martes, 5 de agosto de 2014

Marguerite Duras


DE OTROS MUNDOS

DRAGON


PESSOA


RIMBAUD

Marguerite Duras
(1914 - 1996)

La escritora francesa Marguerite Duras nació en Gia Dinh, Vietnam (4 de abril de 1914) y falleció en París (3 de marzo de 1996). Las experiencias que vivió junto a su madre en Indochina, donde residió hasta 1932, le inspiraron la novela Un dique contra el Pacífico, con la que se dio a conocer en 1950, tras publicar varias novelas de escaso éxito. En París participó en la Resistencia, por lo que fue deportada a Alemania.

Marguerite Duras


Una vez terminada la contienda, inició su intensa actividad en los campos del periodismo, la novela, el teatro y el cine, y escribió y dirigió varias películas y obras teatrales. Encuadrada inicialmente en los moldes del neorrealismo de posguerra (Los caballitos de Tarquinia, 1953) y afín al movimiento existencialista, se acercó después a los postulados del «nouveau roman», aunque sus novelas no se limitan nunca al mero experimentalismo, sino que dejan traslucir un aliento intensamente personal y vivido, como sucede en Moderato cantabile.

Escribió el guión de la célebre película Hiroshima, mon amour (1958), dirigida por Alain Resnais con gran éxito. Los temas de Duras fueron siempre los mismos: el amor, el sexo, la muerte, la soledad. En 1969 publicó Destruir, dice y dos años después El amor (1971), que anticipa en ciertos aspectos su obra más celebrada, El amante (1984), ganadora, entre otros, del Premio Goncourt.

Al año siguiente apareció el relato con fondo autobiográfico El dolor, que fue escrito en 1945, y en 1990 su última novela, La lluvia de verano. La agitada vida de Marguerite Duras rivaliza y se combina con su obra hasta el punto de ser ambas difícilmente comprensibles por separado.





Marguerite Duras gana 

con el Goncourt la popularidad, 

tras 40 años de vanguardismo

Otra escritora francesa, Annie Ernaux, obtuvo el Premio Renaudot



Cuarenta años y algunos meses ha necesitado Marguerite Duras para que la Francia profunda se entere de su existencia, gracias al Premio Goncourt, el más prestigioso de las letras francesas y popular en el mundo entero, que ayer le fue concedido por su novela El amante. El segundo gran premio literario francés, el Renaudot, le fue otorgado a otra mujer, Annie Ernaux, por su novela autobiográfica titulada Una mujer desgarrada. El Fémina, el Interallée y el Médicis -los otros tres galardones importantes de este país- serán otorgados en las cuatro semanas venideras.
Marguerite Duras, en el año 1943, se tiró para siempre al río de la literatura con su primera novela, Los impudentes.Después no ha parado de contar lo incontable con una música que le es propia: todo en sus novelas, largas o cortas, en sus películas y en sus obras de teatro está fabricado con silencio, con metáforas y con preguntas o respuestas que pueden intercambiarse. Duras hasta ayer apenas había desbordado ese público intelectual parisiense que, a su vez, se encarga de adobar el producto de modo que la simiente no se extienda demasiado.Ha sido el jurado del Premio Goncourt quien ha forzado la explosión de más de 60 obras entre guiones de cine, múltiples novelas largas y cortas y piezas de teatro aparentemente hechas con nada, que no han pasado la barrera de las minorías.
Quizá Duras sea la responsable de su anonimato de cara al pueblo, o quizá ha necesitado 40 años de pluma para escribir El amante, que es un pedazo de su vida, de cuando tenía algo más de 15 años y vivía en las cercanías de Saigón, en Giadih, donde nació hace 70 años, de padres franceses que eran profesores.
Su padre murió cuando ella contaba sólo cuatro años, y Duras vivió difícilmente su infancia. Por unos momentos, en aquella época, Duras conoció al chino rico que la colmó de todo.Marguerite Duras, entonces, era además bella. Y aquella imagen de su vida en un medio ambiente monótono y triste, muy amarillenta, la ha cobijado en su memoria hasta ahora, que lo ha vomitado en la novela con la que consiguió ayer el Goncourt.
Dice Duras al inicio de su narración -de sólo 141 páginas- que un día, cuando ya contaba algunos años, se le acercó un hombre en un lugar público y le dijo.La conozco a usted desde siempre. Todos dicen que usted era bella de joven. Yo he venido para decirle que la encuentro más bella ahora que cuando era joven. Me gustaba menos su rostro de joven que el suyo ahora, devastado".
Así es ahora Duras, una mujer descuartizada por la vida y por el alcohol, "que me ha conducido al borde de la muerte", según su confesión. Cuando anclé en París definitivamente, a los 18 años de edad, trabajó en un empleo de supervivencia y, tal como entonces estaba de moda entre los intelectuales, se hizo militante del partido comunista, para abandonarlo después porque un día nos dijeron que debíamos quemar los libros de Sartre".

