jueves, 28 de septiembre de 2017

Hugh Hefner / Una vida apasionante

Hugh Hefner
PESSOA
(1926 - 2017)

Hugh Marston Hefner (Chicago, Illinois, 9 de abril de 1926-Los Ángeles, California, 27 de septiembre de 2017), conocido como Hugh Hefner y apodado coloquialmente Hef, fue un editor de revistas para adultos, empresario y playboyestadounidense, famoso por ser el fundador y redactor jefe de la revista Playboy. Se convirtió en un carismático icono y defensor de la revolución sexual y la libertad personal.

PRIMEROS PASOS
Nació en Chicago el 9 de abril de 1926. Asistió a la escuela primaria de Sayro y a la secundaria High School de Steinmentz de Chicago. Sirvió en el ejército estadounidense durante los últimos meses de la Segunda Guerra Mundial. Posteriormente, estudió Psicología en la Universidad de Illinois en Urbana-Champaign.
Cuando Playboy apareció en los quioscos en 1953, apareció una nueva visión sobre como tratar la sexualidad en la vida estadounidense. Hugh Hefner fue el verdadero precursor del erotismo gráfico a principios de los años cincuenta. Cuando los desnudos estaban relegados a revistas marginales y semiclandestinas, él reivindicó la sexualidad humana. Con un tono juguetón, pero en un contexto donde cabían la libertad de expresión, el periodismo serio y la literatura.
Tenía solo 27 años cuando trabajaba de director de circulación de una revista llamada Children's Activities. Habiendo sido educado en el seno de una familia estricta, conservadora y muy religiosa, soñaba con crear una revista a la que llamaría Stag Party (frase que en inglés se usa para hablar de una fiesta de hombres solos). Con mucho esfuerzo y dinero conseguido entre los amigos, consiguió sacar el primer número de su revista, que en el proceso se transformó en Playboy y que tuvo como imagen corporativa un conejo, dibujado por Arv MillerPlayboy gozó de un triunfo inmediato, principalmente porque Hefner había comprado una fotografía de la actriz Marilyn Monroe desnuda; había sido tomada antes de su éxito en Hollywood, y Hefner la compró a su autor y la utilizó como el desplegable de su primera edición. Monroe ya era una estrella en el momento en que la revista fue publicada. La edición incluyó un editorial escrito por Hefner donde exponía la filosofía de Playboy.
Él se hizo famoso cuando en los 60 dirigía su imperio desde la amplia cama de la Mansión Playboy ubicada en Chicago. El magnate era dueño de una cadena de clubes nocturnos, atendidos por chicas disfrazadas de conejitas ("bunnys") y se extendió a otros negocios, como casinos y hoteles. En ese mismo año se realiza "Playboy's Penthouse", una serie semanal para TV donde aparecen él con un montón de "amigos" de la revista, como el cómico Lenny Bruce y cantantes como Ella Fitzgerald, realizando entrevistas a personajes públicos. Era su demostración contra el puritanismo y a favor de los placeres de la vida.
Hefner fue un precursor, un defensor de las libertades individuales, un activista de la igualdad racial. Ya en los 60, en uno de sus clubs del sur de los Estados Unidos, actuó un humorista negro delante de un público blanco, al que le siguieron otros. También hizo entrevistas y mostró su apoyo a activistas de los derechos afroamericanos como Martin Luther King o activistas de los derechos humanos y pacifistas contrarios a la guerra de Vietnam.

PLAYBOY / CRISIS Y REPUNTE
En los 70, el imperio Playboy comenzó a venirse abajo, cuando le salió competencia más dura, revistas como High Society o Hustler (fundada por Larry Flynt). Comenzaron a cerrarse los clubs, hasta que Hefner cedió las riendas a su hija, Christie, quien reflotó exitosamente la empresa. Así las cosas, Playboy extendió su línea comercial al mundo del cine, el video y la cibernética, convirtiéndose en una sólida y moderna corporación.

RELACIONES
Su dedicación y el éxito de la revista provocó su divorcio de su primera esposa Mildred Williams, en 1958, con quien tuvo dos hijos: Christie y David. Una de sus novias más duraderas fue la playmate Barbi Benton, quien apareció varias veces en la revista. Luego se casó con la playmate Kimberley Conrad, en 1989, lo que fue celebrado con una edición especial para coleccionistas de Playboy, donde la flamante novia aparecía en diversas poses y desnudos a lo largo de 93 páginas. Hefner tenía 63 años y Kimberly, 25. En enero de 1998, se separó de Kimberly, con quien había tenido dos hijos: Marston y Cooper.
Hugh Hefner se encontraba comprometido con Crystal Harris desde el 24 de diciembre de 2010 para el que sería su tercer matrimonio, pero el 14 de junio de 2011 Crystal Harris decidió poner fin a la relación.​ Sin embargo, el 31 de diciembre de 2012, en la Nochevieja de la Mansión Playboy, finalmente se casaron, con un reducido número de familiares y amigos invitados.


Crystal Harris

Hugh Hefner se encontraba comprometido con Crystal Harris desde el 24 de diciembre de 2010 para el que sería su tercer matrimonio, pero el 14 de junio de 2011 Crystal Harris decidió poner fin a la relación.Un año después se reconciliaron.


Mi mejor frase de conquista es: “Mi nombre es Hugh Hefner”.

