domingo, 24 de junio de 2018

Pola Negri / Estrella del cine mudo




Pola Negri
(1897 - 1987) 

Barbara Apolonia Chalupiec (LipnoPolonia3 de enero de 1897 - San Antonio1 de agosto de 1987), conocida artísticamente bajo el seudónimo de Pola Negri; fue una actriz polaca de ascendencia eslovaca, una de las grandes divas del cine mudo. Nacionalizada estadounidense en 1951.

PRIMEROS AÑOS
Su padre Jerzy Mathias Chalupiec, de origen eslovaco, fue detenido por el ejército ruso por 'actitudes anti-zaristas' y enviado a Siberia, lo que hizo que la familia Chalupiec (Barbara y su madre Eleonora) pasara por momentos difíciles económicamente, viviendo en un suburbio de Varsovia. Sin embargo, Negri fue admitida en el Ballet Imperial ruso, para el que trabajó hasta que a causa de la tuberculosis (según otras fuentes, una lesión), tuvo que abandonar la compañía; así, Negri centró su atención en el teatro, y estudió interpretación en la Escuela de Arte Dramático de Varsovia.

CARRERA EN EL CINE
Aun en Polonia, Negri (rebautizada así por la poetisa italiana Ada Negri) llegaría a actuar en películas como Zona (La esposa), Bestia (La bestia) o Studenci (Estudiantes). Poco después viajaría a Berlín, Alemania, donde trabajaría en la compañía de teatro de Max Reinhardt y más tarde con Ernst Lubitsch.
La película de este último, Los ojos de la momia (Die Augen der Mumie), fue un éxito que hizo que Negri consiguiera una oportunidad en Hollywood.
Algunas de sus películas hollywoodienses más reconocidas son: La frivolidad de una dama, dirigida por el también exiliado Lubitsch, La bailarina española o Sombras de París. En 1927 rodó a las órdenes de Mauritz Stiller Hotel Imperial y The Woman on Trial.
En esta época, Negri dio mucho que hablar no sólo por su romance con el cómico británico Charles Chaplin sino, sobre todo, por sus supuestos planes de boda con Rodolfo Valentino, que Pola se encargó de airear a la prensa tras la muerte de éste. Incluso, durante el funeral de Valentino, Negri siguió el féretro desde Los Ángeles a Nueva York, posando para la prensa como si fuera su viuda. Muchos actores, como Tallulah Bankhead, Mary Pickford o Alberto Valentino, hermano de Rodolfo, criticaron esto y la acusaron de mentir a la prensa.
Con la llegada del cine sonoro, su popularidad de la década de 1920 se desvaneció por completo debido a su fuerte acento polaco y su dificultad para hablar inglés. Regresó a Alemania, y trabajó para los estudios UFA, controlados por entonces por Goebbels. Protagonizó, en 1935, la película Mazurka, de Willi Forst. Sin embargo, por sus supuestas raíces judías, emigró otra vez a Estados Unidos en la década de 1940 y se nacionalizó estadounidense.


ULTIMOS AÑOS
Los últimos años de su vida son un misterio, por lo que se la suele comparar con el personaje de Norma Desmond que interpretó Gloria Swanson en Sunset Boulevard. Negri fue, de hecho, la principal candidata de Billy Wilder para el papel, pero lo rechazó, considerándolo una ofensa.
Murió de un tumor cerebral (o neumonía) en 1987, a los 90 años, y legó casi todos sus bienes a la St. Mary’s University. Está enterrada en el cementerio de Calvary, en Estados Unidos.
Tiene una estrella en el 6933 del Paseo de la Fama de Hollywood.




Pola Negri

Cuando el maestro Wilder decidió rodar una de las obras cumbres de su carrera, Sunset Boulevard, en la primera actriz que pensó para interpretar el papel de Norma Desmond, fue en Pola Negri.
El nombre de Gloria Swanson ni siquiera había sido barajado en un primer momento, ya que Billy Wilder , con la obstinación que le
caracterizaba ,ya había puesto cara y nombre a la actriz que debia interpretar la vida y el ocaso de una antigua actriz de cine mudo;con lo que el maestro no contó fue con la indiferencia de la actriz, que incluso llegó a sentirse ofendida al serle ofrecido el papel; ella…. la gran Pola Negri, que fue amante de los hombres más poderosos de la época, entre los que destacaron Valentino , Chaplin, e incluso supuestamente Hitler, no iba a mostrar su decadencia y su olvido de manera tan explícita. Tal vez se arrepintiera al ver el resultado de tan magnífica obra… o tal vez no; lo cierto es que sus últimos años de vida fueron igual de misteriosos y herméticos que los del personaje que despreció en su momento, por eso dicen que nadie mejor que ella hubiera dado vida al personaje de la excéntrica y atormentada Norma Desmond.

Pola Negri nació en el 31 de Diciembre de 1894 en la localidad polaca de Janowa, en esos momentos un territorio aún perteneciente a Rusia. Las penurias la acompañaron durante toda su infancia, ya que al ser su padre acusado de tendencias anti-zaristas fue deportado a Siberia, quedando la familia abandonada a su suerte en un suburbio de Varsovia. Ya desde pequeña la actriz manifestó grandes dotes para el baile, llegando incluso a ser admitida por El ballet imperial ruso, con el que trabajó hasta que la tuberculosis la obligó a abandonar esta gran pasión. 

Viendo privada su gran vocación, comenzó a interesarse por el mundo del teatro, en el que de alguna manera también podía expresar toda su creatividad, y acabó matriculándose en La Escuela de Arte Dramático de Varsovia.

Pola destacó entre sus compañeros, y pronto comenzó su incursión en el cine mientras vivía en Varsovia, y aunque ella aún no lo supiera esto tan sólo sería el preludio de una exitosa carrera tanto en Alemania como en América.

Fue al trasladarse a Berlín cuando tuvo la oportunidad de trabajar junto al prestigioso director Max Reinhartd, que además tuvo la consideración de recomendar a la actriz para que trabajase en Alemania, bajo la tutela de Lubitsch que le procuró el papel principal en la película “Los ojos de la momia” 1918, película que por otra parte alcanzaría un gran éxito, sobre todo debido a que la mayor parte de la cinta se rodó en escenarios naturales de Egipto.

Comienza entonces para la actriz una estupenda trayectoria cinematográfica con inolvidables títulos como “Carmen”de Bizet, o “Madame Dubarry”, que fueron las producciones que la hicieron conocida mundialmente y las que le abrieron las puertas de Hollywood.

Así que Pola se convirtió en la primera estrella europea que cruzó el charco para trabajar con la Paramount , viajando también junto a ella Lubitsch que más tarde la dirigiría , ya en tierras americanas, en una de sus películas más recordadas, “La frivolidad de una dama”1924.
“Bella Donna”, “La bailarina española” o “Sombras de París”, la consagraron definitivamente en el cine, convirtiéndo a Pola en una de las actrices más influyentes y ricas de la época.
En estos tiempos fue cuando comenzó su romance con Rodolfo Valentino, del que, y trás la muerte de éste,llegó a considerarse su viuda oficial,ya que en el funeral del actor, ella fue siguiendo al féretro como si así lo fuera: contaron las voces de la época ,que fue vergonzoso el espectáculo protagonizado por Pola, que llegó a tirarse encima del féretro entre sollozos desgarradores.


“El pasado fue juventud y regocijo: 
el presente, nostalgia y sabiduría.”
Pola Negri


Al llegar el cine sonoro, tuvo que volver a Alemania debido a que su fuerte acento polaco y su dificultad con el inglés le fueron cerrando puertas en el cine americano.
Volvió a Alemania y participó en algunas producciones, siendo las más destacadas “Madame Bovary” y Mazurca; fue en esta época cuando se comenzó a rumorear que la actriz mantenía un affaire con el mismísimo Hitler, que por otra parte la adoraba; años más tarde la actriz negó cualquier relación con el dictador.
Estando en Alemania se le atribuyeron ascendencias judias, por lo que la actriz temerosa de represalias, volvió a América donde por fin consiguió la nacionalidad americana, pero donde también se inició su decadencia y por lo tanto su desaparición progresiva.
Desde entonces vivió su retirada del cine, aunque lo cierto es que su última aparición publica se produjo en el año 1984 con la película “La bahía de las esmeraldas”, con tal hermetismo que dicen que Wilder se inspiró en su figura para dar vida al famoso personaje de Norma Desmond.

Su apasionante vida fue plasmada por ella misma en una autobiografía en la que contó todos sus romances, se casó con un conde y más tarde con un príncipe, y en la que llegó a reconocer que el amor de su vida había sido Valentino.
Su recuerdo hoy en día es prácticamente inexistente, y queda diluido junto a tantos y tantos rostros que marcaron una época en la que las damas del cine expresaban todas sus emociones simplemente con la gestualidad del rostro, ya que entonces para ellas parecían no existir las palabras.
Murió ya nonagenaria un 1 de Agosto de 1987.




Pola Negri, actriz

EL PAÍS
4 AGO 1987

La actriz y estrella del cine mudo Pola Negri falleció el pasado fin de semana en San Antonio (Tejas) víctima de un tumor inoperable en el cerebro. Algunas fuentes indican que ha fallecido a los 93 años, otros aseguran que a los 81; o a los 91, después de 25 años de reclusión voluntaria. Pola Negri, cuyo auténtico nombre era Bárbara Apolonia Chalupiec, había nacido en la ciudad polaca de Janova. Cursó estudios artísticos en la escuela de ballet de San Petersburgo y en el conservatorio de Varsovia. Debutó en el teatro en 1913, y un año después lo hizo en el cine de la mano de los directores Max Reinhardt y Ernst Lubitsch. Su belleza, sus condiciones artísticas y los éxitos obtenidos en Europa con las películas Carmen, Pasión y Madame Dubarry le abrieron las puertas de los estudios de Hollywood, donde llegó a rodar una veintena de películas que la consagraron mundialmente, Hotel Imperial, La bailarina española y Confesión entre otras. El advenimiento del cine sonoro acabó con su carrera. Pola Negri encarnó el prototipo de la romántica vampiresa tanto en la pantalla como en la vida real. Contrajo matrimonio en cinco ocasiones, estuvo prometida con Rodolfo Valentino, y mantuvo relaciones sentimentales con Charles Chaplin y Lenin. En 1973 publicó su biografía, Memorias de una estrella.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 4 de agosto de 1987