"Una necesidad mortal"

Pequeña, redonda, parapetada tras sus gruesas lentes, Duras fue una de las figuras de la cabecera de cartel de la llamada nueva novela que en los años cincuenta lanzó a la calle temerariamente el director de Ediciones Minuit, que ayer también, en parte, se ha visto recompensado, porque él es quien ha publicado el libro ganador del premio, titulado en castellano El amante.Raramente se confiesa en entrevistas para la Prensa, quizá porque en el enigma y en el secreto encuentra compensaciones no menos enigmáticas y secretas: "No me gusta hacer declaraciones. Lo único que me gusta es mi deseo", dice ella de sí misma. El deseo de escribir, precisamente, "es una necesidad mortal", añade. Hace unos días emocionó a toda Francia, en la emisión Apostrofes, al manifestar lo difícil que es para ella continuar respirando en esta vida.
Según la tradición iniciada cuando se fundó el Goncourt en 1903, los miembros del jurado comieron opíparamente en Drouant, el restaurante político-literario de aquellas calendas y hoy aún pradera de expansiones gastronómicas: caviar Beluga, foie gras de oca, langosta, faisán, quesos, y otras exquisiteces.

Duras cuenta su última 

historia de amor 

con el joven Yann Andréa



Yann Andréa Steiner, el último texto de esa "loca por la escritura", según propia definición, que es Marguerite Duras, adopta la forma de una larga carta que la escritora dirige a su último gran amor. La carta cuenta la historia real de la relación nacida en 1980 entre "el muy joven" Yann Andréa -al que Duras añade el apellido inventado de Steinery una mujer "que hacía libros y era vieja y solitaria". El texto acaba de ser publicado por la editorial: francesa POL."Era el verano del 80", escribe Duras, que entonces tenía 66 años. "El verano del viento y la lluvia. El verano de Gdansk. El del niño que lloraba. El de esta joven monitora. El de nuestra historia. El de la historia aquí contada, el de la historia entre el joven. Yann Adréa Steiner y esta mujer que hacía libros y que era vieja y solitaria en este verano tan grande como una Europa".
Tres historias se cruzan en esta obra de 138 páginas y música inconfundiblemente durasiana. La primera es la de la relación entre Yann Andréa y la autora. La relación comienza con las numerosas cartas que el joven enviaba a la escritora -"tan dolorosas que me parecían las más hermosas de toda mi vida"- y prosigue con su primer encuentro personal en el Hótel des Roches-Noires, en Trouville, uno de los refugios favoritos de Duras. "Nos acostamos", recuerda la escritora, "con la luna en un cielo sombrío y azul. Sólo al día siguiente hicimos el amor".
Desde aquel Verano "de lluvias y vientos", Yann Andréa repetirá con frecuencia a Duras: "¿Qué significa ese escribir toda la jornada? Todo el mundo la abandonará porque usted está loca, es insoportable. Una gilipollas...".
Otra, relación amorosa, ésta más bien imaginada, corre en paralelo a la del joven y la escritora: la desarrollada en una colonia infantil de vacaciones entre un huérfano judío de seis años -"sus ojos son grises. Grises. Como la tormenta, la piedra, el cielo del Norte, el mar, la inteligencia inmanente de la materia, de la vida"- y su monitora, de 18 años. Una historia que ocurre en la playa, bajo la mirada de "la mujer vieja y solitaria".


