domingo, 21 de agosto de 2016

Ricardo Piglia

Ricardo Piglia

DE OTROS MUNDOS
(1941)

VIDA Y OBRA DE RICARDO PIGLIA

Ricardo Piglia nació en Adrogué, provincia de Buenos Aires en 1941. Más tarde, en 1955 y debido a "una historia política, una cosa de rencores y odios barriales", su familia se mudó a Mar del Plata, en donde Piglia descubriría a Steve Ratliff ("un yanqui extraño"), el mar y el mundo literario. Formalmente estudió Historia en la Universidad de La Plata. Como Asesor Editorial, dirigió en los sesenta la "Serie Negra", difundiendo la obra de Hammett, Chandler, Goodis y Mc Coy. En los ochenta creó la colección "Sol Negro" descubriendo nuevas figuras del policial negro moderno. A nivel académico, es Profesor Titular de la Facultad de Filosofía y Letras (UBA) y ha enseñado en las Universidades de Princeton y Hardvard.

En 1967 apareció su primer libro de relatos, La invasión, premiado por Casa de las Américas. En 1975 publicó Nombre falso, un libro de relatos que ha sido traducido al francés y al portugués. En 1980 apareció Respiración artificial, de gran repercusión en el ambiente literario y considerada como una de las novelas más representativas de la nueva literatura argentina. Su siguiente novela Ciudad ausente, demoró doce años en aparecer. Basado en esta novela, Piglia elaboró en 1995 el texto de una ópera con música de Gerardo Gandini.

Piglia recibió, en noviembre de 1997, el Premio Planeta por su novela Plata quemada –luego llevada al cine por Piñeiro–. El premio estaba dotado de 40.000 dólares y fue otorgado a la novela de Piglia por unánime decisión del jurado integrado los escritores Augusto Roa Bastos, Mario Benedetti, Tomás Eloy Martínez y María Esther de Miguel. Para el cine, en los noventa, escribió el guión de Foolich heart (Héctor Babenco), La sonámbula (Fernando Spiner), y realizó la adaptación de El astillero de Juan Carlos Onetti. Junto a su obra de ficción, Piglia ha desarrollado una tarea de crítico y ensayista, publicando textos sobre Arlt, Borges, Macedonio Fernández, Sarmiento y otros escritores argentinos. En el año 2001 obtuvo en Madrid, por su libro Formas breves, el premio Bartolomé March a la crítica, en la categoría ensayo. Actualmente trabaja en su cuarta novela, Blanco nocturno, que publicará Seix-Barral. Vive en Buenos Aires, en el barrio de Palermo.




Tránfugas del bajo mundo

A continuación se detallarán las características particulares de cada personaje, su relación con el resto, y la importancia dentro de la obra.

Dorda: Su nombre verdadero era Marcos Dorda, alias Gaucho Rubio, era pesado, tranquilo, con cara rubicunda y sonrisa fácil. Era muy supersticioso, estaba siempre viendo signos negativos y tenía múltiples cábalas. Vivió un tiempo en Brasil y luego fue a la Argentina. Le gustaba andar en subte, moverse bajo la luz amarilla de los andenes y de los túneles, subir a vagones vacíos y dejarse llevar. Odiaba profundamente a la policía, su interés principal eran las drogas, eran lo único que le importaba. Siempre oía voces en el cerebro, entre las placas del cráneo, mujeres que le hablaban, le daban órdenes. Era un tipo muy callado y usaba un par de anteojos Clipper, con cristales espejos, le gustaban, eran elegantes, le daban un aire mundano y se miraba de perfil en el espejo. Se la pasaba tirado en el sofá estudiando la revista ¨Mecánica Popular¨ y a veces se ponía a dibujar motores. Su mayor orgullo era su sangre fría y su decisión. Era provinciano, de Maria Juana, con cara de paisano, la cara perfecta de la clase de sujeto que representa un lunático criminal, que actúa con una sonrisa nerviosa, angelical y sin alma. Era loco por los fierros y de a poco se hizo experto en levantar autos. Sanguinario, de pelo pajizo, ojos celestes, muy inteligente, pero muy pirado (psicótico).

Según el doctor Bunge tenía obseso sexual: era un sexópata, perverso, polimorfo, líbido desmedida. Peligroso psicótico invertido con mal de Parkinson, capaz de dar su vida por el Nene Brignone.

Nene Brignone: Su nombre verdadero era Franco Brignone, alias el Nene, cara de Ángel, hijo primogénito de un acaudalado empresario de la construcción, era un renegado de su familia y de su clase, la oveja negra, el tiro al aire, vivía en el barrio de Belgrano. Era flaco, ágil, liviano, tenía pelo negro y la piel muy pálida. Debutó en su vida criminal en 1961 a los 17 años cuando era estudiante de la secundaria en el colegio Saint Georges. Cayó preso como cómplice de una tentativa de robo que terminó en homicidio. Era un pesado de la nueva ola con libertad condicional.

Malito: Su nombre completo era Enrique Mario Malito. Tenía cara de ratón ojitos pegados a la nariz, nada de mentón, pelo colorado, muy sereno con manos de mujer. No le caían bien los homosexuales. Era simpático, entrador, muy taimado. Era muy inteligente, sabía de motores, de caños y podía armar una bomba en dos minutos. Ávido lector de la página de los policiales del diario. Siempre lograba que los demás hagan lo que él quería, como si fuera idea de ellos.

El padre era médico y le gustaba la sensación fresca y seca del alcohol puro; por ello se lavaba las manos en él.

Era el jefe de la banda: había hecho los planes y armado los contactos con los políticos y los canas que les habían pasado los datos. No podía ver mucha gente junta ni la luz del sol. Además tenía la obsesión de que todos los teléfonos de la ciudad estaban pinchados.

Venía de Rosario, había estudiado hasta 4to año de ingeniería y a veces se hacía llamar ingeniero.

La Nena: Su verdadero nombre era Blanca Galeano y era la concubina de Mereles. Una jovencita de clase media, criada en un hogar sano, que estaba estudiando para rendir las 2 materias que debía y poder así terminar el secundario. Era morocha, espigada, bonita y se vestía bien. Hasta los 15 años su conducta fue normal, bailes juveniles y reuniones en casas de amigos. A los 16 años quedo presa en la Brigada deInvestigaciones de Martínez.

Nando Heguilein: Su verdadero nombre era Hernando Heguilein. Era un ex integrante de la alianza libertadora nacionalista. Estuvo preso en Sierra Chica, donde conoció a Malito. Era un hombre de acción, un patriota según algunos. Fue quien cruzó a la banda al Uruguay.

Comisario Silva: Su nombre completo era Cayetano Silva, jefe de policía de la zona norte del Gran Buenos Aires que estuvo a cargo del operativo. Frío como un tipo profesional, inteligente, bien preparado, pero muy fanático. Era paranoico, no dormía nunca, tenía una serie de ideas extravagantes sobre el futuro político y el avance de los comunistas y de los grasas. Era un hombre gordo, de cara achinada y voz turbia de criollo, con una cicatriz blanca que le cruzaba la mejilla. Vivía solo en un departamento alto en Boedo, su mujer lo había dejado años atrás y cuando la veía no la reconocía, tenía hijos y los veía de vez en cuando y con indiferencia, como si fueran extraños.

Fontán Reyes: Su verdadero nombre era Atir Omar Nocito y su nombre artístico era Fontán Reyes. Era el entregador, un tipo elegante, con unos kilos de más y la cara alucinada de los drogadictos; un cantor de tangos de 39 años que actuó en radio y televisión, y grabó un cd con 2 tangos.

Chueco Bazán: Era un informante de la policía, lo tenían enganchado como buchón a cambio de dejarlo circular por el bajo con droga y mujeres. Un flaco nervioso que se inyectaba a cada rato; parecía un actor, con una mirada extraviada, ojos de buitre y una sonrisa de superioridad en los labios. Lo calentaban las embarazadas.

Cuervo Mereles: Su verdadero nombre era Carlos Alberto Mereles, de sangre fría y siempre con la mente en blanco, por eso fue asignado chofer de la banda. Un flaco de ojos saltones, elegante, adicto al Florinol, se tomaba casi un frasco por día. Hablaba de un modo extraño, y había tardado bastante en entender como se formaban las palabras. Estaba en pareja con "la nena". Era un muñeco sanguinario, siempre había matado porque sí, y tenía varias denuncias por golpear a las chicas que vivían con él.