Pola Negri

Muere Pola Negri,

estrella del cine mudo

AGENCIAS
San Antonio 4 AGO 1987

Su belleza extraordinaria y sus dotes interpretativas llamaron la atención del director alemán Max Reinhardt, que la contrató para actuar en Alemania. También trabajó allí con el director austriaco Ernst Lubitsch, que le encomendó el papel principal de su película Los ojos de la momia. Tras esta película, Carmen y Madame Dubarry fueron las producciones que le abrieron las puertas de Hollywood e hicieron su nombre famoso en todo el mundo. Pola Negri alcanzó su máxima celebridad a partir de 1913, por sus actuaciones en películas como Hotel Imperial, La bailarina española, Una noche en Arabia, El gato montés o Confesión, entre más de 20 producciones que despertaron una gran expectación.
La llegada del cine sonoro puso fin a su carrera. La actriz polaca no pudo sobreponerse a las nuevas formas de producción y, desilusionada, regresó a Alemania, donde aún intervino en dos películas, Madame Bovary y Mazurca. De esa época se dice que Adolf Hitler quedó prendado de ella.
Al estallar la Segunda Guerra Mundial Pola Negri regresó a Estados Unidos, donde actuó esporádicamente en algunas galas y espectáculos, e incluso en una serie de televisión. En 1943 realizó un último intento de regresar al mundo del cine, interpretando un pequeño papel en Hi Diddle DidIe. Su última actuación fue en la película La bahía de las esmeraldas, de Producciones Walt Disney, rodada en 1984. Decepcionada por sus actuaciones en estas películas, Pola Negri se retiró a su finca en San Antonio.
La apasionada y tormentosa vida de Pola Negri está recogida en su autobiografía Memorias de una Estrella, publicada en 1970. En ella cuenta su romance con Rodolfo Valentino, el actor del cine mudo por excelencia, del que dijo: "Lamento haberle encontrado tan tarde. Sólo tuvimos un año de felicidad". La leyenda de Hollywood dice que Valentino susurró el nombre de Pola Negri en el momento de su muerte. Su gran amigo Gilbert Denman comentó que Valentino "fue el gran amor de su vida". También mantuvo un apasionado romance con Charles Chaplin, quien, según la autobiografía de la actriz, lloró cuando ella interrumpió sus relaciones.
Pola Negri contrajo matrimonio con el conde polaco Eugene Domiski, en 1919, y se divorció un año más tarde. En 1927 se casó con el príncipe ruso Serge Mdivani, que murió en un partido de polo en 1936. En 1979 dijo haberse enamorado de Lenin -al que conoció en 1914, en Ginebra-, por el "fulgor de su mirada".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 4 de agosto de 1987

Pola Negri

Un sueño perdido


Eduardo Haro Tegglen
4 de agosto de 1987
La primera imagen de Pola Negri debió ser la de Mazurca, metidos ya aquí en aquella guerra, poniendo en la sordidez de la aventura real el sueño vienés. Ya no era una niña, en 1936 debía tener 42 años, si es verdad que nació en 1894 (borró las huellas de su edad cuidadosamente), y, sin embargo, en la primera parte de aquella película era una adolescente delicada, sensual, con la frivolidad de 1912 en Varsovia, cuando todavía su primera gran guerra no había caído sobre ellos; en la segunda -1932: los característicos 20 años después- ya era una dama arrasada en Viena, entre serpentinas y confetis, en la ópera, en el cabaré enloquecido por los taponazos del champaña, bailando la incansable mazurca y paseando un rostro dolorido y amargo: el rostro del destino.Todavía dominaba el folletín y el melodrama, Hollywood compraba el encanto europeo, la verdad es que Europa se prestaba más en los vestidos rotos y en los ángeles caídos que Estados Unidos, donde la moral era de triunfo y todo estaba demasiado nuevo, inútil para la nostalgia. Se había comprado a Pola Negri y Willi Forst, que Hevaban consigo la dulzura vienesa, y la amarga lágrima.

Todo el cine mudo había trabajado bien ese género y, a falta de la palabra, iluminaba bien, y producía unos seres femeninos que iban a equivocar para siempre la conducta de los niños o adolescentes que se creían que ellas -Pola Negri, Ila Nacivoma y Lillian Harvey; la pequeña y maravillosa Janet Gaynor, la pelirroja Clara Bow: en fin, las mujeres- iban a ser siempre esos seres que esperaban redención, ayuda y galantes salvadores, emergidas del pozo de la ruina, la orfandad y la desesperación. Ésa era la materia del sueño, que se proyectaba en esa especie de sala de alcoba que era la sala del cine. Las tinieblas del cine eran también las tinieblas del sueño, o del ensueño. Qué desastre.
Pola Negri no llegó a Hollywood hasta el año 1922, después de unos años vieneses -ella era polaca, pero el imperio austrohúngaro era entonces un polo de atracción-, después de la larga mudez del cine donde el rostro era el que lo expresaba del todo. Otros caerían cuando llegó la voz: pero Pola Negri supo conservar el gesto emotivo, la mirada del patetismo humano junto con la voz. Y un recuerdo de Europa. Pero sólo duró mientras el recuerdo y la nostalgiase agarraban a los ojos de los emigrantes. El director Willi Forst sabía crear en un estudio desolado el ambiente de la gran época: se decía entonces que los vieneses "hacían hablar a los decorados: sus cuadras huelen a excrementos de caballo y sus boudoirs al amor" (Georges Champeux, citado por Sebastián Gasch). Y los caballos no eran más que un fondo para el amor, que lo dominaba todo.
Otras heroínas
Pola Negri se nos puede confundir, ahora en el recuerdo, con las otras heroínas del cine mudo, con las Theda Bara o las hermanas Talmadge o las hermanas Gish, porque en el fondo todas eran hermanas: las mujercitas rubitas y un poco despeinadas -para que los haces de luz pasaran entre los cabellos y pusieran el limbo que había que adorar- y con los tiernos ojos claros de la pequeñita y dulce ingenua. Sufrían. Poco después, cuando Hollywood empezó a dirigir los restos de Europa y a dirigir la imagen, la misma Pola Negri empezó el turno de las vampiresas, las que arrastraban al hombre bueno al torbellino del amor impuro o imposible, en que ellas mismas se quedaban con los labios secos y la sed sin calmar. Vendrían para Pola Negri una Carmen y una Madame Dubarry donde Europa y la época ya no eran cartón piedra y el amor no tenía sutilezas. Ya no hablaban los decorados y el folletín se disparataba: no alcanzaba a los sentidos.
Poco después, Pola Negri empezó a desaparecer, el ensueño había entrado en decadencia y la mujer americana de paso largo y la mirada al frente, de millones a la espalda, servía sobre todo para la comedia. Y lo que ha muerto ahora es una superviviente, una desaparecida. Hasta su propio recuerdo queda confundido entre otros rostros. Pero la televisión haría bien, y tendría muchos nostálgicos agradecidos, si pudiera ahora proyectar Mascarada. Aunque quizá sólo sea mejor recordarla, dejarla vivir en el flou de la memoria de los desmemoriados.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 4 de agosto de 1987

FILMOGRAFÍA
  • 1964 - The Moon-Spinners
  • 1937 - Tango notturno (Tango nocturno)
  • 1937 - Madame Bovary
  • 1935 - Mazurka
  • 1926 - Hotel Imperial
  • 1924 - Sombras de París
  • 1924 - Det förbjudna paradiset (El paraíso perdido)
  • 1923 - La bailarina española
  • 1922 - Das karussell de Lebens
  • 1921 - Safo
  • 1921 - El gato montés (Die Bergkatze)
  • 1920 - Sumurun (Una noche en Arabia)
  • 1919 - Madame du Barry
  • 1918 - Carmen
  • 1918 - Los ojos de la momia
  • 1917 - Bestia (La bestia)
  • 1916 - Studenci (Estudiantes)
  • 1915 - Zona (La esposa)
  • 1914 - Niewolnica zmyslów (Esclava del pecado)





miércoles, 13 de junio de 2018

Alberto Moravia / El cascarrabias con alma de niño


Alberto Moravia (1940)
Renata Guttusu


DE OTROS MUNDOS

Racconti (1927-1951) 
El equívoco (1939)
La soledad (1939)
La caída (1940)
La aventura (1940)
Malinverno (1940)

Racconti romani (1954)
Alberto Moravia / Fanático (1949)

La cosa e altri racconti (1983)
Alberto Moravia / Al dios desconocido

MESTER DE BREVERÍA

DRAGON


Alberto Moravia

Alberto Pincherle
(1907 - 1990)


Alberto Moravia (Alberto Pincherle), escritor y periodista, nació en Roma el 28 de noviembre de 1907  y falleció en la misma ciudad el 26 de septiembre de 1990.

Alberto Pincherle (Moravia es el nombre de la abuelo materno) proviene de una familia burguesa acaudalada. Su padre, Carlo, judío no practicante, era arquitecto y pintor, de origen veneciano. La madre, Teresa Iginia (Gina) De Marsanich, católica, era de Ancona. Alberto fue el segundo de cuatro hijos, tras Adriana (1905 - 1996), pintora; le sigue Elena (1909 - 2006), mujer del embajador Carlo Cimino; el menor fue Gastone (1914 - 1941), muerto en combate. Alberto lleva una vida normal, aunque seria y solitaria.
Moravia no hace estudios regulares porque comienza a padecer en 1916 una tuberculosis ósea que le obliga a guardar cama por cinco años (dos de ellos en un sanatorio). Sólo un año está en el Liceo Torquato Tasso, y consigue la secundaria con esfuerzo. Ese será su título. Pero se instruirá personalmente con numerosas lecturas, hasta formarse profundamente. Entre sus autores favoritos, destacan: Shakespeare, Molière, Goldoni, Stéphane Mallarmé, Dostoyevski y James Joyce. Aprendió francés y alemán, y empezó a escribir.
En 1925 deja el sanatorio y comienza a escribir Los indiferentes. Conoce a Corrado Alvaro y Massimo Bontempelli. Prominente en la actividad literaria italiana desde 1927, cuando empezó a escribir para la revista 900, donde aparecen sus primeros cuentos, acerca de las dificultades morales de las personas socialmente alienadas y atrapadas por las circunstancias.
En 1929, con dificultad, publica la novela Gli indifferenti, muy aceptada, como relato en bloques teatrales y como retrato de los italianos de ese tiempo. Al romanzo italiano. La decadencia de la burguesía italiana, durante el régimen fascista, viene representada sin una intención crítica obvia, pues es una novela existencialista que narra la historia de una familia con comportamientos corruptos, que acaban vencidos por su apatía y falta de dignidad. La segunda novela Le ambizioni sbagliate, es una mezcla de novela negra y de relato introspectivo a lo Dostoyevski, sin gran fortuna.
En 1930 empieza su colaboración en La Stampa, dirigida por Curzio Malaparte, y en 1933 fundó, con Mario Pannunzio, las revistas Caratteri, y luego Oggi. En este año escribe para la Gazzetta del Popolo, pero el régimen fascista le censura recensiones de la novela La mascherata (sátira sobre las dictaduras, situadas en Sudamérica), y prohíbe Agostino. En 1935 va a EE.UU. y da conferencias sobre la novela en la Casa Italiana de la Columbia University de Nueva York. A su regreso escribe unos cuentos: L'imbroglio 1937. Para evitar la censura, Moravia escribe cuentos alegóricos y surrealistas.


