Stanley Kubrick
(1928 - 1999)
Nació el 26 de julio de 1928 en el Bronx, Nueva York
Comenzó a trabajar como reportero en la revista Look convirtiéndose en uno de los fotógrafos más prestigiosos del país. En 1950 abandonó la fotografía y realiza su primer cortometraje, que reflejaba un día en la vida de un boxeador (Walter Cartier), Days of fight (Días de lucha, 1950), un documental de quince minutos que le compró la RKO Pathé
El que se convertiría en uno de los cineastas más perfeccionistas y difíciles de la historia. Rodó su primer largo con dinero prestado, Miedo y deseo
Stanley Kubrick controlaba todo el proceso de producción de sus trabajos, supervisa el doblaje de sus películas a otros idiomas, y salvo ocasiones excepcionales, nunca permitió que se proyecten por televisión. Además, al abordar cualquier tipo de género, dota a sus películas de una fuerza creativa que lo libera de la dependencia de los grandes estudios. Fue candidato al Oscar en varias ocasiones y lo recibió en 1968 por losmejores efectos visuales en su película 2001: Una odisea del espacio.
Kubrick falleció el 7 de marzo de 1999 en Harpenden, Hertfordshire, Inglaterra, de un ataque al corazón cuando daba los últimos toques a Eyes wide shut, su último trabajo, en el que participaron con Nicole Kidman y Tom Cruise
Fobia
El director Stanley Kubrick sufría de pteromeranofobia (miedo a volar). Dijo: "A lo largo del tiempo, he descubierto que no me gustaba volar, y he reparado en comprometedores márgenes de seguridad de la aviación comercial de los que nunca se habla en la publicidad de las aerolíneas. Así que he decidido viajar por mar, y jugármela con los iceberg". Curiosamente, de joven se le aprobó una licencia para pilotar aeronaves de un solo motor; según él, eso sólo contribuyó a aumentar su desconfianza hacia los aviones.
Stanley Kubrick, inoportuno
Cada vez que el director Stanley Kubrick tenía una duda con el guión de "El resplandor" llamaba al escritor Stephen King, fuese la hora que fuese, como cuando le despertó a las 3 de la madrugada para preguntarle si creía en Dios.
Kubrick quería IBM
El director estadounidense Stanley Kubrick quería para su película "2001: Una odisea del espacio" que el ordenador "protagonista" fuera de la marca IBM, pero la compañía se negó. Se dice que entonces seleccionó las tres letras anteriores a IBM, naciendo así el ordenador más famoso de la historia del cine: HAL. Significa también Hardware Abstraction Level, Nivel de abstracción de hardware y éste es el encargado de mostrarnos las pantallitas azules que Windows muestra en los errores importantes.
EL RESPLANDOR Y SU SINIESTRA HABITACIÓN 237
Por Salva Torres
El resplandor, de Stanley Kubrick. Debate moderado por Oscar Cortijo. Ponentes: Begoña Siles, Francisco Santolaya, Pedro Lainez, Ricardo Bonet y Daniel Gascó
Colegio de Psicólogos de la Comunidad Valenciana
C / Alberique, 35. Valencia
Viernes 24 de mayo, a las 19.30 horas
El resplandor, la magnífica película de Stanley Kubrick realizada en 1980, lleva implícito en su título esa cegadora luz, tras la que luego veremos que se esconde una experiencia traumática. Suele ocurrir, como apuntó Freud, que lo que expulsamos por la puerta de la razón, entra luego por la ventana del inconsciente. O lo que viene a ser lo mismo: la negación de ciertos hechos suele conllevar inesperados y muchas veces crueles retornos. Es lo que sucede en El resplandor, donde cierto pasado traumático, que se quiso velar, irrumpe con siniestra violencia.
Desde un principio nos lo advierten: el Hotel Overlook está construido sobre un cementerio indio, que ya fue objeto en su día de dura y encarnizada controversia. No sólo eso, en la habitación 237 del propio hotel tuvo lugar un terrible suceso: un padre perdió la razón y asesinó con un hacha a su mujer y sus dos hijas. Nada de todo ello impide a Jack Torrance (Jack Nicholson) aceptar el trabajo de regentar a solas el espacio, junto a su mujer Wendy (Shelley Duvall) y su hijo Danny (Danny Lloyd), durante el duro invierno. Y no lo impide porque, de hecho, el propio Jack llega a ese hotel queriendo poner distancia con su pasado: sabremos que cierta energía incontrolable le martiriza.
