martes, 26 de mayo de 2020

Jesús Pardo

Jesús Pardo

Jesús Pardo
(1927-2020)



Jesús Pardo de Santayana Díez (Torrelavega, Cantabria, 5 de mayo de 19271​-Madrid, 22 de mayo de 2020)​ fue un periodista, escritor y traductor políglota español.

A los dos años fue a vivir junto a dos hermanas con sus tíos Curra y Rafael Díez en el palacete Villa San José de El Sardinero (Santander), en cuya biblioteca se aficionó a la lectura. Su familia era de la hidalguía montañesa y su abuelo fue el armador Leopoldo Pardo de Santayana, un amante de la cultura que frecuentaba la tertulia de Henrici. A los 21 años, en 1948, y ya provisto de una erudición desordenada, Jesús marchó a Madrid y trabajó fundamentalmente como traductor e intérprete de francés e inglés en los sindicatos verticales de entonces, pero en 1952 se diplomó en la Escuela Oficial de Periodismo, mientras frecuentaba el Café Gijón, y Juan Aparicio lo designó corresponsal de Pueblo y Madrid en Londres, donde permaneció veinte años llevando una vida muy agitada y disoluta; allí abandonó su ideología franquista y se volvió demócrata y en 1966 le fue concedida por el Ministerio de Asuntos Exteriores la encomienda de la Orden del Mérito Civil por su labor. Se casó con la inglesa Pauline Knibbs, de la que tuvo dos hijos, aunque el matrimonio fue anulado y se volvió a casar.

Fue brevemente corresponsal de Madrid en Nueva York, corresponsal volante de Cambio 16 y redactor y delegado en Ginebra y Copenhague de la Agencia EFE, así como fundador y director entre 1975 y 1978 de Historia 16. ​A partir de 1987 se dedicó a la labor literaria, en la que destacó como memorialista con libros como Autorretrato sin retoques (1999), Memorias de memoria (1974-1988) (2001) y Borrón y cuenta vieja (2009), donde critica la mediocridad de la vida cultural de posguerra. También realizó la traducción a los quince idiomas que leía, de más de doscientos libros, (por ejemplo, las Poesías completas de August Strindberg y de Henrik Ibsen, los Cantos pisanos de Ezra Pound y diversas obras de Ted Hughes y su mujer Sylvia Plath, pero también obras de Charles Dickens, Mark Twain, Richard Ford, Sören Kierkegaard, Isak Dinesen, Nadine Gordimer, Pier Paolo Pasolini, Noah Gordon, Joseph Roth, Saul Bellow, James Michener etc.)​ tradujo en especial del inglés, italiano, sueco, danés y noruego; también abundó el elemento autobiográfico en cuatro de sus novelas, Ahora es preciso morir, Ramas secas del pasado, Cantidades discretas y Eclipses, bajo el personaje del santanderino Alejandro Malalbear; por último, cultivó la novela histórica con una trilogía romana Yo, Trajano, Aureliano y La gran derrota de Diocleciano y escribió biografías y ensayos críticos sobre Walt Whitman, Galileo Galilei y Dante Alighieri.

Padeció una profunda depresión, de la que salió en 2001, y se reconvirtió al catolicismo tras cuarenta años de descreimiento total. En 1994 recibió el Premio Nacional de Traducción de Finlandia.​ En marzo de 2013 donó a la Biblioteca Nacional de España los documentos que componía su archivo personal.

Falleció en la residencia donde vivía, en Madrid, a los noventa y tres años, el 22 de mayo de 2020.

    Premios y reconocimientos


    1994   Premio Nacional de Traducción de Finlandia.
    2016 Premio Honorífico de las Letras concedido por el ayuntamiento de Santander.

WIKIPEDIA​


Jesús Pardo

"Mi sistema era siempre el mismo: asimilar únicamente la parte de la gramática en que la lengua en cuestión difiriese de la castellana o de otras bien aprendidas, y concentrarme acto seguido en la lectura, con ayuda del mejor diccionario disponible, de un libro clásico difícil. Para mí no hay sistema mejor, pues reduce al mínimo el aprendizaje de la teoría y descansa en el vocabulario y las frases, que son la lengua viva." 
Jesús Pardo 
Autorretrato sin retoques 
Anagrama, Barcelona, 2006

Jesús Pardo


Adiós al 'sardinerino' Jesús Pardo, poeta y periodista, escritor de la memoria y la muerte




Adiós al 'sardinerino' Jesús Pardo, poeta y periodista, escritor de la memoria y la muerte
MIGUEL DE LAS CUEVAS

El autor de 'Ahora es preciso morir', una de las grandes novelas sobre Santander, y de una ingente obra memorialista que revolucionó el género, fallece a los 93 años