Relación entre los personajes:

El Cuervo, Dorda, el Nene y Malito eran peronistas, exiliados, que luchaban por la vuelta del General Perón. Sujetos peligrosos, antisociales, drogadictos, psicóticos, asesinos con frondosos prontuarios. Personas que parecían alucinados, como si estuvieran siempre pichicateados, se reían siempre de cualquier cosa y no dormían nunca. Estaban en la pesada y les gustaba matar por matar, no se podía confiar en ellos.

A Dorda y al Nene Brignone los llamaban los mellizos porque eran como hermanos, inseparables, tenían en común el modo de mirar, los ojos claros, quietos, una fijeza extraviada en la mirada recelosa. Eran llamativos, extravagantes, con pelo corto tipo militar y manos muy cuidadas. Estaban en pareja y muy enamorados; eran dos pero actuaban como uno, el cuerpo era el Gaucho, el ejecutor pleno, un asesino psicótico; el Nene era el cerebro, el que pensaba. Cada uno era capaz de dar la vida por el otro. Su relación venía deteriorándose y el encierro en " el aguantadero" por unos días, potenció los problemas entre ellos, hecho que hizo estallar en una crisis a la pareja.

Su relación con el jefe de la banda era discreta. "A Malito no le gustaban las guarangadas, no le gustaban los putos, hablaban demasiado según él". Su diálogo se limitaba pura y exclusivamente al trabajo que realizaban. Al ser el cerebro del grupo, era el que pensaba y realizaba todos los planes, pero nunca arriesgaba su pellejo a la altura que lo hacían los demás, hecho que lo llevó a no estar en el asalto al blindado y a laresistencia en el departamento.

El cuervo Mereles era el chofer de la banda, y estaba de novio con la Nena ( Blanca Galeano). No le molestaba el hecho de estar con dos gays, sino que estuvo hasta la muerte con ellos en el departamento número 9, defendiendo su vida y la de sus compañeros.

La banda se había movido de un lado al otro gracias a la ayuda de Nando Heguilein, quien armaba los contactos con los políticos y los policías involucrados. Su apoyo fue vital para poder cruzar al Uruguay. Su intento de cruzar al Brasil con documentos falsos fue frustrado cuando los uniformados lo detuvieron y arrinconaron a la banda.

El comisario Silva, había sido traicionado con la parte del botín, por lo que decidió hacerse cargo de la operación. Apretaba a todo el mundo y no se iba hasta que no conseguía lo que quería, lo que le permitió estar siempre detrás de las narices de los malechores. Éstos odiaban a Silva, quien era su principal enemigo.

El Chueco Bazán había colaborado en el asalto al camión con los 7 millones haciendo campana en un bar cercano. Fue el encargado de informarles a Fontán Reyes, que los iban a "mejicanear" con la plata. Al día siguiente fue encontrado misteriosamente muerto cerca del puerto, seguramente, asesinado a sangre fría.

Importancia de los mismos

Los personajes con mayor importancia en la novela fueron los integrantes de la banda, porque aquí, la policía, los políticos o el simple habitante tocado en alguna forma por esta historia, son simples co-actores. El protagonismo lo tiene el anti-valor (Malito y sus secuaces), quienes no triunfan completamente con su objetivo, pero no se rinden nunca, y pelean hasta morir.

Increíble pero real

En la ciudad de San Fernando, provincia de Buenos Aires, un delincuente llamado Malito recibió planos y todos los datos necesarios para poder asaltar el camión blindado que transportaba el dinero destinado a pagar todos los sueldos de los trabajadores municipales y los gastos de las obras de desagüe del municipio. Estos datos fueron suministrados por políticos y policías a cambio de una parte del botín.

Una vez obtenida la información, Malito comenzó a formar la banda para realizar el delito contratando a cuatro profesionales: el Gaucho Dorda y el Nene Brignone, alias los mellizos, y el Cuervo Mereles y Chueco Bazán.

Armada la banda, los mellizos alquilaron un departamento sobre la calle arenales destinado a ser utilizado como base de operaciones, mientras que Malito y el Chueco Bazán alquilaron una pieza en un hotel ubicado enfrente del Banco, donde captaban todos los movimientos del mismo. En cambio el Cuervo Mereles quien había sido contratado para ser el chofer se encontraba en su departamento con su novia.

Al llegar el día del asalto todo se encontraba como estaba planeado, salieron en un auto preparado el Cuervo, Dorda y el Nene Brignone, mientras que el Chueco Bazán hacia de campana en un bar.

En el momento que el camión doblaba la esquina, el auto de los asaltantes se le cruza en el camino, descienden todos los que iban en el auto y comienza el asalto, el cual termina con un saldo de tres custodios muertos, uno herido y Dorda con un disparo en el cuello pero con todo el dinero. A partir de ese momento comienza la persecución en la que el coche de los malvivientes choca y estos se ven obligados a abandonar el auto, dejando elementos que posteriormente serían utilizados por la policía para dar con ellos. En este instante un hombre frena para socorrerlos pensando que se encontraban heridos y los delincuentes aprovechan la ocasión para robarle el auto y seguir la fuga en él. De esta manera llegaron al aguantadero donde se encontraban preparando la retirada Malito y Nando Heguilein ( ex integrante de la Alianza Libertadora Nacionalista. Luego los integrantes de la banda tomaron la decisión de no pagarle a ninguno de los contactos ni entregadores, y quedarse ellos con todo el botín engañando a todos inclusive al Chueco Bazán, al que luego lo mataría la policía.

Después se trasladaron a la casa de Nando, la que usaron como aguantadero mientras aguardaban los contactos para cruzar al Uruguay.

Una vez instalados en Montevideo la banda de Malito se relaciona con Yamandú, quien tenía la tarea de cruzarlos a Brasil; pero luego al ver que la policía se les acerco repentinamente pensaron que había sido él quien los delató e intentaron matarlo. Yamandú pudo salvarse de los delincuentes pero no de la policía y cuando lo encontraron le dio varios datos a Silva ( comisario entregador a cargo del operativo), inclusive donde se refugiaban. Los pistoleros al imaginarse que iban a ser delatados fueron a la casa y se llevaron todas sus cosas justo cinco minutos antes de que llegue la policía al lugar. Con todas las armas y la droga decidieron mudarse al departamento número 9 de la calle Herrera y Obes, en el cual vivía una amiga del Nene.

" No se sabe como pero de alguna manera la policía logro que se refugiaran ahí " ( pág. 137). Y de este modo pudieron esconder en el "aguantadero" con micrófonos para escuchar lo que tramaban. Una vez que los malhechores se encontraban adentro, la policía los rodeó y los intimó a que salieran del mismo. " El Nene apagó las luces y el Gaucho saltó a la piecita y salió de ahí con las armas y empezó a repartir la Thompson, la Halcón de 9 milímetros, la escopeta de caño recortado haciéndolas resbalar por el piso hacia las ventanas donde el Nene y el Chueco se habían amurallado" ( pág. 150). En ese momento pensaron que había sido la amiga del Nene quien los había "vendido" y comenzaron a drogarse para poder estar más tranquilos durante el enfrentamiento con la ley. Tomaron el tubo del portero eléctrico y de un modo desafiante los delincuentes pedían que suban policías argentinos a detenerlos ( " Traigan policías argentinos... Queremos policías argentinos" pág. 155), ya que no iban a bajar, y luego comenzó de un intercambio de insultos. Fue por la ventana de la pieza abandonada por donde los policías abrieron fuego sobre los sitiados. " El tiroteo fue repelido por los argentinos y se prolongó con intermitencias ante el asombro de la poblaciónmontevideana que comenzó a seguir los acontecimientos por radio y televisión" ( pág. 157). Los pistoleros tenían la esperanza de que llegue Malito y los sacara de ese infierno, mientras que del otro lado, la policía pensaba que el jefe de la gavilla se encontraba adentro. Como les resultaba de poca eficacia el uso de las armas de fuego comenzaron a arrojar granadas de gases lacrimógenos dentro del departamento, técnica que no funcionó, porque los asaltantes se cubrieron los rostros con paños mojados e hicieron una fogata con ropa para hacer que suban los gases, producto del calentamiento del ambiente. Luego Dorda, en el baño enciende un billete de mil, se mira al espejo y se ríe. " Empezaron a tirar billetes de mil encendidos por la ventana. Desde la banderola de la cocina lograban que la plata quemada volara sobre la esquina. Parecían mariposas de luz, los billetes encendidos" (pág. 190). En ese momento mientras la multitud que observaba lo que sucedía desde la calle se llenaba de odio e indignación. " Están quemando la plata", " No tienen moral", " Son asesinos de nacimiento, criminales insensibles, inhumanos" (pág. 190), decía la población uruguaya paralizada sin poder entender semejante acto de canibalismo. Inmediatamente después de este acto, la policía inició un ataque brutal, poco productiva, y al pasar la noche " Desocupados los departamentos la policía se dispuso una ofensiva final. Como primera medida se ordenó el corte de agua corriente, a lo que se le sumó el corte de luz. Luego se usó el procedimiento de los archiconocidos cóctel de molotov " ( pág. 209). Una vez más, en vano, porque cuando las lanzaron, los mismos pistoleros apagaron el incendio hundiendo frazadas que le quitaban oxígeno al fuego.