Todos esos pasados juntos y revueltos, toda esa violencia mal encauzada, irán desencadenando la locura de Jack, fruto de su incapacidad para transformar la energía (auto)destructiva en caudal más fecundo. De hecho, será incapaz de escribir el libro al que dedica buena parte de su tiempo en el hotel. En su lugar, la repetición incesante de una misma frase: “All work and no play makes Jack a dull boy”. La traducción española dejó en “No por mucho madrugar amanece más temprano”, lo que en el inglés original resulta mucho más elocuente: “Sólo trabajo y nada de juego hacen de Jack un chico gris”. De cualquier manera, lo importante es subrayar la impotencia creativa de Jack, ligada a su manifiesta violencia.
En el centro mismo de la película, en su ecuador, se halla una secuencia ejemplar. Aquella en la que Jack descubre, entrando en la habitación 237, a una bella mujer desnuda saliendo del baño. Cuando la abrace, el placer inicial dará paso a la repulsión por ese cuerpo de repente envejecido y masacrado. Lo bello y lo siniestro: el resplandor y la muerte. Cuanto acontece en la película tiene mucho que ver con ello: con ese cuerpo de mujer deseable, al tiempo que causante de un terror angustioso.
A Jack el resplandor de ese cuerpo le seduce, magnetizado por su presencia allí donde cierto crimen tuvo lugar. Es decir, allí donde la sangre fue abundantemente derramada, comparece esa mujer cuya desnudez vela el fondo criminal de la habitación 237. Jack acude a su encuentro para descubrir impotente la transformación de ese cuerpo inexplicablemente marchito. De manera que lo que iba a ser un satisfactorio encuentro sexual, se torna lacerante pesadilla. O lo que viene a ser lo mismo: el encuentro sexual, lejos de consumarse, da pie a otro encuentro menos amable y más cercano a lo real de la muerte.
Jack se pasará el tiempo intentando escribir un libro. Dijo que aprovecharía tanto tiempo en soledad para hacerlo. He ahí su deseo. Pero cierto exceso de energía, proveniente de un pasado que le llevará a esa habitación criminal y al laberinto donde conocerá la muerte, se lo impide. La máquina de escribir no escupirá más que una sola y machacona frase: “All work and no play makes Jack a dull boy”. Frase que, además de la traducción ya señalada, podría interpretarse así: “Sólo trabajo sin obra final hace de Jack un chico gris”. Porque play puede ser sin duda juego, pero también obra dramática o relato, algo que no conseguirá Jack, atrapado en el sinsentido de un tiempo pasado. El mismo que cerrará la película, con esa fotografía fechada un 4 de julio de 1921, con Jack en el centro de la imagen. Ninguna salida posible en El resplandor, que no sea la circular y siniestra muerta.
MAKMA
Jack Nicholson en El resplandor |
Obsesionados por las obsesiones
de Stanley Kubrick
El documental ‘Room 237’ rastrea las disparatadas teorías sobre ‘El resplandor’
IRENE CRESPO Nueva York 6 ABR 2013 - 00:07 CET
Todo empezó como comienza todo últimamente: en Internet y las redes sociales. El productor Tim Kirk le envió a su amigo y director Rodney Ascher, a través de Facebook, un enlace a un artículo con una “dramática interpretación” de El resplandor, la obra maestra de terror de Stanley Kubrick. “Hablaba del espacio exterior, el Apolo 11, la Guerra Fría… y a partir de ella empecé a buscar más”, explica Ascher sobre su documental, Room 237, en el que él y Kirk comparten algunas de las diferentes y, casi siempre, disparatadas teorías que encontraron por la Red sobre el largometraje de Kubrick.
Recién estrenado en Estados Unidos (después de pasar por Sundance, Cannes, Toronto y Sitges), el título Room 237 hace referencia a la habitación a la que tiene prohibido entrar Danny, cuyo número Kubrick no eligió por casualidad, dice Jay Weidner, uno de los teóricos: era el número del estudio en el que el director rodó la presunta llegada del hombre a la Luna, a la que desde la Tierra hay 237.000 millas. Que Kubrick supuestamente se descubriera así como quien engañó al mundo con el aterrizaje del Apolo 11 es quizá la reflexión más loca y divertida de las que Room 237 va desvelando como un thriller en sí mismo a través de las voces en off de sus autores superpuestas a secuencias de El resplandor. “Es genial que no se vean nuestras caras”, dice Bill Blakemore, corresponsal de la cadena ABC y uno de los entrevistados en el documental, que cree que Kubrick llenó la película de referencias al genocidio de los indios americanos. “Después de la presentación, olvidas quién está hablando, quién dice qué”. Junto a Blakemore, Geoffrey Cocks, profesor de la universidad de Albion (Michigan) y autor de The wolf at the door: Stanley Kubrick, history and the Holocaust,cuenta que Kubrick llenó su película de pistas sobre el Holocausto; Julie Kearns, dramaturga, habla de ventanas imposibles, minotauros… “Ascher nos ha dado a las cinco voces la misma credibilidad y respeto y lo que ha conseguido es invitar a todo el mundo a ver de nuevo El resplandor, y pensar qué puede encontrar en ella”.