Hugh Hefner





La apasionante historia de Hugh Hefner, el Walt Disney del erotismo



Así forjó su imperio el hombre que sacó a Marilyn desnuda en una portada

Por CLAUDIO M. DE PRADO
28 de septiembre de 2017 / 8:31

* Tras la muerte del creador de Playboy, recuperamos este reportaje de 2015.
Recién cumplidos los 89 años, Hugh Hefner vive la vida que muchos varones heterosexuales soñarían tener a su edad: es millonario, no viste otra cosa que no sea un batín y una gorra de capitán de barco (el equivalente al chandal de los ricos), está casado con una mujer 60 años más joven que él llamada Crystal Harris y, lo mejor de todo, en su mansión californiana solo dejan entrar a mujeres ligeras de ropa, famosos con ganas de fiesta y, en contadas ocasiones, algún curioso dispuesto a pagar un dineral por conocer en directo la Disneylandia del erotismo.
Definitivamente, Hugh Hefner es ídolo que cumple todos los clichés del jubilado bonvivant. Todos excepto uno: sigue trabajando. Aunque no por necesidad, sino por principios.“Retirarme sería el primer paso hacia la tumba”, asegura siempre que alguien le ha preguntado por qué no se olvida de Playboy y se lanza a disfrutar de todos esos placeres por los que muchos matarían. No le culpe. ¿Acaso usted abandonaría a su suerte el imperio que convirtió a un licenciado en psicología en el Walt Disney del entretenimiento para adultos?
Porque del mismo modo que al padre del ratón Mickey le debemos mucho más que unos simpáticos dibujos animados, el padre del conejo más famoso del mundo (con permiso de Bugs Bunny) se merece un reconocimiento por mucho más que por sus desnudos femeninos rodeados de buen periodismo y por hacer de un logo de un conejo diseñado en 1954 un superventas. No se equivoquen: Hef, como le conocen sus amigos, es mucho más que un caballero obsesionado por las tetas bien puestas. Pasen y vean.

‏TODO SOBRE SU MADRE

‏Como cualquier ser humano, la llegada al mundo de Hugh Hefner no habría sido posible sin sus padres, Glenn Lucius y Grace Caroline Hefner, dos maestros conservadores y metodistas descendientes de suecos y alemanes asentados en Chicago.
Otra cosa es a quién de los dos debamos la existencia de Playboy, y en ese caso todas las flores son para su madre Grace, que fue la que le prestó 1.000 de los 8.000 dólares que Hugh, sin saber qué hacer tras trabajar como periodista para Squire y un diario militar durante la Segunda Guerra Mundial, necesitaba para fundar su propia revista. Una que acabara con la mojigatería imperante en la época. “No lo hizo porque creyera en el proyecto, sino porque creía en su hijo”, reconoció hace unos años el editor durante una entrevista. No es lo único que le debe. La buena de Grace murió en 1997 a la nada desdeñable edad de 101 años. Vamos, que hay Hugh Hefner para rato…
MARILYN MONROE NUNCA ESTUVO AQUÍ
Antes de convertirse en la estrella del cine más grande de la historia, Marilyn Monroe se llamaba Norma Jean y no tenía problemas en posar desnuda para varios calendarios. Con lo que no contaba ella es con que años después Hefner compraría una fotografía inédita de aquellas sesiones por 500 dólares y la convertiría en el póster despegable del primer número de Playboy (nombre elegido tras descartar otros como Stag Party, Sir o Bachelor), publicado en diciembre de 1953. La revista salió sin ningún número que indicara su periodicidad porque el empresario no sabía cuánto tardaría en sacar la siguiente, pero aquella imagen de la actriz sin ropa sobre un fondo rojo de terciopelo logró que los 55.000 ejemplares de aquella primera tirada se agotaran en un santiamén. Al mes siguiente el número 2 ya estaba en los quioscos.
Curiosamente, Hefner y Monroe, que tenían la misma edad, nunca llegaron a conocerse. Eso sí, cuando llegue el momento descansarán para siempre el uno junto al otro. En 1992 el magnate compró por 75.000 dólares una tumba al lado de la de Marilyn para pasar a la eternidad al lado de su “icono sexual de juventud”.
CUESTIÓN DE FILOSOFÍA
¿Cuántos matrimonios se habrán salvado gracias a que después de que la mujer descubriera algún ejemplar de Playboy por ahí escondido aceptara la manida excusa de “La compro por los artículos, que son muy buenos”? Sobre todo porque bastaba abrir las páginas de la revista para finalizar la discusión. Realmente lo eran.
Qué multitud de cabeceras se hayan subido después al carro de erotismo con fundamento con más o menos acierto se lo debemos también a Hugh, que en un editorial publicado en aquel primer número describió lo que hoy se conoce como ‘filosofía Playboy’: no es una revista de sexo, sino una publicación sobre estilo de vida que dedica una atención especial al sexo porque el sexo es una parte importante de la vida’.
¿En que se tradujo esto? En que además de fotos subidas de tono de mujeres, cada número incluía relatos cortos de escritores como Vladimir Nabokov, Arthur C. Clarke, Truman Capote, Kerouac o Gabriel García Márquez.Es más, Ian Fleming usó la revista para publicar las primeras aventuras de James Bond (dónde mejor) y Ray Bradbury hizo lo propio con Fahrenheit 451, que apareció íntegra por entregas, algunas de ellas ilustradas por Picasso.

