop, Derbyshire, Inglaterra, 6 de julio de 1952 - Exeter, Devon, Inglaterra, 22 de septiembre de 2022) ​fue una escritora británica que alcanzó el éxito literario gracias a la trilogía de novela histórica sobre Thomas Cromwell (publicadas entre 2009 y 2020), y cuya obra abarca desde novelas de intriga, a memorias personales y cuentos a ensayos.​

Es la única mujer galardonada en dos ocasiones con el Premio Booker a la mejor novela del año en lengua inglesa (en 2009 y 2012). En su caso por sus dos primeras novelas de la trilogía sobre Thomas Cromwell (En la corte del lobo y Una reina en el estrado)


Carrera literaria

Mantel obtuvo su primer Premio Booker en 2009 por su novela En la corte del lobo (Wolf Hall), primera entrega de su trilogía sobre Thomas Cromwell en el que narra su ascenso al poder en la corte del rey Enrique VIII de Inglaterra. Cromwell fue un estadista y abogado que sirvió al rey como secretario de Estado y ministro principal durante el periodo de 1532 a 1540, fecha en la que fue ejecutado por decapitación en la Torre de Londres por orden del propio rey.

Su segundo Booker lo ganó en 2012 con Una reina en el estrado (Bring Up the Bodies), la segunda obra de la trilogía. Esto la convirtió en la primera mujer en recibir este prestigioso galardón de las letras anglosajonas en dos ocasiones, siguiendo los pasos de los escritores J. M. Coetzee, Peter Carey y James Gordon Farrell.

Ocho años más tarde, en marzo de 2020, publicó en el Reino Unido El trueno en el reino (The Mirror and the Light), título de la última entrega de su trilogía sobre Thomas Cromwell.


 WIKIPEDIA




Que el lector imagine

'Una reina en el estrado' cuenta la caída en desgracia de Ana Bolena Hilary Mantel nos coloca ante un mundo turbio donde la verdad no interesa


José María Guelbelzu
23 de mayo de 2013

No es frecuente encontrar grandes novedades dentro de la literatura histórica. Tampoco es frecuente encontrar textos que vayan mucho más allá de la crónica novelada. Una buena novela histórica ha de tener, por parte del autor, una intención superior a la de novelar un periodo histórico si quiere competir de igual a igual con la gran ficción. Es decir: el autor ha de crear, no sólo recrear. Hilary Mantel, con su hasta ahora doble incursión en el mundo de los Tudor —que ha sido doblemente premiada con el Man Booker Prize, el más prestigioso de los premios literarios ingleses— ha conseguido alcanzar esa meta con sus dos libros y demostrado una ambición literaria fuera de lo común.


Una reina en el estrado cuenta la caída en desgracia de Ana Bolena, a la que Enrique VIII se dispone a sustituir por la que fue su tercera esposa, Jane Seymour; en este camino final asistiremos también a los últimos meses de vida de Catalina de Aragón, la reina repudiada, y a los movimientos dentro de la corte entre los Bolena y los Seymour para conseguir el favor del rey, además de a otros muchos cortesanos con intereses que defender y posiciones de poder que ocupar.


La historia es bien conocida, así que no conviene insistir en ella. Lo verdaderamente interesante de esta novela es detenerse en su realización. El verdadero protagonista es Thomas Cromwell, conde de Essex, secretario de Estado y primer ministro de Enrique VIII: con él se empeña Mantel en crear un personaje y a fe que lo consigue. Cromwell no pertenecía a la nobleza —era hijo de un calderero— y su ascenso y ennoblecimiento lo consiguió ganándose la confianza del rey. Su astucia y habilidad para moverse en los entresijos del poder es legendaria, pero del hombre no se sabe tanto como de sus manejos; de hecho, el personaje sólo podía ser creado desde la ficción, con el riesgo que eso entraña. Es decir: para dar con él no había que novelar su historia sino crear, tal como exige la ficción, al personaje. Un personaje que, sin embargo, debía de responder, al menos externamente, a la realidad conocida.


Para lograrlo, Hilary Mantel recurre a una argucia de narrador que revela su talento. La novela está relatada en presente; la voz narradora es la de un narrador inidentificable que se refiere a Cromwell con el apelativo él ("él dice, un poco incómodo, que lo de escribir versos a las damas, incluso a las casadas, no tiene importancia…"). De este modo establece una especie de distancia inmediata y un doble efecto: Cromwell se convierte a la vez en personaje y en observador: así domina, ve, elige, decide, planea, deduce. Es un hallazgo literario de primer orden porque Mantel se mete así en Cromwell al tiempo que evita que éste cuente en primera persona, evitando a la vez entrar directamente en la mente de Cromwell que, si no, sería el narrador. De este modo fabrica una distancia magnífica para un relato histórico y para dejarnos ver a Cromwell. Mantel crea, no recrea.


Porque Thomas Cromwell es, según confesión propia, el verdadero objetivo de Hilary Mantel, que lleva aparejado consigo, como es natural, una representación admirable de las intrigas y conspiraciones del poder. Conspiraciones, mentiras y maldades perfectamente acordes con los tiempos que vivimos, con la diferencia que existe entre una monarquía omnipotente y una democracia. La conclusión final es que la esencia de la lucha por el poder es la misma, que sólo varían las condiciones. Esta es una lectura muy conveniente hoy día, no sólo referida a la política sino a la lucha por la vida en general.


Pero, además, Mantel cuenta de manera vigorosa, con una prosa de ritmo vertiginoso y una expresividad casi perversa, siempre a gran altura. La descripción de Enrique VIII (página 56), el retrato de Ana Bolena y de Ana más Cromwell (páginas 57-58); una maldad de Cromwell de raíces bíblicas (página 123); Cromwell explicando cómo tratar al rey (página 258); la fuerza de Cromwell cuando nos damos cuenta del tan complejo como frágil entramado del poder y sus aledaños, siempre a merced de la intriga, al que un azar —la caída del rey en una justa— puede dar una dramática vuelta a la Historia; la última conversación con Lady Worcester, cuando Cromwell empieza a tejer su tela de araña sobre Ana Bolena, tras el enfrentamiento de ésta con el rey y las subsiguientes con Mary Shelton y Mark Smeaton y el modo sibilino con que les arranca lo que quiere que digan en el juicio (páginas 332 y siguientes) son sólo unos pocos ejemplos del poder de creación de la autora. En fin, una novela que nos coloca ante un mundo turbio donde la verdad no interesa y donde Hilary Mantel consigue el milagro de regalar al lector la posibilidad de que éste la recree en su agradecida imaginación.


Una reina en el estrado de Hilary Mantel. Traducción de José Manuel Álvarez Flórez. Destino. Barcelona, 2013. 496 páginas. 20.90 euros (electrónico: 10,99) 



Thomas Cromwell


Los Tudor y la caída en desgracia de Ana Bolena


AnaBOlena



















Con  Una reina en el estrado (Destino),  Hilary Mantel  se convirtió en la primera escritora británica en obtenerlo dos veces el premio Booker, esta segunda vez por una secuela de En la corte del lobo (Booker, 2009). Mantel continúa con la historia de los Tudor, esta vez centrada en la caída en desgracia de Ana Bolena. El libro llegará este lunes a las librerías.

 AQUÍ EL COMIENZO DE UNA REINA EN EL ESTRADO.

Por JESÚS RUIZ MANTILLA

Si ustedes se quieren quedar con que una vez existió un rey que se casó con seis mujeres y deparó para casi todas ellas un no muy halagüeño final, si no desean enterarse de más mejunjes que durante su reino cortó cabezas, enfrentó nobles, atemorizó a súbditos y retó temerariamente al papa de Roma provocando un cisma pero al tiempo temblaba ante la posibilidad de que el emperador Carlos I de España la tomara con él por haber repudiado a su tía Catalina…

Si en cambio les pica la curiosidad por descender a los detalles, saber cómo se fabricaba en aquella época la cerveza, se trabajaba en el campo, olían los bosques tras las batallas o previamente a ellas, como copulaban, maquinaban, se vestían, no se lavaban… si le interesa eso y sobre todo descubrir cómo se movieron los hilos de una época crucial para la historia de la humanidad a través de los ojos de un personaje único como Thomas Cromwell, secretario del monarca, entonces disfrutará del inmenso y deslumbrante trabajo que ha acometido la británica Hilary Mantel.

No sólo una, sino dos veces ha ganado la escritora británica el Premio Man Booker. Y ha sido gracias a Thomas Cromwell, ese personaje marginado históricamente, ha sido la llave con la que Mantel ha resuelto unos cuantos enigmas de la época Tudor. Lo hizo en su primera parte, En la corte del lobo y lo vuelve a intentar con éxito en Una reina en el estrado (Destino), centrándose en el tormentoso matrimonio del rey con Ana Bolena.

Queda la tercera entrega. Para dentro de dos años, anuncia Mantel, que sigue viviendo y escribiendo frente al mar en su casa de Devon, al suroeste de Inglaterra. Con él, cerrará una trilogía histórica que ha batido récords.   

EL PAÍS


Hilary Mantel


La era de los videntes


Cecilia Dreymüller
17 de octubre de 2017


En la narrativa inglesa surgió, a finales de los años ochenta, una novelística femenina dúctil, entretenida y antisistema. Unía la mordacidad con lo folletinesco, el realismo descriptivo con la sátira, y su campo de tiro lo constituía los efectos de la devastadora política social de Thatcher y Mayor: la decadencia moral y económica de la clase media y la depauperación obrera. A Hilary Mantel (Derbyshire, Reino Unido, 1953) habría que contarla entre este grupo corrosivo, nunca constituido como tal. Su especialidad es el mundo de los espíritus con mensajes de ultratumba y apariciones de muertos. ¿Quién no va a apostar por los habitantes del mundo etéreo, si "por cada persona a este lado hay treinta y tres al otro"? En Tras la sombra retrata magistralmente a Alison, una médium profesional que recorre con su mánager los pueblos que rodean Londres, para actuar en ferias de esoterismo y shows espiritistas donde emboba con generalidades hábilmente endosadas de fenómenos paranormales, a una clientela deseosa de ser rescatada de sus anodinas existencias.


