sábado, 8 de febrero de 2014

Stanislaw Lem




DE OTROS MUNDOS


Stanislaw Lem
(1921 - 2006)

(Lvov, 1921 -Cracovia, 2006) Escritor polaco, uno de los grandes maestros de la literatura de ciencia ficción, autor de títulos como Solaris, llevada al cine en dos ocasiones con enorme éxito, Ciberíada o Congreso de futurología. Referente absoluto de la literatura fantástica, a través de sus obras, caracterizadas por el rigor científico, Lem intentó transmitir el sentimiento de abandono e indefensión del hombre frente a la vastedad del universo.

Hijo único de un matrimonio de origen judío, Stanislaw Lem inició en 1939 sus estudios de medicina, que debió abandonar tras la ocupación alemana. Los Lem lograron huir del gueto, no así la mayoría de sus familiares y amigos, que terminaron sus días en el campo de exterminio de Belzec (entre 1942 y 1943 murieron gaseadas en este campo unas 600.000 personas).


Stanislaw Lem


Durante la guerra, Lem trabajó como soldador y mecánico, y traficó con armas para la resistencia polaca. En 1946 se estableció en Cracovia, ciudad que ya no abandonaría. Ese mismo año publicó su primera obra, Hombre de Marte, en una revista juvenil. Dos años después, pese a sus discrepancias manifiestas con las teorías del biólogo Trofim Denisovich Lisenko, que le reportaron no pocos quebraderos de cabeza, logró terminar la carrera de medicina en la especialidad de psicología.

A la par que ejercía como médico ginecólogo, corría el riesgo de ser incorporado a filas como médico militar y abandonó la disciplina a los pocos meses; ultimó la novela realista El hospital de la transfiguración (1948), en la que relata los avatares de unos médicos en un hospital psiquiátrico de la Polonia ocupada que intentan salvar a los enfermos de un exterminio seguro.

“Abrumado por el absurdo de las circunstancias”, según diría él mismo, tras esta primera incursión abandonó el realismo social para “sortear la censura estalinista” y crear ese universo personal, de impecable factura técnica, que le daría renombre internacional. Hombre profundamente culto, sus obras aúnan y exploran disciplinas tan dispares como la psicología, la estadística, la lógica, la física o la cibernética.

De la pluma de Lem surgirían, sucesivamente, títulos de referencia como Los astronautas (1951), La nebulosa de Magallanes (1955) y Diarios de las estrellas(1957), una original obra cómica del espacio por la que fue comparado con Jonathan Swift y Lewis Carroll, y en la que aparece por vez primera su famoso personaje Ijon Tichy. Le siguieron Edén(1959), Retorno de las estrellas (1961) -su primera incursión en el subgénero psicológico-, Memorias encontradas en una bañera (1961) y la que sin duda se convertiría en su obra cumbre, Solaris (1961).

En Solaris, el psicólogo Kris Kelvin, procedente de la Tierra, es enviado a la estación de observación del planeta Solaris para reemplazar a un ocupante que ha muerto en extrañas circunstancias y averiguar qué ha ocurrido. Allí descubrirá que los dos supervivientes están al borde de la demencia y que extrañas presencias, seres fantasmales y al mismo tiempo corpóreos, deambulan por el lugar e interfieren en la vida de los humanos.

Solaris fue llevada al cine en 1972 por el director soviético Andrei Tarkovski y pronto fue considerada película de culto. Aclamado en los países del Este, el filme obtuvo el Gran Premio Especial del Jurado en el Festival Internacional de Cine de Cannes y muchos lo consideraron la respuesta soviética a 2001: Una odisea del espacio, de Stanley Kubrick. Tres décadas más tarde el realizador estadounidense Steven Soderbergh la llevó de nuevo a la gran pantalla, cosechando un rotundo éxito.