‏Pero el de la cultura no fue el único ámbito que supo ver un filón en Playboy para difundir sus ideas. Además de relatos, Hefner nunca olvidó sus orígenes como periodista y también se empeñó en hacer entrevistas en profundidad a grandes personalidades de la política como Fidel Castro, Jimmy Carter(que reconoció que había sido infiel de pensamiento alguna vez), Martin Luther King o incluso Malcom X, que concedió la suya semanas antes de ser asesinado. Ya sabe, si alguien le vuelve a decir alguna vez que el sexo es malo, recuérdele que hoy los políticos para acercarse al pueblo llaman a ‘Sálvame’ y cállele la boca.
¿PARA CUÁNDO UN PREMIO NOBEL?
El de la Paz, el de la Concordia o el que sea. Y no porque gracias a este hombre el sexo es hoy mucho más libre, sino porque además de vender revistas, Hugh se ha implicado siempre en la defensa de los derechos humanos. De hecho, él fue uno de los primeros en luchar por la causa negra en Estados Unidos, y no solo contratando a artistas negros para que actuaran en sus clubs, sino incluso retirando la licencia y cerrando a aquellos en los que no dejaban entrar a público afroamericano.
Por si tuviera poco, también se enfrentó en los tribunales contra políticos que querían censurar su revista por pornográfica, y cuando ganó esa guerra, se posicionó en contra de la Vietnam hasta tal punto que cuando terminó no dudó en mandar a aquel país su avión personal, el Big Bunny, que tenía impreso el famoso logo en la cola, para que alguna de sus conejitas llevaran regalos y víveres a los niños huérfanos por culpa del conflicto.
Incluso las campañas por la igualdad de los homosexuales han recibido fondos de Hefner, y eso que en sus primeros años, después de publicar un relato de ciencia ficción de Charles Beaumont llamado ‘The Crooked Man’ sobre un hombre heterosexual perseguido por una sociedad en la que todos eran gays, le acusaron de homofobia. ¿Su respuesta? “Si en una sociedad homosexual está mal perseguir a los heterosexuales, entonces al revés también lo está”.
UNA DEUDA CON HOLLYWOOD
Además de las personas, el patrimonio material de su país también se ha beneficiado de la filantropía del magnate. ¿Sabía que sin su ayuda el famoso letrero de Hollywood hoy no existiría? En 1970, cuando estaba ya instalado en Los Ángeles, la Cámara de Comercio de Hollywood decidió que las famosas letras necesitaban una restauración de 250.000 dólares o se verían obligados a quitarlas. Para evitarlo, Hefner organizó una fiesta para recaudar fondos en su Mansión donde cada letra fue subastada “simbólicamente” por 28.000 dólares.
No fue la única vez. En 2010, un grupo de inversores de Chicago anunció que vendería la propiedad en la que se levantan las letras a no ser que les pagaran 12.5 millones de dólares. En esa ocasión Hefner no organizó fiesta (bastante tenía él con vender entradas para salvar un imperio que cada año ingresa menos dinero), pero sí tuvo el detalle de poner 900.000 dólares para parar la venta. ¿Cómo se lo agradeció Hollywood? Pues ni con un Oscar por sus apariciones en películas como ‘La loca historia del mundo’ ni con algún Emmy por realities como ‘The Girl Next Door’, sino con una nominación al Razzie por hacer de sí mismo en la película ‘Miss marzo’. Ingratos.
UNA EXTRAÑA MALDICIÓN
La biografía de un personaje de este calibre da para mucho: libros, documentales, cómics o incluso una película que iba a estar protagonizada por Robert Downey Jr. de la que nunca más se supo –en eso le ganó Larry Flint, editor de Hustler, que sí vio su vida llevada al cine por Milos Forman–.
Se llegó en su día a hablar incluso de que se estaba preparando un musical sobre su vida para Broadway, aunque al final lo más cerca que ha estado Hugh Hefner de verse representado en un escenario fue en Anna Nicole, la ópera que la Royal Opera House de Londres puso en pie en 2011 para contar la malograda vida de Anna Nicole Smith, una de las más famosas conejitas de la casa.
Anna Nicole, que fue elegida Playmate del Año en 1993 y que llegó a ser toda una celebridad mundial, fue encontrada muerta por sobredosis en una habitación de hotel en 2007. No es la única conejita lanzada a la fama por Hugh que tuvo un final desgraciado. A lo largo de estas décadas, chicas como Bonnie Jo Halpin, primera playmate de Hefner; Elisa Rebecca Bridges o Tiffany Sloan también murieron por abusar de las drogas. Otras, como Jasmine Fiore o Star Stowe, fueron asesinadas. Son solo algunas de las componentes de una macabra lista de víctimas de la denominada maldición Playboy.
Aunque siendo tantas las agraciadas con el título de conejita, más bien se trata de pura estadística. Por haber ha habido hasta playmates españolas como Arancha Bonete, modelo valenciana que en 2004 representó a la casa en España y Sudamérica. Cuando su reinado terminó, Bonete probó suerte en televisión y acabó presentando un programa en La Sexta junto a Pocholo llamado ‘Pocholo SDF’. No es la misma clase de maldición que el de sus compañeras antes mencionadas, pero casi.
LA HISTORIA CONTADA POR SU PROTAGONISTA 
En cualquier caso, nada mejor para conocer las luces y las sombras de este personaje que seguir su cuenta oficial de Instagram, en la que sube imágenes históricas de fiestas y viajes relacionados con Playboy. Eso sí, no le pida que le haga un follow porque solo sigue a cinco cuentas: la oficial de la revista, a su mujer y a sus hijos. Más desconcertante es la lista de personas a las que sigue en Twitter. 22a los que sigue se encuentran directores de cine, escritores, algún hotel que otro y, finalmente, Pitbull. ¿Es que este hombre tiene que estar en todas partes?



