martes, 10 de marzo de 2020

Max von Sydow




Max von Sydow

(1929 - 2020)


Actor sueco. Nació en Lund en 1929 y falleció en Francia en 2020. Había estudiado en la prestigiosa Escuela Real de Teatro Dramático de Estocolmo, en la que tuvo como condiscípulos a algunos de los magníficos intérpretes que luego alcanzarían igual popularidad que él en las películas bergmanianas que iban llegando poco a poco. Su carrera cinematográfica se inició a los veinte años, con una película melodramática titulada Bara en mor (1949), que podría traducirse como "Sólo una madre" y que no traspasó las fronteras de su país, pese a estar dirigida por el gran maestro sueco Alf Sjöberg. Su siguiente película la rodó también a las órdenes de este director y fue ya un título de prestigio, Fröken Julie (1951), una de las varias versiones (y, posiblemente, la mejor) que se han realizado de la pieza clásica de August Strindberg. La aparición de su figura espigada y espiritual, los ademanes medidos y serenos y aquella deslumbrante composición, en su aparente quietud, del caballero Antonius Blok en El séptimo sello (1957), de Ingmar Bergman, reveló al mundo el talento inconmensurable de este actor sueco que se convirtió casi en una especie de contrafigura de las inquietudes espirituales o metafísicas del realizador nórdico y, desde luego, en uno de los primeros actores procedentes de esos lejanos países que alcanzaba una popularidad considerable.



Durante varios años la asociación entre Max von Sydow y el director compatriota fue constante y se resolvió en unas cuantas películas que se encuentran entre las más sobresalientes de la primera época de Ingmar Bergman. En Fresas salvajes (1957) interpretaba un ingenuo y cálido carácter, el encargado de una gasolinera, que consideraba a Isak Bork (Victor Sjöstrom, verdadero protagonista de la película) el mejor médico del mundo. Otro personaje de suaves contornos era el que interpretaba en En el umbral de la vida (1958), el marido de Eva Dahlbeck, a la espera de un hijo (que finalmente nace muerto) como culminación de su unión.
Su personificación de Albert Emmanuel Vogler, el enigmático y ambiguo hipnotizador de El rostro (1958), permanece como otra de sus interpretaciones más memorables. El manantial de la doncella (1960), Como en un espejo (1961) y Los comulgantes (1963) fueron las tres películas que rodó sucesivamente a las órdenes de Bergman antes de recibir la llamada de Hollywood: y la propuesta no dejó de ser sorprendente.

Max von Sydow en El séptimo sello (1957)
George Stevens le propuso el papel de Jesucristo en La historia más grande jamás contada (1965). Este trabajo tuvo dos consecuencias: una de orden práctico, que significó la adopción de Von Sydow por parte del cine estadounidense de gran espectáculo; otra de carácter personal, y fue que el actor se empeñó con obstinación en huir de esos personajes "espirituales" a los que parecía predestinado y trató de exhibir los rasgos más perversos de su registro interpretativo, con objeto de no encasillarse.
Gracias a ello podría admirarse, en su larga trayectoria por el cine estadounidense, el talento de Max von Sydow en las más diversas películas y en los más variados tipos, desde las grandes superproducciones tipo Hawai (1966), de George Roy Hill, Huracán (1979), de su compatriota Jan Troel, o el tributo bondiano Nunca digas nunca jamás (1983), de Irving Kershner, hasta el sinuoso tipo de Los tres días del cóndor (1975), de Sydney Pollack, o el satánico de La tienda (1993), de Frasser C. Heston.
Pese a su paulatina y progresiva incorporación y adaptación a la maquinaria de Hollywood, Max von Sydow permaneció fiel a su compromiso artístico con Bergman y volvió a trabajar con él cuantas veces fue convocado: sin abandonar su estatus de actor "americanizado", retornó al solar patrio para intervenir en La hora del lobo (1968), La vergüenza (1968), Pasión (1969) y La carcoma (1971), demostrando en todos los casos que se encontraba en plena forma y que era perfectamente capaz de seguir trabajando en ese registro riguroso e íntimo.
Para demostrar que no sólo era un actor de estirpe intelectual y "artística", no dudó en aceptar papeles que estaban muy por debajo de sus merecimientos, prestándose a aparecer con la ridícula caracterización del malvado Ming en el Flash Gordon (1980) de Mike Hodges, o sometiéndose a aquellos diálogos imposibles con la poseída Linda Blair en El exorcista (1973), de William Friedkin.
Sólo algunos realizadores verdaderamente lúcidos supieron distinguir la auténtica dimensión de un actor de categoría y le ofrecieron papeles a la medida de su talento. Cabe señalar, en primer lugar, a Woody Allen que, aunque le brindó una pequeña colaboración en Hannah y sus hermanas (1986), supo extraer de él con mucho talento esa vena neurótica, paródicamente "bergmaniana", en el personaje del pintor autocomplaciente y orgulloso. Otros directores europeos fueron capaces también de indagar en las posibilidades excepcionales del actor, solicitando su concurso en películas que alcanzaron justamente una densidad mayor por contar con Max von Sydow en el reparto: Francesco Rosi (Excelentísimos cadáveres, 1976), Valerio Zurlini (Il deserto dei tartari, 1976) o Bertrand Tavernier (La muerte en directo, 1980).
Pero tendría que ser un director sueco, Bille August, el que nos devolviera la imagen consagrada del actor en una película que se amparaba en la tradición narrativa del país y que permitía a Von Sydow desplegar su infinita gama de registros, aunque dentro de su tendencia más propia y veraz: una búsqueda interiorizada del personaje, con una extremada sencillez pero de resultados deslumbrantes. Pelle el conquistador (1989) fue el título que propició su primera nominación al Oscar.
Como otros actores que alcanzaron la definitiva madurez como tales, Max von Sydow se sintió tentado por la dirección y debutó como realizador en el año 1987, con la película Katinka, versión de una novela de Herman Bang rodada en Noruega, y en la que contó con la complicidad de un inestimable colaborador de las experiencias con Bergman: el magnífico director de fotografía Sven Nykvist.