Fotogramas de Solaris (1972), de Andrei Tarkovski


En libros posteriores, Lem, sin abandonar su tono pesimista, desarrollaría un estilo satírico-humorístico inimitable. Fábulas de robots (1964) y su continuación,Ciberíada (1965), constituyen una serie de fábulas alegóricas en las que superpone las más imaginativas posibilidades tecnológicas a los esquemas tradicionales del cuento fantástico o la leyenda medieval. En ellas aparecen también dos de sus personajes más esperpénticos: los constructores Trurl y Clapaucio.

Tras estas obras vendrían títulos como La voz de su amo (1968), Relatos del piloto Pirx (1973), la colección de reseñas de libros imaginarios Vacío perfecto(1971), en la estela de Voltaire y Borges, y Congreso de futurología, de ese mismo año, donde recupera al astronauta Ijon Tichy.

En 1973 escribió Un valor imaginario, una nueva colección de prólogos de libros no escritos, mezcla entre experimento y sátira, obra a la que sumaría, en la segunda mitad de la misma década, La investigación (1976), una novela de misterio y crímenes, de ambiente profundamente kafkiano, y La fiebre del heno, del mismo año, en la que fundía elementos de la novela negra con la ciencia ficción.

BIOGRAFÍAS Y VIDAS







El escritor polaco Stanislaw Lem en 1977.
El escritor polaco Stanislaw Lem en 1977. GETTY 

La taberna de Cracovia ¡Caramba!

El escritor y realizador cinematográfico español mantuvo una peculiar charla con el escritor polaco Stanislaw Lem, uno de los grandes maestros de lo que ha venido en llamarse ciencia-ficción y que, en su caso, trasciende el género por su sorprendente originalidad, su reflexión ética y su habilidad para la intriga. La entrevista con el autor de Solaris y Un valor imaginario, entre otras novelas, se realizó a través de un ordenador


Gonzalo Suárez
13 de julio de 1996

Una insidiosa sordera le mantenía aislado. Su esposa puso como condición hablar en ruso o en alemán. La mediación de un intérprete fue desestimada. Por fin, el profesor Lem accedió a conceder la entrevista a través de un ordenador instalado en una taberna pirata de Cracovia que sólo abre al amanecer para quienes se desayunan con vodka y humo al son de un ronco clarinete. En un principio, resultó exasperante establecer la conexión. De pronto, las palabras irrumpieron en la pantalla. Para empezar, formulé una pregunta prosopopéyica. Paso a connotar el resultado.
Pregunta. La realidad es un bosque muy variado. Fracasa quien pretende describirla. Uno puede ser árbol o matojo, pájaro, tigre o lagartija, piedra, liquen, mosca, nube o bacteria, aire, agua, viento o fuego, sima o cima, caverna o abismo, enredadera. ¿Desaparece la montaña cuando miramos al mar?
Respuesta. Solemos ser obtusos cuando hablamos a la ligera de la realidad. Nuestra única realidad, en este momento, es el lenguaje. Aténgase a ello.
P. Perdone. No pretendía hablar de realidad sino de perspectiva.
R. La perspectiva es tan cambiante como la realidad. Le recuerdo que esto es sólo una entrevista, un deleznable género literario que goza de absoluta impunidad. Diga lo que quiera, pero no suscite mi complicidad.
P. De acuerdo. La ausencia de pensamiento en los dispositivos parlantes, eso que usted llama “quitar el antifaz”, nos revela el comportamiento de la mente humana, donde el yo pensante es una hipótesis o suposición del propio engranaje mental, ¿quién dicta las palabras que estoy pronunciando, señor Lem?
R. Lem son sólo las siglas de un módulo de exploración provisto de un diminuto cerebro electrónico incapaz de responder a preguntas ce índole ontológica. P. Sin embargo, ese módulo llamado Lem ha escrito treinta y tantos libros y ha emitido afirmaciones tan singulares como la de que todo lo creado en el siglo XX no vale nada.