Stanley Kubrick dirige a Jack Nicholson en El resplandor |
No se trataba de hacer la tesis definitiva sobre la adaptación de la novela de Stephen King. Ascher no pretendía demostrar esas teorías, ni siquiera le pide al espectador que las acepte. Quizá por eso las muestra con ironía, llegando a la carcajada. “Room 237 es una historia sobre qué ocurre cuando una película tan enigmática como El resplandor deja de ser del director y queda en manos de la audiencia. Cómo cada uno se enfrenta a ella y tiene que unir todas las piezas con las herramientas de que disponga”. Esa es la razón, dice, por la que no buscaron la aprobación ni la opinión de alguien cercano a Stanley Kubrick o al rodaje de El resplandor.
Dejar al espectador pensar era una de las obsesiones de Kubrick. Por eso, tras una semana en cartel, cortó la secuencia final en la que Wendy Torrance (Shelley Duvall) decía que el cuerpo de Jack (Jack Nicholson) nunca sería encontrado. Por eso se negó siempre a explicar más de la cuenta cualquiera de sus películas, pero en especial esta, la más perturbadora, la que hizo para resarcirse de la mala taquilla e incomprensión que recibió Barry Lyndon, y que, curiosamente, obtuvo peores críticas en su estreno en 1980.
El resplandor, como demuestra Room 237, ha resultado al final ser su película más estudiada y la que ha obsesionado a más gente. “En cada pase de nuestro filme, preguntamos cuántas veces han visto la de Kubrick, y siempre hay varios que rozan las 100”, cuenta Rodney Ascher. Tanto él como Tim Kirk reconocen haberla visto entre 15 y 20 veces. “Y cada vez que lo hago, no paro de hablar de ella. No sé qué tiene”.
La obsesión de una película sobre la obsesión hecha por un obseso del detalle. Kubrick estaría más que satisfecho con que el misterio se multiplique por Internet. Probablemente disfrutaría viendo su película hacia delante y hacia atrás simultáneamente, superpuesta, como la proyectó en un cine de Williamsburg John Fell Ryan, otro de los entrevistados del documental. “La mayoría de sus fans sentimos esta conexión con su sensibilidad, sus puntos de vista, su sentido del humor”, dice Ascher. “Y yo la siento también. Tengo la fantasía de que a Kubrick le gustaría Room 237”.
Es complicado hablar de una de las grandes leyendas y maestros del cine. Uno de los más influyentes cineastas del siglo pasado y de los próximos. Entre los que influenció, se encuentra el propio David Lynch que muy pocas veces menciona referentes, pero cuando lo hace, Kubrick nunca falta. Se caracterizaba por su precisión técnica y quizás su frialdad a la hora de acercarse a ciertos de los temas y cuestiones humanas que representaba, pero lo cierto es que sus obras son sobresalientes y atemporales, imprescindibles en la Historia no sólo del Cine sino del Arte.
5) “LOLITA” (1962). Dirigida por Kubrick pero escrita y adaptada por el propio Nabokov de su novela del mismo nombre ( a quien le valió una nominación al Oscar), trata la historia de un novelista que alquila una habitación en una casa debido a su obsesión con la hija de 14 de la dueña y todas las relaciones cruzadas que se generan.
‘2001’: la película favorita
de Alejandro Amenábar
"Una odisea del espacio' es el viaje perfecto. Es una experiencia sensorial y emocional”
Para Alejandro Amenábar 2001: Una odisea del espacio “es el viaje perfecto. Es una experiencia sensorial y emocional”, explica el director. Su fascinación por el film es tal que tiene en su casa un fotograma gigante retro iluminado. “Tengo amigos que se aburren, y lo entiendo perfectamente, pero yo estoy enganchado desde el minuto uno”.
Algo parecido a lo que cuenta el director de Abre los ojos les sucedió a los espectadores que acudieron al estreno de la película en Nueva York el seis de abril de 1968. Según testimonios recogidos, en la sala se oyeron algunas risas cuando aparecieron los primeros simios después del rótulo que anunciaba “El amanecer del hombre”. Muchos espectadores pensaron inicialmente que se trataba de una comedia ácida como ¿Teléfono Rojo?, volamos hacia Moscú.