Max von Sydow

Una leyenda muda

El actor sueco Max von Sydow habla sobre su papel en 'Tan fuerte, tan cerca', sobre el 11-S, y rememora su carrera de seis décadas


Toni García
Barcelona, 15 de marzo de 2012

El actor sueco Max Von Sydow en una rueda de prensa para presentar la película 'Tan fuerte, tan cerca', durante la pasada Berlinale



El actor sueco Max Von Sydow en una rueda de prensa para presentar la película 'Tan fuerte, tan cerca', durante la pasada Berlinale REUTERS

“Estábamos en un pueblo de Suecia y nuestro hijo Cedric nos llamó desde París para decirnos que volviéramos inmediatamente a casa, que había estallado la guerra, que estaban atacando América alguien estaba bombardeando Nueva York. Mi mujer le contestó que no dijera estupideces pero él insistía y gritaba que no cogiéramos ningún avión, que condujéramos a casa. Nos paramos en un restaurante y estuvimos mirando en la televisión lo que pasaba”. Max von Sydow (1929, Lund, Suecia) comparte con EL PAÍS sus recuerdos del 11-S mientras se sirve un té. Es un hombre grande, viste de negro y en su rostro, aparte de esos diminutos ojos azules, destacan unas cejas superlativas. El intérprete parece cansado pero bromea constantemente, luce un pañuelo al cuello para protegerse del frío y habla un inglés exquisito, lleno de matices, a los que hay añadir una voz inconfundible para los amantes del cine. Si el actor sueco habla del 11-S es porque su última película, Tan fuerte, tan cerca, arranca justo después de la caída de las Torres Gemelas: “Esta película no habla del 11-S aunque lo que pasó impregne toda la película. La película habla del sentimiento de perdida, de todo lo que pasa cuando alguien de repente ya no está allí”.


Von Sydow atesora sesenta años de carrera, ha trabajado con docenas de directores de todas las épocas

