Samuel Beckett
(1906 - 1989)
(Dublín, 1906-París, 1989) Novelista y dramaturgo irlandés. Estudió en la Portora Royal School, una escuela protestante de clase media en el norte de Irlanda, y luego ingresó en el Trinity College de Dublín, donde obtuvo la licenciatura en lenguas romámicas y posteriormente el doctorado. Trabajó también como profesor en París, donde escribió un ensayo crítico sobre Marcel Proust y conoció a su compatriota James Joyce, del cual fue traductor y a quien pronto le unió una fuerte amistad.
Samuel Beckett
En 1930 regresó a Dublín como lector de francés de la universidad, pero abandonó el trabajo al año siguiente, tras lo cual viajó por Francia, Alemania e Italia, desempeñando todo tipo de trabajos para incrementar los insuficientes ingresos de la pensión anual que le enviaba su padre (cuya muerte, en 1933, supuso para el escritor una dura experiencia), hasta que en 1937 se estableció definitivamente en París.
En 1942, y después de haberse adherido a la Resistencia, tuvo que huir de la Gestapo para afincarse en el sur de Francia, que estaba libre de la ocupación alemana, donde escribió su novela Watt. Finalizada la contienda, se entregó de lleno a la escritura: terminó la trilogía novelística Molloy, Malone muere y El innombrable, y escribió dos piezas de teatro. Aunque utilizaba indistintamente el francés o el inglés como lenguas literarias, a partir de 1945 la mayoría de su producción está escrita en francés, y él mismo vertió sus obras al inglés.
La difícil tarea de encontrar editor no se resolvió hasta 1951, cuando su compañera, Suzanne Deschevaux-Dumesnil, que más tarde se convertiría en su esposa, encontró uno para Molloy. El éxito relativo de esta novela propició la publicación de otras, y en especial dio pie a la representación deEsperando a Godot en el teatro Babylone de París; el resonante éxito de crítica y público que obtuvo la obra le abrió las puertas de la fama.
Su ruptura con las técnicas tradicionales dramáticas y la nueva estética que proponía le acercaban al rumano E. Ionesco, y suscitó la etiqueta de «anti-teatro» o «teatro del absurdo«. Se trata de un teatro estático, sin acción ni trucos escénicos, con decorados desnudos, de carácter simbólico, personajes esquemáticos y diálogos apenas esbozados. Es la apoteosis de la soledad y la insignificancia humanas, sin el menor atisbo de esperanza.
Se considera en general que su obra maestra es Esperando a Godot (1953). La pieza se desarrolla en una carretera rural, sin más presencia que la de un árbol y dos vagabundos, Vladimir y Estragón, que esperan, un día tras otro, a un tal Godot, con quien al parecer han concertado una cita, sin que se sepa el motivo. Durante la espera dialogan interminablemente acerca de múltiples cuestiones, y divagan de una a otra, con deficientes niveles de comunicación.
En otra de sus piezas, Días felices (1963, escrita en inglés en 1961), lo impactante es su original puesta en escena: la cincuentona Winnie se halla enterrada prácticamente hasta el busto en una especie de promontorio. Habla y habla sin tregua, mientras su marido Willie, siempre cerca pero siempre ausente, se limita a emitir de vez en cuando, como réplica o asentimiento, un gruñido. Winnie repite a diario los mismos actos, recuenta las pertenencias de su bolso, siempre idénticas, y, sobre todo, recuerda las mismas cosas triviales e intrascendentes, pero que constituyen sus «días felices».
El teatro de Beckett adquiere tonos existencialistas, en su exploración de la radical soledad y el desamparo de la existencia humana y en la drástica reducción del argumento y los personajes a su mínima expresión, lo cual se refleja así mismo en su prosa, austera y disciplinada, aunque llena de un humor corrosivo. En el año 1969 fue galardonado con el Premio Nobel de Literatura.
BIOGRAFÍAS Y VIDAS
Eso que llaman el amor es el exilio,
con una postal del país de vez en cuando.
