jueves, 4 de febrero de 2016

Sean Penn

Sean Penn
Ilustración de Triunfo Arciniegas
Sean Penn
(1960)
(Burbank, California, 1960) Actor de cine estadounidense, uno de los intérpretes más dotados de su generación y a la vez un personaje polémico e incómodo para Hollywood, que ha tardado en recompensar sus méritos. Sean Justin Penn procede de una familia de actores y artistas: es el segundo hijo del matrimonio formado por el actor y director Leo Penn (1921-1998), de extensa y prolífica trayectoria eminentemente televisiva, y la actriz Eileen Ryan, una secundaria todoterreno de igualmente dilatada labor.
Su hermano mayor, Michael (1958), es cantante y compositor, autor de varias bandas sonoras y también actor ocasional, mientras que Christopher, Chris (1962), el menor, es actor. Unos y otros han coincidido más de una vez ante las cámaras, como en la película Hombres frente a frente (1986), de James Foley, que reunió a Sean, Chris y Eileen, su abuela en la ficción.




En 1970 la familia fijó su residencia en Malibú, donde Sean se convirtió en un apasionado del surf. Por lo demás, parecía interesado en seguir los pasos de su hermano mayor, si es que antes no formaba algún grupo de rock. Pero cuando acabó sus estudios secundarios en la Santa Monica High School, disgustó a los suyos con su deseo de no ir a la universidad y en cambio especializarse en mecánica del automóvil. No obstante, pronto desistió de tal propósito y tomó la decisión de dedicarse a la actuación.
Estudió interpretación dos años en el Group Repertory Theater de Los Ángeles y con la legendaria profesora de arte dramático Peggy Feury. Con veinte años se mudó a Nueva York y pronto consiguió debutar en el off-Broadway con Heartland (1981), de Kevin Heeland, que sólo se mantuvo un mes en cartel. No volvería a subir a un escenario hasta la primavera de 1983, con The slab boys, de John Byrne.
Pero por entonces ya había pasado por Hollywood y estaba convencido de que su carrera estaba en el cine. Sus primeros filmes fueron Taps. Más allá del honor(1981), de Harold Becker, Aquel excitante curso (1982), de Amy Heckerling, y ya como protagonista, Bad boys (1983), un drama carcelario de Rick Rosenthal en el que ya se intuía el gran actor que había en él, y aunque poco recuerde el Penn de hoy a aquel joven de larga melena y brazos tatuados, una publicación de la época lo incluía entre los doce jóvenes con más futuro de Hollywood.


Actor rebelde
No se equivocaban, desde luego, pero el rebelde Sean Penn de aquellos años daría varios tropiezos antes de hacerse acreedor de la favorable consideración general que hoy posee, aun con su rebeldía intacta. En esa línea ascendente que seguía en sus comienzos, hay que apuntar Adiós a la inocencia (1984), de Richard Benjamin;Crackers (1984), de Louis Malle, y El juego del halcón (1985), de John Schlesinger, aunque el simultáneo discurrir de su vida privada dejó trazos más gruesos.
Así lo recogía la prensa de la época, que atribuía el fin de su relación sentimental con su compañera en la primera de estas películas, Elizabeth McGovern, a su efímera aventura con la mujer del director de la segunda, una estupenda señora muchos años mayor que él llamada Susan Sarandon, que dio así fin a su unión con el realizador francés. En cuanto a Penn, ya en el siguiente rodaje puso el broche de oro a estas historias con su sonado matrimonio, el 16 de agosto de 1985, con Madonna, la cantante más famosa que dio la música pop de las últimas décadas.
Fue el punto de inflexión en la trayectoria del actor, quien se vio metido en un despropósito como Shanghai surprise (1986), de Jim Goddard, que le supuso el premio Razzie al peor actor del año, única mancha en su currículo profesional. Pero fue sobre todo la extraordinaria fama de su mujer, unida a la vehemencia de su carácter, lo que le acarreó mayores contratiempos por sus enfrentamientos con fans, periodistas y paparazzi, e incluso sufrió una condena por agredir a un grupo de ellos, en 1987, por la que tuvo que pasar más de un mes entre rejas y otros seis de servicios comunitarios.
Todo ello, como es lógico, ejercía un influjo negativo en su carrera, algo evidente si se tiene en cuenta que los trabajos de ese período surgieron de su entorno más cercano. Es el caso de Colors (1988), de su íntimo amigo Dennis Hopper, o de Juicio en Berlín (1988), de su padre Leo Penn, e incluso de Corazones de hierro (1989), de su colega Brian De Palma.