Von Sydow atesora sesenta años de carrera, ha trabajado con docenas de directores de todas las épocas. La gente le recuerda –sobre todo aquellos con buena memoria y cierto empuje cinéfilo- por ser uno de los actores fetiches del legendario director sueco Ingmar Bergman. Pero Von Sydow es mucho más que eso: Steven Spielberg, William Friedkin, Ridley Scott, Martin Scorsese, Woody Allen o David Lynch han contado con sus servicios y ha sido –entre otras muchas cosas- un exorcista, un villano de manual, un rey bárbaro, un oficial nazi enamorado de Pelé o el emperador Ming. “He tenido suerte, nunca he dejado de trabajar en lo que me gusta y eso me ha hecho un hombre feliz. ¿Sabes? Yo me hice actor casi por casualidad porque en Lund, mi pueblo, no teníamos cine y de hecho el teatro lo empezamos unos amigos para tener algo que hacer los sábados por la tarde. Cuando empecé a hacer teatro me enganché a ello y sin darme cuenta empecé a actuar… de eso hace más de 60 años”. El sueco sonríe al recordarlo, y volverá a sonreír cuando se le pregunta por Evasión y victoria o su paso por España de la mano de Juan Carlos Fresnadillo con Intacto. De hecho, al acabar la entrevista el actor le pedirá al periodista si le apetece hablar de vinos españoles o de lo que está pasando con la crisis en nuestro país. La invitación sirve para descubrir que al sueco no le gustan las prisas y que hoy se mueve más lentamente de lo acostumbrado. “Me he roto una costilla y tengo que ir con cuidado, normalmente lo hago todo bastante más rápido”, confiesa entre risas.Tan fuerte, tan cerca hablar de la esperanza. Es cierto, también habla de esas heridas abiertas que es casi imposible cerrar, pero en realidad es una historia de amor, es la historia de un niño que persigue un imposible: recuperar a su padre. No lo consigue, pero en ese camino difícil que parece no llevar a ninguna parte encuentra muchas otras cosas que le hacen recuperar la fe en la vida”, comenta. La película, que el sueco consigue explicar en pocas palabras, le ha conseguido su segunda candiatura al Oscar (“Me da igual, es un honor, pero me da igual”) después de la que recibió por Pelle, el conquistador. Su personaje, el de un vecino casi invisible que ha decidido dejar de hablar, es lo mejor del filme para la mayor parte de la crítica mundial, pero a Von Sydow lo de ser mudo por exigencias del papel no le quitó el sueño: “Para mí no había ninguna diferencia, fue casi mejor que lo que hago normalmente porque no tuve que aprenderme ningún diálogo. Hablando seriamente, creo que un actor tiene que estar preparado para actuar sin utilizar la palabra, usando su cuerpo, su rostro, en cierto modo es el retorno a un modo primigenio de hacer las cosas, a aquellos tiempos del cine mudo donde la expresión lo era todo… Ha sido una gran experiencia”.



He tenido suerte, nunca he dejado de trabajar en lo que me gusta y eso me ha hecho un hombre feliz

Sentarse al lado de un hombre que ha trabajado con Bergman conlleva un peaje que al actor le resulta perfectamente comprensible: “¿Que si puedes preguntarme por Bergman? Por supuesto. ¿Qué quieres saber? Él fue mi maestro, era un hombre paciente que me enseñó todo lo que uno puede aprender. Lo curioso es que parece que la gente piensa que era un señor serio que no sonreía nunca y mantenía un rostro compungido. En realidad era un hombre divertidísimo y muy gracioso que solo tenía una manía: cuando el rodaje empezaba exigía el silencio más absoluto, si respetabas eso era imposible que te llevaras mal con él. Y su cine… pues su cine sigue siendo maravilloso, no ha envejecido ni un poquito. El hecho de que cincuenta años después me sigan preguntando por él es la mejor señal de lo que representa”.

Muere a los 90 años Max von Sydow, el actor del ‘Séptimo Sello’ y el ‘Exorcista’


JACK PHILLIPS
9 de marzo de 2020

Max von Sydow, quien protagonizó ‘La Guerra de las Galaxias’, ‘El Exorcista’, ‘Juego de Tronos’ y muchas otras películas, murió a la edad de 90 años, informó su familia.
Von Sydow, un actor francés nacido en Suecia, también interpretó el clásico de Ingmar Bergman ‘El Séptimo Sello’ y trabajó en el cine durante unas siete décadas.
“Con un corazón roto y con una infinita tristeza tenemos el extremo dolor de anunciarles la partida de Max von Sydow el 8 de marzo de 2020”, declaró su viuda Catherine von Sydow, según Deadline. La causa de su muerte no fue revelada.
El mítico actor recibió dos nominaciones a los premios de la Academia por ‘Pelle the Conqueror’ y por ‘Extremely Loud & Incredibly Close’. También recibió una nominación al Emmy por su papel de ‘Three Eyed Raven’ en ‘Game of Thrones’ de la HBO.
A menudo se le encasillaba en Hollywood como un villano, señaló The Associated Press, añadiendo que era por su aspecto “alto y flaco, con ojos azules hoscos, una cara estrecha, tez pálida y una voz profunda y acentuada”.
The Seventh Seal
Wild Strawberries
The Greatest Story Every Told
The Passion of Anna
The Exorcist
3 Days of the Condor
Strange Brew
Hannah and Her Sisters
Pelle The Conqueror
The Best Intentions
Hamsun (his most underrated role)
The Force Awakens