TRAS LA SOMBRA
Hilary Mantel
Traducción de Damián Alou
Global Rythm. Barcelona, 2007
527 páginas. 23 euros


Funda su holgada existencia en las abuelitas, los suicidas, asesinados y niños abortados que se manifiestan a través de ella, aunque otros espíritus viven a su vez de ella, y se las tiene que ver con ellos. Los más habituales son una pandilla de criminales descerebrados al servicio de Nick, encarnación barriobajera de Belcebú. La descripción de las trastadas de este grupo -una transferencia del realismo sucio de los bajos fondos ingleses al mundo de los espíritus- constituye el genial resorte cómico de la novela. Este humor negro, aderezado de una medida dosis de mal gusto, atenúa el cuadro desolador que dibuja como de pasada de la Inglaterra de los suburbios: la insolidaridad, el oscurantismo televisivo, la intoxicante vulgaridad. Lamentablemente, se deja llevar por la manía detallista y la obra está sobrecargada de calderilla psicológica, diálogos chatos y pormenores disparatados. De modo que, en sus más de quinientas páginas, se diluye hasta lo irreconocible la lúcida crítica sobre el abandono social y el retroceso al irracionalismo.


EL PAÍS
La británica Hilary Mantel.
La británica Hilary Mantel.



El relato sobre el asesor real Thomas Cromwell -considerado el arquitecto y promotor de la Inglaterra de la Reforma- es el undécimo título publicado por Mantel, erigido en los últimos meses en un éxito editorial y receptor de un cheque de 54.000 euros en la gala del Booker celebrada en la noche del martes. Veterana de las letras y antes trabajadora social, la escritora de 57 años logró imponerse al prestigio de Coetzee, ausente en la ceremonia en el Guildhall londinense, y a otros cuatro rivales de peso: A. S. Byatt (antiguo ganador del Booker), la dos veces finalista Sarah Walters, Simon Mawer y el más joven del grupo, Adam Fould, autor de 34 años.

"Dudé mucho tiempo antes de comenzar a escribir este libro... en realidad, 20 años", admitía la premiada sobre las inseguridades que le acecharon a la hora de encarar esta obra de 650 páginas y en cuya continuación ya está trabajando. El esfuerzo vendrá avalado por la tremenda publicidad que procura el Booker, porque, más allá de su prestigio, el galardón fue fundado principalmente para vender libros. Un objetivo más que cumplido en la pasada edición, donde se impuso el debutante Aravind Adiga con la novela épica ambientada en India Tigre blanco: desde entonces ha sido traducido a una treintena de lenguas y sus ventas superan el medio millón de ejemplares.


EL PAÍS




La hazaña literaria de transformar a un villano histórico en un héroe

Hilary Mantel cierra su trilogía sobre Thomas Cromwell con una novela que la crítica británica ha comparado con 'Guerra y paz'


Rafa de Miguel
8 de marzo de 2020

"Se concentra en su escritorio. Es solo mayo, y ya han muerto dos reinas de Inglaterra". Thomas Cromwell tiene 50 años. Acaba de presenciar la decapitación de Ana Bolena. Es el responsable de las injurias y maledicencias sobre sus múltiples adulterios que la han conducido al cadalso. Enrique VIII vuelve a tener vía libre para casarse, esta vez con Juana Seymour. En apenas cuatro años, el hombre más poderoso de Inglaterra será decapitado en la Torre de Londres, por orden del rey a quien tanto ayudó, a manos de un verdugo adolescente inexperto que solo a la tercera acometida separó la cabeza del cuerpo.


Hilary Mantel ha conseguido, a través del rigor histórico y la necesaria imaginación, entrar en esa cabeza y transformar a uno de los personajes más vilipendiados de la historia de Inglaterra en un antihéroe con el que se identifica el lector contemporáneo. "¿Por qué todo lo que sabes, y todo lo que has aprendido, confirma aquello en lo que ya creías antes? Mientras en mi caso, todo con lo que crecí, y en lo que pensé que creía, se desmenuza poco a poco, un fragmento, otra pieza más y luego otra. Con cada mes que pasa, se derrumban las esquinas de las certezas de este mundo: y también el mundo que está por venir", reflexiona Cromwell ante la figura de Tomás Moro, su fanático enemigo, el detractor de la Reforma protestante venerado como mártir católico. Otro decapitado en la Torre de Londres.

Hilary MantelHANNAH MCKAY (REUTERS)


The Mirror and The Light (El Espejo y la Luz), la tercera novela de la trilogía iniciada en 2009 con En la Corte del Lobo y continuada en 2012 con Una Reina en el Estrado, viene precedida de la unanimidad de los críticos, que consideran la novela de más de 900 páginas un logro que ha conseguido "lo que la Eneida hizo por los romanos o Guerra y Paz para los rusos", en palabras de Allison Pearson en The Daily Telegraph. La nueva novela será editada en España por Destino en mayo, momento en el que la editorial prevé relanzar los dos otros dos títulos.

Mantel ha vendido cinco millones de ejemplares de las dos primeras entregas, y obtuvo con cada una de ellas el prestigioso premio Booker de novela en lengua inglesa. Y ha conseguido convertir "a uno de los mayores bastardos de la historia inglesa (...) en un ser humano vivo, simpático y casi admirable", ha escrito Melanie McDonagh en el Evening Standard.


Muchos siglos más tarde, el inefable político conservador Enoch Powell diría aquello de que "toda carrera política conduce inevitablemente al fracaso". La proeza de Mantel consiste en recopilar con una tenacidad apabullante todo lo que Cromwell hizo, dijo o dejó escrito para hacer que el personaje piense en voz alta y cobre vida. Esa técnica que ya descubrió Shakespeare y que signficó "la invención de lo humano", en el celebrado acierto del crítico Harold Bloom.


Si en las dos primeras novelas el ministro principal de Enrique VIII es el hijo del herrero de Putnam que encarna al príncipe maquiavélico, el hombre del Renacimiento que libera a Inglaterra del vasallaje de Roma y forja el poder político y administrativo de los Tudor, la culminación de la saga es el declive y las dudas de un hombre cada vez más solo al que sus certezas han abandonado. Aquel que "podía escribir el borrador de un contrato, entrenar un halcón, dibujar un mapa, evitar una pelea callejera, amueblar una casa o componer un jurado", se sorprende ante el propio desconocimiento de sus contemporáneos cuando su esposa, Elizabeth Wyckes, le advierte del recelo que provocará Enrique VIII con su arbitrario deseo de deshacerse una tras otra de sus mujeres. "La mitad del mundo estará en contra. Todas las mujeres de Inglaterra. Todas las mujeres que han concebido hembras pero no varones. Todas las mujeres que han perdido un bebé. Todas las mujeres que han perdido cualquier esperanza de concebir una vida. Todas las mujeres mayores de cuarenta años".

Mark Rylance como Thomas Cromwell en la serie 'Wolf Hall'
Mark Rylance como Thomas Cromwell en la serie 'Wolf Hall'

Cromwell pierde la calma en sus últimos años. Se traiciona a sí mismo con una soberbia ajena a la realidad de su verdadero poder, que depende exclusivamente de un rey vanidoso y despótico rodeado de espejos en los que intenta ver reflejada una belleza que le abandonó hace ya mucho tiempo. Se enfrenta a Lord Suffolk cuando el noble celebra la muerte de Ana Bolena.


- "¿Tú dándome lecciones? ¿A un par del reino? ¿Tú, que vienes de donde vienes?"


- "Estoy donde el rey me ha querido poner. Y te daré todas las lecciones que debas aprender".


"Cromwell piensa, ¿qué estás haciendo? Normalmente has sido siempre el espíritu de la cortesía. Pero si no puedes decir la verdad siquiera en medio de una decapitación, ¿cuándo podrás decirla?", pone Mantel en la mente de su protagonista.


A sus 67 años, la escritora se ha convertido en una venerada institución británica con patente de corso para decir sus propias verdades sin que nadie se atreva a discutirlas. "La salida de la UE me ha parecido un asunto muy serio. Algo que me he tomado muy mal personalmente, porque siempre me he identificado a mi misma como una autora europea. Es en ese espacio donde me siento en casa", explicaba recientemente al Irish Times. Pocos han sido capaces, como esta europea, de dar a sus compatriotas un sentido de posesión de su historia. Como La Eneida a los romanos, o Guerra y Paz a los rusos.



EL PAÍS


Hilary Mantel
Foto de Lionel Derimais.


Muere Hilary Mantel, la reina de la novela histórica en el Reino Unido

La editorial HarperCollins ha precisado en un comunicado que Matel ha fallecido "repentinamente pero apaciblemente" rodeada de sus familiares y amigos

Carlos Fresneda
23 de septiembre de 2022

No volverá a haber otra como ella. Ganadora del Booker Prize con dos libros de la misma trilogía (En la corte del lobo y Una reina en el estrado), capaz de meterse en la piel de Thomas Cromwell para destripar a Enrique VIII, distinguida como "dama" por Isabel II en el 2014 por sus méritos literarios, Hilary Mantel era, sin duda, la reina de la novela histórica.

La autora nacida en el 1952 en Derbyshire murió el jueves a los 70 años, "rápida pero apaciblemente" en el hospital Royal Devon and Exeter, rodeada de familiares y amigos, justo dos semanas después de la muerte de Isabel II. Mantel vivía lejos del mundanal ruido en una luminosa casa con vistas al mar en Budleigh Salterton, junto a su marido, el geólogo Gerald McEwen. Se divorciaron y se volvieron a casar.
"Hemos perdido a un genio de mujer", escribió en las redes JK Rowling, una de sus admiradoras. La historiadora Lucy Worsley recordó así su primer encuentro con ella en el 2009, antes de su salto a la fama. "Apareció de pronto, en una sala de conferencia en Hampton Court, y se puso a tomar notas delante de mí. Entonces no sabía que teníamos a una diosa caminando entre nosotras".