Más tarde se inició un boquete en el piso del departamento ubicado encima del ocupado por los argentinos con la idea de inyectar monóxido de carbono por el orificio. Una vez terminado, los uniformados tiraron varias botellas que contenían nafta a las que se le aplicaba fuego mediante una mecha.

Después de varios intentos fracasados por escaparse del edificio la policía redobló la apuesta, y comenzó a disparar intensivamente mientras los pistoleros disminuían los disparos. " Se pensó que estaban ahorrando municiones, pero no era así sino que Brignone y Mereles habían comenzado a perder sus fuerzas a consecuencia de las heridas recibidas luego de quince horas de lucha" ( pág. 215). " El único que quedaba entero todavía era Dorda que de vez en cuando tiraba con su ametralladora luego de atender alternativamente a sus dos compañeros" ( pág. 215). Luego un policía empezó a disparar desde el pasillo a la ventana y una ráfaga de disparos lanzó al Cuervo hacia el living. " Había entrado a la cocina para buscar un ángulo de tiro y murió sin darse cuenta, como si el movimiento de ir hacia la luz de la ventana, lo hubiera sacado del mundo" ( pág. 216). Los oficiales arrojaron granadas de pequeño poder desde el boquete, hasta que al final se optó por una más potente, que cuando estalló, obligó al Nene a lanzarse corriendo hacia el living donde lo alcanzó una ráfaga de ametralladora cerca de la puerta del baño. Inmediatamente el Gaucho se arrastró hasta alcanzarlo, lo levantó y el Nene metió con dificultad la mano en el bolsillo de la camisa y le alcanzó la medallita de la Virgen de Luján, le dijo una frase al oído y se murió.

Dorda era el único con vida en el departamento y " Se iba a ir llevándose con él a todos los guanacos que pudiera" ( pág. 227); eso se lo habían jurado sin decírselo él y el Nene. Pero finalmente al pasar el tiempo se encontró muy debilitado, sin fuerzas para disparar y se dejó caer. Con mucha precaución ingreso la policía al departamento en el que se encontraban el Cuervo y el Nene abatidos en el suelo y Dorda muy malherido y al borde mismo de la muerte. Dos camilleros entraron y lo levantaron mientras él seguía sonriendo, con los ojos abiertos y un murmullo en sus labios. " Cuando bajaron a Dorda por la escalera los curiosos y vecinos agolpados en el lugar y los policías se lanzaron sobre él y lo golpearon hasta desmayarlo" ( pág. 240), mientras gritaban " Asesinos", " Hay que matarlo". Este clima se prolongó y fueron más los golpes que recibió, hasta que al final una ambulancia encendió la sirena y a toda velocidad se encaminó hacia el Maciel.




" El idiota que sufre el dolor de todos"

La organización de la obra no tiene complejidad alguna, ya que como toda novela, Plata Quemada se organiza en tres partes: presentación, desarrollo o nudo y desenlace o fin.

La presentación comienza hablando acerca de los delincuentes, su vida, su persona, su manera de ser y actuar, y prosigue con las distintas charlas y traiciones que darían origen al asalto contra el camión blindado. La presentación dura sólo un capítulo, el primero.

El capítulo dos da pie para el inicio del nudo " El día del asalto amaneció limpio y claro" (pág. 31). Todos los preparativos estaban listos para atracar al camión, y eso sucedió. El miércoles 27 de septiembre de 1965, según Piglia, comenzó el desarrollo de esta obra, que por cierto estaría lleno de acción y suspenso. El nudo, en una breve síntesis, se puede considerar como un plan incompleto, fallido. Un asalto planeado que deja como saldo a un maleante herido y una huída que se convierte en una emocionante persecución, que termina en un bloque de departamentos en Montevideo, donde se produce el cerco policial a la banda de Malito, quien sorprendente y afortunadamente no se encontraba en el lugar, por razones aún desconocidas. Ésta es una novela cuya mitad se vive a la velocidad de un automóvil arreglado para "salte" al menor toque del acelerador, y otra mitad en un cartucho donde se siente la claustrofobia, la demencia y el total irrespeto por la vida y las normas de lealtad a sus compañeros.

Una vez acorralados por la policía , no podían hacer otra cosa más que resistir, y eso fue justamente lo que hicieron. Estaban en la mira de todos los policías, incluso en la de la muchedumbre que se había acercado para ver que sucedía. Lo único que los maleantes querían era que Silva vaya a enfrentarse con ellos.

Durante 16 horas aproximadamente los malvivientes "aguantaron" a la policía, matando a varios oficiales e hiriendo a muchos más. Esta historia termina con un desenlace al que podríamos denominar muerte y prisión, ya que dos de los ladrones (Cuervo Mereles y Nene Brignone) mueren en el duelo y el tercero (Gaucho Dorda) va a prisión después de ser reducido por el efectivo policial, y golpeado por la gente rabiosa, cuando era transportado a la ambulancia.

La novela no entrega al lector un final para Malito. Éste queda desaparecido y el mismo autor en el epílogo enumera tres posibilidades a su vida y su paradero futuro.

Crónica de un hecho real

La intención del autor al realizar esta obra es la de contar un hecho ocurrido entre el 27 de septiembre y el 6 de noviembre de 1965 en las ciudades de Buenos Aires y Montevideo, respetando siempre la continuidad de la acción, el lenguaje de los protagonistas y los testigos de la historia.

"Se trata de un caso menor y ya olvidado de la crónica policial que adquirió sin embargo la luz y el pathos de una leyenda". Desde el principio, el objetivo de Piglia fue el de mostrar a la gente un suceso, quizás desconocido por muchos, pero ocurrido en nuestro país; construyendo esta crónica con materiales verdaderos, e intentando tener presente en todo el libro, el registro estilístico y el gesto metafórico de los relatos sociales (según Brecht).

Dentro de la tendencia actual podemos notar cómo la crónica policial se acerca a la literatura y la nutre. Consiguiendo entonces materiales confidenciales, Piglia pudo armar la historia, los personajes, el habla, la época, la trama y el drama con una precisión admirable, logrando insertar la historia en la literatura de manera desafiante.

"Parecían mariposas de luz"

El nene Brignone, el gaucho rubio Dorda y el cuervo Mereles se encontraban arrinconados en el departamento número 9 en Uruguay, donde pretendían "guardarse" hasta que las cosas se calmen un poco.

Gracias a diferentes fuentes de información, la policía había logrado determinar que los fugitivos iban a esconderse allí, de modo que ya los estaban esperando para encarcelarlos, tomar el dinero y terminar de una vez por todas. Pero aquí es donde reside el problema: ellos, no estaban dispuestos a entregarse así de fácil.

El dinero, por lo que habían luchado tanto, por lo que habían asesinado, era su más preciado objeto, junto con la droga, y no estaban dispuestos a entregarlo sin obtener nada a cambio." Se iban a ir llevándose con ellos a todos los guanacos que pudiera, se habían jurado sin decírselo el Nene Brignone y el Gaucho Dorda" (pág. 227). De esta manera, los tres, se atrincheraron en el departamento y comenzó la disputa con más de 300 efectivos policiales.