Guillermo Balbona

GUILLERMO BALBONASantander,  24 mayo 2020, 08:22


«Prepararse para la muerte es una pérdida de tiempo». Quizás fuera uno de los escritores más cultos de este país. También un periodista dandi de raza y crónica descarnada. Y, sobre todo, un hombre-libro, aferrado a una biblioteca inmensa y a la propia vida, la que apuró hasta que una depresión derrotó todas sus palabras, citas, volúmenes y retratos del mundo que contenía su equipaje. Jesús Pardo (Torrelavega, 1927) narrador, periodista y traductor falleció la noche del viernes en Madrid en la residencia en la que ingresó en los últimos años. El pasado 5 de mayo había cumplido 93 años. Santander está en la médula vital y existencial de sus narraciones y escritos, aunque desde que volviera de Londres, su paisaje permanente era Madrid. Prolífico, de escritura incesante, logró con sus volúmenes de memorias edificar una mirada sobre el mundo pero, sobre todo, desnudar su propio perfil y el de los demás. 'Autorretrato sin retoques', 'Memorias de memoria' y 'Borrón y cuenta vieja', obra en la que narraba su propia muerte, constituyeron un antes y un después en el género. Sus '50 cuentos al contado', la novela 'Rojo perla', o las cuatro últimas partes de su diario poético se sumaron al último tramo de su creación literaria.
Jesús Pardo


En 2016 Santander saldó una cuenta pendiente con el autor al otorgarle el Premio Honorífico de las Letras organizada por el Ayuntamiento. Jesús Pardo de Santayana, que recibió el galardón en un sencillo pero emotivo homenaje, se definía a sí mismo como 'sardinerino'. Aunque nacido en Torrelavega siempre destacó su vida desde ese mismo año 1927 hasta 1944 en El Sardinero. Luis Salcines, gran conocedor de la obra de Pardo, sostiene que El Sardinero «era un mundo propio, una isla. Para él no tenía nada que ver con Santander. Se hacía una vida aparte. Él viviría en Villa San José con su tía Curra y su tío Marcelino, sin recibir visitas y con el depósito de una inmensa biblioteca que devoraba y que alimentaba sus ansias de ser escritor». Sus padres le dejaron allí con dos años: «Ambos pasaron por mí como luz por el cristal».
El Sardinero, escribió Pardo, «es mi única patria, hasta el punto de que no me siento español, ni menos cántabro, santanderino o montañés, sino sardinerino o pejino. El olor, el color, la humedad del Sardinero siguen siendo sangre y espina dorsal de mi mente, y cualesquiera otros estímulos que les fueron sucediendo en mi experiencia salieron perdedores en esa competencia».

«He hecho todo lo que he podido para contar no la verdad, sino lo que yo recuerdo como verdad»
LO QUE DECÍA SOBRE SUS MEMORIAS
Devorador de libros –se definía como 'Librívoro'–, confesaba siempre haber «bebido y vivido». Fue «un lector y escritor obsesivo», salvo en ese período en que «la depresión trajo de la mano la espantosa literofobia. No es ya que no quisiera leer, es que los libros me daban asco». Su especial ligazón con la memoria y la autoficción le convirtió en un referente especial de la literatura española. En opinión de muchos críticos y estudiosos, «quedarán, sin duda alguna, sus páginas como memorialista por su sinceridad, su brillantez literaria, su audacia y su profundidad reflexiva». Los volúmenes citados marcaron un antes y un después en este género en España por su revitalización y personalidad. Pardo, además, es autor de la que muchos coinciden en calificar como la mejor novela sobre Santander de todo el siglo XX, 'Ahora es preciso morir', obra que tuvo como fruto enemigos y amenazas de quienes se sintieron cruelmente amenazados.
El periodismo, su labor de corresponsal hasta su vuelta a España, más la traducción poética acapararon su labor durante décadas. Hay que tener en cuenta que su primera novela, una de las de mayor éxito y contenido autobiográfico, la citada 'Ahora es preciso morir', está fechada en 1981. Políglota, calificado por Luis Antonio de Villena como 'rara avis' del mundo literario español, Jesús Pardo le confesó al poeta en 1985 sus objetivos: escribir sus memorias, quizás una novela, una gran biografía sobre el emperador Trajano y morir. Al publicar 'Borrón y cuenta vieja' sostuvo: «Me hacía gracia la idea de retratar mi propia muerte, porque, salvo a Elías y la Virgen María, es algo que estamos seguros que va a pasarnos a todos y no creo que vaya a ser la tercera excepción». Acompañado del sentido del humor inglés, el tercer y último tomo de sus celebradas memorias surgió tras «dos grandes crisis» en su vida: una profunda depresión, de la que salió en 2001, y una crisis religiosa, que lo llevó a su reconversión al catolicismo, tras 40 años alejado de la religión.
En sus memorias de fino estilete y agudeza en los retratos desmitifica lugares y personajes, carga contra la vida cultural de la España de posguerra y traza una galería y un caleidoscopio humano en el que caben Camilo José Cela, César González Ruano o Marcelino Menéndez Pelayo, entre otros muchos.
Diplomado en la Escuela Oficial de Periodismo de Madrid en 1952, fue corresponsal en Londres de los diarios 'Pueblo' y 'Madrid', corresponsal volante de la revista 'Cambio 16', redactor de la Agencia EFE y delegado de la misma en Ginebra y Copenhague, así como fundador y director de 'Historia 16'. Tras su jubilación en 1987 comenzó la etapa más intensa de su escritura, dedicado exclusivamente a sus libros. Traductor de más de doscientos libros en quince idiomas, en 1994 recibió el Premio Nacional de Traducción de Finlandia. Sus obras, desde 'Cantidades discretas' (1984) a 'Eclipses' (1993) y 'Aureliano' (2001), o los ensayos 'Conversaciones con Transilvania' (1988), 'Zapatos para el pie izquierdo' (1998), 'Las preguntas que movieron el mundo' (1999) y 'Las damas del franquismo', reflejan su inmensa curiosidad. Además cabe citar novelas como 'Yo, Marco Elio Trajano' (1991) y 'Rojo Perla' (2014), y los libros de poemas 'Faz en las fauces del tiempo' (1982), 'Antología final' (1997) y 'Gradus ad mortem' (2003), más una incursión en los libros de viajes con 'Bucarest' (1991).