Hilary Mantel arrastró durante décadas problemas de salud y fue diagnosticada con endometriosis. Solía vestir con prendas amplias que le aliviaban y le daban al mismo tiempo un aire etéreo y señorial. En una entrevista concedida a EL MUNDO tras su segundo Booker, por Una reina en el estrado (Destino), Mantel confesaba que el dolor le impedía muchas veces escribir por largos períodos.

Contra viento y marea, y de nuevo con la bendición de crítica y público, consiguió finalizar su trilogía sobre el reinado de Enrique VIII con El espejo y la luz en el 2020. En su última novela, que arranca con la decapitación de Ana Bolena, Mantel ahondaba en los últimos años de Thomas Cromwell, el "hombre a la sombra del rey" que tanto le fascinó desde joven.

"¿Hay vida después de Thomas Cromwell?", le preguntamos en nuestro último encuentro. "Espero que sí, su sombra me persigue". La escritora dio de hecho nueva vida a su personaje predilecto en la serie televisiva de la BBC y luego en la adaptación teatral de su trilogía.

"Cromwell era un poco el Corleone de su tiempo, pasó un tiempo en Italia y tuvo El Príncipe de Maquiavelo como uno de sus libros de cabecera", recordaba. "Digamos que jugaba con fuego y sabía sus riesgos. Yo creo que su sueño era sobrevivir a Enrique VIII y convertirse en el hombre clave en la transición, cuando llegara el heredero. Pero sabía que en cualquier momento podía perder el favor del rey, como le ocurrió a Tomás Moro o al cardenal Wolsey".

En España, y tras el éxito mundial de En la corte del lobo, Mantel publicó en los últimos años Experimento de amor, la novela que la sacó del anonimato hace más de 25 años "cuando tenía excelentes críticas pero muy pocos lectores".

Mantel se consideraba en eterna deuda con nuestro país, porque allí brotó la chispa de su inmortal trilogía. "Me invitaron a un seminario en la Universidad de Alcalá y acabamos haciendo una visita turística con un profesor, que nos llevó hasta la torre donde nació Catalina de Aragón. Al ver mi curiosidad, me dijo: «¿Qué tuvo Catalina que sigue poniendo en estado de alerta a los ingleses?». Esa pregunta se quedó resonando en mí y me hizo pensar: quizás hay un público interesado en saber más sobre Catalina. Todos los libros son las sumas de extrañas coincidencias".

Antes que novelista histórica, Hilary Mantel fue estudiante de Derecho y trabajadora social en un hospital geriátrico, que sirvió de inspiración para su primera novela, Cada día es el día de la madre. Acompañó a su marido en Bostwana y Araia Saudí, y tardó más de 15 año en ver publicada su primera novela histórica, La sombra de la guillotina. "Siempre tuve buenas críticas, pero no suficientes lectores... Tardé tiempo en darme cuenta de que a los británicos les importa un pimiento la Revolución Francesa".


En los últimos años, Mantel saltó a los titulares en su propia tierra por un libro e relatos de título provocativo, El asesinato de Margaret Thatcher, a partir de un encuentro casual que tuvo con la ex premier durante una visita al hospital: "Fue un texto que tardó 30 años en fraguar y tuve que esperar a que se muriera para poder publicarlo". Mantel fue una crítica implacable del Partido Conservador y no dudó en calificar a Thatcher como "una fuerza tremendamente destructiva en este país".

EL MUNDO




Obras

En negrita figuran las obras publicadas en español.

Novelas

  • Serie "Every Day is Mother's Day":
    1. Every Day is Mother's Day (1985)
    2. Vacant Possession (1986)
  • La jaula de cristal (Eight Months on Ghazzah Street, 1988), trad. de Albert Vitó, ed. Destino.
  • Fludd (1989)
  • La sombra de la guillotina (A Place of Greater Safety, 1992), trad. de Antoni Puigròs, Ediciones B.
  • A Change of Climate (1994)
  • Experimento de amor (An Experiment in Love, 1995), trad. de Albert Vitó, ed. Destino.
  • The Giant, O'Brien (1998)
  • Tras la sombra (Beyond Black, 2005), trad. de Damián Alou, ed. Global Rhythm Press.
  • Trilogía de Thomas Cromwell (2009-2020):
    1. En la corte del lobo (Wolf Hall, 2009), trad. de José Manuel Álvarez Flórez, ed. Destino. Premio Booker 2009.
    2. Una reina en el estrado (Bring Up the Bodies, 2012), trad. de José Manuel Álvarez Flórez, ed. Destino. Premio Booker 2012.
    3. El trueno en el reino (The Mirror and the Light, 2020), trad. de José Manuel Álvarez Flórez, ed. Destino.​

Relatos

  • Learning to Talk (2003). Colección de seis relatos.
  • El asesinato de Margaret Thatcher (The Assassination of Margaret Thatcher: Stories, 2014), trad. de José Manuel Álvarez Flórez, ed. Destino. Colección de diez relatos.

Memorias

  • Giving Up the Ghost (2003)



jueves, 22 de septiembre de 2022

Daido Moriyama / El fotógrafo con ojos de perro callejero

 

Daido Moriyama

Moriyama Daidō

(1938)



Daidō Moriyama (en idioma japonés 森山 大道 Moriyama Daidō; 10 de octubre de 1938) es un fotógrafo japonés.

Estudió diseño en Osaka, lo que le permitió trabajar como grafista, pero en 1961 se interesó por la fotografía Y decidió aprenderla. Tuvo como primer maestro a Takeji Iwamiya y a Eikoh Hosoe, con quien trabajó como asistente. En 1963, tras contraer matrimonio, se estableció como fotógrafo freelance.

Fue miembro fundador del grupo Provoke, creado en 1969, junto a Takuma Nakahira y Koji Taki. En 1974 fundó la Photo Workshop School en Tokio junto a Nobuyoshi Araki, Masahisa Fukase, Eikoh Hosoe, Noriyaki Yokosuka y Shomei Tomatsu. Su principal alumno fue Keizō Kitajima.

Su obra se caracteriza por una técnica que utiliza con frecuencia efectos tipo flou o desenfoques en las figuras, sobreexposiciones y fuertes contrastes en blanco y negro, por lo que podrían parecer fotos imperfectas. Los temas que trata se refieren en su mayoría a la vida en la ciudad, empleando un lenguaje visual radical inspirado en Robert Frank, Shōmei Tōmatsu, Andy Warhol y William Klein.​

Ha realizado numerosas publicaciones, su primer libro se llamaba Japan: A Photo Theater y se publicó en 1968, después se editaron Documentary 1-5, Another Country, Tales of Tono y Japan: A Photo Theater II. Tras una crisis creativa que tuvo en 1977 volvió a publicar Light and Shadow en 1982 al que han seguido numerosos libros.

Entre los premios que ha obtenido se encuentran el premio anual de 1983 otorgado por la Sociedad Fotográfica de Japón y el Premio de cultura de la asociación alemana de fotografía de 2004.




Daido Moriyama


Moriyama Daidō, el fotógrafo con ojos de perro callejero

Iizawa Kōtarō

10 de enero de 2019

Moriyama Daidō es, junto a Araki Nobuyoshi, uno de los fotógrafos japoneses más reconocidos. Sus instantáneas, arrancadas a la ciudad desde una perspectiva de perro callejero, causan una viva impresión en el espectador.

Fue a partir de los años 90 cuando los fotógrafos japoneses comenzaron a exponer habitualmente en los museos y galerías de arte del mundo. Uno de los de mayor popularidad, al mismo nivel que Araki Nobuyoshi, fue Moriyama Daidō, que ha seguido protagonizando grandes exposiciones en los últimos años, como la de 2012 en la galería Tate Modern de Londres con William Klein, o la individual, titulada “Daido Tokyo” de 2016 en la Fundación Cartier para el Arte Contemporáneo de París.

La influencia de Moriyama, un vagabundo de las calles que adopta la perspectiva de un “perro callejero” y que capta la realidad mediante instantáneas en blanco y negro, se ha hecho sentir en las jóvenes generaciones de fotógrafos de Japón, pero también en las de otras partes del mundo, como Asia o Europa. Es, pues, uno de los fotógrafos contemporáneos más destacados que ha producido Japón.

Sus comienzos como diseñador gráfico

Moriyama nació en la actual ciudad de Ikeda (a la sazón, un pueblo de la prefectura de Osaka) en 1938. Su padre, que trabajaba en una compañía de seguros, recibió destinos en Takuno (prefectura de Shimane), Chiba (Chiba), Maruoka (Fukui), Toyonaka (Osaka) y otros lugares, por lo que Moriyama tuvo una infancia itinerante. Siendo un eterno “nuevo” en la escuela, no pudo integrarse nunca en el grupo y después de las clases solía pasar el tiempo vagando por el barrio. Estas experiencias de sus primeros años podrían explicar la preferencia que ha mostrado siempre por las instantáneas tomadas al azar por las calles.

Tras dejar sin terminar sus estudios en una escuela de artes y oficios de Osaka, en 1955 probó suerte como diseñador independiente. La experiencia acumulada durante este periodo también ha tenido un reflejo en su trabajo fotográfico. Sus instantáneas podrían parecer, a simple vista, de composición un tanto ruda e inestable, pero en realidad están tomadas e impresas con un esmerado tratamiento en todos sus detalles, algo que es posible gracias al exquisito sentido del equilibrio que proviene de su experiencia como diseñador.

Pero al Moriyama de aquella época las largas horas sentado a su mesa de trabajo diseñando cajetillas de fósforos o calendarios se le hacían insoportables. A través de sus contactos profesionales con fotógrafos, comenzó a interesarse vivamente por la fotografía y en 1960 ingresó como asistente en el estudio que tenía en Osaka el fotógrafo Iwamiya Takeji. Fue en esa época cuando descubrió la obra del estadounidense William Klein, cuyo álbum New York (1956) le causó un fuerte impacto, y cuando aprendió también el arte de las instantáneas de calle del veterano fotógrafo Inoue Seiryū, conocido por sus documentales sobre Kamagasaki, el barrio de los jornaleros. Y así fue como fue creciendo en él el ansia de abordar nuevos campos en su labor fotográfica.