Hugh Hefner I



"Yo lo quería. Era joven y estaba ciega por su fama y logros. Nunca tuve mucha suerte en el amor, así que me autoconvencí de que los chicos de mi edad no eran para mí, que siempre había estado destinada a encontrar a Hef. Así de fácil, estaba enamorada. La gente siempre me pregunta por qué aguanté tanto tiempo. Pero esa es la pregunta del millón para cada mujer que ha dejado alguna vez en su vida una mala relación"



Holly Madinson







Hugh Hefner II

"El sexo era muy rutinario, y algo que no creo que ninguna de las chicas disfrutara. Solo queríamos que terminara. A mí las cosas en grupo no me gustaban. Me parecía algo vergonzoso y que no haría normalmente en la habitación. No creo que a él le preocupara si disfrutábamos del sexo. Pero tampoco creo que se preocupara de mi felicidad. Él se preocupaba de su propia felicidad y de nada más. Creía que todo lo que una chica joven y guapa podría desear en la vida era un poco de dinero y de fama"

Holly Madinson



Desnudas, sólo por la mañana



Las modelos deben de dormir bien la noche anterior y sin nada que les oprima. La razón es que no debe de haber ni una sola marca de elástico de braga o sostén sobre la piel, el verdadero intríngulis del negocio, aunque luego se envuelva de almibarado oropel y algún que otro filtro (aunque Stewart lo negara y asegurara que sólo se utiliza para ocultar lo que no quieren enseñar las famosas que lo enseñan todo). Sorprendentemente, Stewart aseguró que otra de las exigencias para las modelos es que lleguen "con el pelo limpio". Cumplido todo eso, la chica llega sin una gota de maquillaje y en los camerinos se le acicala para que se quede quieta ante chirriantes focos y eternos retoques en el pelo entre disparo y disparo.



Santiago Fernández Fuertes



* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 28 de enero de 2000
EL PAÍS

HUGH HEFNER 

VUELVE A LAS ANDADAS


Los Angeles
7 de febrero de 2001

Más de una década después de haber sufrido una crisis cardiaca, tras la que pareció haber sentado la cabeza, Hugh Hefner, el fundador de la revista Playboy,ha vuelto a su vida agitada de los viejos tiempos, pero con una novedad importante: ha cambiado a las cuatro chicas que compartían su vida, su bañera y su cama por siete rubias esplendorosas. En una entrevista publicada en el último número de la revista Vanity Fair, Hefner, que en abril cumplirá 75 años, afirma que la principal diferencia entre sus primeras correrías de sexo en grupo en la década de los sesenta y sus múltiples compañeras de hoy está en que mantiene 'una relación que mejora progresivamente' con sus amigas. 'Hacemos cosas maravillosas juntos. Vamos juntos a Disneylandia. Salimos al cine y a los clubes y siempre estamos en el centro de lo que pasa dondequiera que estemos', declara el que se enorgullece de ser 'el abuelo de la revolución sexual'. Además, gracias a la viagra, insiste que él y sus siete compañeras -Tiffany, Stephanie, Cathi, Katie, Buffy, Tina y Regina- pasan juntos 'la mayor parte de cada noche'. Aunque se negó a dar detalles, sí aclaró: 'Es demasiado bueno para ser verdad; incluso mejor de lo que la gente piensa'. Una de sus compañeras, Cathi O'Malley, afirma en la revista que, a pesar de la actividad nocturna que comparten, durante el día la vida en la Mansión Playboy 'es muy parecida a estar en casa de tu abuelita'. Según Vanity Fair, el cuarteto femenino anterior, que incluía a las dos gemelas Sandy y Mandy, salieron de la mansión el pasado mes de agosto. Su permanencia había durado desde la separación de Hefner, hace dos años, de su segunda esposa, Kimberly Conrad Hefner. Ambos se casaron en el jardín de la Mansión Playboy en 1989, cuatro años después de su crisis cardiaca, en lo que parecía la conversión de Hefner a la monogamia. Kimberly, que se trasladó con los dos hijos de la pareja a la casa de al lado, ha hecho declaraciones muy duras sbre su separación y las relaciones de Hefner con sus hijos. Por su parte, éste reconoce que la paternidad no es su fuerte.

EL PAÍS




Prisioneros voluntarios de la cama

Existe una nueva clase de fábrica, formada por dispositivos electrónicos compactos y almohadas de sobra para la generación sin descanso


BEATRIZ COLOMINA
2 JUN 2014 - 17:00 COT

Más del 80% de los profesionales jóvenes que viven en Nueva York trabajan habitualmente desde la cama. El dato lo dio en 2012 The Wall Street Journal.Millones de camas sustituyendo a las oficinas. El rascacielos vencido por el dormitorio.
Hugh Hefner ya encarnó esta filosofía. Como es sabido, el magnate prácticamente no ha abandonado su cama redonda desde 1960, cuando se instaló en la Mansión Playboy de Chicago y la convirtió en epicentro de un imperio mundial, que dirigía en pijama y bata de seda. “¡No salgo nunca de casa! Soy un recluso contemporáneo”, declaró a Tom Wolfe, tras calcular que la última vez que lo había hecho era tres meses y medio antes, y que en los dos años previos no había pisado la calle más que en nueve ocasiones. Fascinado, Wolfe lo describió como “un corazón verde y tierno de alcachofa”.
El magnate de Playboy hizo de la cama un despacho equipado con todo tipo de aparatos de entretenimiento y comunicación, una especie de sala de control. El lecho en sí era una casa. Su estructura, rotatoria y vibradora, incluía una pequeña nevera, un equipo de alta fidelidad, teléfono, archivadores, un bar, un micrófono, un dictáfono, cámaras de vídeo, auriculares, una tele, una mesita de desayuno, varias superficies y un mando para controlar las luces. La cama era el despacho de Hefner, su lugar de trabajo, donde concedía entrevistas, hacía sus llamadas, seleccionaba fotos, maquetaba la revista, editaba textos, comía, bebía y se reuníacon las playmates.
Hugh Hefner y Crystal Harris