Marguerite Duras destaca 

entre los favoritos 

al Nobel de literatura

La española Ana María Matute entra en las apuestas finales



La Academia sueca anunciará hoy el escritor o escritora elegido como Premio Nobel de Literatura 1993. Como es la rutina en estas fechas, los círculos literarios suecos y no suecos especulan sobre el posible ganador. La escritora francesa de 79 años Marguerite Duras figura en varias listas entre las favoritas, junto al poeta chino Bai Dao y una larga serie de autores entre los que se cuenta la española Ana María Matute.
El nombre de Duras ha estado frecuentemente en las páginas literarias de los diarios suecos, y recientemente la televisión difundió una larga entrevista a la escritora, lo que se interpreta como señal de sus posibilidades. Vuelven a mencionarse otros, nombres femeninos como el de Doris Lessing y Ana María Matute, a los que se agregan nuevas candidata, entre otras la norteamericana Toni Morrison.La lista de posibles no se agota con ellas y vuelve a estar sobre el tapete el nombre del poeta chino Bal Dao, representante de una literatura y una lengua que aunque poco conocidas en Occidente expresan la cultura de un país de más de mil millones de habitantes. Se señala, además, que nunca un escritor chino ha recibido el premio.
Algunos escritores suecos han manifestado públicamente sus preferencias por el poeta chino, y han agregado el nombre del senegalés Leopold Senghor. Otros nombres, como los de Andre Brink y Breyten Breytenbach, mencionados en años anteriores, han dejado de ser favoritos desde que su compatriota Nadine Gordimer obtuvo el premio en 1991.
En la especulación sobre los posibles premiados han vuelto a circular escritores que en anteriores ediciones también se barajaron, como el alemán Günter Grass, el albanés Ismaíl Kadare, el irlandés Seamus Heaney, el belga Hugo Claus, el estonio Jaan Kross, el japonés Kenzaburo Oe o el poeta libanés Adonis.
El premiado en 1992 fue el poeta y dramaturgo antillano Derek Walcott, originario de la isla antillana de Santa Lucía.
El próximo lunes, la Real Academia de las Ciencias de Suecia anunciará el nombre de los laureados con los premios de Medicina o Fisiología. El premio de Economía será anunciado el día 12 de octubre, los de Física y Química el 13, y el 15 de octubre el de la Paz en Oslo (Noruega).
Cada laureado con los Nobel recibirá unos 100 millones de pesetas. El aumento del premio (un 3% más que en 1992) se debe al crecimiento en los beneficios de la Fundación Nobel.



Marguerite Duras muere 

en París a los 81 años


La autora de 'El amante' escribó hasta el último momento pese a los estragos del alcohol



Marguerite Duras, matriarca de las letras francesas, murió ayer en París a los 81 años. Su obra era ingente, con novelas como Un dique contra el Pacífico (1950) y El amante, guiones cinematográficos como el de Hiroshima mon amour y piezas de teatro como Savanah Bay ( 1985), pero tuvo tiempo de vivir una vida intensísima .Amiga de François Mitterrand, comunista irreductible y enemiga del ultraderechista Jean Marie Le Pen ,Duras era una últimas grandes figuras ede la literatura de posguerra .Los estragos del alcohol y el tabaco no le impidieron escribir casi hasta el último momento.
Muchas de sus historias fueron inspiradas por los avatares de su propia vida. Marguerite Donnadieu (su verdadero nombre) nació el 4 de abril de 1914 cerca de Saigón, en la localidad indochina de Gia Dinh, donde su, madre había invertido la modesta fortuna familiar. La familia adquirió una finca agrícola en la entonces colonia francesa, pero el mar inundaba periódicamente los campos y los mantenía estériles. La madre de Duras agotó su vida construyendo inútiles barreras contra el océano. De esa infancia surgió Un dique contra el Pacífico, su primera novela. A los 14 años mantuvo un romance con un millonario chino de 27. En ese episodio sentimental, y en una mirada implacable sobre su relación con su propia madre, se basó más tarde El amante, llevada al cine con éxito en 1991. Duras reaccionó a la película con un insólito desafío contra sí misma: reescribió la misma historia, de una forma más amarga, bajo el título El amante de la China del norte. Si el primer amante era una reacción contra su pasado, en el segundo, el dolor sobrevivió al tiempo a través de ese "doble de la vida" que es la escritura, con objeto de sentir y recordar el placer y el amor.
Llegó a Francia a los 17 años, se licenció en Derecho y Ciencias Políticas en la Sorbona y trabajó durante unos años en el Ministerio para las Colonias. Cuándo los alemanes invadieron Francia, militaba en el Partido Comunista. Se unió a la Resistencia (donde se encontró con el futuro presidente. François Mitterrand y con el futuro filósofo Edgar Morin, entre otros) y comenzó a escribir.

Una obra ingente
"Mi problema es que no puedo dejar de escribir, nunca, ni un instante", dijo en una ocasión. En más de medio siglo de trabajo, produjo una obra ingente y variada. Su talento para construir diálogos la llevó a trabajar para el teatro y el cine, con guiones cinematográficos cómo los de la célebre Hiroshima mon amour, dirigida por Alain Resnais, e India song. Llegó a dirigir ella misma, y siguió creando novelas cada vez más sintéticas y abstractas.
Varias de sus novelas consiguieron enormes éxitos de ventas. De El amante (Premio Goncourt de 1984) se han vendido casi dos millones de ejemplares en Francia, y una cantidad similar en el resto del mundo. Era una escritora adinerada, pero no se permitía lujos. Pasó sus últimos años en. un piso parisino, con su joven, compañero Yann Andréa -de cuya relación surgió el texto Yann Andréa Steiner-, sin, ganas de viajar ni de hacer otra cosa que escribir. "París es mi mundo, un lápiz y un papel son mi vida", decía.
Sobrevivió más allá de lo razonable al alcohol (se sometió a una cura de desintoxicación en 1982, tras, un coma etílico) y a los cigarrillos (un cáncer de laringe le marcó la garganta con una traqueotomía) y envejeció combativamente. La anciana de Saint Germain des Prés, bajita y pintarrajeada, peleó siempre que pudo contra el fascismo (martirizó a querellas, inevitablemente perdidas, al ultraderechista Jean-Marie Le Pen), no calló su odio contra todos los alemanes por su responsabilidad en el nazismo, y mantuvo contra viento y marea sus ideas comunistas y feministas y su desdén por los convencionalismos.
Sus compañeros de la posguerra fueron desapareciendo: primero Albert Camus, luego Jean Paul Sartre, Françis Mitterrand el último. Incluso tras conocerse las conexiones colaboracionistas y antisemitas del Mitterrand anterior a la Resistencia, Duras, que afirmaba ser "judía de corazón", defendió al recién fallecido presidente.El marido de Duras y su cuñada murieron en los campos de concentración nazis.