Alberto Moravia y Elsa Morante
Isla de Capri, años cuarenta

LA GUERRA Y LA CAÍDA DEL RÉGIMEN

En 1941 se casó con la también escritora Elsa Morante. Ambos vivieron en Capri, donde Moravia escribió Agostino. Tras el Armisticio del 8 de septiembre de 1943, Moravia y Morante se refugiaron en Fondi, en los límites de Ciociaria.​
En 1944, Moravia redactó las primeras páginas sobre la retórica política de entonces. El cuerpo de la obra, que desarrolló trece años después, en un momento de crisis como narrador, describe la difícil y desesperada realidad italiana en la Segunda guerra Mundial.
Con el anuncio de la Resistencia italiana vuelve a Roma; escribe para la prensa, colabora con Corrado Alvaro en Il Popolo di RomaIl MondoEuropeo y sobre todo en el Corriere della Sera donde seguirá con sus reportajes, críticas y relatos hasta su muerte.
Tras la guerra, su fortuna literaria no hizo sino crecer. Escribió novelas tan famosas como La romana (1947), La desobediencia (1948), El amor conyugal (1949) y El conformista (1951).

Gina Lollobrigida y Alberto Moravia
durante el rodaje de la película de 1954 La romana, de Luigi Zampa (1905 - 1991).
En 1952 ganó el Premio Strega por I Racconti, y sus novelas comenzaron a traducirse a otros idiomas. Ese mismo año Mario Soldati adaptó al cine La provinciale. En 1954, Luigi Zampa dirigió La romana y en 1955 Gianni Franciolini llevó al cine I racconti romani (con los que Moravia había ganado el Premio Marzotto). En 1960, con la publicación de El tedio, logró el premio Viareggio.
En 1953, Moravia fundó la importante revista literaria Nuovi Argomenti (uno de los editores en los que confió la revista fue su amigo Pier Paolo Pasolini). En los años 50, escribió prólogos para distintas obras, como los 100 sonetos de Belli, la novela Paolo il Caldo de Vitaliano Brancati o los Paseos por Roma de Stendhal. A partir de 1957, hizo críticas cinematográficas para la revista mensual L'Espresso: estas críticas fueron recogidas en Al Cinema (1975).
Se separó de Morante en 1962. Y se fue a vivir con la joven escritora Dacia Maraini. En 1962 se realiza el film, de Mauro Bolognini, Agostino e la perdita dell'innocenza, y en 1963 El desprecio por Jean-Luc Godard, La noia por Damiano Damiani, y en 1964 Los indiferentes por Francesco Maselli.
Viajó a la URSS en los ochenta, en apoyo de la apertura. Y fue a Hiroshima en 1982, escribió sus experiencias ante sus efectos. Representó a Italia ante el Parlamento Europeo desde 1984 hasta su muerte.
Se casó en 1986 con Carmen Llera. Se le encontró muerto en su domicilio en 1990. En ese año salió la autobiografía, escrita con Alain Elkann, Vita di Moravia, editada por Bompiani.
Su obra literaria se caracteriza por una crítica frontal a la sociedad europea del siglo XX: hipócrita, hedonista y acomodaticia. Se caracteriza por un estilo austero y realista, presente ya en su primera novela, Los indiferentes (1929), que le hizo saltar a la fama en Italia. En sus escritos son recurrentes el impulso sexual, la alienación del individuo y el existencialismo.


Alberto Moravia
Renato Guttuso

Moravia contra el realismo socialista

Mientras atacaba en Moscú las posturas oficiales, el escritor italiano era acusado de "descomprometido" en su país


JOSÉ LUIS GOTOR
Roma 13 JUL 1976

Desde Moscú se ha marchado a Mongolia. A Alberto Moravia, eterno candidato al Premio Nobel de Literatura, le gusta el desierto. En Africa acaba de rodar un filme-reportaje con Andrea Andermann y en Mongolia quiere ver exteriores, con el mismo director, para rodar otro documental.En Moscú, Moravia se ha metido públicamente a finales de junio, con el realismo socialista. Al frente de una delegación italiana de escritores ha asistido al VI Congreso de escritores soviéticos (567 delegados en representación de 7.942 inscritos) que durante cinco días han discutido La situación en la pluri-nacional literatura soviética en los cinco últimos años. La asamblea la inauguró el mismo Leonidas Brezhnev, secretario general del partido comunista.
Markov, en el informe de apertura del debate, dijo que el método del realismo socialista asegura una diversidad de estilos, una creatividad inimitable y una originalidad de soluciones artísticas. Sólo en este país -había dicho Markov con fuerza- sólo en los países socialistas, la noción de libertad de prensa y de inteligencia se concretiza genuinamete.
A Moravia no le ha gustado la limitación puesta a la obra del escritor y ha sostenido que es precisamente en la particular experiencia personal de cada escritor en la que no puede consistir libremente la razón del trabajo literario. No existe posibilidad para el escritor -ha dicho Moravia- de trabajar por indicaciones externas. Los temas generales son propios de los historiadores y de los filósofos, los temas de los escritores son individuales y cotidianos. Ciertamente -ha concluido Moravia- nadie de nosotros está fuera de la historia, pero la peculiaridad de la obra del escritor está en su capacidad de subir de lo cotidiano a la historia y no viceversa.
Moravia desnudo
Moravia quería haber hablado a brazo, como suele hablar siempre en congresos y públicamente en cualquier intervención, pero los escritores soviéticos le exigieron un texto escrito. A pesar de disponer del texto escrito, la Literaturnaia gazeta, semanario de letras, ha recogido el discurso de Moravia tachando todas sus divergencias con el informe de Markov.
En su patria. Sin embargo, Moravia ha sido desnudado por Sergio Saviane, el más temible pampletismo que, desde hace años, por prurito de hacerse notar o por afán desacralizador, cumple una misión demoledora de prestigios, de búsqueda de nuevas pistas y gustos, que hace perder la paciencia a quien a la literatura se consagra con tesón y fe. Moravia desnudo se titula el ensayo-pamfleto de 300 páginas que Sergio Saviane trató inútilmente de publicar con un editor serio hasta que encontró hospitalidad en la revista Prima comunicazione, donde está saliendo por entregas. La demolición de Moravia era peligrosa hasta el punto -ha declarado Saviane- que ha tenido que salir casi clandestinamente como el Samizdat, la prensa clandestina del disenso soviético.
Saviane, como casi todos los periodistas, literatos y críticos, sabían que Moravia existía, pero nunca lo leían, lo dejan ahí estar como al Coliseo de Roma. Hasta que un día Saviane, un domingo por la mañana, leyó un cuento de Moravia en Corriere della Sera en que contaba las peripecias de un caballo hablante, neurótico que se enamora de su dueña y, dominado por los celos, mata a su marido. Desde entonces Saviane se leyó a Moravia y sacó la conclusión siguiente: Moravia no es sólo un escritor que corre el riesgo de convertirse en un trombón. Es también un hombre con una inmensa influencia que podría combatir grandes batallas contra el poder y que nunca lo ha hecho. Firma miles y miles de manifiestos, pero no sueña con atacar a nadie con nombre y apellidos. Está presente desde hace treinta años sin nunca renunciar a una ocasión y sin pagar nunca el dacio.
Hasta ahora sólo ha salido la introducción del pamfleto de Saylane, lo sufiente para que la compañera de Moracia, Dacia Maraini, haya declarado refiriéndose a Saviane: Es un hombre lleno de frustraciones y de rencores que cree haber descubierto la receta para tener éxito: atacar a un personaje famoso, estimado por todos, para lograr así dar que hablar de sí.
Antes de marcharse al desierto de Mongolia, Moravia votó en Italia y escapó del círculo mágico de las cosas italianas, según declaró a un periodista.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 13 de julio de 1976
EL PAÍS 





























Secuestrada en Italia la última novela de Alberto Moravia

El magistrado Bartolomei la considera "obscena"



La última novela de Alberto Moravia, La vida interior, que le ha costado al gran escritor italiano más de seis años de reflexión, acaba de ser secuestrada en todo el territorio nacional, con la acusación de «obscenidad».
Ordenó el secuestro el magistrado de la ciudad de Aquila, en los Abruzos, Massimo Donato Bartolomei, famoso en todo el país por la cantidad de películas y libros retirados de la circulación siempre por motivos de «sexo». De hecho, le llaman «el secuestrador de hierro». Ya en Catanzaro se había distinguido por si persecución a todo lo que pudiera tener sabor de «sexualidad». De él se decía que mientras en Calabria la Mafia circulaba con la máxima impunidad, el magistrado Bartolomei se pasaba el día entero censurando películas según él « pornográficas », y firmando órdenes de secuestro.Lo que nadie se hubiese imaginado es que pudiera llegar a tanto, como escribía ayer el diario Repubblica;parecía increíble que un magistrado se atreviera a calificar de obscenidad la obra de un escritor como Moravia, considerado el mayor exponente de la literatura contemporánea en Italia.
La cosa más grotesca es que la noticia del secuestro y los tres folios con la motivación del acto judicial empezaron a llegar a los teletipos cuando todos los periodistas de Italia estaban esperando que en esos mismos teletipos llegase sobre Moravia otra noticia bien distinta: el anuncio de Ia designación del Premio Nobel de Literatura de este año. De hecho, hasta el último momento hubo aquí la sensación de que el jurado de Oslo este año se iba a acordar de esta gran figura que ya hace cincuenta años, siendo casi un niño, sorprendió a la opinión pública con su primera obra, Los indiferentes, que aún nadie ha olvidado.
Su última obra, La vida interior, juzgada por el mismo Moravia como la obra más madura de su vida, «me ha costado más de 50.000 horas de pensamiento», afirmó el escritor hace unos días. Trata, sí, un tema escabroso, las relaciones entre una madre y una hija, con esa crudeza finísima que caracteriza a Moravia; es una obra de fondo erótico, pero muy lejos de lo pornográfico.
Para el magistrado de Aquila las cosas son muy distintas, escuchando la denuncia de catorce asociaciones de inspiración católica, en una tarde se devoró el libro, se sentó a su escritorio y redactó la orden de secuestro nacional con esta motivación: «El libro, sin valor científico ni artístico, pone de relieve la acentuada y desagradable obscenidad profundamente ofensiva de la sana moral con un muestrario sin confines de perversiones sexuales y de erotomanías desenfrenadas, acompañadas por un persistente y desagradable lenguaje de prostíbulo y ambientado en un clima de desacralización deliberada de los valores humanos y cristianos.»
Casi con las mismas palabras había secuestrado hace dos años la obra de Erika Joung Miedo a volar, un best-seller mundial del que se habían vendido ya en el mundo varios millones de ejemplares. Por lo que se refiere a Moravia, de su obra secuestrada, La vida interior, en Italia se han vendido ya más de 200.000 ejemplares y cuando ayer los carabineros recorrieron una por una todas las librerías de Italia para recoger las copias aún no vendidas, se volvieron casi con las manos vacías, en parte porque el libro estaba casi agotado y en parte porque a los mismos libreros, como ha confesado uno de ellos, le parecía «un sacrilegio» entregar, un carabinero, como si se tratara de un malhechor, un libro de «gran Moravia», que es como un monumento y orgullo de la literatura nacional.
Las reacciones del mundo intelectual, a las pocas horas de saberse la noticia, han sido, sobre todo, de indignación y de desprecie hacia la decisión del magistrado «moralista». El diario Corriere della Sera, el más serio y modera. do del país, dio ayer la noticia en la primera página con un comentario muy duro, en el que se decía entre otras cosas: «Moravia no necesita que nosotros le defendamos. Somos todos nosotros quienes debemos defendernos, en nombre de nuestro derecho de lectores libres, de estas operaciones de desoladora retaguardia, de esta vuelta indeseada a los escándalos por Lawrence y Henry Milller», y añade, «si a los ojos 3 al gusto del fiscal general Bartolomei, protagonista de otras hazañas moralizadoras, el mayor italiano se reduce a nivel de anónimo redactor de pornografía, no es sobre Moravia sobre quien hay que mantener reservas sino más bien hacia quien emana decretos de secuestros como e presente.»
Con la misma ironía y casi vergüenza de que en uno de los países más libres del mundo sucedan aún cosas de este tipo, hay quien ha recordado el adagio que «los libros queman, pero que el fuego no los puede matar». Otros, con mayor sarcasmo, afirmaban ayer que La vida interior, que ha sido ya traducida en veinte lenguas y está siendo traducida en otras tantas, ha recibido un nuevo premio del magistrado medieval, ya que desde este momento su publicidad se ha centuplicado y aumentarán copiosamente los lectores del gran escritor italiano.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 20 de octubre de 1979

