Gustavo Adolfo Garcés |
Gustavo Adolfo Garcés nació en Medellín en 1957. Abogado de la Universidad de Antioquia y Magister en Ciencias Políticas de la Universidad Javeriana. Se ha desempeñado como profesor de Literatura y Ciencias Políticas en varias universidades y como asesor de la Procuraduría Delegada para la Prevención en Materia de Derechos Humanos y Asuntos Étnicos. Ha publicado: Libro de poemas (Medellín, Editorial Lealón, 1987), Breves días (Premio Nacional de Poesía Colcultura, Bogotá, 1992), Pequeño reino (Bogotá, Editorial Magisterio, 1998), Espacios en blanco (Medellín, Editorial Universidad de Antioquia, 2000) y Libreta de apuntes (Bogotá, Universidad Externado de Colombia, 2006).
Dice Edgar O’Hara, profesor en Washington University: “… Garcés, abogado de profesión, podría ser en su escritura un pico de oro más de los que Latinoamérica produce en cantidad, como el maní dulce. Sin embargo, sigue en poesía la línea de conducta verbal de otro abogado y grandísimo poeta: don Fernando Charry Lara. Enseñanza mayor: alejamiento del palabreo conocido, entrada en el reino de la exactitud. Dentro de esta ética verbal, Charry Lara pertenece a una poética distinta: su diálogo es con Gorostiza, Chumacero, Anguita y otros enamorados de la palabra hermosa y sugeridora. Por su parte, Garcés también continúa en la línea de oposición a la verborrea y se nos muestra devoto de lo minucioso. Y tiene otras cercanías: William Carlos Williams y los objetivistas estadounidenses, José Manuel Arango, Pacheco, Ungaretti, la poesía japonesa y china…”
Dice el poeta Jorge Cadavid: “Ni fácil moralismo, ni decoración, ni sentimentalismo. Visión pura, visión verbal, música del sentido. Estos breves versos apelan al canto interno, no a la música que conocemos, sino a una música que se descubre en el sentido mismo de las cosas que nombra. No se trata de una interiorización de aquello que llamamos “lirismo”. Es una búsqueda de una música detrás de la música: poema pulverizado. Por eso el gusto por los fragmentos, las partículas de la frase, los trozos léxicos, las astillas lingüísticas.”
Y finalmente, dice el crítico colombiano Luis Germán Sierra: “Los temas van y vienen sin preocuparse de la unidad. Los une el aire de la risa, del humor, de la amistad. Los une el abrazo de una hermosa desnudez. Qué lejos está todo esto de la literatura, qué cerca de la poesía.”
De expresión delicada, precisa y exquisita, y certero ojo de águila, los poemas de Garcés nacen con marca de fábrica, con un sello de agua que puede leerse con la yema de los dedos. Esplendor del lenguaje y festejo de la vida ejercen como sustento y guía, como hierba y savia. De uno de los grandes poetas de Colombia, José Manuel Arango, aprendió no sólo lecciones de poesía sino la dignidad del oficio. Ciertamente, y sabrá sustentarlo quien haya seguido de cerca los pasos de Gustavo Adolfo Garcés, vida y poesía conviven con acierto en su humanidad.
Triunfo Arciniegas
Pamplona, 2011
No hay comentarios:
Publicar un comentario