"El animal humano es un proyecto más de la naturaleza en un contexto cósmico"

R. Eso es evidente. El siglo XX ha sido sólo un intento de puesta a punto de estrategias tecnológicas cuya validez intrínseca es nula.
P. Supongo que se trata de una boutade, no se puede negar la evolución, por artificial y catastrófica que resulte, de todo un siglo de extraordinarios descubrimientos.
R. Si echa jabón en una palangana llena de agua y la agita, brotarán burbujas, pero las burbujas son efímeras y su contenido es nada.
P. ¡Qué fracaso!
R. Ni éxito ni fracaso, trampa.
P. Si se trata de trampa y la llamada evolución es sólo huida hacia adelante que produce transformaciones triviales, no estamos abocados a la catástrofe?
R. Sí.
P. ¿Qué esperanza podemos tener?
R. Cada cual es libre de elegir su opción más esperanzadora.
P. Pero, ¿es posible la esperanza?
R. La esperanza, sí.
P. Me refiero a una esperanza que corresponda a nuestras apetencias humanas.
R. La esperanza no es más que una apetencia humana. Una veleidad psicológica que de no estar acorde con el código en funciones conlleva desesperación. Es posible, pero superflua.
P. ¿Engañosa?
R. No engañosa, superflua. Quizá encubridora. Pero no impartamos más opiniones. Resultaría más interesante tratar de averiguar las fronteras que nuestro diálogo establece limitando la imaginación o reconvirtiéndola en aderezo residual.
P. ¿Algo así como lo de la flecha de Lucrecio, lanzada desde los límites del universo para demostrar que el universo no tiene límites?
R. Esa es una estúpida especulación. Nosotros sólo podemos comprobar los límites de nuestros circuitos mentales, explorar los códigos diferentes del pensamiento ininterrumpido y agotarnos en el empeño sin llegar jamás a conclusiones porque sólo somos receptores de ruido que nos obstinamos en organizar, confundiendo el orden con el sentido.
P. ¿Y qué sentido tiene eso?
R. Ninguno, por supuesto. Nc tiene sentido, pero funciona. Sin exceder jamás el tejemaneje del lenguaje, hasta que el lenguaje se modifica por desgaste y sobreviene un estado ensimismado que nos hace atisbar la existencia del silencio como liberación. Esa fisura histórica produce inmediato pánico y reanudamos la noria del discurso en curso, reiterándonos en círculos viciosos, y todos los círculos lo son, hasta la muerte y destrucción del cerebro.
P. ¡Caramba!
R. Bonita palabra, ¿qué significa?
P. No significa, denota.
R. Estupor, supongo.
P. Asombro.
R. Imaginemos que fuera la palabra primigenia, la que primero pronunció el hombre primitivo al producirse el primer destello de consciencia y vislumbrar la realidad, ¡caramba!
P. Cabría plantearse incluso si pronunció la palabra porque descubrió la realidad o descubrió la realidad porque pronunció la palabra, “Caramba” equivaldría al “ábrete sésamo” de la conciencia.
R. Si fue antes o después no cambia nada. Ahí radica la irrisión de nuestras elucubraciones. La causalidad o casualidad es irrelevante desde el momento en que el tiempo es reversible pero irreparable. Aunque nuestra percepción alterara lo real y realmente desapareciera la montaña cuando miramos al mar, no solucionaríamos el problema porque un tornillo apretado en sueños no resuelve una situación que existe cuando uno está despierto.
P. Eso me recuerda lo de “si tuerces a la izquierda, perderás la cabeza. Si tuerces a la derecha, morirás. Y no hay camino de retorno”.
R. Exactamente.
P. También lo de “salvaréis al hombre rechazando todo lo humano”.
R. Efectivamente. Pero no cometamos la puerilidad de atribuir al dudoso concepto de “lo humano” cualidades específicas que lo conviertan necesariamente en una alternativa menos desastrosa. Tenemos razones para pensar todo lo contrario. El animal humano, más allá de sus buenas o malas intenciones, biológica o psicológicamente, con alma o sin ella, calzado o descalzo, es un proyecto más de la naturaleza en un contexto cósmico, dudosamente amable, aparentemente hostil, probablemente indiferente, y del que, en cualquier caso, es imposible emanciparse porque no conocemos ni conoceremos el universo, por muchos siglos que consigamos sobrevivir y por mucha tecnología que obtengamos o nos sea dada. Es bastante tonto hablar de lo humano porque el hombre vive fuera de casa.
P. Pero estamos aquí.
R. Sí. En una pantalla de ordenador, en un espacio imaginario donde las palabras confluyen, en una taberna inexistente de la ciudad de Cracovia, fuera hace frío, el suelo está helado, y de repente todo esto se habrá esfumado, mientras un lector perplejo descubre nuestra conversación fosilizada en la página de un periódico y su mirada aliviada se topará, por fin, con el punto final, y exclamará “¡Caramba!”.