Concluyó el rodaje de 

LA VIDA INTERIOR

26 de junio de 1980
Concluyó el rodaje de Vida interior, basado en la novela de Alberto Moravia, que fue secuestrada por obscena y absuelta luego por la justicia. El filme, dirigido por Gianni Barcelloni e interpretado por Stefania Sandrelli, podría participar en el próximo festival cinematográfico de Venecia.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 26 de junio de 1980
Alberto Moravia

La Vida veraniega de Alberto Moravia


IPS
Sabaudla, Italia, 3 de agosto de 1980

No son muy frecuentes las declaraciones de Alberto Moravía, uno de los más activos y polémicos escritores que ha dado la Italia de posguerra, cuyas obras han sido llevadas al cine después de haber sido éxito de venta y tras haber creado amplias polémicas dentro y fuera de su país. En esta ocasión, defendiéndose de la presencia del periodista, Alberto Moravia accedió a hablar en su retiro veraniego del sur de Roma, pero impuso como condición que la conversación fuera fresca e intrascendente, como el propio veraneo que él pasa. Sin embargo, tras analizar la playa en la que descansa, el autor de La romana decidió entrar en el terreno de la política y terminó hablando del compromiso del intelectual.
Alberto Moravia, el escritor italiano cuya novela más reciente, La vida interior, ya publicada en España, causó un gran escándalo en Italia por su supuesto carácter obsceno, reacciona con cierta irritación ante la presencia de periodistas. «No me dejan tiémpo para trabajar», dice, pidiendo un poco de tranquilidad para seguir su metódico ritmo de trabajo.La vida de escritor de Alberto Moravia comienza como la de un oficinista. A las ocho de la mañana se sienta ante la máquina de escribir, hasta la hora del almuerzo. Después se concede un breve descanso y de nuevo acude al rito de la escritura, que practica por la tarde durante tres o cuatro horas. Ese es su horario cuando está en su apartamento romano, situado en el séptimo piso de un edificio que da al río Tíber.
Ese ritmo no ha cambiado demasiado este verano que el escritor pasa con su esposa, su colega Dacia Maraini, en la casa que el matrimonio tiene en Sabaudia.
La monotonía diaria de la jornada del escritor conoce en el veraneo una variante: a mediodía se zambulle en el mar y cuando llega él crepúsculo da un paseo por la playa, que se halla en la parte trasera de su casa.
La casa en la que vive Moravia en verano es la misma que él y Pasolini, el cineasta asesinado, se hicieron construir hace años, para compartir, de cuando en cuando, las vacaciones. Eran grandes amigos. Desde que en 1975 el director de Saló murió en circunstancias dramáticas que el escritor califica de sospechosas, los veraneos del matrimonio Moravia son algo melancólicos.
Ni el autor de La romana ni su esposa mencionan al gran amigo desaparecido. Prefieren hablar de las limpias aguas del Tirreno. Moravia decide que la conversación debe discurrir por temas no comprometidos, y a veces se centra en cuestiones relativas a este pequeño centro balneario, situado a unos ochenta kilómetros al sur de Roma.
«La arquitectura de este pueblo», dice Moravia, «es tremendamente fea, monótona y tiene esa solemnidad de pésimo gusto caractérística de las construcciones del período fascista. Pero la playa es magnífica, de una arena blanca como hay pocas en Italia».

La realidad y el coraje

El carácter intrascendente que Moravia le quiere dar a la conversación contrasta con su preocupación cotidiana por lo que ocurre dentro y fuera de su país: sobre su mesa están, al día, los principales periódicos italianos, desde Corriere della Sera a Il Manifesto, pasando por La Stampa, La Repubblica y L'Unita, este último portavoz del Partido Comunista de Italia.La visión de las primeras páginas, en las que se habla de la campaña preelectoral en Estados Unidos, le sugiere esta reflexión: « Para entender ese país hay que tener en cuenta dos elementos. Por un lado, la política de las grandes potencias, que explica tantas injerencias. Por otra parte, la carencia de partidos políticos que, como en Italia, se propongan romper con el sistema imperante. Sin embargo, hay sectores sanos en la sociedad norteamericana, sobre todo entre los jóvenes, que, a su manera, se oponen a las arbitrariedades que se producen tanto fuera como dentro de su nación. Los jóvenes americanos, sobre todo a raíz de la guerra de Vietnam, lograron crear en Estados Unidos una conciencia libertaria».
¿Cómo habla Moravia? ¿Como hombre de izquierdas o como observador imparcial? «En Europa», responde, «ser escritor de izquierdas significa darle un nombre a las cosas. En la práctica, quiere decir tener sentido de la realidad y tener coraje. El coraje para usar los instrumentos verbales, para llamar a las cosas por su nombre y no con los términos impersonales de la jerga política usada a menudo en los países europeos».

El compromiso

La conversación deriva hacia el análisis del concepto de compromiso. «En realidad», comenta Moravia, «el no-compromiso no existe. Se hace política siempre, aun cuando no se quiere hacerla. Yo diría que sobre todo cuando no se quiere hacerla, porque el no hacer política, el no querer hacer nada, favorece a las instituciones establecidas. Me parece que el no-compromiso es sólo una forma de rechazo del viejo compromiso que enunciara Jean Paul Sartre en la posguerra y la búsqueda de uno nuevo».Ante lo que ocurre en Irán, Afganistán, Bolivia, etcétera, Alberto Moravia afirma que «si se compara todo eso con lo que pasaba hace treinta o cuarenta años, podría decirse que ahora el mundo es global. Entonces, el intelectual era nacional, se ocupaba de las cosas que acontecían en su país. En cambio, ahora está obligado a ocuparse del mundo entero, con sus injusticias y sus luchas».
«Si yo me ocupo de un pequeño pueblo de 5.000 habitantes», prosigue Moravia, «veo todo muy realmente, muy concretamente; veo cada persona y cada casa y los parientes y las cosas. Ahora que vivo en el mundo, todo se ha hecho abstracto y hay que tener mucha fuerza para comprender lo que hay debajo de ciertas fórmulas y detrás de cada eslogan ».
Al final de la conversación, que de intrascendente se tornó en política, Moravia regresa al tema de Estados Unidos: «Si allí existieran grandes partidos de izquierda, las manifestaciones rebeldes, la protesta juvenil y la lucha de los negros se habrían canalizado automáticamente a través de un partido comunista o de una agrupación socialista». Pero en los países donde impera el comunismo hay también síntomas de crisis. «Ah, sí», admite Moravia. «Es que existe esencialmente una crisis de autoridad. Todas las autoridades de todos los sistemas atraviesan un período difícil y no sólo en los occidentales». Moravia termina de hablar y se queda silencioso, contemplando las pacíficas aguas del Tirreno.
Mientras el novelista reflexiona sobre su próxima obra a España llega Boh, suúltimo libro de relatos, en el que el autor de Los indiferentes (1929) analiza la actitud de treinta mujeres que confiesan su impotencia. Son monólogos en los que el autor confiesa su feminismo militante. Hablando con su esposa, uno se da cuenta de la identidad de criterios que sobre este tema mantienen ambos.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 3 de agosto de 1980

Alberto Moravia

Alberto Moravia: "Las vacaciones de un escritor consisten en escribir"