Moriyama se trasladó a Tokio en 1961. Al llegar, abrigaba la esperanza de poder integrarse o participar, de alguna manera, en el grupo VIVO, que habían formado dos años antes fotógrafos como Tōmatsu Shōmei, Narahara Ikkō y Kawada Kikuji. Para aquel entonces el grupo estaba ya disuelto, pero Moriyama consiguió ser aceptado como asistente por Hosoe Eikō, exintegrante de VIVO. Justo entonces Hosoe trabajaba en su álbum Ba Ra Kei (“Ordalía de rosas”, 1963), una colección de fotos sobre el escritor Mishima Yukio, lo que le permitió a Moriyama aprender mucho en aspectos como tomas y revelado. En 1964, con motivo de su matrimonio, Moriyama decidió probar suerte como fotógrafo independiente. No hará falta decir que al principio los encargos brillaron por su ausencia.

Inu no machi, 1971© Daido Moriyama Photo Foundation.

Fotografías que denuncian una época

Desde su domicilio en Zushi (prefectura de Kanagawa), Moriyama se desplazaba asiduamente a la vecina Yokosuka, sede de una importante base naval norteamericana. Las instantáneas que captaba por los alrededores de la base, una zona envuelta en un ambiente muy peculiar, las llevó a la revista mensual Kamera Mainichi, donde obtuvieron el favor del ya legendario redactor y fotógrafo Yamagishi Shōji. En el número de agosto de 1965 apareció un reportaje titulado “Yokosuka”, que ocupó nueve páginas de la revista.

Este reportaje, que significó su debut como autor fotográfico, tuvo una gran resonancia. Moriyama fue obteniendo rápidamente espacios en esta y en otras revistas similares, como Asahi Graph. En 1967 obtuvo el Premio de la Asociación de Críticos Fotográficos de Japón por una serie de fotografías publicadas en la revista Kamera Mainichi, que destacaban los rasgos más étnicos de los japoneses. Un año después, la editorial Muromachi Shobō publicó su primer álbum, Nippon Gekijō Shashinchō (“Japón: Teatro fotográfico”). Ese mismo año se sumó desde su segundo número a la redacción de PROVOKE, una revista de tirada limitada orientada a aportar “materiales provocativos para el pensamiento”, que había sido creada por Nakahira Takuma, Taki Kōji y Takanashi Yutaka.

Portadas del álbum Nippon Gekijō Shashinchō y del segundo número de la revista PROVOKE.

Portada del álbum Shashin yo, sayōnara.

La meteórica carrera de Moriyama no terminó allí. En 1969 publicó en la revista Asahi Kamera su colección “Accident”, un experimento que mezclaba reproducciones de carteles y de fotografías aparecidas en pliegos publicitarios con instantáneas captadas en la calle. Durante 1970, publicó desnudos femeninos en el semanario Shūkan Playboy, en un proyecto que alternaba trabajos suyos y del también fotógrafo Shinoyama Kishin. En 1971 vivió en Nueva York con el diseñador Yokoo Tadanori y publicó la serie de reportajes “Nani ka e no tabi” (“Viaje hacia algo”) en Asahi Kamera. Su obra más representativa de este periodo fue el álbum Shashin yo, sayōnara (“¡Adiós, fotografía!”, Shashin Hyōronsha, 1972), una sucesión de fotografías “bastas, movidas y borrosas” en las que apenas es posible reconocer nada.

Un paisaje de luz y sombras entrecruzadas

Sin embargo, el arte de fotógrafos como Moriyama o Nakahira, un arte de carácter radical que cobraba sentido en una época de creciente exaltación política que tuvo su culmen en las protestas contra la renovación de la alianza militar entre Japón y Estados Unidos del año 1970, comenzó a desencajar a partir de los años 70, al remitir bruscamente la marea política. Todos sus intentos se contaban por fracasos y, entre grandes sufrimientos, Moriyama entró en una etapa de depresión. La situación le afectó tanto que a finales de los 70 se había encerrado en su casa y apenas salía a trabajar. Lo que le permitió superar esa etapa de debilidad mental y física fue una serie de colaboraciones que la revista Shashin Jidai, fundada en 1982 en torno a Araki Nobuyoshi, publicó bajo el título de “Hikari to kage” (“Luz y sombra”).

“Hikari to kage, 1”. 1981. © Daido Moriyama Photo Foundation.

Portada del álbum fotográfico Hikari to Kage.

Recogidas en el álbum homónimo publicado por la editorial Tōjusha en 1982, las fotografías muestran “lugares donde se cruzan la luz y las sombras” que se abren a los ojos del artista, como puede ser una peonía accidentalmente encontrada en los alrededores de su casa. Mediante un retorno al punto de partida -captar sin artificios esas vistas primitivas de los lugares que podríamos considerar que dieron origen al arte fotográfico-, Moriyama pudo recuperar la confianza en sí mismo para reiniciar su andadura como fotógrafo. Luego, en referencia a aquella época, escribió: “Así, sin pensar en nada, tomé la cámara y me planté ante la luz. Debajo de mí descubrí mi propia sombra. Con eso era suficiente[…]Y me puse en marcha, hacia un tiempo que nunca más volvería a detenerse” (Moriyama Daidō: Inu no kioku, Asahi Shimbunsha, 1984).

En la revista Shashin jidai, a la serie de “Hikari to Kage” sucedieron las tituladas “Tōkyō” (1982-1984), “Nakaji e no tabi” (“Viaje a Nakaji”, 1984-1985), “Documentary” (1985-1986) y “Utsukushii shashin no tsukurikata” (“Cómo hacer bellas fotografías”, 1986-1988), todas ellas llenas de ambición creativa y de carácter experimental, que posteriormente pasaron a formar parte de sendos álbumes. Durante los años 1988 y 1989 vivió en París. Aunque finalmente no pudo hacer realidad su sueño de abrir una galería en la Ciudad de la Luz, su estancia rindió muchos frutos, como sus fotografías de la histórica ciudad marroquí de Marrakech.

Ampliación del campo de la instantánea

La actividad de Moriyama se aceleró y amplió durante los años 90. Entre los años 1993 y 1997 y a través de la casa HYSTERIC GLAMOUR, organizada por el diseñador de moda Kitamura Nobuhiko, publicó tres álbumes bajo el título genérico de Daido hysteric. El primero de ellos, Daido hysteric no.4 1993, tuvo por tema casos y cosas de la calle; el segundo, Daido hysteric no.6 1994, la gente de la ciudad, y el tercero, OSAKA Daido hysteric no.8, los paisajes de su ciudad natal, Osaka. Los tres fueron tomos gruesos, de más de 300 páginas, y en ellos vertió Moriyama toda la experiencia que había acumulado como autor de instantáneas callejeras, así que puede decirse que esta serie da la medida de su talento como fotógrafo.

Portadas de dos de los álbumes de la serie Daido hysteric.

Otro trabajo reseñable fue el álbum Shinjuku, publicado por Getsuyōsha en 2002. Como indica el título, Moriyama siguió mostrando preferencia por dicho barrio de Tokio y fotografiándolo desde su llegada a la capital en 1961. Sumiéndose en el ajetreo de Shinjuku, trabando conocimiento con sus variopintas gentes, Moriyama conseguía la energía necesaria para su labor. Y a lo largo de las 600 páginas y 524 fotografías que contiene el volumen, logró retratar este barrio de “rincones marginales y antros rebeldes”. Por otra parte, entre 1990 y 2000 prodigó sus salidas al extranjero, fruto de las cuales son Buenos Aires (Kōdansha, 2005), Hawaii (Getsuyōsha, 2007) y Sao Paulo (Kōdansha, 2009). Son álbumes que transmiten el convencimiento del artista de ser ya capaz de enfrentarse con sus propias armas a cualquier escenario del mundo.

Portadas de los álbumes ShinjukuBuenos Aires y Hawaii.

La del perro callejero, una perspectiva que nos une

Como he dicho al principio, la ambición creativa de Moriyama sigue siendo la misma ahora que ha superado los 80 años de edad. Y en cuanto al interés que despierta en el extranjero, puede decirse que ha crecido. En la exposición “Daido Tokyo”, que, como se ha dicho más arriba, fue celebrada en 2016 en la Fundación Cartier para el Arte Contemporáneo de París, los dos géneros de fotografía expuestos –uno, digital en color, bajo el título de TOKYO COLOR, y otro de trabajadas fotografías monocromáticas, bajo el de Inu to amitaitsu (“Perros y medias de rejilla”), lograron impactar profundamente en el público.

TOKYO COLOR, 2008-2015© Daido Moriyama Photo Foundation.

Habría que preguntarse por qué el arte fotográfico de Moriyama se cotiza cada vez más. Y la respuesta parece estar en que esas fotografías que ha venido tomando desde los años 60, durante ya más de medio siglo, condensan en sí lo que cada uno de nosotros viene experimentando en nuestros recorridos callejeros. Porque la fotografía de Moriyama ha logrado captar cabalmente la luz y las sombras de la ciudad con todo su misterio, con la intriga de no saber qué nos aguarda, pero también con toda su difusa nostalgia. Y es posible que todo eso lo estemos compartiendo cada vez más, como una memoria visual, con personas de diferentes países y generaciones.

Fotografía del encabezado: Moriyama Daidō (derecha) durante una sesión, en Kiroku No.19, de 2011. © Daido Moriyama Photo Foundation.

Con la colaboración de la Taka Ishii Gallery y de Shashin Shokudō Megutama.

NIPPON


Daido Moriyama


DAIDO MORIYAMA, FOTÓGRAFO CALLEJERO

Daidō Moriyama merodea solitario, alerta, siempre en movimiento: Hurgando, sopesando cuanto le rodea. Y para él, el mundo es fragmentado, caótico, áspero, implacable y muy pero muy real.