Después de largas horas de tiroteo y sangre derramada, Dorda comienza a reflexionar acerca del dinero y se empieza a cuestionar cuanto deberían trabajar algunas personas para conseguir un solo billete de mil; y entonces quema el primer billete, "En la puerta esta el nene, que lo mira y no dice nada" (pág. 189). A ese momento, ya conocían cuales eran sus probabilidades de escapar. El hecho de que hayan estado " jugados" viene de una historia previa que cada uno carga en su haber, carencias afectivas, maltratos, discriminación, que hizo que actúen de una manera determinada. Esto es el resultado de un resentimiento contra la sociedad con la que conviven.

Sus chances de salir con vida eran casi nulas, y habían decidido que si ellos no podían tener, lo que pensaban que les pertenecía (dinero robado), nadie podía. " Empezaron a tirar billetes de mil encendidos por la ventana" (pág. 190).

La indignación de los espectadores que se habían reunido para presenciar la disputa entre los malvivientes y los defensores de la ley, era increíble: " no tienen moral, ni motivos, actúan y matan gratuitamente, por gusto del mal, por pura maldad, son asesinos de nacimiento, criminales insensibles, inhumanos" (pág. 190). La gente que se agolpaba no podía creer lo que veía; mariposas de luz que se iban desintegrando, reflejando el sentimiento de felicidad y rabia a la vez, de los malechores; y aunque la gente, indignada, repudiaba el acto que cometían, ellos se sentían satisfechos de esa manera.

Arribamos a la conclusión de que el título se vincula con la obra tratando de explicar un sentimiento de resentimiento y egoísmo, de preferir no tener aquello por lo que tanto se peleó, a que lo tenga cualquier otra persona. De esta manera ellos podían morir tranquilos más allá de lo que la gente pensara, y saber que ni Silva ( peor enemigo) ni nadie iba a tocar lo que le pertenecía. Plata quemada es símbolo de lo que la maldad significa en la ciudad del tercer mundo, en un momento temporal donde la razón es desplazada por el propósito.

Sexo, droga y delincuencia

En la obra de Piglia se destacan como temas principales la violencia, la delincuencia, y la maldad absoluta con que enfrentan lo hechos los criminales, donde no existen valores sino sangre fría ( " Cuando uno de los guardias se movió, le metió un tiro en la cara" pág. 37) y un total desenfreno a la hora de un asalto o de enfrentarse a la policía ( " El Gaucho odiaba a los canas y antes de que el tipo tuviera tiempo de suspirar, le metió un tiro el pecho" pág. 123).

La novela aborda esa posibilidad de lo humano de desatarse de todo control, y avanzar hacia ese abismo que es el mal absoluto. Ese resentimiento, fruto de una niñez poco común, sufrida, hace que ellos ( criminales) actúen como lo hacen, sin importar las consecuencias, y siempre haciendo prevalecer sus intereses por sobre los de la sociedad.

Las drogas, el amor, la homosexualidad y la traición son los temas secundarios en esta novela ( " La plata es como la droga, lo fundamental es tenerla, saber que está, ir, tocarla, revisar en el ropero, entre la ropa, la bolsa, ver que hay medio kilo, que hay cien mil mangos, quedarse tranquilo. Entonces recién se puede seguir viviendo" pág. 44). Los personajes son drogadictos feroces y a la hora de matar no hacen distinción alguna, hasta traicionan amistades por dinero ( " Se iba a tener que tirar para que no lo mataran" " Nadie abandona a un compañero herido sin tratar de ayudarlo y nadie mata a un socio que ha actuado lealmente como si fuera un buchón" hablando de Yamandú en la pág. 126), que por último termina convirtiéndose en cenizas. Existe también una historia de amor entre dos malvivientes gays, los cuales demuestran tenerse mucho cariño yrespeto, llegando a ser capaces de entregar la vida, el uno por el otro. Eran muy unidos a tal punto que llegaron a llamarlos los mellizos, pero el destino hizo que una bala terminara con esa relación.

A pesar de que los últimos son tomados como temas secundarios, cabe destacar que son un factor de gran relevancia para crear un clima propenso para que el lector se introduzca en la escena del escándalo y terror en las calles de los países limítrofes.

Claves de referencia

Esta obra está contenida en diferentes marcos que hacen posible una apreciación más completa de la misma.

En el aspecto geográfico se desarrolla en dos lugares: San Fernando y Montevideo, o generalizando, Argentina y Uruguay.

En Argentina:

Departamento de la calle Arenales y Santa Fe:

Es el " aguantadero" en el que se planeó el asalto al camión y también es el lugar en el cual se refugiaron los delincuentes luego del mencionado robo. Este escenario sería luego allanado por la Policía Federal, cuando los maleantes ya habían cruzado al Uruguay.
El trayecto entre la sucursal del Banco Provincia de San Fernando hasta la nombrada vivienda:

En este recorrido se sucedieron impresionantes tiroteos entre los "pistoleros" y varios agentes de la Policía Federal. También se sucedió un cambio de vehículos de los delincuentes ya que su primer transporte para escapar fue dañado en la persecución; luego de dar un trompo salieron del automóvil y robaron otro para seguir la fuga.

En Uruguay:

Departamento en el centro de Montevideo:

Es el lugar en el cual los protagonistas se refugian luego de haber realizado el robo y de haber cruzado al Uruguay. Se mantienen encerrados allí por dos días.
Esquina de la calle Enriqueta Comte y Riqué:

Es el sitio en el que los delincuentes estaban cambiando las placas de un auto y fueron vistos por la Policía. Allí se produjo un tiroteo en el que murió un agente y también fue el lugar que delató a los integrantes de la banda en Uruguay.
Departamento de la calle Herrera y Obes:

En su intento por ocultarse, los personajes se instalan en esta vivienda, que es en realidad la emboscada final de la policía, y en la cual ellos caen. Allí se atrincheran durante más de quince horas, resistiendo los ataques de la autoridad y es dónde los "pistoleros" matan a varios uniformados antes de que puedan reducirlos, matando a dos de ellos y deteniendo malherido al tercero.
Históricamente podemos notar la gran influencia de lo mediático por sobre las historias policiales. La crónica demuestra un acto delictivo propio de la sociedad actual, insegura y con mucho miedo por lo que puede llegar a pasar en cada instante. En la época en la que se desarrolla el caso, la República Argentina estaba sumergida en una crisis política que había comenzado con el derrocamiento del general Perón, era el gobiernodel Dr. Illia, el cual finalmente culminaría con el golpe de estado, que quebrando una vez más el orden institucional, llevaría a la presidencia al general Onganía. Esta sería una característica común en todos los pueblos latinoamericanos, de la mano de la política exterior de los Estados Unidos, en el marco de la guerra fría.

En el marco social aparecen los grupos sociales fuertes, de poder, personificados por la policía, políticos y los medios, y la clase marginal que es representada por los delincuentes. El pueblo curioso toma un segundo plano, de mínima participación en la obra: se limita al continuo repudio para con los criminales. En esta crónica la policía, los políticos y los habitantes son co-actores de los protagonistas, que en este caso serían los delincuentes, el sector marginal con un profundo resentimiento social.

Espiritualmente hablando, los malvivientes se manejan de una manera muy especial, muy particular. Ellos no tienen moral, sino que usan su propia escala de valores y código de honor para relacionarse con el medio en el que se desarrollan y en el cual siembran tanto pánico. Ese resentimiento social que tienen atrapado en el cuerpo, es una bomba de tiempo, que estalla en pedazos desatando la locura y descontrol de los mismos, creando un clima de malestar generalizado. Sus vivencias, su pasado, su historia, hace que cada uno de ellos tenga una manera de ser bastante complicada, difícil de entender, pero no por eso imposible de descifrar. Cada uno tiene sus propias reglas y su mente, que se mantiene en lo que se piensa que es mejor; un condimento excelente para esta clase de novelas: decisiones en fracciones de segundo y una completa ignorancia acerca de lo que puede ocurrir.

Estos aspectos contribuyen de manera imprescindible para el entendimiento y la comprensión más profunda de este hecho, facilitando el análisis del texto y la relación con otros temas.

Códigos propios

Realizando un análisis acerca de la obra podemos notar que el narrador es testigo, relata una historia real producto de una larga investigación nacida de aquel encuentro casual y fantástico en un vagón de tren camino a la ciudad de La Paz, donde tropieza con la amante de uno de los protagonistas de la historia. Redacta su obra hablando siempre en tercera persona, fuera de la obra y es no omnisciente.