«Me enseñó a sintetizar, a procurar la exactitud y a evitar la palabrería y la indefinición»
LO QUE DECÍA SOBRE EL PERIODISMO
Homenajeado en el ámbito académico de la UIMP por Plaza Porticada, sus memorias son un manantial de nombres y pequeños mundos que abordó sin dejar nunca la poesía y la traducción. Cronista apasionado, lector voraz, caníbal de idiomas –el egipcio faraónico y el suajili fueron objetivos finales de su inagotable aprendizaje–, la obra de Pardo es un fresco en construcción donde se transparenta el siglo XX. Prolífico retratista, decía «no inventar casi nada» pero en sus narraciones se muestra siempre un territorio sembrado por el asombro. En esta pasada década sumó a su carrera el libro 'Bajas esferas, altos fondos', presentado en el Aula de Cultura de el Diario, a modo de reverso de 'La colmena' del Nobel Cela. Con un permanente duelo, en la ficción y en la realidad, con la muerte, se despide dejando un singular edificio literario, uno de los «ajustes de cuentas con el pasado más lúcidos y despiadados de la literatura del siglo XX».
El autor de 'Ramas secas del pasado' siempre buscó el desafío verbal, ese terreno entre verdad y mentira, realidad e invención. Pardo, que inició un diario sobre su decadencia física, deja inédita una novela ambientada en Santander que le ocupó sus últimos años narrativos. Literatura y vida, siempre entrelazadas.

Reacciones

Con su fallecimiento, Santander y Cantabria pierden a uno de sus grandes referentes culturales y literarios. Así lo destaca en un comunicado la alcaldesa de Santander, Gema Igual, que ha trasladado el pésame de todos los vecinos a la familia del también corresponsal y ha puesto en valor el amor de Jesús Pardo a la ciudad en la que se crío y formó, y donde comenzó además su afición por la lectura.



El escritor Jesús Pardo recibió de manos de Gema Igual el premio Honorífico en la Gala de las Letras de Santander de 2016.
El escritor Jesús Pardo recibió de manos de Gema Igual el premio Honorífico en la Gala de las Letras de Santander de 2016. / JAVIER COTERA

«Despedimos a una persona clave de nuestra vida cultural, uno de nuestros grandes escritores y pensadores», ha lamentado la alcaldesa, quien ha recordado que en 2016 Santander saldó una cuenta pendiente con el autor al otorgarle el Premio Honorífico de las Letras durante la II Gala de las Letras organizada por el Ayuntamiento.

«Con su fallecimiento, Santander y Cantabria pierden a uno de sus grandes referentes culturales y literarios»
GEMA IGUAL, ALCALDESA DE SANTANDER
Ella misma y el recién nombrado premio Ciudad de las Letras Juan Antonio González Fuentes arroparon a Pardo en un sencillo pero emotivo homenaje al escritor nacido en Torrelavega, que se definía a si mismo como «sardinerino».
«Es un día triste. Nos deja un veterano de las letras enamorado de Santander. Su pluma sincera, lúcida y auténtica permanecerá para siempre entre nosotros«, ha asegurado la regidora, quien ha recordado también las numerosas colaboraciones del escritor con iniciativas de impulso a la cultura en el municipio.