Thank you Max von Sydow



“Lo que yo, como actor, busco es una variedad de papeles. Es muy aburrido estar atrapado en más o menos un tipo de personaje”, dijo Von Sydow una vez a los periodistas.
Varios actores y directores recordaron al actor en las redes sociales.
“Adiós, Max von Sydow, un actor que podía aportar una gran seriedad a la basura ingrávida y a una rápida e impredecible humanidad para, bueno, las películas muy serias. Su serie de colaboraciones con Bergman tienen mucha más vida y electricidad que la mala reputación con la que la gente las etiqueta”, escribió el crítico de cine Guy Lodge.
Here was Max Von Sydow with his dear friend, master cinematographer, Sven Nykvist. Two great artists. Two true gentlemen. We were working on Bora Bora. I picture Max in heaven wearing his white linen suit, w Sven, Ingmar Bergman, Bibi Andersson, laughing & loving each other 💔







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“El legendario actor que nos dio a ‘Brewmeister Smith’ y a ‘Ming el Despiadado’, finalmente ha dejado a su Rey en el eterno juego de ajedrez. Adiós Max von Sydow. Estuviste en muchas películas mucho más respetadas que Strange Brew y Flash Gordon pero te amé por esas películas primero”, comentó el célebre director Kevin Smith.
La actriz Mia Farrow escribió: “Aquí estaba Max Von Sydow con su querido amigo, el maestro de cine, Sven Nykvist. Dos grandes artistas. Dos verdaderos caballeros. Estábamos trabajando en Bora Bora. Me imagino a Max en el cielo vistiendo su traje de lino blanco, con Sven, Ingmar Bergman, Bibi Andersson, riendo y amándose”.

Las 10 Mejores Películas de Max Von Sydow

Carl Adolf von Sydow, mejor conocido como “Max”, el cruzado, el exorcista, el cuervo de tres ojos, Mesías, archienemigo de Bond y Flash Gordon,  villano, héroe, predilecto esotérico y psicológico de Bergman, falleció el día de ayer a la edad de 90 años. Con una carrera de más de 160 títulos entre el cine y la televisión, sin duda el sueco fue, es y será uno de los más grandes y versátiles actores en la historia del séptimo arte, con un talento que lo llevó a estelarizar un sinfín de producciones entre lo comercial y el cine indie, de autor o llamado “de arte”, haciéndole reconocible entre todos los niveles de audiencia.
Nacido en Lund el 10 de Abril de 1929, Max comenzó su carrera actoral apenas en el colegio cuando a los 12 años formara una compañía amateur de teatro junto a sus compañeros, prosiguiendo con sus estudios de artes dramáticas para 1948, donde se asociaría rápidamente con otras figuras fílmicas suecas tales como Lars Ekborg, Margaretha Kook e Ingrid Thulin. Siendo fluido en los idiomas inglés, sueco, francés, alemán e italiano (incluso hablaba un poco de español, danés y noruego) y resaltando rápidamente en su clase y grupos, “Max” haría su debut fílmico para 1949.
Fue hasta 1955 cuando al conocer a su mentor en el teatro de Malmo, la carrera de aquel aristócrata sueco amante de la actuación despegaría de una manera avasallante. Von Sydow actuaría en 13 películas de Ingmar Bergman, convirtiéndose así en su actor fetiche principal a través de la filmografía del también legendario cineasta.
Con 8 décadas de carrera y una veintena de reconocimientos internacionales de entre los que destacan un par del Festival de Venecia y Cannes, Von Sydow deja una rica filmografía que lo posiciona como una de las leyendas actorales en el cine. Revisamos sus 10 mejores películas.
Que descanse en paz

Bonus. Three Days of the Condor (Sydney Pollack, 1975)

Que este bonus sirva también para reivindicar una de las mejores cintas sobre espionaje, donde Pollack a través de Redford y el mismo Von Sydow, encuentra la formalidad necesaria para ejercer un excelente equilibrio entre el drama y la acción, destacando a este par como las fortalezas histriónicas dentro de una relato que sugiere debido a su temática, cierta caricaturización de algunos elementos suscritos a la paranoia socio cultural. Max aquí interpreta a un inolvidable y carismático sicario vendido al mejor postor, en lo que resulta un interesante papel para hacer hincapié en la sustancial carrera que tuvo también como actor de reparto, donde ciertamente amplió sus registros, talentos y paleta de personajes.