Samuel Beckett
Beckett
Por Juan García Ponce
Juan García Ponce glosa la vida de una de las figuras centrales de la literatura del siglo XX, bamuel Beckett, bajo la cómplice óptica de su camarada James Knowlson.
Letras Libres, julio de 2000
Samuel Beckett es nuestro siguiente autor y la biografía de su amigo James Knowlson debe ser nuestro tema. James Knowlson es muy buen escritor y la biografía, por tanto, muy amena. Él quería escribirla en vida de Beckett, pero nos dice que, con su característica modestia, Beckett le pidió escribirla póstumamente para así sentirse más libre al no poder pensar que él iba a leerla. Esta biografía nos informa del nacimiento de Samuel Beckett en el seno de una familia protestante, el 13 de abril de 1906.
Tuvo un hermano mayor, Frank, y sus padres fueron William Beckett y May Beckett. Su hogar era próspero y su infancia feliz. La descripción de los largos paseos de la familia junto al mar es muy bella. Samuel (a quien el narrador llama casi siempre Sam) fue un excelente nadador, buen deportista en la escuela y magnífico alumno. Hay muchas anécdotas sobre sus maestros, especialmente acerca de Rudmose Brown, figura definitiva y que más adelante hasta serviría de modelo en una obra de ficción publicada póstumamente. Desde el principio se sabe que Frank será el comerciante de la familia y Samuel el intelectual, aunque al terminar sus estudios en el Trinity College y empezar a dar clases se da cuenta de que aborrece la docencia y empiezan las dificultades. La relación de Beckett con su madre es cada vez más conflictiva. Él en Dublín todavía hasta se psicoanaliza. En cambio tiene muchas novias y muy bellas. Los nombres son múltiples sin dejar de ser siempre seductores hasta como nombres. Pero debemos destacar el de Peggy Sinclair. Ella quiere ser cantante. Su familia se traslada a Kasel y Beckett la sigue. Otro motivo de pleito con su madre. Sin embargo, los años de aprendizaje de Beckett son tan envidiables como su magnífica educación. Habla francés y alemán con fluidez, toca el piano, le gusta la música, la pintura, le apasiona la Divina comedia de Dante y muy pronto ya vive en París como alumno de la prestigiosa École Normale Supérieure.
Ahí los miembros son considerados una élite; pero las condiciones higiénicas del edificio en el que se alojan los miembros de esa élite dejan mucho que desear para alguien tan acostumbrado a otra cosa como Beckett, aunque, asimismo, la disciplina es muy relajada y Beckett llega muchas veces cuando las puertas ya están cerradas y tiene que saltarse la barda. Ya había escrito su breve y magistral ensayo sobre Proust, quizá el más iluminador de todos los ensayos escritos sobre ese autor.
Ahí los miembros son considerados una élite; pero las condiciones higiénicas del edificio en el que se alojan los miembros de esa élite dejan mucho que desear para alguien tan acostumbrado a otra cosa como Beckett, aunque, asimismo, la disciplina es muy relajada y Beckett llega muchas veces cuando las puertas ya están cerradas y tiene que saltarse la barda. Ya había escrito su breve y magistral ensayo sobre Proust, quizá el más iluminador de todos los ensayos escritos sobre ese autor.
En 1930 Beckett conoce a James Joyce, a quien admiraba desde hacía mucho tiempo. Joyce había publicado Ulises ocho años atrás y estaba embarcado en la difícil empresa de realizar Finnegans Wake. Beckett entra al cerrado círculo de sus amigos y llega a ser su secretario. Si podemos entender el método que hace a Finnegans Wake ilegible se debe a que en esta biografía se nos revelan los sucesos privados que llevan a Joyce a inventar una palabra. Pero hay que ser chismosos a pesar de lo que Beckett advierte con respecto a su ensayo sobre Proust. Richard Ellman, tan supuestamente enterado de todo sobre Joyce, no dice en su biografía, donde habla de la persecución de Lucia Joyce a Beckett, que éste había salido a cenar con ella por lo menos en dos ocasiones. Tal vez el principal interés de Beckett era Joyce mismo, pero... Beckett ayuda mucho a Joyce como secretario y como amigo. En la biografía de James Knowlson se nos habla tanto de lecturas hechas para ayudar a Joyce y bajo sus órdenes, como de que Beckett acompañaba a Joyce a pasear y a muchas fiestas ayudándolo cuando éste ya estaba casi ciego, con mucho disimulo y un cariñoso cuidado a partir del conocimiento de la susceptibilidad de Joyce sobre su mala vista. Sin embargo, cuando el acoso de Lucia es cada vez más definitivo Beckett la evita. Lucia se queja con Nora y ésta consigue, como nos cuenta también Richard Ellman, que Joyce cumpla con sus obligaciones de padre declarando a Beckett persona non grata. Joyce se da cuenta cada vez más del lamentable estado de su hija y poco a poco Beckett vuelve a ser parte del círculo de amigos de Joyce.