Jornadas veraniegas del novelista italiano en Marruecos


José Miguel Ullán
7 de septiembre de 1980


El famoso novelista italiano Alberto Moravia pasa sus vacaciones en la amurallada y silenciosa localidad de Arcila, próxima a Tánger. Señala que su vida cotidiana carece de relieve; sólo pasea más que de ordinario, pero se irrita levemente cuando alguien le pregunta por sus actividades de veraneante. Para él, un escritor no merece ese nombre si no sigue escribiendo.
Toparse con Alberto Moravia en medio de un palacio marroquí se aproxima, de entrada, a un espejismo. Prudentemente, casi con sarcasmo, comenté en dirección de los pintores con los que entonces me encontraba: «Es una copia exacta de Moravia». Hubo risas. El aludido, que está bastante sordo, no creo que oyese nada de mi comentario inoportuno y poco diplomático. Pero su acompañante se acercó a nosotros y, vengativamente, aclaró en español: «EsMoravia». Hubo muchas más risas. Sin embargo, la realidad del ser se impuso pronto al puntual delirio del parecer. Y todos nos quedamos de piedra.Quise poner remedio práctico a tan embarazosa situación. Y le propuse al autor de El conformista que conversásemos después, tranquilamente: «¿Para EL PAÍS? Ya me hicieron una entrevista. Por cierto, ni sé lo que me preguntaron ni sé lo que respondí. Fue todo muy confuso. Ni siquiera sé si me la hizo un hombre o una mujer». El cultiva ahora mismo la confusión. Porque el desdén preciso que dibujan sus labios queda ampliamente desmentido con la mirada azul que curiosea, ansiosa, bajo sus grandes y blanquecinas cejas. Centra el nudo del pequeño foulard estampado que rodea su cuello. Avanza algo hacia mí, tieso de compostura y cojeando noblemente. Parece que desea una respuesta. Su acompañante, eficaz y jamás rencorosa, intercede al instante: «¿Quedamos a una hora para la entrevista?». Le respondo que no, que acaso lo ideal es no exponerse a un nuevo desencuentro.
Dos días después, la acompañante de Moravia, que resultó ser su cuñada, crítico de arte y es posa de un pintor marroquí, me comunica que el novelista está dispuesto a que comamos juntos. Nos reencontramos en los jardines de un céntrico restaurante de Arcila, llamado Alcazaba, donde Moravia está pinchando ya lechuga, tomate, chopitos chamuscados y boquerones en vinagre. Se halla rodeado de mujeres, que van desde la propia a otras de parentesco. no menor. Un laudista turco acude a saludarle: «¡Maestro! ». El maestro no responde nada, limitándose a dejar el tenedor sobre la mesa y a hacer una ligera inclinación de deferencia.
Me invita luego a preguntarle algo. Coloca, al mismo tiempo, un plato sucio al lado de otro limpio que acaban de traerme. Se agita mucho en el sillón metálico donde se halla sentado. Mi primera pregunta, en torno a sus actividades de veraneante ilustre, desencadena en él la mansa furia: «¿Que qué hago?
¡Pues qué voy a hacer! ¿Qué es lo que hace un escritor que merezca ser llamado así? Pues seguir escribiendo ... ». A una obviedad tan en bandeja, le replico con otra similar. Retrocede en el tema: «Lo que quería decirle es que escribo todos los días, esté o no de vacaciones. Ultimamente he terminado una novela corta, cuya acción se sitúa en los años treinta».
Hablamos de su amplia producción narrativa de manera borrosa y harto breve, deteniéndonos algo más en El desprecio. Moravia rompe el hilo de continuo para llevarle la contraria a su esposa, para alejar a un perro callejero o para que le cambien la madura sandía por un verde melón.
Cuenta que ya había estado antes en Marruecos: «Vine a elegir los escenarios naturales de una película de Passolini: Edipo rey». Conoce los problemas del festival cultural de Arcila, donde él ha intervenido en un debate sobre cine: «No tendrían que invitar a extranjeros occidentales, sino sólo a intelectuales del Tercer Mundo. Eso daría un resultado de mayor coherencia y evitaría no pocos quebraderos de cabeza». Entre una y otra opinión, siempre desliza Moravia algún reproche venial di rigido a sus familiares cercanos Sigue pasándome platos sucios. Sigue moviéndose. Sigo gritándole trivialidades.
Me mira ahora Moravia de reojo. Le debe suceder lo que a mí: no sabe si ha empezado la entrevista o si hace rato que finalizó. Sólo en otra ocasión me ha sucedido algo semejante. Conversando con el pintor Francis Bacon, éste me subrayó que una nueva entrevista sería inútil, dado que no tenía nada nuevo que decir. Cuando pareció resignarse al diálogo, le señalé, sin el menor asomo de mala fe, que esa argumentación era impecable, que estaba convencido de su validez y que, por consiguiente, accedía al silencio. Silencioso de nuevo, pues, veo que ya Moravia se despide, que otra vez lleva al centro del cuello el nudo del pequeño foulard estampado y que, por vez primera, esboza una extraña sonrisa, no sé si de malicia o de complicidad con las causas perdidas.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 7 de septiembre de 1980

La cadera de Alberto Moravia

Alberto Moravia, el escritor italiano de 77 años, sufrió el pasado viernes un accidente de tráfico que, aparte del susto, sólo le ha producido una luxación de cadera. Moravia circulaba con su coche por las calles de Roma, cerca del puente Matteottti, cuando chocó con el vehículo de una compañía privada de seguridad. Fue llevado al hospital San Giacomo de Roma, pero sólo le retuvieron allí durante las ocho horas que duró el examen médico.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 30 de mayo de 1982
Alberto Moravia


UNA PROMESA ROTA

Alberto Moravia aseguró que no escribiría más. "1934", su última novela, demuestra que pudo más el oficio de escribiR.
20 de septiembre de 1982

Lleva una vida simple, tejida de gestos regulares, con muy pocos amigos, centrada en el oficio de escribir. Es Alberto Moravia, uno de los escritores más importantes de la literatura italiana de la postguerra. 
Cuando publicó "La vida interior" criticada e impugnada como inmoral, lo mismo que algunas otras obras suyas, Moravia aseguró que sería su última novela. Sin embargo, no fue así. Ahora acaba de publicar "1934", un cuento que, según él mismo, por acumulación, terminó siendo novela. Duró tres años escribiéndola y hoy circula en un volumen de 300 páginas. Se estructura alrededor de algunas situaciones autobiográficas. El resto es invención. Una novela que toca temas como la muerte, el suicidio, la desesperación, el fascismo, el nazismo y los conflictos históricos y políticos de la Europa de los grandes totalitarismos y el terror en todas sus manifestaciones aberrantes. En ella ha intentado decir que "es mejor vivir desesperadarnente que morir desesperado". A raíz de la publicación de "1934" Moravia el audaz, el escritor tantas veces prohihido en sociedades cerradas y confesionales, habló sobre la literatura, el suicidio, la indiferencia, el amor... 

SEMANA: ¿Le interesan los escritores sudamericanos? 

ALBERTO MORAVIA: En estos últimos tiempos me he interesado en Jorge Luis Borges. 

S.: ¿Qué diferencias sustanciales existen entre lo que escribe usted y el mundo borgiano? 

A. M.: Yo siempre me he movido en el horizonte del existencialismo y de la fenomenología; me interesa todo lo que tiene que ver con la intimidad del hombre. Borges está casi centrado en la épica; Borges es menos ecléctico.

S.: ¿Eso implica mayor coraje? 

A. M.: Sí, creo que en algún sentido sí. Sin embargo cuando los años pasan uno aprende que la verdad nunca está de un solo lado. Borges inventa episodios que dan con el personaje, acepta la verdad que le parece mejor para el texto. Yo, en cambio, debo poner en funcionamiento diversas poleas antes de enfrentar todos los problemas del estilo, del relato y de las criaturas que lo poblarán. Otra diferencia es que a Borges le encantan las entrevistas.

S.: ¿Qué opina del suicidio? 

A. M.: Me parece un acto narcisista extrerno y, además, antisocial.

S.: ¿Y del suicidio en la literatura, el caso de Emma Bovary, de Anna Karenina? 

A. M.: En arte el suicidio es contraproducente. En los casos de Madame Bovary y la Karenina está sustentando por una gran vitalidad.

S.: Recuerdo algo que Borges dice sobre los escritores, que cada escritor crea sus precursores, ¿Cuáles fueron los suyos? 

A. M.: En los años juveniles me apasionaba Dostoievski, ese gusto amargo por la destrucción y la rebeldía. También leía Pirandello y Manzoni. Frecuenté la lectura de Italo Svevo, por su toma de distancia tan particular cuando cuenta, por su elegancia, por su gracia a veces feroz... 

Pero mis preferencias iban siempre hacia el surrealismo francés. Leía vorazmente Max Jacob, Cocteau y, sobre todo, Raymond Radiguet. Pero con el pasar del tiempo advierto que los poetas con los que me encuentro más a gusto son Baudelaire, Rimbaud y Lautremont. Entre los poetas del 900 prefiero a Apollinaire.

S.: ¿Usted se considera un escritor freudiano? 

A. M.: Le diré que cuando he querido describir una Italia popular y pobre he usado la relación madre-hija ("La Romana", "La Campesina", "La Provinciana"), sin recurrir demasiado a las claves psicoanalíticas. En cambio, las veces que he querido presentar el ambiente burgués corrupto y en crisis he echado mano de la relación madre-hijo, con búsquedas constantes de la muleta psicoanalítica ("Los Indiferentes", "Agostino", "La Desobediencia" "El Aburrimiento") y le diré más aun: cuando he tratado de analizar la relación de la pareja he recurrido siempre a la figura de los intelectuales ("El amor conyugal", "El desprecio") como la más capaz de reflejar una comunión difícil y un aspecto de su crisis.
S.: Moravia, ¿usted conoce la indiferencia? 
A. M.: Sí, ha sido mi gran tentación y precisamente porque fui tentado me propuse un salto cualitativo en dirección opuesta.
S.: ¿Y el amor? 
A. M.: El amor de placer sólamente en raros momentos: en la pausa de la fatiga que deforma, del cansancio que embrutece, del agotamiento que deprime.





Alberto Moravia: "Las mujeres son la parte salvaje de la humanidad"

El escritor italiano publica 'El hombre que mira'


MARCELA SMOCOVICH
Roma 4 JUL 1985

El escritor Alberto Moravia, de 77 años, vive con una muchacha española llamada Carmen Leera, que tiene menos de la mitad de sus años. Desde la altura de esa edad, el autor de Los indiferentes reflexiona y declara que llegó tarde a ser joven, por lo que ahora se dedica a recuperar el tiempo perdido. En la casa romana del novelista no existen huellas ostensibles de lo que podría llamarse la tradicional presencia femenina. Dice el escritor que "la mujer es la parte salvaje de la humanidad".
Llama la atención la claridad mental del personaje. Moravia es seco en sus respuestas, pero se palpa en él la certidumbre y la tranquilidad interior. La vejez y la amistad son algunos de sus grandes tema como conversador. Y, sobre todo las mujeres.Pregunta. ¿Qué es para usted la vejez?
Respuesta. La vejez no existe. Cumplir los 77 años no ha significado nada para mí. Lo que se llama vejez es una enfermedad como cualquier otra en la cual al final uno se muere irremisiblemente. Yo hago las mismas cosas desde que tenía 20 años, quizá más. Fui joven muy tarde.
P. Borges ha afirmado en cierta ocasión que se es viejo únicamente cuando se acaba la capacidad de asombrarse.
R. Eso no es verdad. Piense en los adolescentes, o en los niños; los primeros no se asombran casi nunca y casi de nada, y los niños no se sorprenden nunca de nada. No, no creo que el asombro o lasorpresa sea un atributo específico de la juventud. El viejo es sólo un hombre que se siente viejo. Piense en don Quijote o en el rey Lear. Don Quijote pierde jornadas enteras en La Mancha; los jóvenes no hacen nunca estas cosas. En cuanto a mí, yo no soy viejo. Escribí m primer libro, Los indiferentes, con 16 años, y con 18 lo publiqué con éxito. Mi adolescencia transcurrió junto con mi enfermedad. Llegué a joven tarde y ahora tengo que recuperar el tiempo perdido.
P. ¿Escribe mejor un escritor que sufre?
R. Muchos piensan que el dolor ayuda a la creación literaria. Yo pienso todo lo contrario.
P. ¿Qué es la amistad?
R. Las amistades con los escritores son como todas las demás amistades. Muchos de mis amigos han muerto, como Pasolini. Creo que la amistad es más difícil y más rara que el amor. Por eso hay que salvarla como sea.
P. ¿Qué es la mujer en su vida?
R. Mis libros son novelas dramáticas disfrazadas de novela. Los indiferentes fue una tentativa de fundir el teatro con la novela. Me vino espontáneamente. Pero no amo mis libros. Me gustan más los de los otros. Y por lo que se refiere a las mujeres... Las mujeres son la mitad de la humanidad. Son la humanidad salvaje, porque han estado siempre constreñidas a permanecer en las lindes del poder social. Esto significa hoy estar en condiciones aventajadas. Como emerge el Tercer Mundo emergen también las mujeres. En mis libros está todo lo que yo pienso sobre las mujeres. En cuanto al amor con una mujer pienso que el amor es como un árbol con muchas ramas y muchísimas raíces. Y la traición no se refiere al amor; la traición es una palabra militar, quizá existe en la amistad.