Méritos recompensados
Los vientos empezaron a cambiar definitivamente de rumbo tras el divorcio del matrimonio, en enero de 1989. Luego de fugaces romances con Pam Springsteen y la entonces casi adolescente cantante Jewel Kilcher, en el rodaje de El clan de los irlandeses (1990), de Phil Janou, conoció a la actriz Robin Wright e inició con ella una relación más madura. Acababa de cumplir los treinta, y su intención de comenzar una vida distinta quedó patente con el anuncio de su definitiva retirada de la actuación.
Como es sabido, no ocurrió tal cosa, pero sí estuvo ausente tres años de las pantallas. Mientras tanto, escribió el guión y luego produjo y realizó su primer filme como director, Extraño vínculo de sangre (1991), que reveló su pulso en el oficio. Durante ese período, además, nació su hija Dylan Frances (1991), mientras que su compañera añadió el apellido del actor a su nombre artístico y pasó a llamarse desde entonces Robin Wright Penn.
El nacimiento de su segundo hijo, Hopper Jack (así bautizado en honor a los dos grandes amigos del actor, Dennis Hopper y Jack Nicholson), en agosto de 1993, precedió a los incendios propagados por amplias zonas de California y que devastaron su casa de Malibú. La familia se mudó entonces a Marin County, al norte de San Francisco, donde el actor tiene su propia productora, Clyde Is Hungry Films. Allí los Penn formalizaron su unión matrimonial en 1996.
Penn dirigió otras películas. Cruzando la oscuridad (1994) y El juramento (2001) hicieron palpable su crecimiento en el dominio del oficio, pero fue sobre todo su episodio de 11’09’’01. Once de septiembre (2002), que se alzó con el máximo galardón en el Festival de Venecia y el premio de la Unesco, el que lo reveló en su espléndida madurez creativa. El mismo proceso y con parejos resultados se operó en su trabajo como actor, en el que logró prodigios de expresividad, tensión y contención dramática poco comunes.
Esa riquísima siembra, en títulos como Pena de muerte (1995), de Tim Robbins; Atrapada entre dos hombres (1997), de Nick Cassavetes; Descontrol (1998), de Anthony Drazan; La delgada línea roja (1998), de Terrence Malick; Acordes y desacuerdos (1999), de Woody Allen; Yo soy Sam (2001), de Jessie Nelson; Mystic River (2003), de Clint Eastwood, o 21 gramos (2003), de Alejandro González Iñárritu, cosechó sus primeros grandes frutos en Europa, como lo atestiguan varios premios al mejor actor entre Osos de Plata en el Festival de Berlín, Palmas de Oro en el de Cannes, Copas Volpi en Venecia y el premio Donosti del Festival de San Sebastián 2003 por el conjunto de su carrera, una distinción tan prematura que el actor agradeció con humor: «Es bueno que te lo den al principio de tu carrera. ¡Lo que habría dado de sí George W. Bush si hubiese ganado el Premio Nobel de la Paz a los diez años!».
Paralelamente, en la ceremonia de los Oscars de 2004 la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de Estados Unidos decidió hacer justicia a este actor controvertido, que ya había sido nominado a la estatuilla al mejor protagonista en tres ocasiones con anterioridad, y le otorgó el citado galardón por su papel en Mystic River. Siempre fiel a su carácter indómito, en julio de ese mismo año inició el rodaje de The last face, una cinta independiente, dirigida por Erin Digam, en la que compartía cartel con su esposa y con el actor español Javier Bardem.