Marguerite Duras, la incorrecta

Sus libros han ido a contracorriente, se han mantenido fieles a su autora y han trazado una línea clarísima, una intensa vida de escritora en medio de lugares completamente distintos


Quién hubiese pensado que en sus primeros libros, Los caballos de Tarquinia o Un dique contra el pacífico y La vida tranquila, Marguerite Duras escribía bajo la influencia de Hemingway y de Faulkner, autores que formaban parte de las lecturas, ella, que leyó muchísimo, la que se había imaginado escribiendo, desde niña, frente a su madre, sentada a una mesa, sin hacer caso a su indiferencia. Que una niña de doce años dijese que iba a escribir no tendría mayor importancia, eso importaba para los hijos hombres, pero para ella será una manera de extraer cosas que se "quedan en el cuerpo sin enunciarse", una forma de nacer de nuevo al mundo, de emerger hasta parecerse a ese rostro destruido de sus últimos años. Conocemos esa frase que alguien le dice en un vestíbulo de su libro El amante: "Me dijeron que usted era bella, pero ahora me parece mucho más hermosa, con ese rostro devastado".

Duras también reconoció en el cine otras formas de  alimentar su temperamento de autora
Nada más absurdo que intentar separar vida y ficción en Duras, que nació en Indochina y sitúa varias novelas en Saigón, Un dique contra el pacífico, libro sobre esa madre obsesiva, pobre y decidida a luchar contra el mar de China, poniendo barreras para impedir su paso. Esa madre que aparece también en El amante como figura central, la que representaba para la autora "el sufrimiento, el amor, la ley y el dolor", sentimientos abismales donde la identidad se destruye y se atreve a mirar el vacío. Todos son de alguna forma libros fundamentales, de ese avance hacia la lo que se llama escritura, equilibrio absoluto entre el cuerpo y la cabeza, entre el movimiento del mundo y el interior, como ese instante en que alguien se suicida en el barco de Saigón y la joven Duras comprende que ha amado al hombre chino.
Duras también reconoció en el cine, con Hiroshima mi amor o India Song, otras formas de poner en escena piezas que alimentarían su temperamento de autora, Los viaductos de Seine-et-OiseSavannah Bay, espacios inmensos, concretos, que se unen a otras tantas novelas importantes, El arrebato de Lol. V SteinLe navire nightEl dolorLa impudicia. Diría que todos sus textos son partituras de una música mayor, de una música interior que se puso a sonar desde sus primeros libros casi enloquecida, con ganas de salir de aquella minúscula persona que era Marguerite Duras, nacida Marguerite Donadieu en el año de la I Guerra Mundial, la mujer que hablará de su madre, de sus hermanos, de sus amantes con ese tono sin moral, directo, personal. Sobre todo, desde el "rostro del goce" y en el terreno de la transgresión para un reordenamiento del mundo, de una mujer libre, al fin de cuentas.

Ese espacio inmenso de Indochina o París, Duras lo llenaba con la fuerza de su lenguaje
Ella decía que había decidido "no ordenar su frases", dejarlas fluir y "emerger como crestas", idea que no está lejos de la Nathalie Sarraute que argumentaba dejarse "invadir por la sensación". En Duras, en cambio, hay un ritmo de respiración que se inicia con la lectura de sus textos. La primera vez que lei uno de ellos, El dolor,ya había conseguido el premio Goncourt (1984). Era evidente que su respiro me llegaba al rostro, que su ritmo interno estaba ahí, pegado al papel como una piel que podíamos tocar y sentir con todo el cuerpo. Estaba frente a una autora que dejaba atrás la idea de "la muerte del autor" tan querida por Barthes, como alguien que desaparece en el gesto de escritura. En el caso de Duras, no, ella estaba allí, clavada. Su respiración era constante, intensa, sin demora sobre la vida, en el rostro de la mujer joven de El amante de la China del Norte, en el de El arrebato de Lol. V. Stein, o de El mal de la muerte, en plena pelea por imponerse, diciendo lo imposible desde un cuerpo que se mostraba dócil con las pasiones, sometido, incluso, poco importaba: la respiración, el silencio del mundo obervado y recorrido estaban allí.
Un día Alain Robbe-Grillet me lo confirmaba: ella había integrado el silencio a la escritura. Un silencio prolongado, imposible de imaginar en plena época de fascinación por la velocidad, el silencio del barco pasando por el río Mékong, por ejemplo. Ese espacio inmenso de Indochina, y también ese espacio inmenso de París, Duras los llenaba con la fuerza de su lenguaje, lleno de picos y de vértigos; en sus personajes, ni una sombra de desidia, ni de aburrimiento. El ritmo de su frase nunca revistió novelas, nunca contó una historia como "debía contarse", ella las ocupó como en una guerra, configurando un mapa, una cartografía. No es describiendo que ella logra moldear un mundo, es hurgando en el interior, raspando esa materia viva de su lenguaje cargado de memoria, incluso en Moderato cantabile y El vicecónsul esa temeridad para enfrentar a la memoria no decaerá.