«Hoy es un día triste para Cantabria y para las letras españolas, pero siempre nos quedará la lucidez, inteligencia y honestidad de sus obras»
PABLO ZULOAGA, VICEPRESIDENTE DE CANTABRIA
También se ha manifestado el vicepresidente de Cantabria, Pablo Zuloaga, quien ha lamentado el fallecimiento del «ávido» periodista, «uno de los grandes nombres de la literatura española de las últimas décadas», del que ha destacado «la sinceridad, inteligencia y audacia de su obra».
Zuloaga ha trasladado su pésame a la familia y amigos de Pardo de Santayana y ha asegurado que es una gran pérdida para Cantabria y para la ciudad de Santander, donde vivió desde los dos años hasta los 21, y que estuvo presente en su obra, sobre todo, en títulos como 'Ahora espreciso morir'.
El también consejero de Cultura ha elogiado, además, su pensamiento crítico y agudo, y ha destacado su defensa de la memoria sincera y honesta. «Hoy es un día triste para Cantabria y para las letras españolas, perdemos a uno de los grandes de la cultura, pero siempre nos quedará la lucidez, inteligencia y honestidad de sus obras», ha añadido el vicepresidente.


BIBLIOGRAFÍA

    Novelas

  • Ahora es preciso morir (1982)
  • Ramas secas del pasado (1984)
  • Cantidades discretas (1986)
  • Operación Barbarossa: historia ficción (1988)
  • Las últimas horas de Pincher Trumbo: divertimento temporal (1989).
  • Yo, Marco Ulpio Trajano (1991)
  • Eclipses (1993)
  • Aureliano. El emperador que se hizo llamar Dios (2001)
  • La gran derrota de Diocleciano: el emperador que persiguió a los cristianos (2004)
  • Rojo perla (El Desvelo Ediciones, 2014. EAN 9788494024269)

Ensayos históricos

  • La crisis comunista en los países del este (1969)
  • Walt Whitman (el hombre y la obra) (1975)
  • Galileo Galilei (1977, 1985 y 1991)
  • Dante Alighieri (1984 y 1991)
  • Conversaciones con Transilvania: viaje a través de quince siglos (1988)
  • Zapatos para el pie izquierdo: hechos e inventos que cambiaron el mundo (1998)
  • Las preguntas que movieron el mundo (1999)
  • Las damas del franquismo (2000)
  • Bajas esferas, altos fondos (2005)

Cuentos

Cincuenta historias de repente (2003)

Viajes

Bucarest (1991)

Volúmenes de memorias

  • Autorretrato sin retoques (Barcelona, Anagrama, 1996)
  • Memorias de memoria: 1974-1988 (2001)
  • Borrón y cuenta vieja: 1974-2007 (2009)


Traducciones

August StrindbergPoesías completas (2004).
August Strindbert, El salón rojo.
Joseph Roth, La cripta de los capuchinos.
Alberto Savinio, Nueva enciclopedia.
Conde de Carnavón, Viajes por la península ibérica (1967).
David Ebershoff, La chica danesa.
Christensen Lars Saabye, El músico.
Vladimir Nabokov, Rey, dama, valet.
Saul Bellow, El diciembre del decano.
Noah Gordon, El comité de la muerte.
Robert Shapard y James Thomas, Ficción súbita.
Georg Henrik von Wright, El espacio de la razón (1996)
Isak Dinesen, Cartas de África.
Walt Whitman, Perspectivas democráticas y otros escritos (2013).
E.L. Doctorow, Cuentos completos.
Lorus J. y Margery Milne, Los sentidos de los animales y de los hombres.





domingo, 17 de mayo de 2020

Margaret Mead

Margaret Mead
Ilustración de T.A.


Margaret Mead fue una de las pioneras de la antropología cultural y el feminismo norteamericano de la segunda mitad del siglo XX. Entre otras cosas estudió cómo las normas sociales sobre la sexualidad, la infancia y la adolescencia difieren entre distintas culturas; lo cual sirvió para cuestionar las perspectivas biologicistas que dominaban la comprensión sobre el desarrollo humano.

Margaret Mead (1901-1978) fue una antropóloga cultural que mantuvo una perspectiva de género importante en sus estudios, por lo que se considera también como una de las precursoras del movimiento feminista norteamericano.
Nació en Philadelphia, Pennsylvania y era la mayor de 4 hermanos. Aunque sus padres eran también científicos sociales, que habían inspirado mucho su carrera profesional, Mead definió como su influencia más decisiva a su abuela paterna, a quien reconocía como una mujer muy empoderada.
En el año de 1923, Margaret Mead se graduó del Colegio Barnard, que era una escuela para mujeres afiliada a la Universidad de Columbia. Había cursado la mayoría de sus materias en Psicología, carrera que le interesaba mucho y que le motivó a estudiar el desarrollo infantil.
Posteriormente se formó con Franz Boas, profesor de antropología de Columbia, y finalmente se convenció por estudiar y ejercer esta disciplina. Obtuvo el grado de doctorado en antropología en el año de 1929, por la Universidad de Columbia.