Hugh Hefner y Crystal Harris

Hugh Hefner y Crystal Harris

Boda en la mansión ‘Playboy’

El dueño de la revista Hugh Hefner, de 86 años, comienza el año casado con una 'conejita' de 26

La pareja ya estuvo a punto de contraer matrimonio hace un año, ahora tras airear sus trapos sucios en la prensa lo vuelve a intentar


El País
1 de enero de 2013










Hugh Hefner y su nueva esposa.
Hugh Hefner y su nueva esposa. GTRES

Hugh Hefner ha comenzado el 2013 casado. El fundador de Playboy de 86 años de edad, contrajo matrimonio con novia Crystal Harris, de 26, en la gran masión Playboy ante un selecto grupo de familiares y amigos. La novia ha publicado algunas fotos de los preparativos de la boda. "Hoy es el día en que me convertiré en la señora Hugh Hefner. Me siento muy feliz, afortunada y bendecida", escribió en la red social.
Lo paradójico de la historia es que Crystal, también conejita de la popular revista, fue la novia que plantó al magnate el mismo día de su boda, hace un año.
Después de que ambos se sacaran los trapos sucios por el fin de su publicitado romance, la singular pareja retomó su relación y, en esta oportunidad, rumbo hacia el altar.
Esta es la tercera boda para Hefner y la primera para la joven rubia. El editor se divorció de la también conejita Kimberly Conrad -con quien tiene dos hijos- el año pasado, después de 20 años de matrimonio.
Previamente, el fundador de Playboy estuvo casado con Mildred Williams, de quien se separó en 1959 después de 10 años de matrimonio y otros dos hijos en común.

EL PAÍS





El otoño de Hugh Hefner

El creador de 'Playboy' cumple 90 años en medio del desmoronamiento de su imperio.
4 de septiembre de 2016