10. Minority Report (Steven Spielberg, 2002)

Un villano corporativo exquisito en lo que quizá sea la última gran película de Spielberg (sin duda una trepidante obra de acción y ciencia ficción que ha sufrido cierta infravaloración), Von Sydow se convierte en el giro de tuerca de este inteligente y bien adaptado film (de la obra original de K. Dick), pasando de un secundario a convertirse literalmente en el protagónico hacía el clímax, no solo robándole el show a Tom Cruise, sino también surtiendo a la narración de ese dramatismo villanesco necesario para que Spielberg pueda terminar su film de la manera más emotiva posible… todo gracias a Max. Después de aquí el sueco se vería enclaustrado  en una seguidilla de proyectos comerciales gringos, la mayoría de ellos olvidables hasta su participación en GoT.

9. El Rostro (Ingmar Bergman, 1958)

Quizá aquí Bergman haya caído un poco en la provocación y/o tentación comercial de aquel tiempo, sin embargo la que también fuera conocida como “El Mago”, es una de las piezas más digeribles, aterradoras y misteriosas del sueco, suscrita a cierto toque fantástico y/o surreal. Uno de los argumentos secretos mejor guardados de su filmografía, es a través del mago e hipnotizador Dr. Vogler (uno de los personajes más memorables de Max), donde Ingmar deposita en esta ocasión su metáfora sobre la liberación y la muerte, este último uno de sus tópicos y obsesiones preferidas. Así mismo el trabajo físico y caracterización de Von Sydow se convierte en un elemento esencial y propositivo para encausar dicha confusión argumental.

8. Los emigrantes (Jan Troell, 1971)

Nominada a 5 Oscar (incluyendo mejor película) y ganadora del Globo de Oro a mejor cinta extranjera y mejor actriz dramática para Liv Ullman, este potente y desgarrador drama histórico se hace de la desgracia progresiva al puro estilo del Job bíblico, para encausar una de las “americanizaciones” más enternecedoras de las que se tenga memoria, logrando no solo una excelente ambientación de la Suecia rural del Siglo XIX, sino también una de las odiseas migrantes (y sus efectos) más veraces. Con una duración de poco más de 3 horas, si bien Ullman se acabó llevando todas las palmas, es gracias también a la capacidad y química que mantiene con Sydow la que surte al relato de esa encrucijada dramática y emocional presente desde su inicio.

7. Vergüenza (Ingmar Bergman, 1968)

Serán tres películas en línea para dar testimonio sobre la extraordinaria asociación e influencia mutua que tuvo con la también legendaria Ullman. Este incisivo drama anti bélico se convertirá en una de las curiosidades narrativas de Bergman que, al descansar de su constante obsesión espiritual, parece también que lo hace de manera presencial, pues la historia fluye solamente bajo los talentos y la química que surge de Max – Liv, siendo la cámara y hasta la propia narración un simple testigo de la des fortuna de estos dos músicos que al escapar de la guerra, son perseguidos por un destino bélico más trágico. Si bien resulta una de las películas más flojas a nivel directivo de Ingmar (parece más una obra de teatro), es uno de los trabajos dramáticos más complejos de Max

6. La Hora del Lobo (Ingmar Bergman, 1968)

La isla como un símbolo de la soledad y de la progresiva demencia, de nuevo Bergman posiciona a Max – Liv en un pedazo de tierra rodeado de mar (el matrimonio Borg), para abordarlos (ahora sí), desde su singular compulsión metafórica sobre la muerte y la deshumanización. De nuevo otra intrusión (esta vez no es bélica, sino mágica y/o esotérica) a la pasividad de un pintor y su esposa, Von Sydow se convierte (una vez más) en la extensión histriónica (y alter ego) de su mentor ante los “demonios” que acechan al artista en lo que es una vertiginosa y oscura impresión de horror psicológico y surreal. Sin duda una de las películas más curiosas y complejas suscritas al género de terror, olvidada incluso por aquellos más adeptos al rubro