No hemos mencionado la afición desmedida de Beckett por las bebidas alcohólicas. Ésta existe desde que es alumno en la École Normale Supérieure y es muy fuerte. En su biografía se nos cuenta que llegó tan borracho a su cuarto cuando era joven todavía que al día siguiente ni siquiera pudo hallar sus lentes. También se escribe sobre sus múltiples amantes, entre las cuales se cuenta nada menos que la rica heredera Peggy Guggenheim. Ella se vestía muy mal, andaba casi siempre con sandalias y calcetines abajo, era muy fea y nada casta. Puede decirse que Beckett es uno más en su larga colección, y no obstante su romance es apasionado.
Después de esa vida azarosa Beckett vive con Suzanne Deschevaux-Dumesnil, seis años mayor que él. Ponen un departamento en París. Luego Hitler ya está en el poder. Beckett había sido testigo del nacimiento del nazismo durante un viaje a Alemania y siempre durante ese viaje opinó que Hitler era una figura ridícula. Pronto se declara la Segunda Guerra Mundial y Francia se rinde casi inmediatamente. Beckett y su mujer tienen que huir, lo hacen con James Joyce y su familia. Éste encuentra refugio en Suiza; pero Beckett no tiene la fama de Joyce. Se refugia en la zona libre otorgada a Francia después de que Petain firmó la paz. Se va a Arcachon, donde juega interminablemente ajedrez con Marcel Duchamp, quien siempre le ganaba, y con otro con el que las partidas eran más parejas. Pero muy pronto Beckett y su mujer sienten que su obligación es regresar a París. Ahí, por supuesto, se unen a la resistencia, son descubiertos y antes de que los detengan abandonan París de nuevo. El resto de la guerra Beckett lo pasará como refugiado en un lugar remoto en las montañas. Después, apenas Alemania se rinde, regresan a París. Son los años difíciles de la posguerra y la pareja apenas tiene qué comer, no hay calefacción y se pasa un frío terrible. Beckett, que durante la guerra no ha escrito nada, se siente ahora obligado a hacerlo. Escribe sin quitarse ni el abrigo ni los guantes. Confieso que a mí su famosa trilogía no me gusta nada. En tanto, Beckett, quien había vuelto a Dublín cuando su padre muere, va ahora a esa ciudad mucho más seguido. Es testigo de la muerte de su madre y su hermano. Todas esas muertes le causan un profundo dolor.