Por Óscar Colorado Nates*

Daidō Moriyama deambula en Tokio, errabundo, por las poco honorables calles del Kabukicho – el distrito rojo más grande de Asia; ése que los japoneses prefieren mantener fuera de la vista del ojo occidental.

Este fisgón lleva una cámara compacta, nada espectacular. A veces encuadra usando el visor, pero no siempre. No tiene plan fijo: espera que alguien le lance un trozo de acción, o lo roba en un descuido. Camina relajado pero incesante. Observa algo que le hace reaccionar, nadie lo nota pero su cuerpo se tensa y el oprimir el botón del obturador es un reflejo corporal. Fuma un cigarro sin hacer pausa; sigue su camino y dispara, una y otra vez. Se agotan los 20 rollos de película que ha llevado para el día. Camina hacia alguno de sus bares preferidos en la zona de Shinjuku. Daidō Moriyama ha repetido este mismo ritual cada día durante los últimos 40 años.


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Osaka de mis amores

Hiromichi Moriyama nació en Ikeda (Osaka, Japón) en 1938. Los ideogramas que conforman su nombre  (大 y 道) se pueden pronunciar  “hiro” –  “michi” o “dai” – “do”. La gente cuando leía su nombre lo pronunciaba Daidō y la costumbre acabó haciéndose ley.[1]

Hijo de un vendedor de seguros, Daidō era demasiado pequeño para comprender las implicaciones y cambios de la II Guerra Mundial para su país y sociedad. Fue una época difícil para la generación de sus padres: aceptar una cultura occidental fue una imposición que chocó frontalmente con la arcaica colectividad nipona.

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La generación de Moriyama tuvo una relación mucho más relajada con la influencia estadounidense:  «Nos encontramos con una mezcla de lo japonés y lo occidental que ya se encontraba allí. Simplemente la aceptamos.”[2]

De niño le interesaban los barcos pero su falta de talento para las matemáticas le hizo volver la vista a la pintura. La fotografía le tuvo sin cuidado hasta principios de la escuela media, cuando compró una cámara de baquelita que utilizaba como un niño que examina el mundo con un microscopio. [2b]

El descubrimiento de la fotografía

Con el tiempo se convirtió en diseñador. Por motivos de su labor profesional, un día llegó al estudio fotográfico de Takeji Iwamiya. El ritmo y labor con la cámara le cautivaron de inmediato. “Con el tiempo, me fui acostumbrando a la atmósfera del estudio y comencé a visitarlo sin ninguna excusa laboral. […] El mundo de la fotografía liberó mi vida…” [3] Salir a la calle le pareció definitivamente más seductor que la labor minuciosa ente cuatro paredes  y pronto acabó trabajando en aquel lugar.

Moriyama_JapanTheaterDaidō se mudó a Tokio huyendo de los soporíferos trabajos de oficina y los rompimientos amorosos: “…me sedujo la imagen de ese mundo [fotográfico] en un momento en el que yo andaba buscando un cambio de aires.” [4] Y agrega: “Parecía un cosmos dinámico, emocionante y moderno. Yo entonces era un joven cada vez más instisfecho con un trabajo de oficina, y de pronto, descubrí un nuevo sueño en el misterio de la fotografía.”[5]

Tokio y el estudio de Eikoh Hosoe

Para 1961 Daidō se encontraría en la capital nipona con una turbamulta arrolladora en el distrito de Shinjuku. Buscó trabajo nuevamente como diseñador gráfico pero retornó a la esfera fotográfica como asistente de Eikoh Hosoe. Con él «aprendí todo lo que debía saber de fotografía”[6], recuerda Moriyama.

Daido_Moriyama_oenf_44Pero la influencia definitiva la obtiene del fotógrafo Shomei Tomatsu [7] cuya obra fue crucial para una formación artística completa: “un auténtico punto de referencia. Eikoh Hosoe fue mi maestro desde el punto de vista técnico. Me enseñó cómo se fotografía.  Su estilo se expresaba mediante visiones dramáticas con tintes surrealistas, mientras que la obra de Shomei Tomatsu es más parecida a la mía: una interminable exploración del mundo, y un deseo inextinguible por relatar la ciudad.”[8]

Daidō forma parte de un linaje fotográfico vástago de la posguerra:  “tuve la oportunidad de conocer a muchos de los amigos fotógrafos de Hosoe; entre ellos a jóvenes promesas como Ikko Narahara, Shomei Tomatsu, Kikuji Kawada o Hisae Imai, quienes me impresionaron bastante y, más tarde, de una u otra manera influyeron en mí.”[9]  También tuvieron ascendiente sobre Moriyama personajes como Shuji Terayama, Shoji Yamagishi o Takuma Nakahira.[10]

Las influencias occidentales

Además de las personalidades locales de su generación, Daidō encontró en occidente dos figuras importadas especialmente seductoras.

Por una parte halló a finales de la década de 1960 un catálogo con la obra de Andy Warhol y confiesa “Ví algo de los orígenes de la fotografía en su trabajo y me inspiró.”[11] Encuentra consonancia con los hallazgos «warholianos» en los objetos de uso común.[12] Moriyama hace algunas fotografías de latas apiladas en un supermercado en un claro diálogo ínter-textual con Warhol y sus célebres latas de sopa de tomate Campbell’s.

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La segunda influencia vino del padrino de la beat generation: Jack Kerouac y su libro crucial On the Road. Moriyama encuentra ahí dos posibilidades inusitadas: nomadismo y libertad, “el placer de viajar sin destino específico en mente”[13a] que se convertiría en un leitmotiv a lo largo de su carrera fotográfica.

Como parte de la reacción hacia la postguera, el colonialismo y en respuesta a la fotografía japonesa documental previa a la guerra, surgió el colectivo Vivo. Inspirada por el modelo de Magnum Photos, Vivo se conformó como una cooperativa fotográfica que agrupó a Eikoh Hosoe, Somei Tomatsu, Kikuji Kawada, Akira Sato, Ikko Narahara y Akira Tanno. Estos fotógrafos provenían de la exposición “Jūnin no me” (10人の眼, Ojos de diez).

Para los fotógrafos jóvenes, Vivo ofrecía un estilo y una actitud hacia la fotografía muy atractiva. Así fue que jóvenes como Kazuo Kitai o el propio Daido Moriyama buscaron acercarse a este colectivo. Sin embargo, para cuando Moriyama llegó a Tokio en 1961 la cooperativa ya se había disuelto. [13]

Daido Moriyama en la revista Provoke

Provoke (プロヴォーク Purovōku) fue una revista experimental fundada por los fotógrafos Yutaka Takanashi y Takuma Nakahira, el crítico Koji Taki y el escritor Takahiko Okada. Si Vivo había sido la primera respuesta de los japoneses a una manera diferente de ver el mundo y afrontar la fotografía, la revista Provoke generó un movimiento que influyó profundamente en la fotografía japonesa. La revista se fundó en 1968, pero duró apenas tres números. Takuma Nakahira invitó a Moriyama para que se uniera a ProvokeDaido se incorpora a la revista a partir del segundo número. A partir de ese momento se realiza una simbiosis: no se acaba de comprender si Daido le dio su estética a Provoke o viceversa. La revista promulgaba un lenguaje fotográfico nuevo enarbolando las banderas are-bure-boke, es decir grano, barrido y desenfoque.

Moriyama se convirtió en la quintaesencia de la estética Provoke cuya influencia perdura hasta nuestros días.

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El joven Daidō es “Heredero, pues, de una manera nueva de entender el hecho fotográfico, las imágenes de Moriyama, ya en la década de 1970, reflejan el colapso de los valores tradicionales en las sociedad japonesa de la posguerra.”[14]

Martín Pérez afirma que “Si Moriyama descubrió en los ‘60 su propio camino dentro de la efervescencia cultural de la época –en la que el escritor Kenzaburo Oé representa la alternativa humanista y Mishima el camino sin salida del nihilismo de derecha–, durante los ‘70 supo perderse en su propio mundo de experimentación fotográfica y excesos personales…”[15]

El joven aprendiz no abrazó la práctica fotográfica de inmediato. Tras un año cargando bártulos, acomodando lámparas y haciendo toda clase de labores en el estudio de Eikoh Hosoe, el maestro comienza a impacientarse e insta al novicio para que haga sus propias fotografías. Termina así la etapa de formación de Daidō Moriyama para comenzar su propio corpus fotográfico.

De patitas en la calle

Moriyama deambula por Shinjuku. Parafraseando a Ánxel GroveDaidō es un barco a la deriva al modo situacionista donde el andar no parece tener destino ni fin, obedeciendo solamente al momento y sus llamadas.[16]

Desde las abarrotadas avenidas con sus característicos anuncios luminosos hasta los callejones más lúgubres de Shijuku, comienza una frenética captura de la calle y sus fotografías explicitan la cara oscura de la vida urbana. [17] Así es como “…durante cuatro décadas ha dado cuenta a modo de relato cíclico de que es precisamente la vulnerabilidad de la calle la que hace posible la heroicidad anónima de muchos gestos cotidianos, e incluso casi vulgares, que se convierte en salvadores.”[18]

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Moriyama se convierte en fotógrafo en la calle y de la calle. Sus modos lo alejan de las elegantes geometrías de un Cartier-Bresson y se emparenta más con las rabias de William Klein. Comparte con Garry Winogrand los horizontes caídos y las ansias por capturarlo todo frenéticamente. Pero más que un fotógrafo de calle, Moriyama es un fotógrafo callejero.[19]

Daidō está obsesionado por el movimiento, la acción en las vías urbanas: “Se puede decir que mis fotos, mi vida entera, son una combinación de luz, tiempo y acontecimientos: todo lo que pasa en las calles.”[20]

El fotógrafo explica: “Tengo que ser agresivo para tomar fotos en Shinjuku [donde debes] hacerlas rápidamente.”[21] Y es que el Kabukicho es un distrito áspero. Muchos de sus visitantes son varones asalariados en busca de entretenimiento para adultos. Otros se han afincado en el barrio y son miembros de la Yakuza. [22] Ni unos ni otros desean ser fotografiados, evidentemente.[23]

girl_runningDe hecho, una de las imágenes más memorables de este autor es la fotografía de una joven que corre por un callejón lleno de basura en medio de la noche. Viki Goldberg refiere la anécdota de la muchacha y su fotografía: “…ella estaba en problemas con la Yakuza (gángsters japoneses), y él [Moriyama] fue golpeado y forzado a sacar la película y destruirla tras realizar la toma. Como no era la primera vez que le ocurría algo así, el Sr. Moriyama había ideado una manera de mantener su película intacta mientras destruía un rollo nuevo.”[24]

Las fotografías callejeras de Daidō Moriyama toman por asalto a sus espectadores: movidas, contrastadas, de grano grueso, con geometrías desalineadas… Para comenzar, parecerían un catálogo de errores formales. Por otro lado estas imágenes ponen en evidencia esa parte de Tokio que sus autoridades se empeñaban (y se empeñan) por esconder bajo la alfombra: drogas, prostitución, extorsiones… El Kabukicho es un valle de perdición que los japoneses híper-tecnificados y cosmopolitas mantienen en el patio trasero, lejos de los intrusos.