5. A través del espejo (Ingmar Bergman, 1961)

Un retrato de auto redención de Bergman como padre, el cual se refleja como un ser incapaz de captar las necesidades y problemas de sus críos a través de un escritor distante que pasa unos días con sus hijos, un adolescente y una joven con problemas mentales, casada con un médico que la cuida con un fervor que raya en lo absurdo (aquí entra Sydow en uno de sus personajes secundarios más entrañables al servicio de su mentor). Cuatro personajes atrapados en una cabaña, la estancia desencadena una crisis familiar que exhibe la incompetencia empática y las pobres condiciones psicológicas a causa del distanciamiento patriarcal. Harriet Andersson entrega una demencia entrañable y tierna, este último factor complementado a la perfección por Max

4. El Manantial de la Doncella (Ingmar Bergman, 1960)

Oscar, Globo y Cannes para un cuento de princesas “Bergman”;  compendio fílmico que comprende, a partir de una fábula, uno de los temas más trágicos que persisten en la actualidad: el feminicidio: En la Edad Media, una princesa debe viajar al altar de la Virgen para ofrecer su ofrenda, sin embargo su dama de compañía la abandona y se encuentra con dos pastores que la invitan a su casa. La mayor virtud en el rubro de lo “fantástico” del cineasta es ver como de la simpleza argumental emana un relato de sentido crítico que por supuesto, no abandona el aspecto espiritual y provocador del autor. El Rey ha perdido a su hija, a su doncella, a su princesa, siendo Von Sydow el símbolo de impotencia y venganza de aquel padre, de todos los padres.

3. Pelle el conquistador (Bille August, 1987)

Una de las más estremecedoras cintas sobre la paternidad, Max debió haber ganado el Oscar por el papel de un padre soltero e inmigrante que, para buscar una mejor vida para él y su hijo, viajan junto con un grupo a una isla danesa donde consiguen trabajo en una granja, pero en condiciones similares a la esclavitud. Los reflectores dramáticos se posan así en la guía paternal y dramática de Von Sydow, en un vaivén de emociones que transforman lo pusilánime en los principios más básicos de la fortaleza humana a través de Pelle, al cual su padre insta a que “si lo desea, puede conquistar el mundo”.  Un guion sólido al servicio de una cátedra actoral en donde Sydow se convierte en un segundo director hacía con la labor también solvente del niño actor Hvenegaard

2. The Exorcist (William Friedkin, 1973)

¿Habrá un personaje secundario más legendario que “El Exorcista” en la historia del cine? La llegada de Merrin a la casa de Regan será sin duda la pieza visual más memorable de su carrera, solo equiparable a una fastuosa interpretación que no es resultado de ninguna coincidencia, sino de un entrenamiento y/o comprensión espiritual y demoniaca adquirido durante su comunión con el maestro de dichos temas… Bergman. Digno rival presencial e histriónico para la representación de Satanás más vívida y tétrica en la historia en la pieza de terror por antonomasia, resulta también curioso que los poderes espirituales de Max se hayan incrementado casi 8 años antes cuando interpretara también a Jesús en la no muy buena The Greatest Story Ever Told de 1955

1- El Séptimo Sello (Ingmar Bergman, 1957)

Max se transforma en la más perfecta alusión de Bergman, al ser no solo el “alter ego” por antonomasia, sino también el traductor artístico de lo surreal, su provocador estilo y de su más clara obsesión: La Muerte. La Peste Negra asola Europa y un caballero y su leal escudero regresan de Tierra Santa; en el camino el caballero se encuentra con la Muerte que lo reclama, pero el cruzado propone jugar una partida de ajedrez con la esperanza de obtener de Ella no solo la vida, sino las respuestas a dichas obsesiones: la naturaleza de la muerte y la existencia de Dios. El autor se revela a través de Max en un diálogo existencial y espiritual tan oscuro como  entretenido, tan mágico como trágico. Al final el enfrentamiento reflexivo entre el autor y su miedo – amor más profundo desemboca en uno de los mejores giros en la historia del cine.



FILMOGRAFÍA