Y de pronto la fama llega con Esperando a Godot, que Beckett dice haber escrito muy rápidamente. Después sigue Fin de partida, otra obra de teatro, y Krapp's Last Tape (debe traducirse por La última cinta de Krapp; pero a mí esa traducción me resulta ambigua. ¿Cinta de qué, del pelo, una cinta cualquiera o lo que es en verdad una cinta de audio o de grabación? Tal vez por eso me resulta más fácil aprender idiomas que traducirlos). La última obra de teatro de Beckett es sólo una boca que da un grito. Yo suponía que esa boca sería una boca de escenografía y el grito estaría grabado. Leyendo esta biografía me entero de que Beckett usó a una actriz de la cual sólo se veía la boca y que es la que debería gritar. ¡Cuántas dificultades para lograr ver sólo la boca de la infeliz actriz! Muchísimo más tiempo de lo que dura la obra se emplea en lograr este recurso. No es extraño por parte de alguien que empezó viendo cómo se escribía Finnegans Wake. Se supone que Beckett nos quiere decir con esto que es el final de la literatura, o sea, el término de la literatura: un grito y después el silencio. Asimismo, después de esa obra Beckett guarda silencio en tanto escritor. A mí sólo me gusta Esperando a Godot; pero esos son mis gustos. No pretendo imponérselos a nadie. Beckett recibió hasta el Premio Nobel de Literatura. Las malas lenguas dicen que se lo dieron porque no se lo habían dado a James Joyce y la Academia Sueca se sentía culpable. Ni con eso logran borrar los múltiples errores que han cometido. Empezaron no dándoselo a Tolstoi y así siguieron, unas veces le atinan y otras no. Cuando sus gustos coinciden con los de uno, tienen toda nuestra aprobación; cuando no, siempre queda hacerles reproches. Ese es el destino de todos los premios. Él lo aceptó. No fue a recogerlo por su tradicional "timidez" y repartió el dinero recibido entre amigos necesitados. Después de guardar silencio como escritor se dedicó a dirigir sus propias obras de teatro, en Alemania sobre todo. Después, se retiró. Siempre fue generoso, le gustaba comer bien y beber bien.
Cuando murió su mujer, el 17 de julio de 1989, Beckett ya estaba en una especie de hospital para ancianos, no lujoso pero sí cómodo, con cuarto propio y absoluta independencia. Pudo salir para asistir al entierro de su mujer con la cual, ironía de ironías, se había casado legalmente, tal como lo hizo Joyce, para poder heredarla, y él mismo muere el 22 de diciembre de ese año. Fue enterrado un día después de la Navidad. Su entierro fue extremadamente sencillo y a él asistieron sólo unos cuantos amigos ¿Fue un gran escritor? Para mí no, en cambio fue una persona encantadora y es un placer leer su biografía.
No hemos mencionado la afición desmedida de Beckett por las bebidas alcohólicas. Ésta existe desde que es alumno en la École Normale Supérieure y es muy fuerte. En su biografía se nos cuenta que llegó tan borracho a su cuarto cuando era joven todavía que al día siguiente ni siquiera pudo hallar sus lentes. También se escribe sobre sus múltiples amantes, entre las cuales se cuenta nada menos que la rica heredera Peggy Guggenheim. Ella se vestía muy mal, andaba casi siempre con sandalias y calcetines abajo, era muy fea y nada casta. Puede decirse que Beckett es uno más en su larga colección, y no obstante su romance es apasionado.
Después de esa vida azarosa Beckett vive con Suzanne Deschevaux-Dumesnil, seis años mayor que él. Ponen un departamento en París. Luego Hitler ya está en el poder. Beckett había sido testigo del nacimiento del nazismo durante un viaje a Alemania y siempre durante ese viaje opinó que Hitler era una figura ridícula. Pronto se declara la Segunda Guerra Mundial y Francia se rinde casi inmediatamente. Beckett y su mujer tienen que huir, lo hacen con James Joyce y su familia. Éste encuentra refugio en Suiza; pero Beckett no tiene la fama de Joyce. Se refugia en la zona libre otorgada a Francia después de que Petain firmó la paz. Se va a Arcachon, donde juega interminablemente ajedrez con Marcel Duchamp, quien siempre le ganaba, y con otro con el que las partidas eran más parejas. Pero muy pronto Beckett y su mujer sienten que su obligación es regresar a París. Ahí, por supuesto, se unen a la resistencia, son descubiertos y antes de que los detengan abandonan París de nuevo. El resto de la guerra Beckett lo pasará como refugiado en un lugar remoto en las montañas. Después, apenas Alemania se rinde, regresan a París. Son los años difíciles de la posguerra y la pareja apenas tiene qué comer, no hay calefacción y se pasa un frío terrible. Beckett, que durante la guerra no ha escrito nada, se siente ahora obligado a hacerlo. Escribe sin quitarse ni el abrigo ni los guantes. Confieso que a mí su famosa trilogía no me gusta nada. En tanto, Beckett, quien había vuelto a Dublín cuando su padre muere, va ahora a esa ciudad mucho más seguido. Es testigo de la muerte de su madre y su hermano. Todas esas muertes le causan un profundo dolor.