Una estrella comprometida
Al igual que ha desarrollado su carrera a espaldas de las grandes productoras y se ha inclinado por un cine independiente, en muchos casos realizado preferiblemente entre amigos (claro que son amigos del calibre de Tim Robbins, Susan Sarandon o Jack Nicholson) y a partir de guiones que planteen un debate social, con trabajos sabiamente escogidos, el rasgo más destacable de la persona de Sean Penn es su compromiso, un respeto por los derechos humanos y una exigencia de justicia que lo distinguen de la mayoría de sus compañeros de profesión.
A fines de los años cuarenta, su padre, un actor judío de gran futuro, condecorado por sus servicios en la Segunda Guerra Mundial, se vio de pronto en la lista negra y acosado por la Caza de Brujas del senador McCarthy, hasta que un buen día, cansado de trabajos clandestinos y de figurar con otros nombres -Clifford Penn, Leonard Penn-, decidió claudicar. Desde entonces trabajó en la sombra, detrás de la cámara, y con el tiempo se resignó a ser el reconocido guionista, productor y director de televisión que fue.
Su hijo Sean es el testigo vivo de esa frustración, y habla en voz alta. En diciembre de 2002, cuando el presidente de su país buscaba apoyos para invadir Iraq, viajó a Bagdad para comprobar con sus propios ojos cuánto había de verdad en la historia oficial que contaban los medios, y a su regreso gastó 56.000 dólares de su bolsillo para publicar una extensa carta abierta a George W. Bush en The Washington Post en la que lo acusaba de violar la Constitución y de disfrazar las verdaderas causas de esa guerra «con su política simplista y temeraria».
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Sean Penn, enviado especial 

para entrevistar a Castro

El actor llega a Cuba como informador de 'Vanity Fair'

MAURICIO VICENT La Habana 27 OCT 2009


Después de entrevistar a Raúl Castro el año pasado, el actor estadounidense Sean Penn ha regresado a Cuba en busca de otra primicia periodística: una entrevista con su hermano convaleciente, el veterano líder comunista Fidel Castro, de 83 años, quien lleva más de tres años apartado del ejercicio formal del poder.
Penn llegó el domingo a La Habana y se trasladó enseguida a la Isla de la Juventud en compañía del pintor cubano Alexis Leyva (KCHO), quien encabeza un proyecto social y artístico en el lugar, arrasado en agosto de 2008 por el huracán Gustav.
El actor había viajado a la isla en anteriores ocasiones y siempre había combinado cine y activismo político. Pero fue el año pasado cuando entró de veras en la cúpula del poder revolucionario. Fue gracias a las gestiones del mandatario venezolano Hugo Chávez, quien intercedió por él ante Raúl Castro.
Sean Penn
según André

Penn, ganador de dos oscars de Hollywood, se desplazó a La Habana y realizó la única entrevista que hasta ahora ha hecho un extranjero al presidente cubano desde que sustituyó a su hermano. El texto fue publicado en varias tomas por la revista estadounidense The Nation y tuvo gran repercusión internacional.
Ahora, según TMZ, una web norteamericana de noticias sobre famosos, el actor se encuentra de nuevo en "la tierra de Fidel" para escribir una historia para la revista Vanity Fair sobre cómo ha afectado a Cuba la llegada de Barack Obama a la presidencia de EE UU.
La misión no es tan fácil. Aunque Fidel recibe habitualmente a dignatarios extranjeros y amigos en el lugar donde convalece, hasta ahora nadie le ha entrevistado formalmente.
Sí han relatado sus encuentros con él los intelectuales argentinos Atilio Borón y Miguel Bonasso, y más recientemente el cineasta norteamericano Saúl Landau. Pero lo que pretende Penn ahora es que Castro le cuente toda la película.