Política y literatura

P. ¿Ha pensado abandonar la literatura por la política?R. Andreotti dijo una vez que jamás había pensado en dejar la vida política; yo, la literatura. Yo no hago de político. No existe ningún partido que me convenza. Desde mi púlpito de estudioso he decidido combatir contra la bomba atómica. Por otra parte, el mismo partido comunista sabe muy bien que en algunos aspectos no pienso como ellos. Pero creo que es necesario arrancar el problema atómico al mundo político. Los políticos son eso, políticos.
P. ¿Es usted un pacifista?
R. No tengo relaciones de ningún tipo con el pacifismo. Sin embargo, es importante saber que en 1945 existían tres bombas atómicas y que hoy hay ya 50.000. San Juan escribió el libro del Apocalipsis para los gobernantes, los cuales ya saben que este llegará. Informar a la gente es mi deber.
P. Su último trabajo, El hombre que mira, editado hace pocas semanas, es considerado como antítético de Los indiferentes.
R. Será verdad, si lo dicen. Es una novela romántica, no un libro pornográfico. El voyeurismo del libro es una metáfora.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 4 de julio de 1985
Pier Paolo Pasolini

Alberto Moravia prepara en Italia un homenaje a Pasolini

AFP
Roma 1 SEP 1985

Alberto Moravia y Pier Paolo Pasolini, al que Roma se apresta a rendir un homenaje 10 años después de su asesinato, el 2 de noviembre de 1975, tuvieron una relación muy estrecho. En 1973 ambos compraron juntos una gran villa a la orilla del mar, en Sabaudia, a 100 kilómetros al sur de Roma. Pasolini pasó sólo dos veranos allí. El autor de El desprecio, que tiene ahora 78 años, afirma que Pasolini es el poeta italiano más importante de la segunda mitad de este siglo, y se prepara para organizar un gran homenaje.
Pregunta. Usted es presidente de la Asociación Pier Paolo Pasolini, que va a rendirle homenaje con una manifestación múltiple titulada Vida futura. En ella se va a recorrer -con la ayuda de películas, obras de teatro, lectura de poemas y exposición de diseños del autor- el itinerario de Pasolini. ¿Cuál es el objetivo de este homenaje?Respuesta. Pasolini es, entre todos los escritores contemporáneos italianos, el único que no ha sido todavía situado y definido. Por otro lado, su personalidad tiene algo de inacabado, de estar en evolución, que se presta maravillosamente a una celebración. Todo esto permite y justifica una obra de vulgarización y de propaganda. Para mí es el poeta italiano más importante de la segunda mitad de este siglo.
P. ¿Quiénes son los herederos de Pasolini?
R. No los hay. Él es su propio heredero. Con su muerte hay toda una parte de la sociedad italiana que ha desaparecido súbitamente y que no se ha renovado. Pasolini está todavía en trance de evolución. Es una experiencia que no ha terminado.
P. Pasolini atacó violentamente a la democracia cristiana. Poco antes de su muerte llegó a pedir un procesamiento a sus dirigentes. Tres años más tarde, las Brigadas Rojas jugaron a asesinar a Aldo Moro. ¿En. qué campo se situará a Pasolini?
R. Era un hombre contradictorio con una gran capacidad dialéctica. Él estaba a la vez contra la democracia cristiana y católica. Pero tenía una mentalidad cristiana. No era un marxista científico, era un marxista cristiano. En todo caso., él estaba contra el terrorismo. Curiosamente, Pasolini no fue un revolucionario. Anticonformista, pero no revolucionario. Los artistas rara vez son revolucionarios. El arte es por esencia conservador.
P. Algunos piensan en Italia que las circunstancias de la muerte de Pasolini no fueron. jamás debidamente esclarecidas, y se especuló acerca de tina muerte por mandato.
R. Yo no creo en la tesis de un crimen político ni en la historia de un crimen de grupo. Pasolini decía: "Yo arriesgo mi vida todos los días". Frecuentaba a muchachos muy peligrosos. Ellos eran lo único que amaba.
P. Murió a los 53 años. ¿Cuáles eran sus proyectos?
R. Tenía muchos. Quería hacer una película en Estados Unidos sobre san Pablo. También estaba escribiendo una novela, ya tenía 600 páginas. Una especie de Los poseídos, de Dostoievski, ala italiana, en la que habla por primera vez de su relación con los hombres. Aquellos son los más bellos capítulos.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 1 de septiembre de 1985

Carmen Llera y Alberto Moravia

Moravia aboga por la relación verdadera en el matrimonio

AFP
Roma 12 ENE 1986

El novelista italiano Alberto Moravia, de 78 años, casado dos veces y que ha anunciado su matrimonio con la española Carmen Llera, de 36 años, ha declarado al periódico Corriere della Sera: "La verdad es que la convivencia conyugal es con frecuencia difícil, con frecuencia dramática o aburrida. Los matrimonios con éxito no son los que buscan una felicidad superficial o imposible, sino aquellos en los que hay entre los esposos una relación verdadera, incluso si es doloroso o cruel. O hay amor, o no lo hay, a los veinte años como a los cien".
El escritor declara que no cree en el matrimonio para toda la vida y señala que ha respetado la institución, pues estuvo casado 25 años con Elsa Morante y 20 con Dacia Maraini.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 12 de enero de 1986

Alberto Moravia y Carmen Llera

Carmen Llera

La española que va a contraer matrimonio con Alberto Moravia se ha convertido en un mito para los italianos

JUAN ARIAS
Roma 15 ENE 1986

Carmen Llera, la pamplonica que a sus 31 años se va a casar por lo civil en los próximos días, en absoluto secreto, al alba, en el Campidoglio de Roma, con el gran escritor Alberto Moravia, autor de Los indiferentes, 47 años mayor que ella, se ha convertido en un mito para los italianos. Por ella, por ellos, por el idilio, por la boda del año se están interesando desde las publicaciones mas frívolas hasta las más serias, sin excluir ni el órgano oficial del partido comunista L'Unita ni el diario intelectual de izquierdas Il Manifesto.
La pareja Llera-Moravia "ha desencadenado la fantasía fálica de los italianos", afirmaba ayer en el diario Il Manifesto su director, Valentino Parlato. Porque lo que a unos gusta y a otros escandaliza de Carmen es que ha dicho siempre, sin pelos en la lengua, que en su vida la ha dominado siempre "el principio del placer", que lo que le ha apasionado de Moravia es "el contacto corpóreo y sexual".Fascina y desconcierta el que esta española, que a los italianos resulta simpática, afirme en pleno idilio que "una mujer no puede llenar su vida con un solo hombre".
El poeta Dario Bellezza, que ha escrito una poesía para el matrimonio Llera-Moravia -"hoy se casa quien cansado de sufrir, feliz combate la muerte con la amada a su lado"-, ha dicho que Carmen será ideal para el gran escritor Moravia, que "ama a las mujeres que huyen, que lo traicionan".
Pero Carmen, que odia África y que afirma: "Amo sólo el mundo árabe, el desierto", ha aceptado por amor acompañar por una vez a su futuro marido a Zimbabue, donde Moravia ha querido comprar para los dos los anillos de boda, exóticos, de plata. Más fino y redondo el de Carmen, más ancho y aplastado el del escritor.
Carmen, la Ibérica, como la llaman aquí, había decidido al llegar a Italia en 1978 dar un golpe: hacer que se enamorara de ella o un gran pintor, o un gran político, o un escritor. A Moravia le conoció casi por casualidad. Estudiaba en Catania y el diario conservador Il Giornale di Sicilia le encargó que entrevistara al famoso escritor. "No fue un enamoramiento a primera vista", afirman hoy los dos. Pero algo se encendió ya entonces. De hecho, dos años más tarde ambos vivían ya juntos, aún en vida de la difunta Elsa Morante, la esposa legal hasta su muerte de Moravia, ya que la escritora, catolicísima, nunca había aceptado el divorcio.
Renzo Paris, amigo y colaborador de Moravia, catedrático de Lengua y Literatura Extranjera en la universidad de Salerno, ha afirmado que, de las muchas mujeres que han pasado por la vida real o imaginaria de Moravia, esta Carmen Ibérica"parece la más misteriosa de sus personajes", y añade que Carmen puede ser la verdadera protagonista de la última novela del escritor italiano, El hombre que mira.
Mientras tanto, Carmen prepara su primera bomba literaria. Dicen que se la está puliendo su futuro esposo. Se titula Diario íntimo cultural y social. Tiene ya 320 páginas.
Elsa Morante, la mujer de Moravia fallecida recientemente, le dijo a Carmen antes de morir: "Eres demasiado bella". Y añadió con un hilo de amarga pena: "Claro que también yo era un poco española, debido a mis raíces sicilianas".
Carmen, en una de sus últimas confesiones, ha dicho: "El pecado es un concepto que no entiendo", y que en el fondo lo que más le gusta es "no trabajar, ser mantenida y tener tiempo para ella misma". Dentro de unos días todos sus deseos serán realidad, incluso oficialmente.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 15 de enero de 1986
Alberto Moravia y Carmen Llera