Y de pronto la fama llega con Esperando a Godot, que Beckett dice haber escrito muy rápidamente. Después sigue Fin de partida, otra obra de teatro, y Krapp's Last Tape (debe traducirse por La última cinta de Krapp; pero a mí esa traducción me resulta ambigua. ¿Cinta de qué, del pelo, una cinta cualquiera o lo que es en verdad una cinta de audio o de grabación? Tal vez por eso me resulta más fácil aprender idiomas que traducirlos). La última obra de teatro de Beckett es sólo una boca que da un grito. Yo suponía que esa boca sería una boca de escenografía y el grito estaría grabado. Leyendo esta biografía me entero de que Beckett usó a una actriz de la cual sólo se veía la boca y que es la que debería gritar. ¡Cuántas dificultades para lograr ver sólo la boca de la infeliz actriz! Muchísimo más tiempo de lo que dura la obra se emplea en lograr este recurso. No es extraño por parte de alguien que empezó viendo cómo se escribía Finnegans Wake. Se supone que Beckett nos quiere decir con esto que es el final de la literatura, o sea, el término de la literatura: un grito y después el silencio. Asimismo, después de esa obra Beckett guarda silencio en tanto escritor. A mí sólo me gusta Esperando a Godot; pero esos son mis gustos. No pretendo imponérselos a nadie. Beckett recibió hasta el Premio Nobel de Literatura. Las malas lenguas dicen que se lo dieron porque no se lo habían dado a James Joyce y la Academia Sueca se sentía culpable. Ni con eso logran borrar los múltiples errores que han cometido. Empezaron no dándoselo a Tolstoi y así siguieron, unas veces le atinan y otras no. Cuando sus gustos coinciden con los de uno, tienen toda nuestra aprobación; cuando no, siempre queda hacerles reproches. Ese es el destino de todos los premios. Él lo aceptó. No fue a recogerlo por su tradicional "timidez" y repartió el dinero recibido entre amigos necesitados. Después de guardar silencio como escritor se dedicó a dirigir sus propias obras de teatro, en Alemania sobre todo. Después, se retiró. Siempre fue generoso, le gustaba comer bien y beber bien.
Cuando murió su mujer, el 17 de julio de 1989, Beckett ya estaba en una especie de hospital para ancianos, no lujoso pero sí cómodo, con cuarto propio y absoluta independencia. Pudo salir para asistir al entierro de su mujer con la cual, ironía de ironías, se había casado legalmente, tal como lo hizo Joyce, para poder heredarla, y él mismo muere el 22 de diciembre de ese año. Fue enterrado un día después de la Navidad. Su entierro fue extremadamente sencillo y a él asistieron sólo unos cuantos amigos ¿Fue un gran escritor? Para mí no, en cambio fue una persona encantadora y es un placer leer su biografía.
Letras Libres
No me gustan los animales.
Es una cosa extraña, no me gustan los hombres
ni me gustan los animales.
En cuanto a Dios, él está empezando a disgustarme.
Samuel Beckett
Beckett, ese pájaro negro y solitario
La biografía de Anthony Cronin sigue los derroteros de un escritor desgarrado cargado de humor
Obtuvo el Premio Nobel en 1969
En el libro que Enrique Vila-Matas dedicó a los años que pasó en París cuenta que un día, paseando por los jardines de Luxemburgo, divisó en una alameda secundaria a “un pájaro negro y solitario, casi inmóvil, leyendo el periódico”. Ahora aparece en España una de las mejores biografías dedicadas a aquel singular caballero, la que el irlandés Anthony Cronin publicó en 1997 y que es, seguramente, la que mejor reconstruye los pasos que fue dando ese “pájaro negro y solitario” hasta que conquistó su propia voz, una de las más poderosas y desamparadas del siglo XX y que le valió recibir el Premio Nobel de Literatura en 1969. Samuel Beckett. El último modernista (La UñA RoTa, traducido por Miguel Martínez-Lage) empieza por lo más lejano. “Yo tengo un recuerdo claro de mi existencia fetal”, contó Beckett alguna vez. “Fue una existencia en la que ninguna voz, ningún movimiento posible podía liberarme de la agonía y las tinieblas a las que estaba sujeto”. A partir de ahí, va siguiendo meticulosamente sus pasos hasta el día de su muerte, el 22 de diciembre de 1989.