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Sean Penn y Madonna

Madonna a Sean Penn: “Todavía te quiero”

Mientras se conocía que el actor había entrevistado a El Chapo Guzmán, este presidía una gala por Haití y escuchaba la declaración de su exesposa

Madonna, hablando sobre Sean Penn durante una gala por Haití.
Madonna ha avivado los rumores de reconciliación con Sean Penn, quien fue su esposo. Fue en la quinta gala benéfica Sean Penn y amigos, que busca recaudar fondos para ayudar a Haití cuando la cantante lanzó toda una declaración al actor. "La forma en que (Sean) ha cambiado Haití en los últimos seis años y medio es increíble. Estoy muy orgullosa de ti, muy orgullosa de saber de ti. Así que quiero decir: Sean, te quiero desde el momento en que puse los ojos en ti y todavía te quiero igual", dijo. Estas palabras llegaban poco después de que se supiera que Penn había entrevistado a El Chapo Guzmán cuando este se hallaba huido de la justicia.
La reina del pop asistió a la gala acompañada por sus dos hijos menores, David Banda y Mercy James. “No podía pensar en un lugar mejor en el que estar que aquí, apoyando a una maravillosa organización. Tuve el privilegio de ir a Haití con Sean hace dos años, con mi hijo Rocco y tuvimos la aventura más increíble ", dijo. Madonna se encuentra en estos días en plena batalla por la custodia de Rocco quien ha expresado su deseo de quedarse a vivir con su padre Guy Ritchie en el Reino Unido.

Madonna, con sus hijos menores y Sean Penn.
Madonna, con sus hijos menores y Sean Penn. / MICHAEL TRAN (FILMMAGIC)
Madonna y Sean Penn mantuvieron una tormentosa relación en los ochenta que culminó en boda en el año 1985. El matrimonio se rompió cuatro años después. Hoy 30 años más tarde, la reina del pop, que se encuentra de gira, desveló las palabras que su exmarido le dijo después de haber visto uno de sus  conciertos. “Hice un showen el Madison Square Garden la otra noche. Mi exmarido estaba allí. ¿Lo pueden creer?”, comenzó diciendo. El actor fue a verla junto a su hija Dylan Penn, fruto de su relación con la actriz Robin Wright. Y añadió: “Hace 30 años estuvo en un espectáculo mío, también en el Madison Square Garden. Aquella vez estaba muy molesto conmigo porque usé un traje que mostraba mucho. Y no estoy mintiendo”, agregó. “En fin, luego del show me escribió una carta en la que me dijo que finalmente apreciaba mi arte. Y eso es lo que tengo que decir acerca de nuestro matrimonio. 30 años tarde”, concluyó.
Durante la fiesta, celebrada en el Hotel Montage Beverly Hills, la cantante se subió al escenario donde cantó, entre otras canciones, Like a Virgin, y cautivó tocando el ukelele y cantado en francés.

‘Desdivorcio’

La nostalgia ochentera y noventera nos persigue hasta hacernos creer que Sean Penn y Madonna han vuelto


Madonna y Sean Penn en Los Ángeles en 1986. / CORDON PRESS

El ansia por la nostalgia y el "cualquier tiempo pasado fue mejor" nos corroe de tal manera que a algunos todavía les gustaría encontrarse por la calle con Jesulín de Ubrique y Belén Esteban de la mano, como en sus tiempos mozos. Pero ha llovido tanto, tanto desde aquello, que sería más fácil en estos días (¿no nos estamos excediendo?) encontrarse con Marty McFly bajándose del DeLorean en la plaza del pueblo.
La nostalgia ochentera y noventera nos persigue hasta hacernos creer —y desear un poquito— que Sean Penn y Madonna han vuelto. Apenas es un rumor en unos cuantos tabloides del que algunos se han hecho eco, pero ¡qué ganas! Nos da igual cómo acabaran hace 25 años: si tirándose (metafóricamente, por favor) los platos a la cabeza, si con el corazón partío o si hartos del zumbador enjambre mediático que les rodeaba. Y eso que entonces no había Twitter.