A finales de los 50, la revista ‘Playboy’ llevaba más de un lustro cosechando críticas de los sectores más puritanos de la sociedad norteamericana a la vez que reivindicaba un estilo de vida bohemio y hedonista. La publicación era la insignia de una revolución sexual que, aunque tenía su conejo como estandarte, necesitaba un rostro.  Un rostro humano.
Fue así como nació Hugh Hefner. No el editor creativo ni fundador de la revista que cambió para siempre la mirada de la sexualidad. Sino el ícono. La figura. El hombre que con sus eternas pijamas y su elegante pipa se convirtió en la representación misma de Playboy.
Playboy es Hugh Hefner y Hugh Hefner es Playboy. Es dificil separar al hombre de la revista. El primero es la representación de la segunda. Por eso, ahora que el emblema viviente de la libertad sexual cumple 90 años, ahora que su rebosante energía se ha aplacado, que su vejez le ha hecho perder contacto con el mundo que él mismo inventó, su imperio se apaga lentamente.
En diciembre del año pasado, la revista le dijo adiós a los desnudos. Fue una estrategia de renovación para hacerle frente a una época de internet libre en que la gente ya no paga por ver mujeres sin ropa. Meses antes, ya se había anunciado que la Mansión Playboy, el eje de todo el universo excesivo y fantástico de Playboy, estaba en venta por 200 millones de dólares. Y ahora, la base de todo ese castillo de naipes también está a un suspiro de caer. La compañía ha decidido ponerse en el mercado. Por ella piden 500 millones de dólares, una minucia para el imperio erótico más famoso del mundo entero.
Playboy ya no es lo que era antes.  Para 1975, en una de sus épocas más gloriosas, se vendían cerca de 5 millones y medio de copias. El año pasado, la revista solo imprimió 800.000 ejemplares. Su público tampoco es el mismo. En sus años dorados la revista era un objeto de culto, pensada para el lector refinado y vanguardista, pero adquirida casi por cualquiera. Con su cambio de filosofía, la revista le apuntó a una generación más joven, ignorando que, justamente, es la que menos está interesada en las publicaciones impresas.
El timón de la compañía pasó a manos más jóvenes en un intento por resucitar el conejo. Aunque Hefner sigue apareciendo como el jefe editorial en las ediciones, la dirección creativa de la franquicia es manejada por un puñado de nuevos emprendedores de la era digital, que le han apostado a prescindir del referente por excelencia de Playboy: sus mujeres desnudas.
Lo hicieron con la última edición impresa, cuya portada con una mujer en actitud sugerente –pero vestida- imita la estética de la red social Snapchat. Una estrategia para atraer carne joven. Lo hicieron también con el sitio web de Playboy, eliminando sus contenidos explícitos para hacerlo “visitable” en el trabajo.
La cruzada para revitalizar Playboy podría resumirse en un sencillo pero tajante hecho: la frase “entretenimiento para hombres”, que desde la primera portada de 1953 adornó cada número de la revista, fue suprimido.
Y es que desde un principio, Hugh Hefner quiso que su revista reivindicara una nueva imagen del hombre americano moderno. Quería que la pornografía, objeto repudiado por la puritana sociedad de los años 50, se convirtiera en la punta de lanza de su idealización de una vida sofisticada y repleta de placeres. En su estilo de vida soñado había lugar para los autos lujosos, los trajes caros, los licores exclusivos y, claro, las mujeres más hermosas.
La fantasía de Hefner lo llevó a abandonar su trabajo por ese entonces en la revista Esquire, luego de que le negaran un aumento de 5 dólares en su salario. Apostó todo por su sueño. Vendió sus muebles, tocó puertas de inversionistas e incluso se vio obligado a pedirle 1.000 dólares a su madre. Invirtió ese dinero sabiamente. Compró lo que fuera un verdadero tesoro para la época: unas fotos de Marilyn Monroe desnuda, de una sesión de cuatro años atrás para un calendario.
Inicialmente, la revista se iba llamar ‘Stag Party’ (nombre que reciben las fiestas de solo varones en Estados Unidos), pero por motivos legales –ya había una revista llamada Stag- Hefner se vio obligado a cambiarle el nombre, optando por una sugerencia de un amigo.
Así, en la primavera de 1953, y con una coqueta Marilyn Monroe en la portada, nació Playboy. Hefner no creía que su publicación tuviera el éxito inmediato que tuvo. Fue por esto que decidió no colocarle número a la primera edición de la revista, pues creía que no habría una segunda.
La visión hedonista y libertaria de Playboy convulsionó una sociedad que el mismo Hefner describía como “reprimida” y “con marcadas raíces puritanas”. Él mismo fue arrestado un par de años después bajo el cargo de “venta de literatura obscena”, luego de que Playboy publicara una controversial edición con fotos de la bomba sexual del momento, Jayne Mansfield.
Y si bien el tratamiento abierto que se hizo del sexo fue el componente que lanzó a Playboy a la fama mundial, el resto de su contenido editorial también supuso una revolución no menos admirable.
Playboy fue durante sus épocas doradas la ventana de grandes escritores. Por sus páginas pasaron plumas de la talla de Hunter S. Thompson o Truman Capote, en el lado periodístico, mientras que, por entregas, la revista ofreció relatos de Ray Bradbury, John Irving o Kurt Vonnegut. Se ganó la reputación de una publicación intelectual y sofisticada. A la vez que ganaba adeptos por sus fotos vanguardistas y sus modelos de lujo.
Y una vez Hugh Hefner estuvo imbuido de su cautivadora reputación, sus intereses –y los intereses de Playboy- se dirigieron a servir de megáfono en la aceptación racial y cultural. Playboy se adelantó a su tiempo y prefiguró una sociedad igualitaria, en la que todos tenían cabida. Dio lugar en sus secciones a personajes como Martin Luther King o Malcolm X, precursores de los derechos civiles para los afroamericanos. Invitó a actuar en sus clubes a Ella Fitzgerald o Sammy David Jr, en fiestas en las que los negros se mezclaban con los blancos, algo inusual para la época.
Con el tiempo, Playboy no solo se convirtió en la cara más visible de la revolución sexual, sino que transformó por completo la industria de la pornografía. Hefner no la inventó, pero le dio un estatus de refinación y un hálito artístico. Después de Playboy, la pornografía dejó de estar relegada a un círculo oscuro y empezó a ser comentada por todo el mundo, e incluso a ser vista como algo ‘cool’.
Pero ahora, y luego de 62 años de trayectoria, 3 esposas, un número indeterminado de amantes, un estilo de vida repleto de excesos y el rótulo de profeta de la revolución sexual, Hugh Hefner atraviesa el otoño de su vida. Y el otoño de Playboy.
El futuro no pinta nada bien para la franquicia. Algunos incluso comentan que los 500 millones de dólares que piden es demasiado para lo que es. Lo único valioso que le queda a la compañía es su conejo. El logo hace parte de las referencias culturales más conocidas a nivel mundial. El derecho a explotarlo supone un verdadero tesoro que muchos están ávidos de poseer.
Este año la celebración será amarga para el fundador de Playboy. Acabó de morir su hermano menor y gran confidente, Keith Hefner. Por ello, puede que su tradicional cita de cumpleaños, que consiste en proyectar su película favorita, ‘Casablanca’, en compañía de su familia y amigos, quede aplazada.
Sea cual sea su festejo, de algo puede estar tranquilo Hugh Hefner: aun podrá celebrarlo en su Mansión. La Mansión Playboy. El eje de un imperio irreal que quien sabe cuánto tiempo más le quede. Desde su aviso de venta, se dejó algo muy claro: quien compre la propiedad, tendrá que convivir con él adentro. Porque nadie puede sacar a Hugh Hefner del mundo de Playboy.
SEMANA






Perfil: a los 91 años muere Hugh Hefner, fundador de la revista Play Boy

La vida del legendario fundador de Playboy está llegó a su fin. A los 91 años. Esta es la fascinante historia del hombre que desató la revolución sexual más que nadie.