Duras navega sola, se aleja, no se deja enlatar en el 'noveau roman'
Aunque formase parte de una generación que ha marcado su tiempo, un poco menor que Nathalie Sarraute, otro hito de la literatura francesa, y contemporánea de Claude Simon (premio Nobel 1985), ella navega sola, se aleja, no se deja enlatar en el noveau roman, tampoco lo harán Simon ni Samuel Beckett. El cordón umbilical se había roto solo, cuando ella decide que tendrá que pelearse con la sintaxis para oír su propia música y el público se sorprende, muy pronto, la adora, no quiere salir de ese universo exótico, tan vasto, tan impúdico, tan literalmente expuesto. Con Berbard Pivot ella reconocía no sentir ninguna "vergüenza de haber sido esa adolescente ávida de dinero", de "deseo sexual por el amante chino", en una clara coherencia con sus personajes, con el deseo y esa moral del deseo que no conoce límites.
¿Pasado neocolonial, nostalgia de una Francia que se fue? Ahora que lo pienso, no sé, tal vez ese paisaje tan cargado de experiencias concretas, su capacidad para recrear sensaciones en medio de espacios inmensos, sea una de sus influencias de la novela americana, su realismo, a pesar de todo. Lo cierto es que sus libros han ido a contracorriente, se han mantenido fieles a su autora y han trazado una línea clarísima, una intensa vida de escritora en medio de lugares completamente distintos, ya sea el París de la II Guerra Mundial, Hiroshima, o la Indochina de su infancia, esos mundos están ahí, girando a su propio ritmo, lento, sin seguir el frenesí vacuo de nuestra época.
Patricia de Souza es escritora y colaboradora habitual de EL PAÍS. Su última novela es Vergüenza (Barataria, 2012).





"Era demasiado tarde para reencontrarnos. 
Lo comprendimos desde la primera mirada. 
Ya no había nada que reencontrar." 

Marguerite Duras, El amante





"Los besos en el cuerpo hacen llorar. 
Diríase que consuelan."

Marguerite Duras, El amante




"Le había pedido que lo hiciera otra vez y otra. 
Que me lo hiciera. Lo había hecho. 
Lo había hecho en la untuosidad de la sangre. 
Y, en efecto, había sido hasta morir. Y ha sido para morirse." 

Marguerite Duras, El amante


Marguerite Duras
Foto de Ralph Gibson

"Muy pronto en mi vida fue demasiado tarde."

Margarite Duras, El amante

Marguerita Duras
Foto de Richard Avedon
Marguerite Duras, año 100

La novelista, dramaturga, guionista y cineasta de las mil caras y compromisos sigue fascinando

En su centenario, La Pléiade publica todos sus libros y los teatros reestrenan sus obras