Y es que a Moriyama le atrae el arrabal, la grasa, lo cutre. Él explica con crudeza: “Me gusta donde apesta a humano”[25] y confiesa con ánimo penitente que “Nunca me he sentido atraído por los lugares demasiado higiénicos. Prefiero un toque de miseria.”[26]

Mientras que el empeño por hallarle a la fotografía aspectos estéticos forma parte constante de la historia fotográfica, Daidō espeta: “…creo que el ser humano y el mundo que lo rodea no son bellos”[27]  y agrega “La cámara es una herramienta inadecuada para extraer la visión del mundo o de la belleza.”[28] Moriyama está más preocupado por el suceso, el sobrevenir, que por la preciosidad: “La belleza no le interesa.”[29]

El fotógrafo escandaloso

Akira Hasegawa declara “Daidō es tal vez el primer fotógrafo en ser llamado escandaloso.” [30]

Las primeras fotografías de Moriyama son una contravención a los cánones establecidos durante las vanguardias por fotógrafos como Edward Weston.  Un primer vistazo hace pensar al observador que se enfrenta a fotografías casuales, silvestres, no muy distintas de las expresiones vernáculas del aficionado equipado con una cámara Point & Shoot. “Las elecciones formales de Moriyama parecen totalmente aleatorias” afirma Gil Blank.[31]

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Empero, una segunda revisión comienza a desvelar a un fotógrafo con un ojo puesto en la acción y otro en la geometría. Moriyama parece llevar al extremo la fotografía gestual incoada por Robert Frank. Pero si en la obra del suizo se muestra una América desgastada, la fotografía de Daidō:

“…transmite un Japón crudo, casi brutal en el que la figura humana se disuelve en la oscuridad y la falta de definición.

A pesar de la aparente crudeza de las imágenes creadas por Moriyama, en realidad muchas de sus fotografías son más sugerentes que explícitas. Abundan las espaldas, prevalecen las sombras, abundan los barridos y subyacen las filias y fobias “moriyamescas” agazapadas en los desenfoques del plano de fondo.

«Para mí, la captura de lo que siento con mi cuerpo es más importante que los aspectos técnicos de la fotografía. Si la imagen tiembla, está bien, si está fuera de foco, está bien: La fotografía no se trata de claridad.»”[32]

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Para este japonés, la creación de una imagen constituye un hecho indistinguible de su propia experiencia somática: “Cuando tomo una foto mi cuerpo entra inevitablemente en una especie de estado de trance. Al hacerme paso entre las avenidas, cada una de mis células se convierte en un radar sensible, que responde a la vida en las calles… Si tuviera que ponerle palabras diría «No tengo opción, debo capturar esto, no puedo dejarle este lugar a otros ojos, tengo que disparar y, no tengo alternativa.»” [33]

“La superficie externa que aparece frente a mis ojos constituye un estímulo que desata un impulso, una reacción. Camino por las calles de la ciudad con mi cámara, bombardeado constantemente por estos impulsos. Con mi cámara soy capaz de producir una reacción a estas múltiples solicitudes y responderlas. Estoy constantemente repartido entre la realidad y Daidō. Es una relación creada. Es como veo, conozco y participo de la vida social que me rodea. El proceso se repite constantemente, y es mi manera de fotografiar. No es que tengo ciertos motivos fotográficos particulares, abstracciones o formas bien definidas en mente…”[34]

Por otra parte, Daidō explica: “…Si lo volvemos a pensar, como seres humanos percibimos innumerables imágenes durante todo el día, y no siempre las enfocamos todas. A veces se ven borrosas, se salen de nuestro plano de visión o se asoman por algún rincón de los ojos. La vista del ser humano, activa durante todo el día, no se detiene; se mueve vertiginosamente. No intento buscar un pretexto que justifique mis fotos movidas o borrosas. Pienso que los elementos sencillos son lo principal para la fotografía.”[35]

Apartándose de los cánones

Dice Ánxel Grove que  Moriyama es un “…incansable saboteador de cánones y explorador de la fiebre vital contemporánea.”[36]

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En la carrera de Daidō se pueden identificar tres etapas: “la primera se caracteriza por el efecto borroso, desenfocado y por el tono crudo; la segunda, por la luz y la sombra; y la tercera, por la cotidianeidad [sic] de la vida diaria.”[37] De una u otra manera las características de cada período se entretejen y están presentes en todas sus obras a lo largo de 40 años.

Moriyama hace fotografías con una cámara compacta: Inició con un equipo de 35mm y siempre ha favorecido los objetivos angulares; suele utilizar poco el visor.[38] Este formato pequeño le ofrece múltiples ventajas: al inicio de su carrera favorecía el uso de cámaras demi con las cuales un rollo de película de 36 exposiciones se traducía en un total de 72 fotografías. La imagen pequeña también le permitía obtener un grano grueso al momento de ampliar la imagen.

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Moriyama no siente particular atracción por los dispositivos técnicos para la fotografía. Las considera instrumentos y ejerce señorío sobre ellos, tal como lo indica su amigo y colega Nabuyoshi Araki: “El fotógrafo ha sido esclavo de la cámara por un largo tiempo. […] Daidō Moriyama comenzó a hacer de la cámara su esclava. Es el pionero de este estilo.”[39]

Retornando a las claves para descifrar los laberintos de Moriyama ha de saberse que le otorga “más importancia a la atmósfera de un lugar que a un objeto particular.” [40]

Daido_Moriyama_oenf_51Su paradójico cuidado/descuido parece toda una elaboración, aunque  “…respecto de mi fotografía, la gente piensa que surge de un meticuloso y complejo proceso tecnológico: desenfoque, granos gruesos, inclinación de la línea del horizonte, movimiento, tono de contraste muy alto, etcétera. [… pero ése] es mi modo normal de actuación. No quiero decir que se trate de una técnica descubierta tras mucho esfuerzo, ni que tenga una conciencia de resistencia a la fotografía tradicional. Pienso que, ante todo, intento reflejar mis ideas y mi punto de vista sobre el mundo.”[41]

El autor revela con candidez que sus fotografías “…son desordenadas y no tengo ni idea de qué imagen va a aparecer hasta que veo la película revelada.”[42] Y es que en los modos fotográficos de Moriyama hay un eco a la escritura automática surrealista.

Color y blanco y negro

El grueso de la obra de Moriyama se ha realizado en monocromático, aunque también ha experimentado con el color.

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Para él “No hay mucha diferencia entre fotografiar en color o blanco y negro, lo hago desde siempre y, para ser honesto, lo prefiero. Aunque parte de lo que me atrae del color son las cámaras digitales. Antes la decisión se tomaba  cuando se cargaba  la película. En la era digital algo que se produce en color puede convertirse a blanco y negro. Así es que actualmente «tiro» a color.”[43]

Y agrega: “Se piensa que la fotografía monocromática tiene cualidades simbólicas, oníricas, abstractas. Pero yo no pienso que una imagen a color se acerca más a la realidad. Recientemente mucha gente me pregunta por qué estoy fotografiando a color. Es equivalente a preguntarme por qué estoy usando cámaras digitales. ¿Qué diferencia hace?”[44]

Un fotógrafo prolífico

Moriyama ha realizado decenas de miles de positivados de sus negativos y sorprende saber que ha publicado casi un centenar de libros. [45]

La noción de la cámara como máquina fotográfica podría aplicarse muy bien a Moriyama quien es una auténtica máquina de hacer fotos: “trabaja de una manera intuitiva y cuando hace una pausa para pensar en algo, es una parada breve. Es decisivo y sabe cuándo debe confiar en la entraña para tomar decisiones. Así es que, desde fuera, el proceso parece casi automático.”[46]

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Daidō llama a su cámara una “máquina copiadora de la realidad”[47].  “Al fotografiar una sola realidad, muchas otras pueden verse. Distintas realidades coexisten en una sola imagen. Esa es la magia de la fotografía.”[48]

De modo que para el fotógrafo nipón “la fotografía es una acción de «fijar» el tiempo, y no es la de «expresar» el mundo.”[49]

De la misma manera que Daidō hace fotografías de modo casi compulsivo, es inusual el número de libros que ha publicado que se cuentan por decenas.

Daido Moriyama, japan a Photo Theather 2_274Para Daidō “el foto-libro no es simplemente una colección retrospectiva de imágenes, sino una obra de arte por derecho propio el cual diseña en su mente incluso cuando está fotografiando.”[50]

La revisión de algunos de sus publicaciones nos revelan dos peculiaridades: primero la cuidada coexistencia de las fotografías que se despliegan frecuentemente en dípticos como en  Japan, a Photo Theater II (1978) o Shinjuku (2002) y segundo  la re-aparición constante de algunas fotografías.

En el primer caso es notable cómo la convivencia fotográfica puede arrojar, desde los ojos de este fotógrafo, composiciones que recuerdan al lector los orígenes como diseñador gráfico de Moriyama. Algunas cohabitaciones resultan tan sólidas que podrían confundirse como una obra única, pues aunque parezca evidente que la imagen está conformada por dos fotografías, es la unión tan sólida que parecen amalgamadas desde su origen.