Stanislaw Lem

Muere el escritor polaco 

Stanislaw Lem, 

autor de 'Solaris'

AGENCIAS Varsovia 27 MAR 2006 - 21:27 CET

El novelista polaco Stanislaw Lem, especializado en la literatura de ciencia ficción, ha fallecido hoy en Cracovia a los 84 años, según ha informado su asistente personal, Wojciech Zemek. El escritor falleció en la Clínica de Cardiología de Cracovia donde estuvo ingresado desde hace varias semanas.
Autor de Solaris o Qatar, entre otros títulos que entraron en la cúspide de literatura de ciencia ficción mundial del siglo XX, vendió más de 27 millones de ejemplares de libros y fue traducido a 41 idiomas.
Entre los títulos más conocidos de su obra, destacan SolarisCiberiadaLas historias del piloto Prix o Qatar. La novela más conocida de Lem fuera de su país natal, Solaris, fue llevada en dos ocasiones a la gran pantalla, la primera por el realizador soviético Andrei Tarkovski en 1972 y, la segunda, con el actor George Clooney en el papel principal.
Escritor y científico
Stanislaw Lem nació en 1921 en la ciudad de Lvov, entonces polaca y hoy ucraniana, en el seno de una familia de médicos, cuya tradición profesional decidió continuar, aunque sentía una gran atracción por la literatura. Ingresó en la facultad de Medicina de la Universidad de Lvov, pero durante la ocupación nazi tuvo que interrumpir los estudios y trabajar como mecánico y soldador.
Cuando Lvov pasó a formar parte de la Ucrania soviética, él y su familia se trasladaron a Polonia en 1946 y Lem reanudó sus estudios de medicina en Cracovia. El momento crucial de su vida, según recalcó en muchas entrevistas, fue la relación que entabló con el doctor Mieczyslaw Choynowski, que lo empleó como ayudante suyo en el centro de estudios científicos que fundó en Cracovia.
Fue allí donde empezó a estudiar Lógica, Metodología, Psicología e Historia de las Ciencias Naturales, disciplinas que luego le resultaron de gran utilidad, cuando empezó a escribir libros de ciencia ficción.
El polaco más leído
Lem debutó como escritor en 1946 con su relato Czlowiek z Marsa (literalmente, El hombre de Marte), publicado por entregas en la revista Nowy Swiat Przygod (El Nuevo Mundo de las Aventuras). Cinco años después, apareció su primera novela de ciencia ficción, Los astronautas.
Otros libros que alcanzaron un gran éxito y están publicados en español son Retorno de las estrellasSolaris y Relatos del piloto Pirx, que pasaron a ser obras relevantes de la ciencia ficción mundial.
En 1973, Lem fue nombrado miembro honorífico de la asociación de los Escritores de Ciencia Ficción en América, de la que posteriormente fue expulsado por criticar el bajo nivel de la literatura de este género en Estados Unidos. En 1976, la asociación quiso readmitirle, pero Lem rechazó la propuesta.