Marguerite Duras, en su casa de París en 1965. / BRUNO BARBEY / MAGNUM
Le Square es una novelita corta y una función de teatro, o más bien un diálogo largo, de una sola escena. Duras la escribió en 1955. Trata sobre la gente corriente. Una señora de mediana edad, que cuida a un niño en una de esas maravillosas plazas con jardín de París, se encuentra con un viajante de comercio. Los dos parecen grises, perdidos, sin atributos. Hablan de esto y aquello con palabras sencillas. De la soledad y el desamor, de los viajes hechos y no hechos, de la pequeña ambición de mejorar y lo mucho que cuesta cambiar, de la posibilidad de beberse la vida aunque los sueños no se cumplan.
Hace unos días, dos grandísimos actores, Clothilde Mollet y Didier Bezace, han representado en el teatro L’Atelier de París esa obrita de Marguerite Duras. Un escenario desnudo, unas sillas de bar apiladas, un banco, un niño que de vez en cuando vuelve de sus juegos y dice “tengo sed”. El resto es diálogo, palabras hermosas saltando de boca en boca con gracia y soltura, una lengua que parece música.
La acción es casi inexistente hasta que la pareja de desconocidos se anima de repente a echarse un bailecito sin música, porque descubren que los dos podrían pasar la vida bailando, pobres, felices y solitarios, ajenos al abrumador ruido de la Historia.
Pero lo más chocante de la pieza es la actitud del público en la platea; la gente contenía el aliento como si aquello fuera una película de suspense, nadie podía desviar un momento la vista, aunque no había rastro de tensión, sorpresas, efectos…
La vida, simplemente, tal cual era hace cincuenta años, conversada, improvisada, sin móviles ni tabletas en las que refugiarse: dos almas que se encuentran, conectan y se separan. Los aplausos del final, tranquilos, compactos, sostenidos, explicaban lo visto: ese era el universo de Marguerite Duras, su fascinante mundo interior; y a la vez, el tejido sentimental de un país, de un continente donde la gente amaba hablar con el otro y no tenía miedo a nadie más que a sí mismo; de una Europa que salía del horror y se conformaba con muy poco, o quizá con todo lo importante: el amor, la amistad, la comunicación, vivir.

Según su biógrafa, Laure Adler, “Duras inventó una nueva forma de escritura cantada y hablada”
Ayer hizo 100 años que Marguerite Duras nació en la Conchinchina. El lugar se llamaba Gia Dinh, cerca de Saigón, en lo que hoy es Vietnam y entonces era la Indochina francesa. Escritora, dramaturga, guionista y directora y productora de cine, Marguerite Germaine Marie Donnadieu fue quizá la mujer más activa e inquieta y la autora más plural y diversa de su época, una renovadora del teatro, la novela y el cine de su tiempo, una agitadora política y cultural que se atrevió a romper las cadenas y las convenciones mucho antes de que los cachorros de Mayo prohibieran prohibir.
“Era encantadora, ingeniosa, valiente, divertida, brillante, fascinante y, aunque dicen que le gustaban los excesos, no necesitaba tomar nada para colocarse. Marguerite estaba siempre colocada de forma natural y era imposible aburrirse con ella, seguramente es la persona más libre que he conocido nunca”. Más o menos así recuerda a su amiga el cineasta español Adolfo Arrieta, que la conoció en una playa de Pesaro (Italia) en 1969, cuando él era un joven exiliado y presentaba su películaEl juguete asesino, y Duras presentaba su segundo filme, Détruir dit-elle. “Su película me encantó; la actriz era Catherine Sellers, que había sido novia de Albert Camus. Hablamos mucho de cine, nos hicimos muy amigos y nos bañamos en el mar. Marguerite nadaba muy bien, me acuerdo de que había muchas olas, y las olas nos tapaban y nos descubrían. Fue como una metáfora de nuestra relación. Unas épocas nos veíamos mucho y de repente nos dejábamos de ver”, recuerda Arrieta.
Después del encuentro en la playa, el cineasta underground frecuentó a Duras en París con otros jóvenes españoles huidos del páramo franquista. Arrieta recuerda que Duras “tenía una buhardilla vacía en su casa de la calle de Saint-Benoît y se la prestó a Javier Grandes (su actor fetiche y tío de Almuneda Grandes) para que pintara allí. Luego llegó Enrique Vila-Matas y se quedó a vivir una temporada, de gorra, claro. “Marguerite me prestó su casa de París y otra que tenía en el campo, en Neaufles, para que rodara Pointilly. Ella adoraba montar con Enrique en una barca en el estanque misterioso de la casa de Neaufles”.
“Duras pasaba el tiempo escribiendo en su casa, muy cerca del café de Flore y del Hotel des Pyrénées, donde nos alojábamos Grandes, el pintor Miguel Ángel Irazazábal y yo. Era muy gracioso ver a Duras, tan bajita, caminar con Miguel Ángel, que era altísimo. Marguerite lo adoraba”.
Unos años más tarde, en plena madurez pero siempre inquieta e insatisfecha, Duras conoció un éxito formidable: en 1984 ganó el Premio Goncourt con El amante, una autoficción sobre su adolescencia oriental que se haría todavía más célebre por su adaptación al cine. La versión de Jean-Jcques Annaud batió récords de taquilla, pero Duras renegó por completo: “No tengo nada que ver con esa película. Es un fantasma de un tal Annaud”, dijo. En 1991, reescribiría el libro con el título El amante de la China del Norte.
Allí estaba su infancia, cosmopolita, colonial y precoz, transcurrida en la escuela de Gia Dinh, que dirigía su padre, Henri Donnadieu, mientras su madre trabajaba como maestra: el principio de la sensualidad, la primera regla, las primeras violaciones de las reglas, las escapadas, el río de la vida, el sexo, el arrobo… El mismo espíritu transgresor que recrearía de forma más explícita en Hiroshima mon amour, la película de Alain Resnais, que Duras escribió en 1959, con la presencia de ánimo suficiente para conectar sexo y muerte —su padre había muerto en la metrópolis cuando ella tenía siete años—.
Las fotos la traen del pasado con el cigarrillo entre las manos, menuda y esquiva, las gafas gordas de pasta. Su biografía estuvo hecha de idas y vueltas, y su obra de mundos lejanos e íntimos, muy poco transitados por la literatura, especialmente por la literatura escrita por mujeres. Duras eligió su seudónimo en homenaje a la ciudad francesa donde vivió brevemente en los años veinte, pero enseguida su madre nómada decidió volver a Camboya, y de nuevo a Vietnam, antes de meterse a terrateniente, arruinarse y dejar a sus tres hijos en la miseria. Marguerite lograría hacer el bachillerato de Filosofía, volvió a Francia, empezó Derecho, terminó Ciencias Políticas y en 1938 se colocó de secretaria en el Ministerio de las Colonias.