Por otra parte la repetición de imágenes nos es mero reciclamiento ni regurgitación: en cada uso reiterado hay una nueva secuencia, las distintas yuxtaposiciones ofrecen al lector imágenes vivas, que alteran el discurso y la narrativa en cada nueva iteración. La edición, escoger las propias fotografías, es un talón de Aquiles de los fotógrafos. En tal sentido, la revisión minuciosa de los libros de Moriyama permiten descifrar cómo el orden y las distintas posibilidades de puesta en página de una misma fotografía pueden crear narrativas muy distintas.

Daido Moriyama, Shinjuku_205Los libros de Moriyama recuerdan la obra Evidence de Larry Sultan y Mike Mandel.  Ahí los autores conjuntan una colección de imágenes de agencias, corporaciones e instituciones públicas y privadas que son re-contextualizadas para crear una obra de arte conceptual que pone en entredicho -entre otras cosas- las ideas de autoría y la creación de una nueva narrativa a partir de la coexistencia con otras imágenes que otorgan un contexto distinto y una narrativa alternativa.[51]  Así como Sultan y Mandel generan una tercera obra de arte a partir de las fotografías inconexas que cobran una coherencia peculiar en Evidence, cada nuevo libro de Moriyama que incluye fotografías previamente utilizadas adquiere un disertación y una épica fresca e inédita con cada nueva interpretación de su autor.

En 2012 se publicó un libro excepcional de Moriyama titulado Labyrinth que es una composición realizada por el autor con sus hojas de contacto. No se trata de un recuento documental de las fotografías del maestro, sino páginas y páginas de  acoplamientos hechos con numerosas imágenes incluidas en sus negativos. Si este fotógrafo había trabajado con el díptico durante décadas, Labyrinth es un rompecabezas singular: un pasadizo al centro del «Planeta Daidō.»

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Esta posibilidad de revisar las hojas de contacto de Moriyama abren, por supuesto, un caudal visual que permite escudriñar en sus modos, estilos y elecciones no solo de fotografiar sino de editar. El autor transforma la imagen fija en un continuo antes y después incrustado en los cuadros múltiples.

Moriyama y la apropiación

La reorganización, re-utilización y vinculación es una característica distintiva de Moriyama: la fotografía se convierte en pieza viva.

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Daidō se desentiende del fetiche de la autoría individual tan propio del modernismo para abandonarse sin ambages a la apropiación icónica: No importa si son fotografías publicitarias halladas en la calle o la pantalla de un televisor, él hace suyo esas imágenes transformadas en imaginario colectivo posmoderno, las re-imagina y realiza un genuino karaoke, tal como puede apreciarse en Shinjuku (2002).

Efectivamente, para Daidō la fotografía es una unidad subsistente y no una entidad marchita. En tal sentido, es común encontrar fotografías suyas re-encuadradas o invertidas lateralmente, ampliadas y re-pensadas en la posproducción. Parece tenerle sin cuidado las consideraciones de Cartier-Bresson sobre la fotografía sin cortes ulteriores y con total libertad (¿impunidad?) manipula sus propias imágenes creando una obra orgánica, inacabada, en constante crecimiento, siempre pendiente, siempre capaz de una nueva reincidencia donde podrá optar por la ratificación o la contra-orden.

Sus libros son un espejo de sus imágenes: “La fotografía nunca alcanza un estado de finalización. Esos es lo que la hace interesante, sorprendente.”[52]

Perro callejero

De la vasta producción de Moriyama, hay una fotografía en particular que, para sorpresa suya, se ha convertido en su obra más icónica y emblemática. Se trata del Perro Callejero que hizo en Misawa, pequeña ciudad ubicada en la región de Tōhoku en el este de Japón.

La anécdota es sencilla al grado de ser simplona: tras el año nuevo de 1971 al salir una mañana del hotel, el fotógrafo se encontró con un perro callejero. Daidō correspondió a la mirada del cánido con una fotografía.[53]

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En la imagen se aprecia un perro bronco, raído, con mueca de preparar el gruñido: Está alerta, listo para la provocación. No es una mascota, sino un animal curtido por la realidad: un auténtico sobreviviente. Y no ha logrado superar la existencia de la calle gracias por sus buenos modos.

Este perro de la calle es un reflejo del Moriyama merodeador, solitario, vigilante, siempre en movimiento “hurgando para ver qué encuentra, sopesando cuanto le rodea. Y para él, el mundo es fragmentado, semi-caótico, áspero, implacable y muy pero muy real.”[54]

Daido Moriyama, transit_137Los paralelismos entre el chucho y el fotógrafo callejero son múltiples. Moriyama decide a dónde ir por el olor de las cosas. Y al cansarse se detiene y se echa en la sombra.  «Perro callejero, paria solitario para la fotografía ideológica de sus contemporáneos y el realismo social de sus predecesores, el trabajo de Moriyama es universal en su mirada de lo urbano y profundamente japonés en su personalidad.”[55]

Daidō es un eco del tuso vagabundo cuando hace fotografías “poseído por un ansia que él considera «animal», propia de un «perro que se deja llevar por el olor de las ciudades. »”[56]

Por su parte Jiae Kim ha encontrado en este Perro Callejero una correspondencia con la película del mismo nombre de Akira Kurosawa de 1949 [57] donde el detective Murakami (interpretado por Toshirô Mifune) rastrea afanoso su pistola que fue robada. El investigador indaga el paradero de su propia arma con la diligencia de un samurái que ha perdido su katana. [58]

La equiparación entre los distintos perros callejeros es obligada al analizar la obra de Moriyama. Pero cuando se trata de encontrar un significado a Perro Callejero su autor ríe diciendo: “Si existe algún significado eso depende del perro.”[59]

a Journey to Nakaji, Daido Moriyama_28Daidō se niega a esclarecer sus fotografías: “No puedo explicar todas las imágenes que he tomado. Si lo intentara sería una farsa aburrida, incluso una trivialidad. Esa no es mi intención. Cada fotografía se siente, pero no hay un motivo único para disparar; las razones son múltiples incluso en una sola imagen. El acto de fotografiar es una respuesta fisiológica y concreta, aunque definitivamente hay algo de conciencia presente. Cuando tomo fotos, siempre me dejo guiar por el sentimiento, por lo que incluso en ese momento cuando estoy tomando una fotografía es imposible explicar el motivo de por qué la hago.”[60]

Y agrega: “Al hacer una exposición de motivos o significados se mata la fotografía.”[61]

Adiós a la fotografía

Por razones misteriosas Daidō Moriyama decidió abandonar la fotografía. Incluso publicó en 1972 un libro titulado Adiós fotografía.  Una vez terminado el proyecto arrumbó la cámara.

Por aquel tiempo un mal amigo, cuyo nombre omite, lo introdujo a las drogas. El resultado fue devastador. Daidō bajó de peso dramáticamente. Su madre enfermó gravemente y el escuálido hijo no quiso que le vieran en un estado tan deplorable. Al poco tiempo ella murió. El hijo, apenas sobreviviente, entendió que no podía seguir por la senda de la adicción.

En sus peores momentos, relata Moriyama, solamente pensaba en la fotografía. [61b]

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Un día, en una tienda de segunda mano, encontró una cámara Pentax y decidió comprarla. Comenzó haciendo flores de su jardín y poco a poco fue retomando la fotografía y abandonó los narcóticos.

Algunos editores y sus amigos, encabezados por Nabuyoshi Araki, hicieron todo lo posible para evitar una recaída. El trabajo del fotógrafo volvió a publicarse en revistas y en 1982 apareció el libro Luces y sombras con el escrutinio de su reencuentro fotográfico.[62] Desde entonces Moriyama hace fotografías sin interrupción y sigue publicando libros.

Algunas imágenes extraídas de Light and Shadow, Edit. Tojusha, Tokio, 1982:

Reconocimiento y legado

Los críticos repitieron incesantemente ante las primeras publicaciones de Moriyama  “no entiendo, no entiendo.”[63a] Aunque eventualmente su popularidad creció en Japón, el fotógrafo era relativamente desconocido en occidente. En 1999 la gran retrospectiva de Daidō inicia en el San Francisco Museum of Modern Art y con ella el éxito internacional. En 2019 Daido Moriyama recibe el Hasselblad Award, una de las preseas fotográficas más importantes del mundo. [63b] [63c]

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La exhibición tuvo un gran éxito e incluso Vicki Goldberg publicó ese mismo año un análisis de la obra del japonés en su artículo A photographer on the Blurred, Cahotic Edge publicado en el New York Times donde escribió “A veces el señor Moriyama juguetea con los límites de la percepción […] Es una visión difícil, incluso  fiera, individual, auténtica…” [64]

Michiko Kasahara, quien fue curadora del Tokio Metropolitan Museum of Photography, explica que la obra de Moriyama crea una peculiar fascinación entre las generaciones actuales y se sorprende de seguir encontrando numerosas imitaciones cada vez que revisa el portafolio de algún creador joven.[65]

Por su parte Gil Blank afirma que “La estética visual del punk está en deuda con  Moriyama.”[66]

Una historia viva

Al igual que sus andanzas y fotografías, Daidō Moriyama – a sus 75 años- es una historia viva, pulsante, caótica y ordenada, irregular y metódica. Sus incursiones al inframundo aún están por manifestar nuevos laberintos, renovados altos contrastes en barridas abstracciones que nos obsequien otra miríada de fotografías que serán a la vez células vivas, promesas de lo vendrá.

