(1883 - 1942)
Porfirio Barba-Jacob (Seudónimo de Miguel Ángel Osorio Benítez; Santa Rosa de Osos, 29 de julio de 1883 - México, 14 de enero de 1942) Poeta y periodista colombiano polémico e influyente, cuya obra suele clasificarse dentro de un modernismo ecléctico. Hijo de Antonio María Osorio y Pastora Benítez, se crió con sus abuelos en Angostura y en 1895 inició su peregrinaje, que lo llevo por varias ciudades del país y, a partir de 1907, a Centroamérica y Estados Unidos.
En su primera juventud fue un sencillo maestro de escuela rural en Antioquia, donde fundó la campesina Escuela de la Iniciación. A los 23 años, habiéndose trasladado de Antioquia a Barranquilla, comenzó a publicar sus primeros poemas, entre ellos la Parábola del retorno, muy conocida en Colombia. Entonces adoptó el sobrenombre de Ricardo Arenales, que usó hasta 1922, cuando en Guatemala, lo cambió por Barba Jacob que conservó hasta su muerte. Con algunos amigos trovadores colombianos, se trasladó a México.
En su primera juventud fue un sencillo maestro de escuela rural en Antioquia, donde fundó la campesina Escuela de la Iniciación. A los 23 años, habiéndose trasladado de Antioquia a Barranquilla, comenzó a publicar sus primeros poemas, entre ellos la Parábola del retorno, muy conocida en Colombia. Entonces adoptó el sobrenombre de Ricardo Arenales, que usó hasta 1922, cuando en Guatemala, lo cambió por Barba Jacob que conservó hasta su muerte. Con algunos amigos trovadores colombianos, se trasladó a México.
Comienza así una vida de incesante recorrido por varios países de América, siempre alternando su tarea de periodista con su vocación de poeta. Establecido en Monterrey, fundó en esa ciudad la Revista Contemporánea y fue jefe de redacción del periódico El Espectador. Por sus ataques al régimen porfirista pasó seis meses en la cárcel, de la cual fue sacado por los revolucionarios. Posteriormente colaboró en México capital con El imparcial y El independiente, así como en la revista El Porvenir. De México se vio obligado a huir al publicar el reportaje periodístico titulado "El combate de la ciudadela narrado por un extranjero", que relata los sucesos que siguieron al asesinato del ex presidente Francisco Madero.
Pasó entonces a Guatemala en 1914, donde dejó honda huella literaria. Ese año su amigo el poeta y cuentista guatemalteco Rafael Arévalo escribió su mejor cuento, titulado El hombre que parecía un caballo, relato que se refiere a Barba-Jacob y que, al mismo tiempo que dio notoriedad al autor, señaló el inicio del forjamiento de la leyenda del poeta colombiano. También de Guatemala tuvo que huir, dejando a medio publicar su obra Tierras de Canaán.
En 1915 viaja por segunda vez a Cuba (ya había visitado la isla en su primer viaje hacia México), donde compone sus poemas Canción innominada, Elegía de septiembre, Lamentación de octubre, Soberbia y Canción de la vida profunda, que es su poema más célebre. Tras pasar algunos meses en Nueva York, se trasladó a Honduras, donde fundó el diario Ideas y Noticias en un pueblito del norte, La Ceiba. De Honduras pasó a El Salvador el 7 de junio de 1917, día en que ocurrió el terremoto que destruyó la ciudad. Porfirio Barba Jacob escribió como homenaje su folleto El terremoto de San Salvador, narración de un sobreviviente. Regresado a Monterrey, fundó el periódico El Porvenir, que llegaría a convertirse en un gran diario del norte de México.
En 1920 se encontraba de nuevo en México capital, escribiendo crónicas espantosas y sensacionalistas, como la serie de cinco reportajes titulada Los fenómenos espíritas en el palacio de la Nunciatura. Los relatos se desarrollaban en el palacio que había sido destinado para residencia del Nuncio. El gobierno prohibió la entrada del representante papal, por lo cual el edificio quedó vacío y se convirtió más bien en sede de las orgías del poeta colombiano, quien, entre otros excesos y extravagancias, se dedicaba por aquel entonces al consumo y exaltación de la marihuana. En esta época escribió poemas como "El son del viento", "Balada de la loca alegría", "Canción de la soledad" y otros.