El actor ha estado estos días en dos conciertos de su exmujer. Y algunos ya hablan de amor, brillo en los ojos y claros retornos, aunque es posible que el único retorno sea el de la hombrera y el exceso de colorete, con suerte. Pero el drama y el revival gustan tanto con un bol de palomitas en el regazo…

Si Penn no hubiera estado casado durante casi 15 años con otra mujer y Madonna durante ocho con otro hombre (minucias…) podrían seguir el ejemplo de Khloé Kardashian y Lamar Odom. Ahora, la pequeña de las tres hermanísimas ha decidido no divorciarse, pese a que su separación llevaba en el juzgado casi dos años. Quieren desdivorciarse, o lo que sea eso, y darse otra oportunidad. A veces la lentitud de la justicia puede darte una alegría.

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El pedo de Sean Penn

Lo que huele mal es que la intermediaria de la entrevista fue una actriz que tuvo papeles en obras sobre el crimen organizado


El actor Sean Penn
El actor Sean Penn. / HECTOR RETAMAL (AFP)
En uno de los párrafos de su ya famosa entrevista con el Chapo Guzmán, Sean Penn desliza una confidencia: se le escapó un pedo en las propias narices de su anfitrión, al despedirse en la entrada de la habitación donde dormiría el actor. Penn lo califica de “flatulencia del viajero” e incluso mete entre paréntesis un sorry, pero en realidad el pedo de Penn es otro y no el que fingió no oler el Chapo “con la misma caballerosidad con la que se ofreció a acompañar a Kate hasta sus aposentos”. Incluso, Penn narra cómo ambos escapan de su “bruma sutil” y se despiden al tiempo en que él se mete al bungalow que comparte con los colegas semi-anónimos que lo acompañaron en la aventura, al lado de la cama donde ya duerme Kate tras el biombo de su intacta privacía.
Lo que huele mal desde el principio de todo el desmadre es que un actor de intensa actividad pública y comprometida militancia progre logra entrevistarse con el capo de tutti capi del narco mundial a través de una actriz que protagonizó entro otros destacados papeles fílmicos La reina del sur y otras series televisivas o largometrajes que se proponen –con las muy limitadas posibilidades de diálogos y tiempos— denunciar el hedor del crimen organizado y los apestosos recovecos de la corrupción en México… y todo esto empieza a diluirse en la confundida proyección de las pantallas, en la red infinita de las redes y en el enmarañado escenario de lo que llamábamos realidad.
México es un país en donde casi 100 periodistas han muerto durante los pasados ocho años precisamente por cubrir, revelar o investigar algunos de los hilos de la inmensa telaraña del crimen organizado y del narco en particular y ahora resulta que por la incontenible vanidad del Mero-mero en persona, un actor que de vez en cuando escribe tiene la oportunidad insólita de convivir con él durante unas horas, fijar una fecha posterior para una entrevista más formal y de paso, tirarse un pedo en su cara sin que lo note o para que finja que no lo nota.
Las tías abuelas en Guanajuato llamaban pluma a los peditos que se les escapaban a cualquiera –a contrapelo de los torpedazos en Fu menor—y durante la entrevista publicada por Sean Penn aparece su queja de no contar precisamente ni con pluma ni con papel para poder anotar sus impresiones. Se concentra en memorizar el escenario, el camino de ocho horas de paisajes y circunstancias variables, pero sobre todo en resguardar como recuerdo indeleble las respuestas a preguntas puntuales. El pedo, que no pluma, es que se le sale mencionar que rumbo a la entrevista, en esos caminos perdidos de la Sierra de Quién Sabe Qué, el convoy dónde viajan con el hijo del Chapo pasa sin ningún pedo por un retén del ejercito mexicano y lo que huele mal es que quizá no nos hemos detenido a preguntar abiertamente por qué es asunto exclusivo de la Marina todo éxito, avance y logro en la llamada Guerra contra el Narcotráfico, mientras que el Ejército vestido de verde ya ni sale en los tradicionales videos donde quemaban toneladas de mostaza haciéndonos creer que era valiosa mariguana. Huele mal recordar que durante la caída de uno de los inefables hermanos Beltrán Leyva en Cuernavaca cundió la nota y creció el rumor de que había sido un operativo de la Marina precisamente porque el narco se hallaba reunido con militares del Ejército al tiempo de su derribo.