En la premiere de Los Ángeles, Rock Hudson se salió durante la proyección y pidió que alguien le explicara de qué demonios iba la película. Otros en cambio, como Neil Armstrong, el hombre que pisó la Luna, se sintieron hechizados con lo que vieron. Al otro lado del telón de acero Alexei Leonov, el primer cosmonauta que realizó una caminata espacial, dijo después de la proyección que sentía como si hubiera estado nuevamente en el espacio.
2001: Una odisea del espacio, que emite TCM en alta definición el próximo domingo justo después del estreno de una entrevista de 50 minutos a Alejandro Amenábar, es una de las películas más controvertidas y admiradas de todos los tiempos porque se trata de un film que más que respuestas plantea interrogantes. “Lo que más me gusta de Kubrick es esa búsqueda de perfección y de intensidad”, dice el director. “El representa la perfección técnica, la elegancia. En estos tiempos que corren en los que los planos no duran más de tres o cuatro, segundos, él no cambia el plano hasta que está obligadísimo”.
Además, la imaginación de Stanley Kubrick para llevar a la pantalla la novela deArthur C. Clarke El centinela es tan potente que todo lo que se ve es, desde un punto de vista científico, perfectamente posible. Muchas de las cosas que aparecen en el film son hoy tan habituales como, por ejemplo, las videoconferencias o las tabletas informáticas, muy parecidas por cierto a las que ahora mismo utilizamos a diario.
Es asimismo una película que se anticipa a su tiempo y que debería llamarse 2051 o2061 en lugar de 2001, porque una estación espacial como la que aparece en el film no será posible hasta dentro de aproximadamente medio siglo o más. Tampoco es probable que se hagan en un futuro inmediato viajes tripulados a Júpiter o se pueda fabricar un ordenador tan sofisticado e inteligente como Hal 9000.
Alejandro Amenábar no es el único cineasta que ama 2001. Se cuenta queFederico Fellini nada más verla envió un telegrama a Kubrick expresándole su emoción y entusiasmo, mientras que James Cameron, el director de Titanic yAvatar, siempre ha confesado que gracias a ella se hizo director de cine. En cambio,Michelangelo Antonioni no acabó de comprenderla del todo.
Es lo que tiene este mítico título que habla de la evolución del hombre, la conquista de la tecnología y la inteligencia artificial capaz de retar al propio ser humano: hace pensar y reflexionar a través de una sinfonía de imágenes, música y sensaciones. Lo mejor, como dice Amenábar, “es sentarse, esperar a que comience la música y dejarse llevar”. Feliz viaje a través de la estrellas.
Un filósofo llamado Kubrick
Un libro analiza la interpretación alegórica y ontológica de la obra del cineasta estadounidense, autor de títulos como '2001' o 'La naranja mecánica'
El memorable comienzo de 2001, una odisea en el espacio, con la Tierra que emerge de la infinita negrura del universo, iluminada por un sol que asoma tras su circunferencia al son de la mágica sinfonía de Richard Strauss Así habló Zaratustra, plantea mucho más que una mera –aunque brillante- composición estética. Mucho menos los elementos han sido elegidos al azar: de acuerdo con el profesor de Filosofía de laUniversidad de Creighton (Nebraska, EE UU) Jerold J. Abrams, la película que Stanley Kubrick realizó en 1968 propone un constructo ontológico fundamentado en uno de los conceptos clave del pensamiento de Nietzsche, el de Superhombre (desarrollado precisamente en su obra de 1885 Así habló Zaratustra) y sus implicaciones a la hora de evaluar los destinos humanos y el futuro del pensamiento inteligente.
La filosofía de Stanley Kubrick (Biblioteca Buridán), que llegó a España este verano, analiza a través de un compendio de ensayos elaborados por diferentes expertos y editados por Abrams el carácter trascendental y en ocasiones metafísico de la obra del cineasta estadounidense, fallecido en 1999. Dividido en cinco grandes secciones –El sujeto en guerra; El sujeto enamorado; El sujeto y el sentido de la vida; El sujeto en la historia y El sujeto del futuro-, el libro plantea, a través de figuras y movimientos clave de la filosofía occidental, desde el nihilismo nietzscheano al existencialismo kierkegaardiano y sartreano o el estoicismo griego, pasando por conceptos como el absurdo o la posmodernidad, una lectura profunda y penetrante de la filmografía de uno de los más grandes creadores del séptimo arte, que en medio siglo de carrera dejó para la posteridad títulos icónicos de la talla de Senderos de gloria (1957) ¿Teléfono rojo?, volamos hacia Moscú (1964) o El resplandor (1980).