“Tuvo sentimientos encontrados con respecto a su madre, pero tuvo un considerable afecto por su padre”, escribe Cronin. Samuel fue el segundo hijo de una familia acomodada que vivía en Foxrock, un barrio residencial de Dublín, donde nació el 13 de abril de 1906. Tímido, reservado, enfermizo, solitario, no supo llevar bien la rigurosa educación y la extrema frialdad que su madre imponía en casa, de ahí que recordara su estancia en el Portora Royas School, el internado al que fue enviado en 1920, como “los últimos años realmente felices en mucho tiempo”. En aquella institución, chapada a la antigua, fue realmente popular. Le costaba relacionarse con sus compañeros pero triunfó como deportista. Destacó sobre todo en el críquet, pero practicó también el rugby e, incluso, el boxeo. Nadaba estupendamente, jugaba al tenis y al golf, más adelante tuvo una moto. Sorprende que alguien tan volcado en los deportes escribiera posteriormente tan lúgubres diagnósticos sobre la condición humana, como este apunte de un breve texto de 1957: “No, no me arrepiento de nada, lo único que me fastidia es haber nacido, es tan largo, morir, siempre lo he dicho, tan cansado a la larga”.
Ese fue, sin embargo, el tono de su obra: la desolación, un radical pesimismo, la brutal certeza de la ausencia total de cualquier sentido. Todo eso servido, ciertamente, con un peculiar sentido del humor (lo calificaron de “crudo” cuando empezó a publicar). Estudió en el Trinity College de Dublín entre 1923 y 1927 y se licenció en filología moderna. Consiguió una plaza como lector de inglés en la École Normale Supérieure y llegó a París, entonces el centro de las vanguardias, en 1928. Allí conoció a James Joyce, que fue decisivo para su futura dedicación a la literatura. Era tal la proximidad entre ambos escritores, ambos irlandeses y miopes que cuando estaban a solas, cuenta Cronin, “uno de sus principales métodos de comunicación eran los silencios mutuos, como dijera Beckett, ‘dirigidos el uno al otro”.
La vida de Beckett estuvo llena de desplazamientos antes de que se instalara en Francia de manera definitiva a partir de noviembre de 1937, y decidiera unos años después escribir el grueso de su obra en francés. Cronin lo sigue de manera escrupulosa, va dando cuenta de cada una de sus amistades y amoríos, disecciona sus obsesiones, analiza cada nuevo texto que escribe, y muestra el desgarro íntimo que lo acompañó todo el tiempo: liberarse de Irlanda aun cuando llevara clavado su paisaje como un rasgo insoslayable de su mirada. Cultivó los círculos intelectuales de los lugares por los que fue pasando aun cuando nunca formara parte de grupo alguno, fue gran amigo de Giacometti —“los dos eran aves nocturnas y adictos a las caminatas”— y amante, “reticente” según Cronin, de Peggy Guggenheim. Suzanne Deschevaux-Dumesnil, seis años mayor que él, fue la mujer decisiva. “Ella me convirtió en un hombre”, dijo Beckett, “ella me salvó”. Pasaba una época difícil, bebía mucho, no trabajaba, un día fue apuñalado por un proxeneta.
Gracias a la influencia de Suzanne empezó a ser más un ciudadano francés que un irlandés exiliado. En septiembre de 1938 todo el mundo, incluso alguien tan apolítico como Beckett, sabía que habría guerra. Tuvo noticias de la crueldad y la virulencia del antisemitismo nazi y un día decidió saber qué contenía Mein Kampf, el libro de Hitler. Un tiempo después de la ocupación de París, empezó a colaborar con la Resistencia. Cuando terminó el horror que dejó el mundo sembrado de cadáveres fue condecorado con la Croix de Guerre.