Margaret Mead


El mundo académico y la vida privada 

de Margaret Mead

Una de las convicciones de Margaret Mead era que las condiciones culturales son más determinantes que las características genéticas en el comportamiento humano; lo que rápidamente trasladó al análisis de los roles de género y al desarrollo humano.
A partir de esto comparó varias culturas que eran consideradas como “primitivas”, con la cultura norteamericana. Dadas las condiciones culturales del momento en el oeste estadounidense, su pensamiento resultó muy innovador, aunque al mismo tiempo obtuvo respuestas negativas.
En términos generales, Mead tenía una perspectiva muy liberal sobre la sexualidad, que fue visible no sólo en sus trabajos académicos, sino en sus experiencias relacionales. Es decir que, su perspectiva tanto académica como privada estaba muy cercana al relativismo cultural y al relativismo moral sobre la sexualidad, lo que la colocó también en el centro de muchas críticas moralistas y controversias en el mundo académico.
A pesar de esto, su rigurosidad académica la volvió muy pronto una mujer prestigiada. Se unió como curadora al Museo Americano de Historia Natural en New York, además de haber impartido clases en la Universidad de Columbia, la Universidad de New York, la Universidad Emory, la Universidad de Yale, y la Universidad de Cincinnati. Finalmente fundó el departamento de antropología en la Universidad Fordham.
Así mismo se convirtió en presidenta de la Asociación Americana de Antropología, entre otros institutos de antropología aplicada muy conocidos. Entre otras cosas, impulsó la creación de un archivo nacional de films etnográficos que sirvieran para preservar el importante trabajo y legado antropológico.
Margaret Mead

Desarrollo humano y roles de género en Nueva Guinea
Durante sus trabajos, Mead refutó la idea de las sociedades “primitivas”, donde los habitantes eran considerados como niños, o como si estuvieran genéticamente determinados para desarrollar estados psicológicos “menos avanzados”. Ella defendía que el desarrollo humano depende del entorno social.
Partiendo de ahí, Mead observó que los roles de género eran muy diferentes entre las distintas sociedades, con lo cual llegó a la conclusión de que estos roles dependen mucho más de la cultura que de la biología.
Hizo visible, por ejemplo, que las mujeres eran las dominantes en algunas tribus de Papúa Nueva Guinea, sin causar ningún problema social. Había tribus donde mujeres y hombres eran más pacifistas y vivían en sociedades más cooperativas que la estadounidense, por ejemplo en Arapesh.
En otras tribus, como en Tchambuli, hombres y mujeres tenían roles diferenciados, pero sumamente distintos a los occidentales. Los hombres eran más cercanos al plano de lo sensible, y las mujeres dirigían las actividades públicas.
Lo contrario encontró en sociedades como en Mundugumor, donde veía que los hombres y las mujeres habían desarrollado temperamentos más explosivos y conflictivos, con lo cual los niños eran educados también de manera más dura.
Al comprar los estudios entre estas sociedades, Mead llegó a la conclusión de que la cultura moldea el comportamiento humano. De ahí una de sus frases más famosas: “la naturaleza humana es maleable”.
Perspectiva de género
Para Mead la masculinidad y la feminidad reflejan las condiciones culturales, y las diferencias de género no están enteramente determinadas por la biología. Su perspectiva de los roles de género fue muy radical para su tiempo y ayudó a derribar muchos tabúes en torno a la sexualidad de la mitad del siglo XX en la sociedad estadounidense.
Aunque ella no se llamaba a sí misma “feminista”, sus desarrollos teóricos no solo impactaron la academia, sino que fue rápidamente reconocida como una activista y pionera de movimiento feminista.
Defendió la libertad de las prácticas sexuales, criticó las estructuras familiares tradicionales, la crianza basadas en modelos de género disimétricos, y finalmente, impulsó la transformación de los valores morales relacionado con la sexualidad.

Principales obras

Algunas de sus principales obras son Coming of Age in Samoa (Adolescencia en Samoa), libro de 1928 que resultó de su tesis de doctorado en donde estudió principalmente a chicas adolescentes de las islas polinesias en relación con las normas sobre la sexualidad que circulaban ahí. Además, estableció algunas comparaciones sobre la transición a la adultez con la cultura norteamericana y los efectos emocionales en los jóvenes.
Con esta obra, Mead se posicionó como una de las grandes influencias de la antropología de su tiempo. Posteriormente continuó estudiando la relación entre la infancia, la adolescencia y las familias Americanas, enfatizando el valor de los trabajos comparativos e interdisciplinarios.
Otras de sus obras importantes son Growing Up in New Guinea: A Comparative Study of Primitive Education (Creciendo en Nueva Guinea: Un Estudio Comparativo sobre la Educación Primitiva); y el film Trance and Dance in Bali, Learning to Dance in Bali, and Karba’s First Years. Así mismo, Margaret Mead partició en otras producciones cinematográficas que abordaban el tema de las diferentes prácticas sobre cuidado y crianza en distintas culturas.