Nada en el origen familiar de Hugh Hefner hacía pensar que sería el precursor de un movimiento de liberación sexual que iba a cambiar la historia del siglo XX. Creció en una familia de clase media, estricta, conservadora y muy religiosa. Recién terminó el bachillerato ingresó al ejército estadounidense durante los últimos meses de la Segunda Guerra Mundial. Una vez terminó el conflicto, se graduó de Psicología en la Universidad de Illinois.
Tenía un gran talento para el dibujo y su carrera inició haciendo ilustraciones para las revistas Children‘s Activities y Esquire. Sin embargo, soñaba con crear su propia publicación, a la que pensaba llamar Stag Party. Esa frase en inglés se refiere a las fiestas a las que solamente van hombresy en particular, a las despedidas de soltero. Como no tenía un dólar, logró convencer a diferentes amigos de que pusieran los 8000 necesarios para sacar el primer ejemplar. Antes de que este fuera publicado, descubrió que el nombre Stag ya estaba registrado y optó por Playboy. Cuando estaba en ese proceso sucedió un milagro. Descubrió que en un calendario de mujeres desnudas que había en un taller, una de ellas se parecía mucho a Marilyn Monroe. Era crespa y pelirroja, pero las facciones eran inconfundibles. Su cuerpo, sobre un fondo de tela roja, no podía pasar desapercibido, aunque nadie notaba de quién se trataba.
En ese momento, Marilyn Monroe era la mujer más famosa del mundo. En pocos años había conquistado Hollywood y se había convertido en el símbolo sexual de la segunda mitad del siglo XX. Al igual que sucedió con Melania Trump, las fotos habían sido tomadas cuando era una aspirante a modelo desconocida que no tenía cómo pagar el alquiler (puede leer el artículo sobre el fotógrafo que retrató a Melania Trump desnuda en la página 38). Cuando la sesión fotográfica tuvo lugar, Marilyn bordeaba apenas los 20 años y nunca imaginó que ella, que había crecido en orfanatos y había tenido un breve matrimonio con un policía, fuera algún día a convertirse en la Cleopatra de su generación.
Hay que tener en cuenta que antes de Playboy los desnudos prácticamente no existían. Hoy son pocas las actrices que no han aparecido en traje de Eva en algún momento. Pero en los años cincuenta eso era un tabú asociado casi con la pornografía. Por lo tanto, la revelación de que la mujer más famosa del mundo había posado desnuda fue una bomba difícil de entender para los millennials de hoy. Ellos en su celular pueden ver en cualquier momento, con un solo clic, más mujeres desnudas y más sexodel que hay en el Kamasutra. 
Hefner, consciente del tesoro que había encontrado, ubicó al fotógrafo y compró los derechos. En diciembre de 1953, cuando tenía solo 27 años, salió a la venta la primera edición de la revista Playboy con Marilyn en la carátula. En ese primer ejemplar incluyó un editorial escrito por él mismo en el que exponía la filosofía de Playboy. Dicha edición no tuvo fecha, en tanto que el fundador no estaba seguro de que existiera un segundo número. Contra los pronósticos, ese primer número fue literalmente devorado. Ver a la actriz más famosa de Hollywood desnuda conmocionó al público lector estadounidense y las 54.000 revistas que se habían imprimido se agotaron. Hoy, uno de esos ejemplares originales vale cerca de un millón de dólares.
Ese éxito convirtió a Hefner en el pionero del erotismo gráfico y en el creador de un producto que haría que el sexo dejara de ser un tabú. Playboy se convirtió en una de las revistas de mayor circulación en el mundo y llegó a ser aceptada en las casas de las familias norteamericanas. Por lo general no estaba en la sala, pero sí en un lugar discreto —o clandestino— en el cuarto de los hijos. El famoso logo Playboy de un conejo con una corbata elegante fue diseñado por Art Paul para la segunda edición de la revista. Desde ese momento ha aparecido muchas veces en forma camuflada en todas las carátulas de la revista durante 65 años. En los días de gloria era un jueguito buscar dónde los creativos lo habían insinuado. Hoy, el conejo es considerado uno de los logos más valiosos del mundo. Es una imagen simpática, juguetona, coqueta y distinguida.
En 1975, Playboy llegó a tener un tiraje de 7,5 millones de ejemplares, dos veces el de la renombrada revista Time. Había un chiste en ese momento que era decir que la gente la compraba no por las fotos de mujeres desnudas sino por los artículos. Sin embargo, eso tenía algo de verdad. Tenía una línea editorial dirigida personalmente por Hefner, que exaltaba la libertad sexual como un derecho de todo hombre y toda mujer. Esto era un rompimiento con la moral de los años de Eisenhower, que tenía todavía algo de victoriana. En los cincuenta, las niñas bien tenían que llegar vírgenes al matrimonio y los hombres tenían que desahogarse por otros lados. Además del mensaje filosófico de que eso tenía que cambiar, Playboy se convirtió en un foro no solo de estilo de vida sino de rigor periodístico y literatura de alto nivel. Allá hicieron sus primeros pinitos futuras leyendas como Norman Mailer, Ian Fleming, John Rodrigo Dos Passos, Margaret Atwood, Roald Dahl y muchos otros.
Las extensas entrevistas fueron consideradas icónicas. Allá abrieron su corazón personajes tan disímiles como Fidel Castro, John Lennon, Ayn Rand, Salvador Dalí, Martin Luther King Jr., Jean-Paul Sartre, Muhammad Ali, Stephen Hawking y Carl Sagan. Uno de los recuerdos más memorables de esas entrevistas fue cuando el presidente Jimmy Carter, quien era un puritano de pura cepa, confesó que aunque nunca le había sido infiel a su esposa sí había tenido pensamientos lujuriosos con otras mujeres. Y hablando de puritanismo, una vez que Playboy legitimó el desnudo femenino, muchas famosas aceptaron aparecer en las páginas de la publicación. Desfilaron sin ropa divas como Brigitte Bardot, Ursula Andress, Sophia Loren, Ann-Margret, Farrah Fawcett, Joan Collins, Cindy Crawford, Nancy Sinatra y hasta la hija de Ronald Reagan. Destaparse en Playboy pasó de ser una audacia a un símbolo de estatus. La mujer que más veces ha aparecido en carátula ha sido Pamela Anderson, 13 veces.