Se vale de la jerga delictiva, policial y argentinismos para narrar los hechos, ubicando al lector en un ambiente propicio para entender la tendencia actual de los actos salvajes que se producen en la sociedad. Estos son algunos ejemplos de ese lenguaje especial:
ravioles, porro, merca, yerba, bulín, tute, aguantadero, mango, guita, pibe, buchón, canas, fiambres, plata, pichi, maricón, puntero, farolear, tapadera, yuta, ñato, garchando, gorompo, mejicanear, batata, yorugua, chorro, boludeces, verdugueaban, saviolo, ganzada, covacha, chongos, bufarrones, guanaco, giranta, vendió, afanado, charrúa, tipos, al toque, mosca, pajarera, chiruzita, entre otros.

Piglia enfoca su perspectiva desde los criminales, siguiéndolos tanto en las acciones, como en sus pensamientos; su línea histórica es ordenada, es decir, de principio a fin sin tropezar en el camino. Otra característica importante de la novela son las rupturas de tiempo: de a ratos utiliza la técnica de la televisión para contar lo que está sucediendo en el momento, o sino, utiliza lo novelesco, usa la noticia o crónica de diarios, empleando el tiempo verbal pasado.

La delincuencia, la policía, el narcotráfico y el sexo crean el ámbito marginal en el que vive esta banda que representan a los antihéroes del momento. Su profesión es la de robar, viven escapándose de la ley, se drogan de la misma manera que respiran, y están en continua relación con desconocidos. Depositan su confianza en cualquier desconocido buscando una salida a la continua lucha que significa su vida.

En toda la obra podemos destacar el tono realista que Piglia configura con los datos recopilados a través de largo tiempo, donde resaltan la crudeza y el detalle. La obra se divide en dos clases de escenas: de tiempo rápido y de tiempo muerto. Cuando la banda atraca el blindado y huye de la policía escondiéndose donde puede, estamos leyendo las escenas rápidas, mientras que la espera de los documentos, el aislamiento de la sociedad para pasar desapercibidos, nos muestra escenas lentas, muertas, donde podemos apreciar ese clima especial, y la situación del personaje.

El libro cuenta con las particularidades necesarias para atraer a aquél interesado por las novelas de acción, policiales. Cuenta con el delito ( asalto al camión), los delincuentes ( la banda de Malito), la policía ( continua persecución a los malechores), la víctima ( desde los afectados por los sus sueldos, hasta los heridos y muertos), el cuerpo del delito ( el dinero, que luego desaparecería) , el móvil del delito ( vivir tranquilo, instalar un restaurant argentino en New York y trabajar con la clientela latina, cambiar el modo de vida) y un desenlace lleno de incertidumbre.

En los momentos justos, Piglia utiliza el recurso del suspenso, paralizando la trama a su gusto y dejando al lector en espera de una resolución inmediata. Emplea también la intertextualidad para contar la historia a partir de los relatos de el cronista de el diario " El mundo". Algunos de ellos que podemos destacar son:
" Es a partir de acá que empezaría a cocinarse el más formidable asedio que se conozca en los anales de la policía en el Río de la Plata."
" Más que dos jóvenes que se hubieran marchado de esta vida pareciera que lanzados por una mezcladora de cemento, no hubiera más que trozos de huesos, pedazos de intestinos y de tejidos colgantes a los que era imposible suponer que habían estado atados de vida."
" La escena táctica de la banda de Malito, su brillo trágico se alimenta con la certidumbre de que cada victoria lograda en estas condiciones imposibles aumenta la capacidad de resistencia, los vuelve más veloces y más fuertes. Por eso siguió lo que siguió, la ceremonia trágica que cualquiera que haya estado ahí no olvidará jamás."
" La puerta del departamento se abre sobre un estrecho corredor donde se ubican también las puertas de los otros departamentos. Es en el primer piso del edificio que por ser solo de tres plantas no tiene ascensor."
" De todos modos el destino había empezado a armar su trama, a tejer su intriga, a anudar en un punto los hilos sueltos de aquello que los antiguos griegos han llamado el muthos".

También aparecen en la novela microhistorias, usando el recurso del recuerdo, como por ejemplo las historias de la niñez del Gaucho Dorda: " No decían nada, el Gaucho hablaba poco ya en ese tiempo, tenía catorce, trece", " Eso era en el `57 o en el `58. Ya había empezado a andar con armas en ese tiempo", " Eran iguales, él y la Rusa, no sabían decir bien lo que sentían. La iba a ver y se sentaba con ella y la miraba tocarse entre las piernas y por eso le pagaba lo que había ganado o lo que había robado por las quintas, en los galpones de la estación, en los fondos del almacén del turco Abad".

Otro de los recursos utilizados es la técnica cinematográfica: a veces, con las palabras da la impresión de que está haciendo un plano íntimo de alguna persona en especial, y a veces parece que cuenta la historia a lo lejos. Por eso podemos relacionar al cine, la literatura, y al periodismo, que se complementan para hacer una obra más interesante y atrapante.

Una novela cautivadora

Según nuestro punto de vista, la novela " Plata Quemada", de Ricardo Piglia, se relaciona estrechamente con la corriente vanguardista debido a las características que presenta la obra. La experimentación con un nuevo lenguaje y la ruptura con formas estéticas tradicionales hace de esta obra una atrapante historia.

Dentro de la novela podemos encontrar diferentes variantes utilizadas por el autor; una de ellas es la metáfora ( " mariposas de luz", billetes encendidos); la imagen es otra técnica utilizada ( fantasías sexuales de Dorda en prisión), el uso de la jerga delictiva y policial propia de la obra ( merca, porro, buchón, cana, etc), y la inclusión de argentinismos en el relato: el voseo y el "che".

Piglia en su relato nos ofrece un lenguaje desintegrado que no se preocupa por los significados y que le brinda al lector una pluralidad de ideas, como en el caso de la misteriosa desaparición de Malito, donde nadie sabe realmente lo que sucedió con él, en las horas siguientes al encierro.

En la obra el autor deja de ser un narrador absoluto para convertirse en testigo-narrador-protagonista y es por eso que los personajes de la historia son observados por éste, desde adentro.

La descripción de los hechos se van contando cronológicamente, pero a su vez, el relato se va fragmentando en múltiples planos y se va desarticulando el orden temporal. El autor rompe con los límites entre pasado-presente y futuro.

En síntesis, el escritor, no tiene como intención transmitir conceptos sino que desea mostrar la irracionalidad de los personajes. Esta historia corresponde a la vanguardia, es una renovación de la literatura, un nuevo estilo.

FLIA RAVIOLO / MONOGRAFÍAS





Ricardo Piglia 

“Uno escribe porque está desajustado con la vida”

Los críticos de Babelia eligen 'Los diarios de Emilio Renzi' el libro del año. El autor, aquejado de ELA, confiesa: “La enfermedad es la injusticia en estado puro”