Era encantadora, ingeniosa, valiente, divertida, brillante, fascinante y, aunque dicen que le gustaban los excesos, no necesitaba tomar nada para colocarse
Un año después, se casaría con el poeta Robert Antelme, y juntos lucharon en la Resistencia contra la ocupación nazi, aunque ella no tardaría en echarse un amante y en publicar su primera novela, Les Impudents (1943), ya con el seudónimo Duras. En 1944, su grupo de resistentes cayó en una emboscada; la heroína consiguió escapar gracias a Jacques Morland (el nombre de guerra de Mitterand). Antelme fue deportado a Buchenwald y Dachau. Allí lo encontraría Mitterrand en 1945, enfermo de tifus. A su regreso, Antelme escribiría un libro de referencia sobre los campos de concentración nazis, La especie humana (1947).
Duras también contaría esa etapa en su relato El dolor. La pareja se hizo militante comunista y se divorció en 1946. Duras tuvo un hijo –Jean— con su nueva pareja, el escritor Dionys Mascolo, en 1947. Antelme fue comunista hasta 1956. Duras lo dejó un año antes. Más tarde, los dos compartirían otra causa noble: la oposición a la guerra de Argelia. Antelme moriría en 1990.
Antes de eso, en 1984, Duras se encontró con Mitterrand una noche en un restaurante. Acababa de ganar el Goncourt y le dijo al presidente: “¡Ahora soy más célebre que usted!”.
También dijo que nunca había mentido en un libro, y que “lo que está en los libros es más verdadero que lo que el autor ha vivido”. Según su biógrafa, Laure Adler, “Duras inventó una nueva forma de escritura cantada y hablada”.
Pero inventó también una forma de vida nueva, libre, femenina y feminista, solitaria y colectiva, divertida y polémica, hecha de excesos, renuncias y libertad, de militancia y agitación.
Su historia y su obra múltiple han llegado al centenario de su nacimiento con la fuerza contenida que siempre tuvieron. Una decena de obras teatrales se representarán este año; el 13 de mayo La Pléiade publicará sus obras completas, y el Ayuntamiento de París ha organizado debates y conferencias en su honor.
Después de escribir docenas de novelas que guiaron los pasos del nouveau roman, de convertirse en una heteredoxa de la nouvelle vague y de influir en escritores y artistas de todas las disciplinas posibles, Duras se apagó el 3 de marzo de 1996, en el tercer piso de su casa del número 5 de la Rue Saint-Benoît.
Adolfo Arrieta recuerda que un día antes sintió la necesidad de ver a Duras. “Fue tremendo, llevaba años sin verla y de repente tuve la sensación muy intensa de que debía ir a verla enseguida. Agarré un avión en Madrid y me fui a París. Fui hasta la casa, vi la luz encendida pero no me atreví a llamar. Al día siguiente, me enteré de que se había ido a otro planeta”.
Sobre su tumba, en el cementerio de Montparnasse, sus amantes y seguidores siguen depositando todavía hoy flores y recuerdos. En la lápida se puede leer su nom de plume, Marguerite Duras, dos fechas y sus iniciales: M. D.