Moravia volvió a ser Pincherle para casarse con la española Carmen Llera

JUAN ARIAS
Roma 28 ENE 1986

Alberto Moravia perdió ayer por la mañana, a las 8.36, durante unos segundos, el apellido que le ha hecho famoso en el mundo. El autor de La vida interior, de 78 años, de pie, con chaqueta marrón y pantalones grises se oyó preguntar por el oficial del Ayuntamiento de Roma: "Alberto Pincherle, ¿quiere usted como esposa a Carmen Llera?". Porque Pincherle es el verdadero apellido del escritor, que se ha casado con Carmen, una española de 31 años.
No había sido posible mantener el secreto. Roma les había preparado una mañana de frío de abrigo. Pero con sol. En el soberbio Capitolio, sede del Ayuntamiento de Roma, esperaban a la pareja más de 50 fotógrafos, docenas de operadores de cine y televisión y cientos de magnetófonos.No hubo, sin embargo, como ya habían anunciado los novios, ni amigos, ni flores, ni escritores famosos. No quisieron ni que fuese el alcalde quien bendijese el matrimonio del viudo Moravia con la separada Carmen, la tudelana a quien los italianos miraban ayer con ojos lánguidos diciendo: "Es más guapa en carne y hueso que en las revistas".
Los casó un simple oficial del Ayuntamiento que llevaba, sin embargo, un apellido de esperanza: Sereni. Porque los italianos, que son tiernos para estos misterios del amor, en vez de ironizar sobre una pareja en la que él le saca a ella 47 años de diferencia, lo que les desean a los dos es que vivan serenos y en paz.
Ayer los comentarios los absolvían a los dos. A ella porque ha sido una mujer de voluntad que ha conseguido lo que quería, porque todos saben que no era fácil arrastrar hasta el altar del Capitolio al esquivo Moravia. "Sólo una ibérica , una Carmen, podía hacer el mi lagro", comentaba ayer la gente. Y a él no sólo lo absolvían sino que lo envidiaban los hombres, que decían: "E' troppo bella" ("Es demasiado guapa"), como diciendo: "¡Qué suerte la de Moravia!". Y a quienes insinuaban que Carmen, al casarse, se quedará con toda la herencia literaria del gran escritor, los italianos comentaban: "¿Qué le importa a él? No tiene hijos, ¿a quién mejor puede dejarle todo que a la guapa española que lo va a alegrar en su vejez?".
Cuando el enjambre de reporteros se abalanzó sobre ambos para arrancarles una frase histórica, Moravia, mientras se defendía con ambas manos, como espantando moscas, a la pregunta "¿Es usted feliz?", su única respuesta lógica, natural, inteligente, fue la de un sonoro y seco "No comment". No regaló ni una sonrisa y la cara se le endureció más cuando los fotógrafos gritaban sin pudor "¡Beso, beso!". Ella estaba menos controlada, más nerviosa, casi enfadada. A la misma pregunta sobre la felicidad, respondió con tono distinto al de Moravia, pero igualmente lógico e inteligente: "Lo que estoy es borracha". Aquella espantada ibérica desconcertó, sin embargo, al enviado de la RAI, quien comentó a través de la radio: "Esperemos que lo sea sólo de alegría" porque le había parecido poco poética la borrachera no simbólica de la española. Porque la verdad es que la bellísima tudelana, quizá para sosegar sus nervios, se había tragado, antes de subir la magnífica escalinata de Miguel Ángel del Capitolio, una buena copa de champaña.
Los vestidos de ambos fueron sobrios, sin concesiones al color. Sólo la corbata roja de él y las gafas rosa de ella destacaban junto con el ramillete de orquídeas pequeñas, blanquísimas, de nieve, que Carmen regaló a la fotógrafa Luciana Zigiotti, diciéndole: "Para que te cases en este año". No hubo fiesta. Moravia, al acabar la ceremonia, se fue a casa. Dicen que a empezar una novela.
"¿Por qué quiere casarse con Carmen?", le preguntaron a Moravia, incrédulos, unos amigos, y su respuesta fue: "Porque a ella le produce placer". A Carmen, ayer por la mañana, acabada la boda, un periodista la agredió a bocajarro y le preguntó: "¿No es el suyo un matrimonio atípico?". "Sí", respondió orgullosa, "porque Moravia escribe como nadie".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 28 de enero de 1986
Carmen Llera y Alberto Moravia

Un cascarrabias con alma de niño


JUAN ARIAS
Roma 9 MAY 1986

Alberto Moravia -ante el ayuntamiento, Alberto Pincherle-, a sus 79 años, es ya como una especie de monumento para los italianos. Es quizás el más popular de los escritores. No porque tenga un carácter fácil, ya que, al revés, es más bien de mal genio y retraído. Pero Moravia es algo más que un genial escritor. Es al mismo tiempo un hombre público, un gran viajero cuyas crónicas de aventuras aparecen en la televisión y en el diario Corriere della Sera. Y últimamente fue tentado por el gusanillo de la política y se presentó como independiente en las listas comunistas en las elecciones europeas.
Le gustan las corbatas coloradas; le gustan, sobre todo, las mujeres. Han sido 63 las mujeres plasmadas en sus novelas. De ellas ha dicho Moravia que le han educado. Una fue la única mujer oficial: la escritofa Elsa Morante. Hasta que no murió no se volvió a casar. Recientemente lo ha hecho con la bella Carmen Llera, la tudelana. Dicen que fue ella quien le inspiró su última novela, Ehombre quemira; que fue mirándola cuando se le encendió la creatividad.
Moravia ha esperado siempre el Nobel de Literatura, pero quizá le han sobrado enemigos en su vida. A él se le podrían aplicar muy bien las duras palabras escritas por Voltaire sobre los enemigos de los escritores. Quizá porque es un hombre que no se esconde; a quien no le ¡mporta enfadarse; que no cuida su imagen. En Italia dicen que es una especie de cascarrabias. Pero al mismo tiempo quien le conoce de cerca asegura que, tiene alma tierna de niño.
Hoy la actividad literaria más importante de Alberto Moravía es una antología clásica de obras juveniles de literatura que prepara la Editorial Bompiani, y sus críticas cinematográficas para el semana¡ L'Espresso.
Hay quien asegura que Moravi.a, desde que se ha vuelto a casar con la Carmen española, se siente más vivo que nunca; que ha reflorecido; que hace el amor como un joven. Otros piensan que hoy Moravia es más bien sólo un monstruo sagrado, punto de referencia de la literatura de este siglo, maestro y objeto de proyección para tantos aspirantes a famosos en el campo de las letras. Casi un limón exprimido. Pero lo cierto es que este siglo Italia sería impen,sable en el campo de la literatura, en el bien y en el mal, sin la presencia de Moravia.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 9 de mayo de 1986
Alberto Moravia

Alberto Moravia visita España para hablar de Pasolini y de su propia obra

Gabriela Cañas
Madrid, 9 de mayo de 1986

Ni Alberto Moravia ni su esposa, Carmen Llera, sospechaban que, en el aeropuerto de Barajas, un grupo de periodistas, mayoritariamente de la Prensa del corazón,esperaba ansioso a la pareja. Se equivocaron ¡de puerta, y el grupo, capitaneado por Marco Miele, director del Iristituto Italiano de Cultura, realizó carreras sólo propias de: una divertida comedia. La pareja, mientras tanto, había tomado ¡in taxi rumbo a su hotel.Moravia dice que no le molesta haberse convertido en, un personaje de revista,. "Aunque tampoco me agrada", añade. Carmen Llera, de 29 años, tampoco parece sentirse molesta por los cotilleos al uso. "Yo hago la misma vida desde hace cinco años", dice, "y es la que voy a seguir haciendo".
Alberto Moravia está recostado en el sofá mientras ella bromea estrepitosa y posa para. los fotógrafos con naturalidad. Él es casi siempre rotundo; especialmente cuando habla de la energía nuclear, problema al que se dedicó con ímpetu, cuando fue eurodiputado. "Soy antinuclearista", dice. "Yo aboliría la energía nuclear, porque cuesta mucho dinero, es peligrosa y no sirve para nada. Sólo produce gravísimos incidentes,, como el de Chernobil. No es una utopía. La humanidad ha desechado siempre lo inútil. Al principio de la historia de la aviación se inventó el dirigible, y luego se desechó porque fue, sencillamente, un mal ¡invento. La sociedad tendría ahora que reconocer que la energía nuclear ha sido un fracaso y suprimirla; de paso se suprimiría la guerra atómica". Para confirmarse en su tesis, Moravia cita las repercusiones incalculables, todavía desconocidas, del incidente de Chernobil. Moravia, que suele hacer oídos sordos a las preguntas, se lanza a un público lamento. "A los intelectuales no nos preguntan cuando están fabricando los armamentos. Pero después se nos solicita que contribuyamos, que hagamos testimonio por la paz".
No entiende Alberto Moravia por qué no se utilizaron desde el principio las armas políticas, económicas y diplomáticas contra Libia. "Odio el terrorismo; odio la guérra", dice, y no se pone Moravia de parte de ninguno de los contendientes en la llamada crisis del Mediterráneo. "Estuve en Estados Unidos, y allí no podían entender por qué yo no estaba de su parte. Después fui a Siria a dar una conferencia, y allí me dijeron que, como intelectual, debía estar obligatoriamente de parte de ellos".
"El hombre que mira [título de su último libro] piensa como yo. El apocalipsis ya lo estamos viviendo. Tenemos 50.000 bombas atómicas que pueden reducirnos a ceniza de un momento a otro".
Enzo Golino, subdirector del diario L'Expresso, habló ayer, junto a Moravia, de la literatura de Pasolini. Golino, autor del libro Pasolini, il sogno di una cosa destacó el aspecto pedagógico de Pasolini. "Después de diez años", dijo por su parte Moravia, "la mejor definición que puedo hacer de Pasolini es que era mi amigo".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 9 de mayo de 1986
Carmen Llera

Carmen Llera, esposa de Moravia, publica su primera novela

La joven navarra ha escrito otro libro de sus encuentros de amor con personajes importantes

JUAN ARIAS
Roma 30 NOV 1987

La tudelana Carmen Llera, la joven esposa de] gran escritor Alberto Moravia, que acaba de celebrar sus 80 años con festejos en los que ha participado hasta el presidente de la República, Francesco Cossiga, vuelve a ser noticia. Pero esta vez la noticia no es amorosa, sino literaria, porque la guapa española va a publicar su primera novela.
El hecho tenía que haber quedado secreto hasta el último momento, pero ha acabado filtrándose a la Prensa. Ella, Carmen, se ha enfadado mucho. Él, Moravia, se ha limitado a un no comment, porque afirma que ha prometido a su mujer no entrar en el asunto. Aunque se le ha escapado que el libro, escrito en italiano porque Carmen dice que se le ha olvidado casi el español tras ocho años en este país, "posee un auténtico estilo literario".Lo que la autora niega es que el protagonista de su novela, que se titula Georgette y que está dedicada a Moravia, sea Walid Jumblat, el personaje que entró con fuerza en la vida de la fogosa española a las pocas semanas de su matrimonio con el autor de La noia. Claro que el libro, ha afirma do quien ha leído ya el manuscrito, es "también" autobiográfico, como suele serlo la primera obra de todo escritor, y que, por ello, no será difícil descubrir en él a Jumblat en ciertas páginas.