LEILA GUERRIERO
18 DIC 2015 - 18:04 COT



"Muchas veces, a lo largo del tiempo, me he puesto a pasarlo a máquina; es un trabajo brutal. Pero yo creo que lo voy a tratar de publicar. No dejarlo como libro póstumo, ¿no?”. En ese momento de la grabación se escucha la risa de Ricardo Piglia, una risa seca y gozosa, moldeada al hábito recurrente de mofarse de sí mismo, como quien dice “no me tomen demasiado en serio”. Era el 11 de agosto de 2010 y Piglia acababa de publicar la novelaBlanco nocturno (Anagrama). En su estudio, un piso alto de Barrio Norte, a pesar de ser invierno, hacía calor y él había comprado uvas. De su diario se conocía, por entonces, poco. Grageas, pequeños trazos reproducidos en su libro Prisión perpetua que se expandieron con la publicación, a partir de 2011, de fragmentos más largos en Babelia. Se suponía que había comenzado a escribirlo en 1957, pero la pregunta por el diario persistía: ¿esos más de cincuenta años de escritura tenían existencia real, iban a publicarse alguna vez? Aquella tarde, casi a modo de prueba socarrona, Piglia metió la mano en una de las cajas de cartón que llenaban la sala (quizá por ser un zurdo a quien en el colegio obligaron a escribir con la derecha, las manos de Piglia siempre han tenido una gestualidad magnética, una mezcla de potencia y torpeza, como si fueran las de un boxeador que controla sus movimientos para no destrozar nada). De allí sacó, al azar, una libreta negra marca Congreso. La abrió y leyó algunas frases en voz alta, repitiendo: “¿Qué dice acá?”. Esas libretas se conseguían, según él, en una sola librería de Buenos Aires: “Cuando se terminen no escribo más, pero no el diario, nada más. Sería buenísimo, ¿no? Se terminan los cuadernos y se termina todo”, dijo.
Las libretas ya no se consiguen, pero, cinco años después de aquella tarde, Piglia sigue escribiendo y en septiembre de 2015 publicó el primer volumen —se esperan dos más— de ese diario de características legendarias. Se titula Los diarios de Emilio Renzi. Años de formación, abarca una década —desde 1957, cuando tenía 16 años, hasta 1967—, fue elegido por los colaboradores de Babeliacomo el mejor libro de 2015 y es un acercamiento salvaje al proceso por el cual alguien deviene escritor y cómo, para lograrlo, se transforma antes en un lector bestial, pasando por todas las instancias de perplejidad, duda, epifanía y desánimo que atraviesa cualquier artista joven.
El nombre completo de Ricardo Piglia es Ricardo Emilio Piglia Renzi. Emilio Renzi, el personaje que aparece reiteradamente en sus libros, es su alter ego: un escritor y periodista al que le gustan las pelirrojas. El documental 327 cuadernos,dirigido por el argentino Andrés Di Tella, se estrenó este año, pero comenzó a rodarse en 2010. Ya allí Piglia expresaba su deseo de publicar el diario firmado por Emilio Renzi: “No sé si tendré el coraje”, decía. Finalmente, eso fue lo que hizo: atribuir el diario al personaje que también es él.


Sigo leyendo y escribiendo. Estoy de buen ánimo porque sigo dándole poca importancia a la realidad”

—Me pareció más verdadero y más sincero hacer ese desplazamiento, cambiar de lugar y evitar el peso de la escritura personal —responde Piglia por correo electrónico el 7 de diciembre de 2015—. Un nombre falso, siempre me gustó ese juego. No soy el que soy. ¿Quién enuncia? Ahí está el problema de la literatura. Todo el material es mío, se trata de mi vida, pero contada como si fuera la de otro. No me gustan las confesiones, hay que darles un giro irónico a las intimidades, creo.
En el diario Piglia anota: “A veces pienso que tendría que publicar el libro con otro nombre, cortar así del todo los lazos con mi padre, contra el cual, de hecho, he escrito este libro y escribiré los que siguen. Dejar de lado su apellido sería la prueba más elocuente de mi distancia y mi rencor”; y “es mi abuelo Emilio quien va a pagarme la carrera porque rompí con mi padre, que me amenazó de un modo absurdo cuando supo que no pensaba estudiar medicina como él”. Cuando Piglia tenía 16 años, su padre, un médico peronista perseguido por el antiperonismo, decidió abandonar Adrogué, un suburbio de la ciudad de Buenos Aires, y mudarse con la familia a Mar del Plata. El primer efecto que esa mudanza tuvo en Piglia (un adolescente que prefería frecuentar billares a ir al colegio y que había leído muy poco: apenas La peste, de Camus, para conquistar a una chica) fue el impulso de comenzar un diario. De hecho, la primera entrada, de 1957, es esta: “Nos vamos pasado mañana. Decidí no despedirme de nadie. Despedirse de la gente me parece ridículo. Se saluda al que llega, al que uno encuentra, no al que se deja de ver (…). Todo lo que hago me parece que lo hago por última vez”. Los diarios de Emilio Renzi, sin embargo, no empieza con esa entrada, sino con una nota del autor en la que el autor del diario se refiere al autor del diario —que es, a su vez, el alter ego del autor del diario— en tercera persona, estableciendo un juego de espejos que recorrerá el libro en relatos o ensayos que se intercalan entre año y año. “Había empezado a escribir un diario a fines de 1957”, dice esa nota, “y todavía lo seguía escribiendo. Muchas cosas cambiaron desde entonces, pero se mantuvo fiel a esa manía (…)”. Muchas cosas cambiaron desde entonces, y una de las tantas es el hecho de que desde hace un tiempo Piglia está, usando sus palabras, “embromado de salud” (jamás dice “enfermo”), afectado por esclerosis lateral amiotrófica, y debe escribir con ayuda. Pero todo lo demás —la escritura, la lectura, él como frontón donde rebota el humor de una inteligencia escalofriante— se mantiene igual.
—¿La salud no interfiere en su ánimo para producir?
—He seguido trabajando, con ayuda. Hay muchas cosas que ya no puedo hacer, pero puedo seguir leyendo y escribiendo como siempre, sin que eso sea un juicio de valor. Estoy de buen ánimo porque sigo dándole poca importancia a la realidad.
Cuando en septiembre pasado le entregaron el Premio Formentor de las Letras, su editor, Jorge Herralde, leyó un texto que recordaba: “En octubre del año 2000 tuve físicamente en mis manos el primer libro que publicamos de Ricardo Piglia: Formas breves (…). Cuando ese inesperado aerolito aterrizó aquí, Ricardo Piglia era un escritor casi desconocido en España”. A principios de siglo, Piglia no era conocido en España, pero al otro lado del océano ya era un autor central. Después de dos libros de relatos (La invasión, Nombre falso), había publicado la novela Respiración artificial, de 1982, que lo puso en un lugar clave, y a eso siguieron los ensayos de Crítica y ficción (1986), lanouvelle Prisión perpetua (1988), la novela Plata quemada (1997), entre otros. Si desde Plata quemada y hasta Blanco nocturno pasó 13 años sin publicar una novela, apenas tres después de aquella última publicó otra: El camino de Ida. Desde entonces, su capacidad de producción se multiplicó: dio clases magistrales por televisión —Borges por Piglia, en 2013—, publicó dos libros —Antología personal (2014) y La forma inicial(2015)— y adaptó Los siete locos, de Roberto Arlt, a una versión televisiva. Ahora, además de seguir revisando los diarios, escribe relatos protagonizados por el comisario Croce, su personaje de Blanco nocturno.
—Ya he escrito varios y espero seguir con cinco o seis más hasta completar un volumen que incluya todos los casos de Croce.
—¿Seguís llevando el diario?
—Sí, pero con otra dinámica, ahora es un diario de trabajo, en el tercer tomo he llegado hasta el presente, pero con desvíos y elipsis. Un diario de madurez, digamos, con saltos y sobrentendidos.
Los diarios de Emilio Renzi registran la minucia —“Recibí carta de José Antonio, desde Nueva York. No le gusta la comida, fascinado con la biblioteca”—, pero son, sobre todo, apuntes del incierto proceso de formación de un escritor: “Cuando releo lo que tengo escrito de la monografía me quiero morir. ¿De dónde saqué que yo soy un escritor?”. “Con cincuenta pesos en el bolsillo y sin comer, viajo en tren a La Plata (…) sin encontrar la calma que necesito para escribir. Una calma que se define para mí como ausencia de pensamientos. No pensar para poder escribir, o mejor, escribir para lograr pensamientos no del todo pensados que definen siempre el estilo de un escritor”.
—Uno escribe y elige lo imaginario porque está desajustado en relación con la vida —dice Piglia—. Esto no supone ningún privilegio ni garantiza una profundidad, es una grieta entre la experiencia y el sentido, no entiendo cómo se produce y de dónde viene ese pensar de más y esas leves alucinaciones y por eso tal vez escribo un diario, para mantener a raya esa extrañeza, pero no he logrado más que confusión. Es cómico, uno busca entender lo que le pasa y sólo logra estar más perplejo.
—El tono es muy homogéneo. ¿Estamos leyendo al Piglia que escribía a los 16 años o al que escribe ahora?