Hugh Hefner no solo fue un genio periodístico sino también del marketing. Se inventó el concepto de que la mejor publicidad que podría tener la revista era justamente la vida de su dueño. Adquirió la Mansión Playboy y la convirtió en un centro de hedonismo donde cada mes se registraban sus actividades. En ese entorno confluían las personalidades más famosas de Hollywood, millonarios, políticos y, sobre todo, mujeres despampanantes. La casa tenía una gruta con agua, donde, sin ninguna inhibición, los visitantes se zambullían desnudos. Cada semana había una gran fiesta en la que podían aparecer Jack Nicholson, Robert De Niro, Julia Roberts, Cindy Crawford, algún Rockefeller, Steve Jobs, y, eso sí, una docena de conejitas para entretener a los invitados.
Por esa misma época se lanzó Playboy‘s Penthouse, una serie semanal para televisión en la que aparecían con Hefner, en un cóctel social, “los amigos de la revista”. En esa categoría estaban personajes de la talla de Frank Sinatra, Dean Martin, Sammy Davis, Ella Fitzgerald y otros. Hugh Hefner los recibía la mayoría de las veces en una finísima piyama sobre la cual vestía una bata corta de seda vinotinto. Con su infaltable pipa en la boca, proyectaba la imagen de un James Bond recién levantado. Los lectores de Playboy, probablemente casados y cansados de sus rutinarias existencias, seguían con envidia el itinerario de este sultán del placer. Todo eso tenía como propósito convencer a la audiencia de que el matrimonio y la monogamia eran conceptos anacrónicos y que la libertad sexual ofrecía opciones de vida más abiertas y glamurosas. La prueba viviente de que eso era posible era el propio Hefner.
En los setenta, el imperio Playboy empezó a verse amenazado por la competencia. Primero la revista Penthouse, de Bob Guccione, y luego Hustler, de Larry Flynt. Ambas presentaban sexo más explícito que el de Playboy. En muchos casos, los modelos eran fotografiados teniendo relaciones sexuales reales. Hefner decidió no ir tan lejos, pero para competir decidió mostrar a sus mujeres desnudas de forma frontal, exhibiendo el vello púbico, cosa que no había hecho durante los primeros 20 años. Para esas épocas no solo la revista era una mina de oro sino los clubes Playboy, en donde había casinos. Los socios recibían una llave y eran atendidos por las conejitas en el bar antes de pasar a las mesas de juegos. Las grandes ciudades de Estados Unidos y algunas capitales europeas tuvieron estos clubes hasta la década de los ochenta y Hugh Hefner los visitaba en su Boeing 727, pintado completamente de negro, y con el logo del conejito en la cola del avión.
Esa inolvidable fiesta comenzó a decaer en los noventa. Las licencias de los casinos se perdieron. La circulación de la revista cayó y la aparición de internet está dando la estocada final. Entretanto Hefner, divorciado desde 1958, se casó a los 63 años —en el 89— con la playmate del año, Kimberly Conrad, quien en ese momento tenía 21 años. La anécdota de cómo se conocieron fue contada por ella misma en una entrevista. Acababa de posar desnuda y estaba nerviosa ante lo que eso significó. Le pusieron una batica y le dijeron que Hefner estaba en el cuarto siguiente y que quería saludarla. Ella, petrificada, entró, y él le estrechó la mano diciéndole: “Hola, soy Hef. Me gustaría mucho hacer el amor contigo”. Y ella le respondió desconcertada: “Lo siento, señor Hefner, pero nunca he hecho el amor con nadie mayor de 25 años”. A esto él le replicó: “Yo tampoco”.
En todo caso, terminaron casándose y tuvieron dos hijos. Durante unos años, la Mansión Playboy tuvo más triciclos, pelotas de caucho, trenes eléctricos y niñeras que mujeres desnudas circulando por los predios. Esa etapa terminó en 1998 con un divorcio cordial, pero de ahí en adelante comenzó la decadencia del imperio. Hefner, a los 80 años, pretendió revivir la vida que tuvo en los 30, los 40 y los 50, pero se veía algo ridículo. Vivía simultáneamente con tres mujeres o más, a las cuales les daba 1000 dólares semanales a cambio de su disponibilidad de tener sexo con él. Este rito podía ser individual o colectivo, ya que todos los viernes, después de ir a una discoteca, las tres tenían que ir a la cama con el jefe.
De ahí surgió un reality de televisión llamado The Girls of the Playboy Mansion, en el que se mostraba la rutina del sultán con su harem. La serie no tenía contenido sexual sino más bien una trama juguetona que contrastaba con lo que sucedía cuando no estaban las cámaras. Fue un éxito total de rating, algo como lo de las Kardashians hoy. A finales de 2010, Hef estaba nuevamente comprometido con quien sería su tercera esposa, Crystal Harris, otra playmate del año. Ese matrimonio ya era grotesco, pues él le llevaba casi 70 años y era obvio que ella estaba ahí solamente por la plata. Hoy, Hugh Hefner está fuera de circulación y probablemente en sus últimas semanas. Está sordo, pesa apenas 45 kilos y no se le permite a nadie verlo. La revista la está manejando su hijo Cooper, de 24 años, pero con poco éxito. Después de una caída vertical en la circulación se decidió eliminar los desnudos para competir con Esquire y GQ.
Ese experimento fue un fracaso total, pues la deserción de lectores aumentó. Un año después, se decidió volver a los desnudos con un contenido dirigido a los millennials. Desafortunadamente, esa generación no lee en papel, por lo que la revista de hoy no es “ni chicha ni limonada”. La vida de esta se está extinguiendo a la misma velocidad que la de su fundador. La Mansión fue vendida el año pasado por 100 millones de dólares con el compromiso de que Hefner pudiera permanecer allí hasta el día de su muerte. Eso va a suceder en poco tiempo y representará el fin de una era que marcó un hito en la historia del mundo.

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