Durante el año 1921 dirigió la Biblioteca Pública del Estado de Jalisco, adonde fue a visitarlo el escritor español Ramón del Valle Inclán. Tuvo que dejar ese cargo debido a sus escándalos. El año siguiente fue expulsado igualmente de México a causa de las diatribas lanzadas contra el gobierno de turno. Volvió de nuevo a Guatemala, y logró hacer del periódico El Imparcial el más importante de toda Centroamérica. Viéndose expulsado de este país y luego también de El Salvador, se disfrazó de cura y se dedicó a la predicación a lo largo de las plantaciones bananeras de Honduras.
En 1925 regresó por tercera vez a Cuba, donde simpatizó con los fundadores del partido comunista, pero un año más tarde estaba dirigiendo el periódico La Prensa de Lima. Caído en desgracia ante el gobierno de Perú, después de vagar largo tiempo en ambientes de miseria, el embajador de Colombia lo repatrió a su país. Habían transcurrido 20 años desde su salida. Durante tres años recorrió diversos pueblos y ciudades de Colombia dando recitales de sus poemas. También se desempeñó como jefe de redacción de El Espectador de Bogotá. Más tarde viajó de nuevo a Cuba, donde se encontró con el poeta español Federico García Lorca.
Finalmente, en 1930 se le abrieron de nuevo las puertas de México, y allí publicó durante varios años, en el periódico Excélsior, su columna "Perifonemas", en una prosa magistral, no igualada por ningún otro periodista contemporáneo de América. Lastimosamente, sus artículos no han sido recogidos en un volumen. Por otra parte, el propio Barba Jacob no estimaba mucho su producción, dado que entendía su profesión de periodista como una mera forma de ganarse la vida. Nunca se preocupó de publicar sus propios versos, pues jamás se sentía satisfecho con sus escritos, sino que los pulía continuamente, pero sus poemas aparecieron en las más prestigiosas revistas del continente.
Todavía en vida del poeta, sus amigos le publicaron tres recopilaciones: Rosas negras (1932, en Guatemala), Canciones y elegías (1933, en México) y La canción de la vida profunda y otros poemas (1937, en Manizales). Una cuarta recopilación fue publicada póstumamente en una imprenta oficial, con el título Poemas intemporales (1944). Murió en Ciudad de México consumido por la marihuana, el alcohol, la tuberculosis y la miseria.
El conjunto de su obra muestra un estilo modernista anacrónico, lleno de palabras altisonantes, pero con un ritmo emocionado, angustioso, sincero y pasional. Influido por Baudelaire, tiene más vida interior que imaginación, y temperamento más romántico que modernista; se acerca unas veces a la belleza formal de Rubén Darío, a la delicadeza de Amado Nervo, al vigor de Santos Chocano y al sentido trágico de José Asunción Silva, en una agitación lírica menos irregular que su vida misma; fue indudablemente un gran poeta.
Porfirio Barba Jacob, 1949 Caricatura de Omar Rayo |
FRASES
"La poesía es la religión de los cultos. Si en lugar de adorar a Jesús amáramos a Homero, la humanidad no sufriría tanto."
"El corazón del campo te dará su vigor para entrar en el último sueño."
"La dama de los cabellos ardientes."
"Nadie puede impedir que un perro callejero se orine en el monumento más glorioso."
"Vale más el oro del sonido, que el sonido del oro."
Porfirio Barba Jacob, uno de 'los malditos' autores latinoamericanos
Un libro reúne 17 perfiles de desdichados,
pero con una gran obra.
Aparte del perfil del colombiano.
¿Quién era en realidad? Porfirio Barba Jacob, que de niño y de joven fue Miguel Ángel Osorio, que durante un breve tiempo fue Maín Ximénez y luego, durante un tiempo no tan breve, Ricardo Arenales: ¿quién era este hombre? Porfirio Barba Jacob, que al final de su vida llegó a pensar en llamarse Juan Pedro Pablo y pasar así de tener un nombre que no tenía nadie a tener un nombre que era todos y, por tanto, lo convertía en nadie: ¿quién era? El 23 de junio de 1941, medio año antes de su muerte, Porfirio Barba Jacob escribía en una carta: "Mi enfermedad sigue avanzando. Ya no soy Barba Jacob el optimista, Barba Jacob el errabundo, Barba Jacob el impetuoso. Ahora soy el viajero que se marcha definitivamente hacia lo desconocido". Barba Jacob el agnóstico, Barba Jacob el iconoclasta, ahora escribía: "Pero ya creo en Dios, ha resucitado en mi alma la fe vibrante y consoladora, mi corazón ha vuelto a la niñez". No fue la única vez que asoció la religión con la nostalgia: "Mi fe renacida en los escombros de mi alma", escribió más tarde, "el recuerdo de la niñez, esas cosas que se van ahondando en el corazón a medida que pasan los tiempos".