Mi relación con la escritura es la misma. Son horas de gran plenitud que están en el centro de mi vida”

—Lo esencial de un diario es que no se corrige, es lo más parecido a la noción surrealista de la escritura automática, uno escribe en el momento, se deja llevar por un impulso espontáneo casi demencial. Se registra lo que se vive sin distancia, lo que tiende al presente, pero al transcribir, uno ya es otro. Lo más difícil para mí fue entender mi letra, ¿qué dice acá?; entonces a veces tenía que inventar lo que me parecía, pero he sido fiel a lo que estaba escrito. Al principio uno escribe muy bien, luego se va arruinando.
Claro que si el diario refleja su formación como escritor, también refleja, inevitablemente, su formación como lector. Un lector que a los 16, 18, 20 años opina sobre las diferencias de estilo entre Salinger y Arlt y anota sus impresiones sobre Dostoievski, Faulkner, Pavese, Borges, pero también sobre los escritores de su generación como Miguel Briante o Juan José Saer.
–¿Su relación con la escritura ha cambiado? ¿Ocupa un lugar distinto?
—Sigue siendo lo mismo, son horas de gran plenitud que están en el centro de mi vida. Lo difícil es, como siempre, pasar del otro lado, entrar en la escritura y dejar en suspenso lo real.
—¿Hay algo de su reacción ante estos problemas de salud que le haya sorprendido?
Bueno, la experiencia de la enfermedad es la de la injusticia en estado puro: “¿Por qué a mí?”, se pregunta uno, y cualquier explicación es ridícula y no tiene sentido. La sensación de injusticia llama a la rebelión y a la lucha, entonces uno no se queja y eso es un alivio.
El libro se cierra con un texto, ‘Canto rodado’, donde el distanciamiento de sí mismo que Piglia se impuso alternando la primera y la tercera persona llega a su expresión máxima, con un despliegue emocionante de recursos y destreza narrativa. Escribe Piglia que dice Renzi: “(…) dijo Renzi, que parecía haber empezado a desvariar un poco, como le venía sucediendo cada vez con más frecuencia desde que estaba enfermo, no enfermo, él jamás usó esa palabra, estaba, para decirlo como él, ‘un poco embromado’, como decía loco de pánico, ‘no tengo dolores, sólo una pequeña perturbación en la mano izquierda, que es mi mano buena, o mejor dicho, fue mi mano buena porque soy zurdo (…)’. Por ese motivo tuvo que contratar a una asistente a la cual dictarle su diario (…). Por eso, continuó (…), trabajo ahora con mi musa mexicana (…), entiende a medias lo que yo le digo (…), así que cuando después de un rato le pido que me lea lo que hemos escrito, ella, con su español más nítido, me lee unas páginas en donde lo que yo he dicho es apenas una sombra turbia en medio de palabras puras y precisas con las que ella ha mejorado mi lectura de lo que está escrito a mano desde hace años en mis cuadernos”.
Los diarios de Emilio Renzi están dedicados a Beba Eguía, la mujer de Piglia, y a Luisa Fernández, “la musa mexicana” que lo ayuda a transcribir.

Ricardo Piglia

Piglia denuncia la interrupción 

de su tratamiento contra la ELA

La justicia argentina ordena al seguro Medicus que suministre las dosis prescritas al escritor, enfermo desde 2013


LEILA GUERRIERO
6 ENE 2016 - 05:41 COT



-Él está todo el tiempo trabajando, y está de lo más sonriente siempre. Es...mirá...es un héroe. Es un héroe. Porque esta es una enfermedad terrible.
La voz de Beba Eguía, la mujer del escritor argentino Ricardo Piglia, suena segura y taxativa por teléfono, desde uno de los cuartos de la casa donde viven y que ahora define, con cierta ironía amarga, como una “casa abierta”.
-Ricardo no para de trabajar, así que hay siete personas que vienen a trabajar con él, para ayudarlo. Y además están el enfermero, el kinesiólogo. Yo a veces salgo de mi cuarto a la mañana y está el enfermero ahí sentado, y no sé quién es. Pasa gente todo el tiempo. Esto es una casa abierta. Tipo comunidad –dice Beba y se ríe con la risa corta y seca.
En el mes de septiembre del año 2013, Ricardo Piglia –autor de una novela clave como Respiración artificial (1982), y uno de los más prestigiosos escritores de la lengua- fue diagnosticado con ELA, Esclerosis Lateral Amiotrófica, una enfermedad que, para ponerlo simple, produce una parálisis muscular progresiva pero no afecta en absoluto las facultades mentales. Desde entonces, su estado de salud se deterioró pero su capacidad de producción hizo un movimiento inverso: después de publicar la novela El camino de Ida, en 2013, dio clases magistrales por televisión –Borges por Piglia-, publicó Antología personal (una selección propia de su obra de ficción y no ficción; 2014) y La forma inicial(conferencias y conversaciones; 2015), y trabajó en la adaptación de Los siete locos, de Roberto Arlt, para una versión televisiva. Ahora escribe una serie de relatos con el comisario Croce, el personaje de su novela Blanco nocturno, y hace apenas semanas su libro Los diarios de Emilio Renzi (Anagrama) fue elegido en Babelia como el mejor del año. Eso, que podría ser visto como la gigantesca voluntad de un escritor por seguir viviendo en estado de escritura, está en riesgo. Hace algunos meses, con el respaldo de sus médicos argentinos, Piglia entró en el protocolo de una medicación nueva, llamada GM604, que fabrica un laboratorio radicado en Estados Unidos, Genervon, y que parecía muy efectiva en el tratamiento de personas con ELA.



Hace unos meses, Piglia entró en el protocolo de una medicación nueva de un laboratorio estadounidense

-Empezó con el medicamento en septiembre –dice Beba Eguía-, ya recibió dos dosis y el resultado fue asombroso. Aumentó de peso, puede sostener el torso, moverse un poco. Con esta enfermedad la gente empieza a adelgazar y no hay retroceso, y acá la enfermedad no avanza y hubo mejoras. Pero para que continúe así, no hay que interrumpir el tratamiento, y por eso necesitamos obtener las dosis que faltan.
Sin embargo, ahí es donde empiezan los problemas. Porque Medicus, la empresa de medicina prepaga a la que Piglia está afiliado desde hace una década, se ha negado, hasta ahora, a pagar el tratamiento cuyo monto supera los 95.000 dólares (88.500 euros) y que Beba Eguía y Piglia han costeado con dinero propio y la ayuda de amigos. Después de un gigantesco periplo burocrático, el 15 de octubre de 2015 Beba decidió presentar un recurso de amparo ante el Juzgado Nacional en lo civil y Comercial Federal Nº 8, a cargo del Juez Iván E. Garbarino, que menos de un mes más tarde, el 9 de noviembre, falló ordenando a Medicus que otorgara la cobertura del cien por ciento de la medicación, y dio un plazo de dos días para hacerlo. Pero, hasta hoy, la empresa no ha cumplido con el fallo, aduciendo que se trata de un medicamento en fase de experimentación que aún no cuenta con la aprobación del Anmat (Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica, el organismo que se ocupa de autorizar los medicamentos y alimentos para consumo humano en la Argentina). Más allá de que el fallo de la justicia está por encima de cualquier reglamentación, la vía legal existe y fue, de hecho, utilizada por Beba Eguía en las dos ocasiones en las que importó las dosis recibidas.
-Yo lo compré directamente al laboratorio. Pedí el permiso a la Anmat y me lo dieron, gracias a algo que se llama “uso compasivo”. Mientras no se lo importe para comercialización, no hay problema. Lo pagué, ellos pusieron un paquete para mí en Fedex, y lo fue a recoger mi sobrino a la aduana. Eso fue todo. Medicus podría hacer lo mismo. Pero no lo hace porque no lo quiere hacer.