Bibliografía
  • Les impudents, Plon, 1943.
  • La vie tranquille, Gallimard, 1944. Tr.: La vida tranquila.
  • Un barrage contre le Pacifique, Gallimard, 1950.
  • Le marin de Gibraltar, Gallimard, 1950. Tr.: El marinero de Gibraltar.
  • Des petits chevaux de Tarquinia, Gallimard, 1953.
  • Des journées entières dans les arbresLe BoaMadame DodinLes Chantiers, Gallimard, 1954.
  • Le Square, Gallimard, 1955.
  • Moderato Cantabile, Les Éditions de Minuit, 1958.
  • Les viaducs de la Seine et Oise, Gallimard, 1959.
  • Hiroshima mon amour, Gallimard, 1960.
  • L'après-midi de M. Andesmas, Gallimard, 1960. Tr.: La tarde de M. Andesmas
  • Le ravissement de Lol V. Stein, Gallimard, 1964.
  • Teatro I : Les Eaux et Forêts-le Square-La Música, Gallimard, 1965.
  • Le Vice-cónsul, Gallimard, 1966. Tr.: El vice cónsul.
  • L'Amante Anglaise, Gallimard, 1967. Tr.: La amante inglesa.
  • Teatro II : Suzanna Andler-Des journées entières dans les arbres-Yes, peut-être-Le Shaga-Un homme est venu me voir, Gallimard, 1968.
  • Détruire, dit-elle, Minuit, 1969. Tr.: Destruir, dice.
  • Abahn Sabana David, Gallimard, 1970.
  • L'Amour, Gallimard, 1971. Tr. El amor
  • « Ah! Ernesto », Hatlin Quist, 1971.
  • India Song, Gallimard, 1973. Tr. India song.
  • Nathalie Granger, seguido de La Femme du Gange, Gallimard, 1973.
  • Les parleuses, Minuit, 1974, conversaciones con Xavière Gauthier.
  • Le camion, seguido de Entretien avec Michelle Porte, Minuit, 1977.
  • L'Eden cinéma, Mercure de France, 1977.
  • Le Navire Night, seguido de Césaréeles Mains négativesAurélia Steiner, Mercure de France, 1979.
  • Vera Baxter ou les plages de l'Atlantique, Albatros, 1980.
  • L'Homme assis dans le couloir, Minuit, 1980.
  • L'Eté 80Minuit, 1980. Tr.: El verano del 80, Bid & co., 2010.
  • Les Yeux verts, en Les Cahiers du cinéma, n°312-313, junio de 1980 y nueva edición, 1987.
  • Agatha, Minuit, 1981, teatro (siguiendo a Musil).
  • Outside, Albin Michel, 1981.
  • L'Homme atlantique, Minuit, 1982.
  • Savannah Bay, Les Éditions de Minuit, 1982 (aumentado en 1983).
  • La maladie de la mort, Minuit, 1982.
  • Teatro III : -La Bête dans la jungle, según el texto de H. James, adaptado por J. Lord y M. Duras,-Les Papiers d'Aspern, según el texto de H. James, adaptación de M. Duras y R. Antelme, -La Danse de mort, según la pieza de August Strindberg, adaptación de M. Duras, Gallimard, 1984.
  • L'Amant, Minuit, 1984. Tr. El amante.
  • La douleur, POL, 1985. Tr. El dolor
  • La música deuxième, Gallimard, 1985.
  • Les yeux bleus cheveux noirs, Minuit, 1986.
  • La pute de la côte normande, Minuit, 1986.
  • La vie matérielle, POL, 1987. Tr. La vida material, ensayos.
  • Emily L., Minuit, 1987.
  • La pluie d'été, POL, 1990.
  • L'Amant de la Chine du Nord, Gallimard, 1991.
  • Yan Andrea Steiner, POL, 1992.
  • Écrire, Gallimard, 1993.
  • C'est tout, POL, 1995.
  • La mer écrite, Marval, 1996, con fotografías de Hélène Bamberger.
  • Cahiers de guerre et autres textes, POL, 2006, de los archivos (textos de 1943 y 1949)
  • Le boureau de poste de la rue Dupin, Gallimard, 2006, entrevistas con François Mitterrand.
  • La passion suspendue, Le Seuil, 2012, entrevistas con Leopoldina Pallotta della Torre (or. italiano, 1987)




Filmografía

  • 1967 : La Música
  • 1969 : Détruire, dit-elle
  • 1972 : Jaune le soleil
  • 1972 : Nathalie Granger
  • 1974 : La Femme du Gange
  • 1975 : India Song
  • 1976 : Des journées entières dans les arbres 
  • 1976 : Son nom de Venise dans Calcutta désert
  • 1977 : Le Camion
  • 1977 : Les Plagues de l'Atlantique (Baxter, Vera Baxter)
  • 1978 : Les Mains négatives (cortometraje)
  • 1978 : Cesarée
  • 1979 : Aurélia Steiner (Vancuouver) (cortometraje)
  • 1979 :  Aurelia Steiner (Melbourne) (cortometraje)
  • 1979 : Le Navire Night
  • 1981 : Agatha et les lectures illimitées
  • 1981 : L'Homme atlantique
  • 1982 : Il Diálogo di Roma (documental)
  • 1984 : Les Enfants

Wikipedia


1 comentario:

  1. Me encanta su estilo.Empecé e conocerlo luego de ver la película El amante, que me impactó por la crudeza de su relato y lo que es más, que era autobiográfica.

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