“Molloy y todo lo que vino después fue posible el día en que tomé conciencia de mi propia estupidez. Entonces empecé a escribir lo que sentía”, explicó Beckett años más tarde refiriéndose a la primera novela de su trilogía más célebre. La escribió, como otras de sus grandes obras, en un periodo de máxima creatividad, el que va de los años 1946 a 1950.
Esperando a Godot fue la obra que lo encumbró y le permitió llevar su universo de seres abandonados y perdidos al gran público. “El cuaderno escolar en el que se escribió a toda velocidad y sin apenas enmiendas lleva la fecha del 9 de octubre de 1948 en la primera hoja y del 29 de enero de 1949 en la última”, cuenta Cronin. A partir de entonces, siguió escribiendo de manera infatigable, pero los cimientos de su literatura eran ya inconmovibles. Todavía tuvo un gran amor (Barbara Bray) aunque siguió con Suzanne, y, claro, no dejó de beber. Cuando le otorgaron el Nobel en 1969 lo consideró “una catástrofe”. Nunca le había interesado ese tipo de gloria.
Un hombre frágil en la resistencia
J. A. R.
Anthony Cronin es muy preciso en su biografía cuando describe los achaques de Samuel Beckett. Aunque advierte que seguramente muchos de sus males eran de origen psicosomático, apunta que “era propenso a sufrir agudos trastornos estomacales, fiebres, resfriados, palpitaciones, náuseas, forúnculos, quistes sebáceos, erupciones faciales y otras complicaciones”. El propio Beckett, que lo mismo podía pasarse horas sentado en un parque que caminando infatigable de un lugar a otro, reconocía haber estado deprimido, “como cabe esperar en una coliflor llena de gusanos”.
Sus frágiles nervios no fueron ningún obstáculo para que trabajara con la Resistencia poco después de que los alemanes ocuparan París durante la II Guerra Mundial. Se dedicó a tareas de información dentro de una célula que se llamó Gloria. Cuando fue desmantelado, y cayeron muchos de sus integrantes, huyó a Roussillon, donde llegó con su mujer tras una agotadora caminata. Estuvo a punto de participar en una emboscada contra una columna enemiga. Tuvo entonces una pistola en las manos, pero los alemanes nunca pasaron por allí.
Samuel Beckett, el último modernista. Anthony Cronin. Traducción de Miguel Martínez-Lage. La uÑa RoTa. Madrid.
Las relaciones de Peggy Guggenheim y Samuel Beckett
Las relaciones de Peggy Guggenheim y Samuel Beckett
Los modales torpes de Beckett
Pensemos en las horas en que, abrazados, en la oscuridad, nuestros corazones entristeciéndose al unísono, escuchamos decir al viento lo que es estar fuera, por la noche, en invierno, y lo que es haber sido lo que nosotros hemos sido, y naufraguemos juntos en una desgracia sin nombre, apretujándonos.