Memoria de amores

En realidad, Carmen ha escrito también otro libro, que, ése sí, es completamente autobiográfico. Cuenta todos sus encuentros de amor con personajes importantes o interesantes. Es un manuscrito de 300 páginas que tiene cerrado con cinco llaves porque su contenido es muy goloso, sobre todo si es cierto, como se afirma, que a los personajes se les cita con nombre y apellido. ¿Lo publicará alguna vez? Hay quien asegura que eso dependerá en parte del consejo que le dé Moravia, el cual le había ya aconsejado que empezase publicando antes una verdadera novela.Otro de los misterios es por qué Carmen no ha publicado su novela con la editorial en la que trabaja, la Bompiani, que, al parecer, está muy irritada por haber perdido esta primicia. Parece ser que la razón verdadera es que, precisamente tratándose de la primera novela, ha querido evitar que se pudiera decir que "la nacía en casa", siendo Bompiani también la editorial de Moravia. Algún malicioso hubiese podido pensar que Bompiani se la publicaba sólo por compromiso y amistad con el marido. Por eso prefirió ponerla en manos de un agente internacional, dejándole plena libertad. Y la lotería del éxito de ventas ha caído en la prestigiosa editorial Mondadori.
La novela de Carmen Llera esta ambientada en París, Nueva York, Roma y también en Líbano, de ahí la sospecha de que el fondo de la trama pueda ser en realidad su amor secreto con Jumblat, que un semanal romano descubrió publicando por sorpresa una foto de los dos abrazados en la famosa Piazza Navona de Loma.
En aquella ocasión, el anciano Moravia, con fina ironía, había comentado que el hecho "más bien lo excitaba".
La novela estará firmada por Carmen Moravia.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 30 de noviembre de 1987


Madrid 29 MAR 1990

El canal de televisión privada Tele 5 emite esta noche (22.00) el primer capítulo de la miniserie La romana, basada en la obra de igual título escrita por el novelista italiano Alberto Moravia, que narra la lucha por la supervivencia de la joven corista Adriana, interpretada por la sex-symbol Francesca Dellera, en la Roma fascista.
La novela de Moravia, publicada en 1947, es una de las obras clásicas del realísmo exitencialista europeo y fue llevada al cine por primera vez en 1954. En aquella película, dirigida por Luigi Zampa, el papel de Adriana fue interpretado por Gina Lollobrigida, que ahora, 36 años después, interviene en esta adaptación, para la televisión encarnando a la enérgica madre de la joven.Los siguientes capítulos de la miniserie, que consta de tres capítulos de 90 minutos de duración cada uno, se emitiran mañana viernes y el próximo 5 de abril. Tras la serie, Tele 5 ofrecerá la película de Zampa con objeto de que el espectador compare las dos adaptaciones.
En el primer episodio de La romana se cuenta la historia de la joven Adriana, cuya precaria situación económica la llevará a posar desnuda en una revista; después será convencida por su madre para que trabajó de corista en una revista musical con el fin de casarse con un hombre rico. Posteriormente Adriana será engañada por su novio y encontrará a otro hombre con el que mantendrá una apasionada relación.
Alberto Moravia (Roma, 1907), uno de los grandes escritores italianos contemporáneos, es actualmente crítico cinematográfico del semanario L'Espresso. No es su única relación con el cine: muchos de sus relatos han sido llevados a la pantalla; algunos de ellos han recibido un tratamiento similar a La romana, y figuran, en los anales de la historia cinematográfica italiana, como filmes que se situan en la difícil frontera entre el erotismo y la pornografía.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 29 de marzo de 1990










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Fallece Alberto Moravia

Entre el canibalismo y la gastronomía




Cuando Alberto Moravia publicó en 1929 su primera novela, pagándose la edición de su propio bolsillo, sólo tenía 22 años y un desprecio total a la clase social de la que procedía. Eran tiempos proclives a la aparición de una promoción de nietos de Nietzsche, irritados por una. sociedad dirigida por una burguesía acobardada ante la rebelión de las masas. Mientras el joven Moravia le hacía la autopsia al cadáver de una burguesía italiana conformista con la truculencia adocenada del fascismo, otro joven nieto de Nietzsche, Malraux, fomentaba revoluciones en el mundo entero y ponía su literatura al servicio de un supuesto nuevo destinatario histórico. No es un paralelismo gratuito. Ambos partían de la náusea ante la conducta burguesa basada en la doble verdad; Malraux se investía de condottierorevolucionario ávido de una nueva comunión de los santos con el sujeto de la Historia que iba a dinamitar la sociedad burguesa; Moravia, en cambio, tenía el talante marcado por su condición de adolescente largamente -enfermo, luego joven apuesto de ojos magnéticos pero algo cojo que no estaba para demasiadas acrobacias aéreas ni históricas. La mirada de Malraux sería épica y cenital, la de Moravia psicológica y desde la perspectiva del lecho, pero ambas históricas porque reflejarían dimensiones diferentes y complementarias de la condición humana, en una cultura situada entre la muerte de Dios y la muerte del Hombre.Si Malraux fue el retratista del canibalismo histórico de entreguerras, Moravia partió de la misma sensación de desorden pero más interesado por el canibalismo interpersonal para, llegar a una teoría implícita del hombre burgués corno irrecuperable, situado entre la hipocresía y el conformismo, con la estación intermedia y culminante del egoísmo engullidor. Este juego de conductas lo expresó mediante metáforas sexuales, concibiendo el sexo como un instrumento de conocer. Entre el canibalismo y la gastronomía, la conducta sexual de los personajes de Moravia, desde Los indiferentes hasta La campesina, es un trasunto de la cultura del desamor, practicada brutalmente en La romana o La campesina, y con aderezos de gran cheff desganado en El conformista. A pesar de su continua apuesta por el perdedor en toda relación, Moravia fue frecuentemente acusado de escritor distante, instalado en un pesimismo aristocrático y desdeñoso porque los seres humanos no eran como él se merecía. Pero, tras su mirada de entomólogo había una angustia estética ante la peligrosidad de la conducta, advertido, en palabras del crítico Vigorelli, "( ... ) de la gangrena que amenaza al hombre moderno si no reencuentra la relación consigo mismo, con los otros, con las cosas, con la sociedad". Rehuyó siempre la tentación de una escritura sociologista al servicio de una mirada crítica de la sociedad, lo que no le impidió continuos compromisos civiles con las causas obviamente justas. Novelista casi hecho a la medida de los teóricos de la incomunicación, llegó en La noia (El tedio) al punto culminante de su largo aprendizaje y a la vez -magisterio de la falsificación de las relaciones humanas. Cualquier intento de relacionar el discurso filosófico-narrativo de Moravia con su discurso vital puede ser desvirtuado si el receptor actual se queda en la retina con la imagen de un viejo escritor ávido del cuerpo en flor de una navarra treintañera. Si en la literatura de Moravia el sexo era la metáfora de la anexión, también representa la máxima afirmación de la vida, entre la nostalgia de la pureza y la utopía del paraíso. Y es que Moravia, como todos los escritores inmediatamente posdostoievskianos, se vio obligado a reconstruir la moralidad desde la desnudez- desnudo de dioses, religiones y sabidurías sociales convencionales. Tal vez como prueba de ello es el escritor que más veces. ha posado en traje de baño.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 27 de septiembre de 1990

  • Gli indifferenti1929Los indiferentes, Nuevas Ediciones de Bolsillo, 2005,
  • Le ambizioni sbagliate1935. Tr. Las ambiciones defraudadas
  • La bella vita1935
  • L'imbroglio1937
  • I sogni del pigro1940
  • Cosma e i briganti, relato aparecido en "Oggi" entre el 26-X y 6-XII 1940, Palermo, Sellerio, 2002.
  • La mascherata1941. Tr.: La mascarada, Plaza, 1971.
  • La cetonia1943
  • L'amante infelice1943
  • La speranza ovvero Cristianesimo e Comunismo1941
  • Agostino1944. Tr.: Agostino, Mondadori, 2001
  • L'epidemia1944
  • Due cortigiane e serata di Don Giovanni1944
  • La romana1947. Tr.: La romana, Nuevas Ediciones de Bolsillo, 2010
  • La disubbidienza1947. Tr.: La desobediencia, Alianza, 1991.
  • L'amore coniugale1947. Tr.: El amor conyugal, Orbis, 1997
  • Il conformista1951. Tr.: El conformista, Nuevas Ediciones de Bolsillo, 2010 
  • I racconti1952
  • Racconti romani1954. Tr.: Cuentos romanos, Alianza, 1993, 
  • Il disprezzo1954. Tr.: El desprecio, Nuevas Ediciones de Bolsillo, 2010
  • La ciociara1957, Tr.: La campesina, Nuevas Ediciones de Bolsillo, 2010
  • Teatro1958
  • Un mese in URSS1958
  • Nuovi racconti romani1959
  • La noia1960. Tr. El tedio, Planeta, 2008
  • L'automa1962
  • Un'idea dell'India1962. Tr.: Una idea de la India, Península, 2007.
  • L'uomo come fine1963. Tr.: El hombre como fin y otros ensayos
  • L'attenzione1965. Tr.: La atención, Planeta, 2009, ISBN 978-84-08-08728-1.
  • Cortigiana stanca1965
  • Le luci di Roma1965
  • Il mondo è quello che è1966
  • Una cosa è una cosa1967
  • Il dio Kurt1968
  • La rivoluzione culturale in Cina1968
  • La vita è gioco1969
  • Il paradiso1970. Tr.: El paraíso, Áltera, 1996
  • Io e lui1971. Tr.: Yo y él, Planeta, 1999
  • A quale tribù appartieni1972
  • Un'altra vita1973. Tr.: Otra vida, Plaza & Janés, 1991 
  • Al cinema1975
  • Boh1976,, Tr. Boh
  • La vita interiore1978
  • Un miliardo di anni fa1979
  • Impegno controvoglia1980
  • Lettere dal Sahara1981.
  • 19341982.
  • Storie della preistoria1982. Tr.: Historias de la prehistoria, Anaya, 1995 
  • La cosa e altri racconti1983. Tr.: La cosa y otros cuentos
  • La Tempesta, Catania, Pellicanolibri, 1984
  • L'uomo che guarda1985. Tr.: El hombre de que mira, Nuevas Ediciones de Bolsillo, 2006
  • L'angelo dell'informazione e altri testi teatrali1986
  • L'inverno nucleare1986
  • Passeggiate africane1987. Tr.: Paseos por África, Mondadori, 1988 
  • Il viaggio a Roma1988. Tr.: El viaje a Roma, Grijalbo 1989 
  • Il vassoio davanti alla porta, Reverdito, 1989
  • La villa del venerdì e altri racconti1990. Tr.: La villa del Venerdí, 1990)
  • La donna leopardo1991 (póstumo)
  • I due amici, Bompiani, Milano, 2007 (póstumo)
  • Il picnic