Una de las necesidades más viejas del ser humano es tener a alguien que se pregunte dónde estás cuando no llegas a casa en la noche.
Margaret Mead



Yo no creo en el uso de las mujeres en combate, porque las mujeres son demasiado feroces.
Margaret Mead

Margaret Mead

Margaret Mead
Etnografia de una vida

“Las bailarinas pueden ser buenas antropólogas porque saben por experiencia propia lo que es la coreografía; la manera en que distintos elementos se reúnen para dibujar formas y movimientos”. 
Margaret Mead
Ruben Blasco Ruiz
10 de diciembre de 2013

Pitos y abucheos a un peso pesado de la Antropología americana
El 27 de Septiembre de 1971 se producía un hecho muy significativo en el seno de la Asociación Americana de Antropología. Su Consejo Directivo proponía la creación de un Comité ad hoc para evaluar las actividades del Comité de Ética y las de los demás antropólogos que estaban involucrados en el sureste asiático. Los protagonistas de este comité eran Margaret Mead, William Davenport y David Olmsted.
Ese día se presentaba un informe en el que se exculpaba a todos los miembros de aquella Asociación de haber actuado mediante principios no éticos, sobre todo, en Tailandia.
Uno de los puntos calientes de dicho informe era que planteaba que a veces era necesario redireccionar las investigaciones científicas con el motivo de maximizar los recursos financieros, de parte del gobierno principalmente, para poder continuar con las investigaciones. Debido a ello, aquel día, uno de los personajes más controvertidos de la historia de la Antropología, Margaret Mead marchaba de allí entre sonoros pitos y abucheos.
Para comprender que sucedió tenemos que remontarnos a Marzo de 1970 cuando miembros de la asociación “Estudiantes movilizados para detener la guerra de Vietnam” afirmaban que tenían copias de materiales que señalaban la participación de varios antropólogos en actividades de contrainsurgencia en el sudeste asiático. Esto provocó que se tuviera que votar la exculpación de los miembros que habían sido acusados y que Eric Wolf presentara documentos en los que se demostraba que determinados miembros estaban implicados en este tipo de operaciones en territorio tailandés. Y fue así como el informe de la comisión Mead fue posteriormente rechazado punto por punto.
A ello se suma que se opuso abiertamente a que Michael Moerman fuera juzgado por las razones que se debatieron durante todo el congreso, lo que caldeó aún más el ambiente de lo que estaba. El paso de los años demostró que el nombre del acusado era erróneo y que no era él la persona a la que debía de acusarse.
Aquel 27 de Septiembre Margaret Mead tenía 69 años y presentaba una carrera más que dilatada como antropóloga, sin embargo aquella pitada muestra lo turbulenta y agitada que resultó toda su vida.


Sello conmemorativo de Margaret Mead 
Nacimiento e infancia
Margaret Mead nacía un 16 de Diciembre de 1901 en Filadelfia. Sus antepasados fueron directores de escuela de Ohio durante el siglo XIX y era hija nada más y nada menos que de un profesor de economía de la universidad de Pennsylvania y una socióloga con vocación de activista social, disposición que heredaría la propia Mead, Emily Fogg Mead, que alumbraría a cuatro hijos más después de Margaret, uno de ellos murió durante la infancia. Ella misma escribe en su biografía Blackberry Winter: my early years que fue “la hija mayor, deseada y amada”.
Su madre cultivaba la singularidad de cada uno de los hermanos en una casa en la que convivían tres generaciones. Su padre, por el contrario, era un hombre bastante frío y reservado que llegó a decirla en una ocasión: “es una pena que no seas un niño, habrías llegado lejos”. De sus años de infancia hay que remarcar el ambiente intelectual y cultura que siempre se vivió en su casa, un lugar por el que debieron de pasar los personajes más distinguidos de la vida académica de la época, así como la pedagogía que aplicó Emily para la educación de cada uno de sus hijos, contrastando con la austeridad, silencio y frialdad de Edward Sherwood Mead, el padre de nuestra protagonista.