Samuel Beckett
BIBLIOGRAFÍA
TEATRO- Eleutheria (1940s; publicada en 1995)
- Esperando a Godot (1952)
- Acto sin palabras I (en inglés Act Without Words I, 1956)
- Acto sin palabras II (en inglés Act Without Words II, 1956)
- Final de partida (1957)
- La última cinta (Krapp's last tape, fue escrita en inglés y adaptada por Beckett al francés como La dernière bande, 1958)
- Rough for Theatre I (late 1950s)
- Rough for Theatre II (late 1950s)
- Los días felices ("Happy days" fue escrita en inglés y luego traducida al francés por Beckett como Oh les beaux jours, 1960)
- Play (1963)
- Come and Go (1965)
- Breath (performance, 1969)
- Not I (1972)
- That Time (1975)
- Footfalls (1975)
- A Piece of Monologue (1980)
- Rockaby (1981)
- Ohio Impromptu (1981)
- Catastrophe (dedicada a Václav Havel, 1982)
- What Where (1983)
NOVELAS
- Dream of Fair to Middling Women (1932; publicada en 1992)
- Murphy (en inglés, 1938)
- Watt (1945, en inglés, publicada en 1953)
- Mercier and Camier (1946, en inglés; publicada 1974)
- Molloy (1951)
- Malone muere (1951)
- El innombrable (1953)
- Cómo es (experimento literario radical, 1961)
NOVELA CORTA
- The Expelled (1946)
- The Calmative (1946)
- The End (1946)
- The Lost Ones (1971)
- Compañía (1979)
- Ill Seen Ill Said (1981)
- Worstward Ho (1984)
CUENTO
- More Pricks Than Kicks (1934)
- Stories and Texts for Nothing (1954)
- Primer amor (sketch de cine cómico mudo, 1973)
- Fizzles (1976)
- Stirrings Still (1988)
POESÍA
- Whoroscope (1930)
- Echo's Bones and other Precipitates (1935)
- Collected Poems in English (1961)
- Collected Poems in English and French (1977)
- What is the Word (1989)
ENSAYO
- Proust (1931)
- Three Dialogues (con Georges Duthuit y Jacques Putnam) (1958)
- Disjecta (1983)
TRADUCCIONES
- Negro: an Anthology (Nancy Cunard, editora (1934)
- Anna Livia Plurabelle (de James Joyce, traducción al francés por Beckett y otros) (1931)
- Anthology of Mexican Poems (Octavio Paz, editor) (1958)
- The Old Tune (Robert Pinget) (1963)
- What Is Surrealism?: Selected Essays (André Breton)
RADIO
- All That Fall (1956)
- From an Abandoned Work (1957)
- Pavesas (Embers, fue escrita en inglés, versión francesa por Robert Pinget y el propio Beckett, titulada: Cendres, 1959)
- Rough for Radio I (1961)
- Rough for Radio II (1961)
- Words and Music (1961)
- Cascando (1962)
CINE
- Film 1964, (rodada por Alan Schneidor, cuyo actor principal es Buster Keaton)
TELEVISIÓN
- Eh Joe (pieza escrita para la BBC y presentada en 1966)
- Ghost Trio (1975)
- ... but the clouds... (1976)
- Quad (1981)
- Nacht und Träume (1982)
OBRAS DE BECKETT EN ESPAÑOL
- El Innombrable (Alianza, 1971)
- Detritus (Tusquets, 1978)
- Residua (Tusquets, 1981)
- Textos para nada (Tusquets, 1983)
- Primer amor (Tusquets, 1984)
- Sin_El despoblador (Tusquets, 1984)
- Fin de partida (Tusquets, 1986)
- Pavesas (obras breves de teatro, TV y radio - Tusquets, 1987)
- Relatos (Tusquets, 1987)
- Esperando a Godot (Tusquets, 1988)
- Mercier y Camier (Lumen, 1989)
- Manchas en el silencio (Tusquets, 1990)
- Murphy (Lumen, 1990)
- Belacqua en Dublín (Lumen, 1991)
- Cómo es (Debate, 1991)
- Watt (Lumen, 1994)
- Molloy (Altaya, 1995)
- Los días felices (Altaya, 1996; Cátedra, 1989)
- Eleutheria (Tusquets, 1996)
- Quiebros y poemas (Ardora, 1998)
- Compañía (Anagrama, 1999)
- Film (Tusquets, 2001)
- Rumbo a peor (Lumen, 2001)
- Malone muere (Alianza, 2002)
- A vueltas quietas (La Uña Rota, 2004)
- Deseos del hombre - Carta alemana (La Uña Rota, 2004)
- Teatro reunido (Eleutheria - Esperando a Godot - Fin de partida - Pavesas - Film, Tusquets, 2006)
- La capital de las ruinas - F-- (La Uña Rota, 2007)
- Obra poética completa (Hiperión, 2007)
- Primer amor (Lleonard Muntaner, 2010)
- Sueño con mujeres que ni fu ni fa (Tusquets, 2011)