"Recibió dos dosis y fue asombroso", dice su esposa. "Para que siga así, debe continuar el tratamiento"

Según Gilda Martínez, la abogada de Ricardo Piglia, Medicus también exigió, para hacer efectivo el cumplimiento, “una liberación de responsabilidades por la provisión de un medicamento que consideran ilegal, como si el fallo mismo de la Justicia no los fuera a eximir de hecho de cualquier tipo de responsabilidad”. En uno de los escritos presentados después del fallo del juez, la prepaga (seguro) adujo que el hecho de tener que comprar en el exterior la medicación, y abonarla en moneda extranjera –el escrito es del momento en que aún estaba vigente el control de cambios en el país-, podía hacerla “incurrir en el delito de fuga de divisas”.
Ayer, 4 de enero de 2016, el artista argentino Roberto Jacoby, amigo de Piglia, realizó una petición a través de la plataforma Change.org para solicitar que la prepaga cumpla con la sentencia y suministre los fármacos de manera gratuita. En pocas horas, la petición reunió más de 84 000 firmas, el asunto tomó estado público y la empresa difundió, a través de la consultora Alurralde-Jasper, un comunicado que decía que “Medicus quiere aclarar que ha brindado su apoyo y desde siempre provee y cumple con todas las particularidades que el tratamiento requiere. La medicación en cuestión se encuentra en fase experimental en Estado Unidos y no está disponible a la venta en Argentina. (...) tampoco existe en nuestro país un mecanismo de importación y compra verificado de acuerdo a estándares nacionales. Medicus ratifica su total disposición y voluntad para cumplir lo que el paciente ha solicitado, considerando las posibilidades técnicas, científicas y las normativas de salud vigentes de nuestro país.” El abogado de Medicus fue consultado sin éxito para este artículo en relación a la ambigüedad del texto –que hace hincapié en la inexistencia del marco legal para importar el medicamento, y no se compromete de manera explícita a pagar por él-. Beba Eguía tampoco ha recibido, hasta el momento, comunicación por parte de la empresa, aunque sí le habrían manifestado a Gilda Martínez, su abogada, la voluntad de pagar.



El seguro se ha negado a costear la terapia, de más de 95.000 dólares. Lo ha costeado la familia con la ayuda de amigos

-Yo, hasta que no lo vea, no lo creo –dice Beba-, y mi abogada tampoco. Con ellos todo lo lográs con un juicio. Están obligados a cubrir la internación domiciliaria, pero a Ricardo no le han dado una cama ortopédica: la tengo que alquilar y pagar yo, de mi bolsillo: 700 pesos por mes. No me dan una silla de ruedas que le sirva. La que tiene está atada con un palo de escoba. No querían pagar las vitaminas, aduciendo que eso no lo cubre la prepaga, cuando las vitaminas para una persona como Ricardo son fundamentales, porque necesita proteínas. No es una cosa cosmética. Nos han mandado enfermeros que no tenían idea de cómo tratar a una persona en su situación, que no tenían idea de cómo funciona un respirador. O sea que no es sólo que no pagan este medicamento, sino que me vienen negando hasta una cama. Entonces yo, hasta que no lo vea, no lo creo. De hecho, no hay nada firmado donde se comprometan a cubrir los medicamentos.
-¿Y el Estado tuvo algún tipo de intervención en estos días, te llamó alguien de algún ministerio?
-Nadie. Llamó alguien del ministerio de salud, ayer, pero no se volvieron a comunicar.
Para pagar las dosis ya recibidas, Piglia y Beba se vieron obligados a vender hace unos días el estudio legendario en el que él trabajaba, en Barrio Norte, y donde escribió buena parte de su obra. Allí está también su biblioteca. Más de siete mil volúmenes –su vida entera como lector- que habrá que mudar en poco tiempo más.

EL PAÍS






PIGLIA Y EL CINE

Ha escrito los guiones para las películas Corazón iluminado (1996), de Héctor Babenco; La sonámbula, recuerdos del futuro (1998), de Fernando Spiner; El astillero (2000), de David Lipszyc, basada en la novela homónima de Juan Carlos Onetti. Marcelo Piñeyro dirigió Plata Quemada (2000), con guion del mismo Piñeyro y de Marcelo Figueras basado en la novela de Piglia, film que obtuvo en España el Premio Goya 2000 al mejor largometraje extranjero de habla hispana. También escribió el guion para la miniserie televisiva Los siete locos y los lanzallamas, basada en la obra Roberto Arlt.



PREMIOS
Mención Especial Premio Casa de las Américas 1967 por Jaulario.
Premio Planeta Argentina 1997 por Plata quemada (Gustavo Nielsen, finalista del premio con El amor enfermo, se querelló contra Planeta por considerar, sin poner en duda la calidad de la novela ganadora, que el galardón estaba apalabrado de antemano; los tribunales le dieron la razón y multaron a la editorial).
Premio Iberoamericano de Letras José Donoso 2005 (Chile).
Premio de la Crítica 2010 (España) por Blanco nocturno.
Premio Rómulo Gallegos 2011 (Venezuela) por Blanco nocturno.
Premio Internacional de Novela Dashiell Hammett 2011 (Semana Negra de Gijón) por Blanco nocturno.
Premio Casa de las Américas de Narrativa José María Arguedas 2012 por Blanco nocturno.
Gran Premio de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores 2012.
Premio Iberoamericano de Narrativa Manuel Rojas 2013.10
Premio Konex - Diploma al Mérito 1994 y 2004: Novela; Konex de Platino 2014: Ensayo Literario.
Premio Konex de Brillante 2014: Letras.
Premio Formentor de las Letras 2015.




NOVELAS
Respiración artificial, Editorial Pomaire, Buenos Aires, 1980
La ciudad ausente, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1992
Plata quemada, Planeta, Buenos Aires, 1997
Blanco nocturno, Anagrama, Barcelona, 2010
El camino de Ida, Anagrama, Barcelona, 2013






CUENTOS

Jaulario, Casa de las Américas, La Habana, Cuba, 1967. Contiene 9 cuentos: Tierna es la noche; Tarde de amor; La pared; Una luz que se iba (primer premio en el concurso de la revista Bibliograma, 1963); Desde el terraplén; La honda; En el calabozo; Mata Hari 55; y Las actas del juicio

La invasión, Editorial J. Álvarez, Buenos Aires, 1967. Este libro es Jaulario modificado y ampliado; así, contiene el cuento Mi amigo, no incluido en el libro cubano, e introduce modificaciones en algunos relatos, como los importantes en Una luz que se iba, cuento que sí se incluía en Jaulario.11 Anagrama sacó una reedición ampliada en 2007. La edición de 1967 contiene 10 cuentos: Tarde de amor; La pared; Una luz que se iba; En el terraplén; La honda; Mata Hari 55; Las actas del juicio; Mi amigo (primer premio, compartido, en el concurso de la revista El Escarabajo de Oro, 1962), La invasión y Tierna es la noche

Nombre falso, Siglo XXI Editores, México, 1975. Contenía cinco relatos — Las actas del juicio; Mata Hari 55; El laucha Benítez cantaba boleros; La caja de vidrio y El precio del amor— y la nouvelle que da título al libro; la edición definitiva —Seix Barral, Buenos Aires, 1994—, quedó así: El fin de viaje; El laucha Benítez cantaba boleros; La caja de vidrio; La loca y el relato del crimen; El precio del amor y Nombre falso

Prisión perpetua, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1988; contiene las nouvelles Prisión perpetua y Encuentro en Saint-Nazaire; a la edición española le agregó dos relatos: El fin del viaje y La loca y el relato del crimen. En las cuatro figura Emilio Renzi, el personaje que adoptó el papel de narrador de Respiración artificial
Cuentos morales, con introducción de Adriana Rodríguez Pérsico; Espasa Calpe, Buenos Aires, 1995

El pianista, Eloísa Cartonera, Buenos Aires, 2003



ENSAYO

Crítica y ficción, Seix Barral, Buenos Aires, 1986. La edición de Anagrama, en 2001, incorpora entrevistas e intervenciones desde 1986 hasta 2000 y contiene: La lectura de la ficción; Sobre Roberto Arlt; Narrar en el cine; Una trama de relatos; Sobre Cortázar; El laboratorio de la escritura; Sobre el género policial; Parodia y propiedad; Sobre 'Sur'; Sobre Borges; Novela y utopía; Los relatos sociales; La literatura y la vida; Ficción y política en la literatura argentina; Sobre Faulkner; Primera persona; Borges como crítico y Conversación en Princeton

Formas breves, Temas Grupo Editorial, Buenos Aires, 1999

Diccionario de la novela de Macedonio Fernández, Fondo de Cultura Económica USA, 2000

El último lector, Anagrama, Barcelona, 2005

Teoría del complot, Mate, Buenos Aires, 2007

La forma inicial, Eterna Cadencia, Buenos Aires, 2015

Las tres vanguardias, Eterna Cadencia, Buenos Aires, 2016




OTROS

Antología personal, Fondo de Cultura Económica, 2014 / Anagrama, Barcelona, 2015
Los diarios de Emilio Renzi, tres volúmenes de los diarios que Piglia escribe desde los 16 años:
Los años de formación (1957 - 1967), Anagrama, Barcelona, 2015
Los años felices, previsto para 2016
Un día en la vida, previsto para 2017