Casa de Margaret Mead

Juventud y… Ruth Benedict
En 1918 la universidad no se consideraba un lugar para mujeres y mucho menos la antropología, por ello se matriculó en De Pauw, la misma universidad en la que se había graduado el propio Edward decantándose en un primer momento por las mismas ciencias que habían cultivado sus padres; sociología y economía. Aquel primer año de Margaret Mead en la universidad fue bastante deprimente, pues se sentía rechazada y tenía la continua sensación de que aquel no era su lugar. Ello la llevo al año siguiente a cambiarse, desoyendo los consejos de su padre, al Barnard College, la universidad femenina ligada a Columbia. Allí fue donde asistió a un seminario impartido por Franz Boas, enamorándose desde aquel momento de la ciencia que profesaría el resto de su vida. Aquello provocó que en 1921 se matriculara en Psicología y Antropología, sin embargo fue al año siguiente cuando empezaría uno de los periodos más convulsos de su vida.
1922 fue uno de los años mas importantes en la vida de Mead, pues durante aquel año conoce a la persona que más trascendencia tendría desde ese momento para el desarrollo de su carrera. Se trata de Ruth Benedict que ejercía como profesora, a la que estuvo ligada por el resto de su vida de un modo u otro. Desde ese momento se empieza a fraguar una relación muy especial entre la maestra y su pupila llegando a convertirse en un idilio amoroso. Margaret Mead durante aquellos años de juventud defendía el amor libre y su libertad sexual y así se demostró en aquellos años. Sin embargo, esto no quedaba ahí pues no tardaría en unirse a este idilio el mismísimo Edward Sapir estableciéndose entre los tres un triángulo amoroso que se prolongó durante tres años.
Como se verá más adelante Mead era declaradamente bisexual, habiendo tenido a lo largo de su vida dos relaciones lésbicas de larga duración, una la relatada anteriormente, y tres matrimonios. El primero de ellos fue nada mas graduarse con Luther Cresswell, las fechas coinciden con el triangulo amoroso Benedict-Mead-Sapir, un estudiante de teología. Algo llamativo de la personalidad de nuestra protagonista es que, pese a que no era la costumbre de la época, mantuvo su apellido de soltera.
En 1925 Mead rechaza a Sapir como amante. Este sintiéndose humillado, y representando uno de los pesos pesados de la antropología americana de la época, se dedicó a iniciar una campaña en su contra con el fin de ningunearla que la perseguiría durante toda la vida.
Margaret Mead

Un paraíso Samoano
Dos años después de casarse Margaret Mead decide poner rumbo a la Polinesia, concretamente a Samoa para iniciar sus trabajos de campo que darían como fruto uno de sus trabajos más conocidos y su principal etnografía.
En aquella isla de Tau, un pequeño poblado de 600 habitantes, observó, vivió y estudió sobre todo a las mujeres adolescentes.
Con el deseo de demostrar la valía femenina y con un fuerte sesgo psicoeducativo fue descubriendo el juego de roles que allí se producía y como la incidencia del sexo en las nativas era menos angustiosa emocional y psicológicamente  que en el mundo occidental, tratándose de una transición suave hacia la edad adulta. Además observó como muchas samoanas postergaban durante varios años el matrimonio para disfrutar durante más tiempo del sexo casual. Sin embargo, observaba como una vez casadas se convertían en mujeres fieles y excelentes criadoras de sus hijos.
De este modo describió el sistema “taupou”, el cual consiste en una virginidad institucionalizada que tenía incidencia únicamente sobre mujeres jóvenes de alto rango
Ruth Benedict

Regreso al mundo “civilizado”
  Tras terminar aquel trabajo de campo se doctoró en la misma universidad donde había estudiado en 1929 continuando como una excelente discípula de Boas, y de su primer gran amor lésbico, Ruth Benedict. Con 27 años, ya se había casado, graduado, había publicado un libro fruto de aquel primer trabajo de campo Adolescencia, sexo y cultura en Samoa, se había doctorado y había rechazado como amante a Sapir.
Durante estos años trabajaría codo con codo con su gran mentora, Ruth Benedict, y es bien sabido que juntas produjeron la mayor parte de su obra antropológica. De ahí que unas de las críticas reiteradas sea que siempre estuvo a su sombra y que aprovechó su figura para engrandecerse. Es notorio que, como ya se ha dicho pese a que trabajaron muy unidas, sus estilos eran muy distintos; Benedict escribía de un modo más culto, tal vez dirigido a un público más especializado, mientras que Margaret Mead lo hacía de forma más cercana, más sencilla, accesible a todo tipo de público. Lo que provocó que se pusiera en duda su nivel como antropóloga.
Al iniciarse la II Guerra Mundial, y sobre todo tras el ataque de Pearl Harbour y la entrada de Estados Unidos en la contienda apareció la Mead mas militante y puso en acción el carácter que ya se había visto en sus obras; fue elegida como secretaria ejecutiva del comité de hábitos alimenticios del Consejo Nacional de investigación.


El mundo después de Ruth Benedict
  En 1946 Ruth Benedict había sido elegida la primera mujer presidente de la Asociación Americana de Antropología, con esto no solo se constataba lo que ya se sabía, que era la principal figura de la antropología americana, sino también la importancia que tuvieron las mujeres dentro de la disciplina en este país. Dos años después aceptaba una invitación de la Unesco a una lectura en la antigua Checoslovaquia, dos días después de volver a Nueva York sufría un ataque al corazón y tuvo que ser hospitalizada inmediatamente. Hasta que un 17 de Septiembre de 1948 moría.
Tras la muerte de su mentora Margaret Mead pasaba a ser la principal protagonista de la escena antropológica. No solo seguía produciendo textos basados, principalmente, en temas educativos, sexuales, de socialización… si no que seguía con su fuerte activismo.
Sin embargo, tuvo que esperar hasta 1954 para que fuera designada como profesora adjunta en la Universidad de Columbia para impartir las clases de Crianza infantil, personalidad y cultura. A pesar de ello las críticas lejos de cesar se mostraron más agresivas que nunca, la semilla de odio que había plantado Sapir casi veinte años atrás no dejaba de crecer.
A ello añadir que realizó otros trabajos de campo en diversos lugares, aunque a decir verdad ninguno tuvo la influencia de aquella primera experiencia samoana. Llama la atención como durante su estancia en Bali se vio muy influenciada por los jesuitas que estaban allí ejerciendo labores misionales y particularmente de uno de ellos, el Padre Erwing. Algo que cuanto menos, chocaba directamente con el tipo de vida que había llevado en sus años de juventud.
 