Esta visión no es, desde luego, novedosa. Son innumerables las páginas que se han escrito sobre las posibles interpretaciones de, volviendo al ejemplo inicial, 2001, un filme conscientemente abierto a exégesis diversas, desde una recreación de los orígenes y la evolución del ser humano a la consecución de un nuevo estado de consciencia a través de la tecnología. O las de La Naranja Mecánica (1971), basada en una novela homónima de Anthony Burgess, que basculan entre la comprensión de la naturaleza humana a la influencia de la sociedad en el individuo. O las de las implicaciones morales y psicológicas de la lucha militar en La chaqueta metálica (1987). “Todas las facetas de la naturaleza humana se ponen de manifiesto en toda su amplia diversidad”, dice Abrams en la introducción sobre la filmografía del director. “El amor, el sexo, la historia, la guerra, el asesinato, la locura, los viajes espaciales, el condicionamiento social y la tecnología”.
Lo que aporta La filosofía de Stanley Kubrick de original es la voluntad de compendiar y diseccionar las diferentes apreciaciones de su obra, asentándolas en el pensamiento de autores y corrientes. “En prácticamente todas las películas de Kubrick, de una forma u otra, se encuentra al sujeto (al Yo) enfrentado a un mundo exterior duro e indiferente, ya sea el mundo natural o el de las instituciones creadas por el hombre”, señala el libro. “Y pese a lo diversa que es su temática, tomada en conjunto la filmografía de Kubrick es muy coherente, por cuanto toma los diferentes aspectos de la realidad y los unifica en una rica y compleja visión filosófica que resulta ser muy afín al existencialismo”.
Premios
Premios Óscar
1987 — Óscar al mejor guion adaptado — Full Metal Jacket — Nominado
1975 — Óscar a la mejor película — Barry Lyndon — Nominado
1975 — Óscar al mejor director — Barry Lyndon — Nominado
1975 — Óscar al mejor guion adaptado — Barry Lyndon — Nominado
1971 — Óscar a la mejor película — A Clockwork Orange — Nominado
1971 — Óscar al mejor director — A Clockwork Orange — Nominado
1971 — Óscar al mejor guion adaptado — A Clockwork Orange — Nominado
1968 — Óscar al mejor director — 2001: A Space Odyssey — Nominado
1968 — Óscar al mejor guion original — 2001: A Space Odyssey — Nominado
1968 — Óscar a los mejores efectos visuales — 2001: A Space Odyssey — Ganador
1964 — Óscar a la mejor película — Dr. Strangelove — Nominado
1964 — Óscar al mejor director — Dr. Strangelove — Nominado
1964 — Óscar al mejor guion adaptado — Dr. Strangelove — Nominado
Premios Globo de Oro
1975 — Mejor película - Drama — Barry Lyndon — Nominado
1975 — Mejor director — Barry Lyndon — Nominado
1971 — Mejor película - Drama — A Clockwork Orange — Nominado
1971 — Mejor director — A Clockwork Orange — Nominado
1962 — Mejor director — Lolita — Nominado
1961 — Mejor película - Drama — Spartacus — Ganador
1961 — Mejor director — Spartacus — Nominado
Premios BAFTA
2000 — BAFTA Honorífico — Ganador
1975 — Mejor película — Barry Lyndon — Nominado
1975 — Mejor director — Barry Lyndon — Ganador
1971 — Mejor película — A Clockwork Orange — Nominado
1971 — Mejor director — A Clockwork Orange — Nominado
1971 — Mejor guion adaptado — A Clockwork Orange — Nominado
1968 — Mejor película — 2001: A Space Odyssey — Nominado
1964 — Mejor película — Dr. Strangelove — Ganador
1964 — Mejor película de cualquier fuente — Dr. Strangelove — Ganador
1964 — Mejor guión británico — Dr. Strangelove — Nominado
1961 — Mejor película de cualquier fuente — Spartacus — Nominado
1957 — Mejor película de cualquier fuente — Paths of Glory — Nominado
1956 — Mejor película de cualquier fuente — The Killing — Nominado
Filmografía
1999 Eyes Wide Shut
1987 Full Metal Jacket
1980 The Shining
1975 Barry Lyndon
1971 A Clockwork Orange
1968 2001: A Space Odyssey
1964 Dr. Strangelove or How I....
1962 Lolita
1960 Spartacus
1957 Paths of Glory
1956 The Killing
1955 Killer's Kiss
1953 Fear and Desire
1951 The Seafarers
1950 Day of the Fight