Huele mal que al instante se le quiera acusar de complicidad inexistente al actor Sean Penn y que haya voces que clamen por interrogar a Kate del Castillo, pues la verdadera bruma – no tan sutil—es en realidad un apestosa neblina que obviamos todos desde siempre: los narcos también tienen su corazoncito y se casan por la iglesia, bautizan a sus críos y van a fiestas de quince años, luego entonces: ¿no son informantes infalibles los curas que los casan, los sacerdotes que les bautizan hasta las armas con las que matan y de paso, los meseros y meretrices que acuden a sus fiestas?; los narcos tienen su corazoncito y por lo visto quieren también su película a la Vito Corleone o sus series en Netflix a la Pablo Escobar, donde precisamente se repite hasta el hartazgo la pedestre filosofía del otrora capo de Medellín: siempre dice que él sólo es un empresario colombiano y en muchas escenas queda claro que él no se embarra las narices con pedos ajenos y si acaso, se echa algún tequila para brindar; Pablo Escobar el benefactor de los pobres llega a decir en un capítulo memorable de una de sus series que –a su parecer—ni el gobierno de Colombia ni la DEA de los United States of America consideran ilegales a sus mercancías por un tema de salud pública, sino que a su parecer, es un tema de envidia y asombro económico, pues “No hay nadie que esté arrebatándoles más dólares en el mundo que Yo” y en un alarde similiar, el Chapo le farda en la entrevista al Penn que él sólo ha construido un imperio aséptico donde “Yo proveo más heroína, metanfetamina, cocaína y mariguana que cualquier otro en el mundo. Tengo una flota de submarinos, aviones, camiones y barcos”. En el mismo ánimo, con la sedosa camisa azul que se puso para su encuentro con Kate y Sean (lo cual adelanta el divertido trabajo que tendrás entre manos el Jefe de Vestuario en cuanto se apruebe el guión final), el Chapo levanta su copa y dice que no acostumbra beber, pero que tiene ganas de brindar con ellos y pues, ¿cómo no?, si está a sus anchas, rodeados de 100 soldados infalibles de su organización y una vez más en su querencia, intocable.
Lo que huela mal es que, en realidad, todo huele mal. La Marina de México no tiene submarinos y a duras penas dizque custodia las 200 millas marítimas de mar patrimonial que constantemente son vejadas por barcos camaroneros y atuneros norteamericanos; el nivel robinhoodini de la entrevista autorizada por el propio Chapo (en pluma de Penn o de quien sea) embona lamentablemente con la estulticia generalizada de una gran parte de la población que –harta de la corrupción, abusos, mentiras y tartamudeos del gobierno de México—opta por olerle lo podrido a los delincuentes de verdad como si fueran flores de mejor aroma. Huele mal que la versión oficial del anuncio en Twitter viniera en la cuenta del presidente de la república después de horas y muchas horas después de que la propia Marina había informado a través de un comunicado oficial del mismo operativo (sin mencionar al Chapo, pero sí a los cinco sicarios muertos, los seis cómplices capturados y el soldado herido) y huele mal que los narcos llegan a un motel, que si las fotos, que si el guión...
En la entrevista con Penn el Chapo habló de empresas a través de las cuales ha lavado dinero, habló de las bondades en invertir en el sector petrolero (reconociendo que por sus giros él mismo no podría invertir en pozos ni destilados) y hay más de un fleco suelto que no debemos pasar por alto como si fingiéramos no percibir el sutil aroma de un cebadito de guayaba. Ni el gobierno de México en su apresurado afán por darle fast-track a la extradición de Joaquín Guzmán Loera, ni el gobierno de los Estados Unidos, ni el sinfín de argonautas del Twitter y apóstoles del Feis han recalado en el verdadero horno de lo hediondo: durante sus meses en captura (de todas las veces que ha pasado por las rejas) el propio Chapo farda que jamás han decaído el mercado, alterado el nivel de precios o mermado los puntos de equilibrio entre Oferta y Demanda de mariguana, cocaína y metanfetaminas, también está claro que jamás han congelado sus cuentas ni de ahorro ni de inversión, jamás se ha movido a su mamacita de rancho ni a sus hijos de jugueterías de prestigio donde compran los teléfonos negros que ahora nos enteramos los de abajo que son indetectables, los botones galácticos que te permiten volar aviones sin que te detecten radares, los entramados amplios de complicidades diversas que les permite operar en 50 países del mundo entero, aunque sólo sea México el que aparece como el escenario surrealista e indescifrable, mucho más de novela de Jorge Ibargüengoitia que de Arturo Pérez Reverte, y huele tan mal que el guión que quería encargar el narco en realidad ya se volvió aún más impredecible: déjenlo hablar y que hable mucho y en una de ésas el Chapo termina comprometiendo a toda la civilización occidental en una inmensa nube de estercolero o búsquenle productor galáctico que logre filmar su ilegal fusilamiento o lobotomía en un búnker de Arizona o el azaroso infarto al volver a subirlo en un avión o el infinito silencio de los inocentes que en realidad son culpables de haberse tirado el pedo del siglo.