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Bibliografía

  • Moriyama Daido (Textos: Harder Matthias, Kessels Erick), A Journey for Something, Edit.  Galerie Alex Daniels – Reflex Amsterdam, Amsterdam, 2012
  • Moriyama Daido, A Journey to Nakaji,  Edit. Sokyussha, Tokio, 1987
  • Moriyama Daido, Color,  Edit. Sokyussha, Tokio, 1993
  • Moriyama Daido, Color 2,  Edit. Sokyussha, Tokio, 1999
  • Moriyama Daido, Dreams of Water, Edit. Sokyusha, Tokio, 1999
  • Moriyama Daido, Fragments, Edit. Art Data, Estados Unidos, 1998
  • Moriyama Daido, Hunter, Edit. Chuokoronsha, Tokio, 1972
  • Moriyama Daido, Imitation, Edit. Taka Ishii Gallery, Tokio, 1995
  • Moriyama Daido, Inu no Toki (The Time of the Dog), Edit. Asahi Shinbunsha, Tokio, 1984
  • Moriyama Daido, Labyrinth, Edit. Aperture, Estados Unidos, 2012
  • Moriyama Daido, Lebrero Stals José, Shimizu Minoru, Daido Moriyama, Edit. RM Ediciones, España, 2007
  • Moriyama Daido, Light and Shadow, Edit. Tojusha, Tokio, 1982
  • Moriyama Daido, Mayfly, Ed. Desconocida por ilegible, Tokio, 1972
  • Moriyama Daido, Nippon Gekijo Shashincho / Japan: A Photo Theater, continuation,  Edit. Asahi Sonorama, Tokio, 1978
  • Moriyama Daido, Shijuku, Edit. Getsuyosha, Tokio, 2002
  • Moriyama Daido, Tales of Tohno, Edit. Asaki Sonorama, Tokio, 1976
  • Moriyama Daido, The World through My Eyes, Edit. Skira Editore, Milán, 2010
  • Moriyama Daido, Transit, Edit. Eyesencia, Tokio, 2002
  • Nishii Kazuo, Daido Moriyama, Edit. Phaidon, London, 2001

Fuentes de Internet

Fuentes audiovisuales

Notas


[1] Moriyama Daido, The World through My Eyes, Edit. Skira Editore, Milán, 2010, Pág. 11

[2] Hudson Mark, Daido Moriyama: Low life in Tokio, Disponible en http://www.telegraph.co.uk/culture/art/art-features/9604154/Daido-Moriyama-Low-life-in-Tokyo.html Consultada el 16 de agosto de 2013

[2b] Birmingham Lucy, «Labyrinth» by Daido Moriyama: Contacting the Urban Jungle,  Disponible en http://www.dnp.co.jp/artscape/eng/focus/1210_01.html Consultada el 24 de agosto de 2013

[3] Pérez Martín, Perro de la calle, Disponible en http://www.pagina12.com.ar/1999/suple/radar/99-10/99-10-31/nota1.htm»>http://www.pagina12.com.ar/1999/suple/radar/99-10/99-10-31/nota1.htm Consultada el 16 de agosto

[4] Moriyama Daido, Lebrero Stals José, Shimizu Minoru, Daido Moriyama, Edit. RM Ediciones, España, 2007, Pág. 205

[5] Ibídem

[6] Moriyama Daido, Lebrero Stals José, Shimizu Minoru, Op. Cit. Pág. 206

[7] Moriyama Daido, The World through My Eyes, Pág. 11

[8] Ibídem

[9] Moriyama Daido, Lebrero Stals José, Shimizu Minoru, Op. Cit. Pág. 206

[10] Moriyama Daido, Lebrero Stals José, Shimizu Minoru, Op. Cit. Pág. 207

[11] (Traducida) Kim Jiae, Daido Moriyama Photographs His Beloved Shinjuku, Disponible en http://www.thememagazine.com/stories/daido-moriyama/ Consultada el 16 de agosto

[12] Ibídem

[13a] Moriyama Daido, The World through My Eyes, Pág. 12

[13b] Amansalto, Daido Moriyama. Disponible en http://amanasalto.com/en/artists-en/daido-moriyama-artists-en/ Consultada el 12 de septiembre de 2015

[14] Moriyama Daido, Lebrero Stals José, Shimizu Minoru, Op. Cit. Pág. 203

[15] Pérez Martín, Op. Cit.

[16] Grove Ánxel, Daido Moriyama, el fotógrafo que retrata la deriva urbana ‘con grano, difusa y fuera de foco’, Disponible en http://www.20minutos.es/noticia/1366551/0/daido-moriyama/fotografo-deriva-urbana/grano-difuso-desenfocado/#xtor=AD-15&xts=467263 Consultada el 16 de agosto de 2013

[17] Moriyama Daido, Lebrero Stals José, Shimizu Minoru, Op. Cit. Pág. 203

[18] Ibídem

[19] Ibídem

[20] Moriyama Daido, Lebrero Stals José, Shimizu Minoru, Op. Cit. Pág. 206

[21] Nakano Tomo, Kuwamura Yukiko, Daido Moriyama: Shinjuku Drifter, Disponible en http://www.bigempire.com/sake/daido_moriyama.html Consultada el 16 de agosto

[22] Mafia japonesa

[23] Kim Jiae, Op. Cit.

[24] Golberg Vicki, ART/ARCHITECTURE; A photographer on the Blurred, Cahotic Edge, Disponible en http://www.nytimes.com/1999/10/03/arts/art-architecture-a-photographer-on-the-blurred-chaotic-edge.html?pagewanted=all&src=pm Consultada el 18 de agosto de 2013

[25] (Traducida) Guillot Claire, Daido Moriyama: “J’aime là où ça pue l’humain”  Disponible en http://www.lemonde.fr/culture/article/2012/12/14/daido-moriyama-j-aime-la-ou-ca-pue-l-humain_1806599_3246.html Consultada el 16 de agosto de 2013

[26] Hudson Mark, Op. Cit.

[27] Moriyama Daido, Lebrero Stals José, Shimizu Minoru, Op. Cit. Pág. 209

[28] Ibídem

[29] Moriyama Daido, Lebrero Stals José, Shimizu Minoru, Op. Cit. Pág. 203

[30] Moriyama Daido, The World through My Eyes, Pág. 17

[31] Blank Gil, Daido Moriyama: Farewell Photography, Disponible en http://www.gilblank.com/texts/essays/moriyama.html Consultada el 16 de agosto de 2013

[32] Hudson Mark, Op. Cit.

[33] Photoquotations, Daido Moriyama, Disponible en http://photoquotations.com/a/482/Daido+Moriyama Consultada el 16 de agosto de 2013

[34] (Traducida) Moriyama Daido, The World through My Eyes,  Pág. 14

[35] Moriyama Daido, Lebrero Stals José, Shimizu Minoru, Op. Cit. Pág. 209

[36] Grove Ánxel, Op. Cit.

[37] Moriyama Daido, Lebrero Stals José, Shimizu Minoru, Op. Cit. Pág. 211

[38] Moriyama Daido, Lebrero Stals José, Shimizu Minoru, Op. Cit. Pág. 203

[39] Birmingham Lucy, Op. Cit.

[40] Moriyama Daido, Lebrero Stals José, Shimizu Minoru, Op. Cit. Pág. 206

[41] Moriyama Daido, Lebrero Stals José, Shimizu Minoru, Op. Cit. Pág. 208

[42] Moriyama Daido, Lebrero Stals José, Shimizu Minoru, Op. Cit. Pág. 209

[43] (Traducida) Aperture, Daido Moriyama: The Shock from the Outside, Disponible en http://www.aperture.org/blog/daido-moriyama-the-shock-from-outside/ Consultada el 16 de agosto

[44] Ibídem

[45] Momen Martin, Daido Moriyama Labyrinth, Disponible en http://www.sz-mag.com/news/2013/03/daido-moriyama-labyrinth/ Consultada el 16 de agosto de 2013

[46] Ibídem

[47] (Traducida) Fallis Greg, Daido Moriyama, Disponible en http://www.utata.org/sundaysalon/daido-moriyama/ Consultado el 16 de agosto de 2013

[48] Moriyama Daido, The World through My Eyes, , Pág. 15

[49] Moriyama Daido, Lebrero Stals José, Shimizu Minoru, Op. Cit. Pág. 203

[50] Hudson Mark, Op. Cit.

[51] Shea Daniel, Mike Mandel and Larry Sultan: EvidenceDisponible en http://www.ahornmagazine.com/issue_3/review7_shea_mandelsultan/review_shea_evidence2.html Consultada el 18 de agosto de 2013

[52] Aperture, Op. Cit.

[53] Aphelis, Daido Moriyama Photographs, Disponible en http://aphelis.net/daido-moriyama-photographs/ Consultada el 16 de agosto de 2013

[54] Fallis Greg, Op. Cit.

[55] Pérez Martín, Op. Cit.

[56] Grove Ánxel, Op. Cit

[57] Fallis Greg,Op. Cit.

[58] Rubinfien Leo, DAIDO MORIYAMA: DAIDO MORIYAMA: INVESTIGATIONS OF A DOG (1999), Disponible en http://www.americansuburbx.com/2010/06/theory-daido-moriyama-investigations-of.html Consultada el 17 de agosto de 2013

[59] (Traducida) Kim Jiae,  Op. Cit.

[60] Aperture, Op. Cit.

[61] Photoquotations, Daido Moriyama, Disponible en http://photoquotations.com/a/482/Daido+Moriyama Consultada el 16 de agosto de 2013

[61b] Kenjirô Fujii, Near Equal Moriyama Daido, Disponible en http://www.youtube.com/watch?v=KUAk84LDFVA Consultada el 18 de agosto de 2013

[62] Ibídem

[63] Ibídem

[63b]  Daido Moriyama Wins $110,000 Hasselblad Award for Photography. Artnews. 8 de marzo de 2019. http://www.artnews.com/2019/03/08/daido-moriyama-wins-hasselblad-award/ Consultada el 24 de abril de 2019

[63c] Daido Moriyama Hasselblad Award Winner 2019. Hasselblad Foundation. s.f. https://www.hasselbladfoundation.org/wp/hasselblad-award-winner-2019/ Consultada el 24 de abril de 2019

[64] Golberg Vicki, Op. Cit. 

[65] Kenjirô Fujii, Opc. Cit. 

[66] Blank Gil, Op. Cit.