Eso escribía el que ya no era Barba Jacob el impetuoso, Barba Jacob el errabundo, Barba Jacob el optimista. Todas esas cosas no era. ¿Pero quién era, entonces?
Todo eso era.
Y era un poeta, un gran poeta que nunca publicó un libro en vida. Sus versos aparecieron en revistas de mayor y menor prestigio, en periódicos, en cuadernillos, pero si hubo libros fue porque los publicaron sus amigos, a veces sin consultárselo, lanzando al mundo versiones muy diversas de los poemas, lo que le provocaba grandes disgustos. En síntesis: la bibliografía de Barba Jacob es una contradicción tozuda. Los libros que quiso publicar quedaron inéditos; los que se publicaron durante su vida no tuvieron su participación cabal.
Libros que quiso publicar y no publicó: una novela de juventud llamada Virginia, escrita en el municipio colombiano de Angostura y cuyo manuscrito fue sometido a embargo por el alcalde bajo cargos de inmoralidad. Una colección de poemas titulada La vida profunda que, anunciada en 1928, recogería los poemas de su vida pasada pero que nunca llegó a existir. Una colección de poemas sin título que recogería los poemas de su vida presente pero que, por supuesto, corrió la misma suerte desgraciada. Un tratado sobre la "Filosofía del lujo". Una novela sobre su niñez titulada Viaje a Sopetrán, y de la que llegó a escribir algunas páginas que se perdieron después de su muerte.
Hay días que somos tan móviles, tan móviles,
Como las leves briznas al viento y al azar.
De manera que Porfirio Barba Jacob fue muchas cosas.
(...)
-El problema es que los visitantes ya no llegaban -dice Vallejo-. O por lo menos no como antes.
En la pluma de Vásquez
Ganador del Premio de Novela Alfaguara el año pasado, por 'El ruido de las cosas al caer', el escritor Juan Gabriel Vásquez participa en 'Los malditos' con un extenso perfil de Barba Jacob. La no ficción ha sido parte importante, también, de la carrera literaria del autor bogotano.
'Los malditos'
Los perfiles -de autores como Alejandra Pizarnik y César Moro- fueron hechos por periodistas y escritores de América Latina. La edición estuvo a cargo de la periodista argentina Leila Guerriero y fue publicado por la Editorial Universidad Diego Portales, de Chile.
http://www.eltiempo.com/cultura/libros/ARTICULO-WEB-NEW_NOTA_INTERIOR-10942729.html
RECOPILACIONES DE SUS OBRAS
- Campiña Florida (Barranquilla, 1907).
- Canciones y Elegías (México, 1933).
- Rosas Negras (Guatemala, 1933)
- Poemas intemporales (México, 1944).
- Antorchas contra el viento (Bogotá, 1944).
- Poemas Fernando Vallejo (editor). Procultura. (Bogotá, 1986).
- Antología S. Ernesto Ojeda (editor). Editorial Panamericana (Bogotá, 1994).
- Rosas negras (antología hecha por Luis Antonio de Villena) Mestral Poesía. (Valencia, España,1988).
Referencias
www.biografiasyvidas.com/biografia/b/barba_jacob_porfirio.htm
Hubo un tiempo en mi lejana juventud que leí todo de él y, cómo no, me dejé llevar de la vida profunda. Me sobrecoge hoy, y por eso este comentario, recordar aquella que empezaba así, que no recuerdo cómo se llama:
ResponderEliminarY esa no es la casa / La que fue de Richard
Hay una nostalgia implícita como de "En busca del Tiempo Perdido". Es como si el poeta regresara siempre.
Regresar siempre...
Es ese feeling de nostalgia y dolor íntimos por lo que se cataloga a este poeta como maldito, en reminiscencias de otros poetas que inventaron esa cauda. Pero la poesía que hacen es bendita. Música para los oídos y el espíritu, en el caso de Barba.
Por andar tanto el mundo Barba y descifrar sus escritura, dejó de ser simplemente paisa para convertirse en un poeta universal.