Sean Penn y Charlize Theron

 VIDA PRIVADA

Sean Penn estuvo comprometido con la que fue su compañera de reparto en la película Racing with the MoonElizabeth McGovern.De 1985 a 1989 estuvo casado con la cantante pop Madonna. Esta fue una mediática y tormentosa relación que le hizo ganar una reputación de hombre violento y que pagó con cárcel tras ser acusado por maltrato (llegaba incluso a dejar a la cantante atada a una silla durante horas para que no saliera de casa). En 1996 contrajo matrimonio con Robin Wright Penn, con quien tuvo dos hijos, Dylan Frances (1991) y Hopper Jack (1993). Anunció su divorcio el 28 de diciembre de 2007 y lo anuló el 8 de abril de 2008. Sin embargo, en agosto de 2010 dejó a su esposa y desde 2013 tuvo una relación con la actriz Charlize Theron, terminada en julio de 2015.














FILMOGRAFÍA


Actor
Don't Mess with Texas (2015)
The Gunman (2015)
La vida secreta de Walter Mitty (2013)
Gangster Squad (2013)
This Must Be The Place (2011)
El árbol de la vida (2011)
Fair Game (2010)
Milk (2008)
What Just Happened (2008)
Todos los hombres del rey (2006)
La intérprete (2005)
Two and a half men (2004)
The Assassination of Richard Nixon (2004)
21 gramos (2003)
Mystic River (2003)
It`s all about love (2003)
I am Sam (2001)
El peso del agua (2001)
Antes que anochezca (2000)
friends (1999)
Sweet and lowdown (1999)
Hurlyburly (1998)
La delgada línea roja (1998)
Hugo Pool (1997)
"She´s So Lovely (1997)
The Game (1997)
Giro al infierno (1997)
Pena de muerte (1995)
Carlito's Way (1993)
State of Grace (1990)
Casualties of War (1989)
We're No Angels (1989)
Colores de guerra (1988)
Shanghai Surprise (1986)
At Close Range (1986)
El juego del halcón (1985)
Racing with the Moon (1984)
Bad Boys (1983)
Fast Times at Ridgemont High (1982)
Taps, más allá del honor (1981)

Director
Into the Wild (2007)
11'09"01 - September 11 (2002) (documental)
The Pledge (2001)
The Crossing Guard (1995)
The Indian Runner (1991) 



Guionista
Into the Wild (2007)
11'09"01 - September 11 (2002) (documental)
The Crossing Guard (1995)
The Indian Runner (1991)





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