Gregory Bateson, Margaret Mead y Reo Fortune en 1933
Margaret Mead la intelectual
En los 60 comenzó a forjarse definitivamente su figura pública e intelectual, y terminó de consolidarse durante los 70. La gente de a pie, fuera cual fuera su formación, oía hablar regularmente de aquella mujer que destacaba por sus ideas y que siempre estaba dispuesta a alzar la voz por aquello que creía justo. Pero, paradójicamente, seguía siendo la antropóloga más criticada. 
Durante la guerra de Vietnam se opuso abiertamente a la intervención americana, al uso de armas nucleares por parte de su país y puso su nombre en pro de luchar contra aquella guerra que consideraba de todo menos justa.
Es en aquellos años donde se pone en tela de juicio su supuesto feminismo y muchos empiezan a creer que llevaba un doble juego con el fin de agrandar su figura; se decía que pese a promulgar el amor libre y el feminismo era una colaboradora de las posturas más conservadoras del gobierno.
Como afirmó su alumno Walter S. Dillon, era una firme defensora de las ideas de Kennedy.
Pero su marcada personalidad pública contrasta con la visión que tenían de ella sus colegas a la que designaron como “la madre gruñona de la antropología”, también resulta significativo el mote que le pusieron sus alumnos: “God the mother”. Muchas de las críticas más rotundas que recibiera tras su muerte vinieron por parte de antropólogos a los que ella misma había formado.

Gregory Bateson
Después de su primer matrimonio con Luther Cresswell, e innumerables amantes, tendría dos matrimonios más. Con Reo Fortune y Gregory Bateson, que la influyó profundamente. Este matrimonio duró diez años dando como fruto a su única hija, Mary Catherine Bateson, la cual seguiría la carrera de sus padres. Corría el año 1939 y Margaret tenía ya 37 años, una edad más que tardía, sobre todo en aquellos años, para alumbrar a un primer hijo. A ello se añade la influencia de Gregory en Mead de las ideas mentalistas que tanto profesaba, lo que provocó que se acercara a las ideas chomskianas.
Tras sufrir un cáncer de páncreas, Margaret Mead moría el 15 de Noviembre de 1978, a sus 76 años, en Nueva York.
 
Margaret Mead
Paradojas de una vida
Como ya se ha visto la vida de Margaret Mead estuvo marcada desde bien temprano por sus aventuras amorosas y una vida contra las normas preestablecidas. Sin embargo esta está marcada por la paradoja, tal vez acrecentada cuando ya se había convertido en un personaje público e influyente por sus ideas ¿Era realmente conservadora o progesista? Tras declararse pacifista, y ser esta una de sus imágenes más marcadas en su círculo más íntimo confesó su comunión con el malogrado presidente Kennedy, tras luchar abiertamente contra la guerra de Vietnam recibió aquella famosa pitada el 27 de septiembre de 1971 por precisamente, al menos en apariencia, tapar todo lo contrario. La defensa del amor libre y su cercanía a los jesuitas en su estancia en Bali. Y lo más importante de todo; pese a ser el peso pesado de la antropología americana tras la muerte de Benedict, seguir siendo la más criticada y menospreciada por sus propios colegas y más tarde por sus propios alumnos.

Línea del tiempo
1901- Nace el 16 de Diciembre en Filadelfia.
1918- Ingresa en De Pauw.
1921- Se matricula en Barnard College en Antropología y Psicología.
1922- Conoce a Ruth Benedict.
1925- Inicia trabajo de campo en Samoa.
1928- Publica Adolescencia, sexo y cultura en Samoa.
1929- Recibe su doctorado.
1930- Publica Creciendo en nueva Guinea.
1932- Publica La cultura cambiante de una tribu india.
1935- Publica Sexo y temperamento en tres sociedades primitivas.
1939- Nace su primer y única hija Mary Catherine Bateson.
1948- Muere Ruth Benedict.
1954- Es elegida profesora adjunta de Columbia.
1956- Publica  Nuevas vidas para lo viejo: transformación cultural en Manus (1928-1953).
1959- Publica Gente y lugares.
1961- Publica Hombre y mujer.
1964- Publica Continuidades en la evolución cultural.
1970- Publica Cultura y compromiso.
1971- Pitada en la Asociación Americana de Antropología.
1972- Publica Blackberry Winter: my early years (Biografía).
1972- Publica Ciencia y el concepto de raza, genética y conducta.
1978- Muere en Nueva York a los 76 años de edad.