Nos internamos en el cosmos preparados para todo, es decir para la soledad, la lucha, la fatiga y la muerte. Evitamos decirlo, por pudor, pero en algunos momentos pensamos muy bien de nosotros mismos. Y sin embargo, bien mirado, nuestro fervor es puro camelo. No queremos conquistar el cosmos, sólo queremos extender la Tierra hasta los lindes del cosmos. Para nosotros, tal planeta es árido como el Sahara, tal otro glacial como el Polo Norte, un tercero lujurioso como la Amazonia. Somos humanitarios y caballerosos, no queremos someter a otras razas, queremos simplemente transmitirles nuestros valores y apoderarnos en cambio de un patrimonio ajeno. Nos consideramos los caballeros del Santo Contacto. Es otra mentira. No tenemos necesidad de otros mundos. Lo que necesitamos son espejos. No sabemos qué hacer con otros mundos. Un solo mundo, nuestro mundo, nos basta, pero no nos gusta como es.

Stanislaw Lem
Solaris




Google rinde homenaje al autor de 'Solaris' con un juego de pruebas lógicas

El logotipo del buscador recuerda el 60º aniversario de la primera publicación de Stanislaw Lem

ABEL GRAU Madrid 23 NOV 2011 - 10:24 CET

Google ha desarrollado uno de sus logotipos (llamados doodles) más elaborados hasta la fecha, con una animación que incluye pruebas de lógica, para conmemorar el 60º aniversario de la primera publicación de Stanislaw Lem (1921-2006), uno de los gigantes de la ciencia ficción del siglo XX, entre cuyas obras se incluye la novela Solaris (1961), adaptada al cine por Andrei Tarkovsky y Steven Soderbergh.
El buscador presenta un logotipo animado protagonizado por una especie de científico loco de cierto parecido con el propio Lem, que va imaginando máquinas diversas, desde un robot gigante que exhibe una calculadora en el pecho hasta un gran cañón que lanza balas humanas, al estilo de los números circenses, contra una especie de astro cúbico habitado. Ante cada nuevo artilugio, el científico plantea una prueba al usuario, con niveles de dificultad crecientes. En la calculadora del androide, por ejemplo, se muestran dos pantallas, una con una suma sencilla y otra en la que el usuario compone el resultado con dos teclas. Las ilustraciones de las secuencias se inspiran en los dibujos de Daniel Mroz para la colección de cuentos de Lem Ciberíada.
Formado como doctor y excombatiente de la resistencia polaca contra la invasión alemana en la II Guerra Mundial, Lem escribió una variada producción literaria que incluye poemas, ensayos y cuentos, escritos en los años cuarenta y cincuenta. En 1951 publica su primer texto, Los astronautas. Sin embargo, su primera gran obra, Hospital de la Transfiguración (1948), no se pudo publicar hasta 1955, cuando la muerte de Josef Stalin en la URSS conllevó una disminución de la censura ideológica.
Ciberíada, publicada en 1965, fue otra obra fundamental, como Las historias del piloto PrixQatar y La voz de su amo, de 1968, donde narra la posibilidad de comunicarse con una civilización alienígena, a través de la historia de un proyecto secreto para descifrar un mensaje extraterrestre que acaba en fracaso.
Con todo, Solaris sigue siendo su texto más conocido. Publicado en 1961, explora la cuestión del tiempo, la identidad y la memoria mientras narra la historia de un encuentro con una misteriosa inteligencia alienígena, y de los extraños sueños que afectan a los astronautas. Fue llevado al cine por el director ruso Andrei Tarkovsky en 1972 y por el estadounidense Steven Soderbergh en 2002, con George Clooney en el papel protagonista.
Lem siempre fue muy crítico con la literatura de ciencia-ficción. Sostenía que la mayoría del género estaba mal planteado y peor escrito y que estaba más interesado en las aventuras que en las ideas o en buscar nuevas formas literarias. Semejante actitud ocasionó que le retiraran la categoría de miembro de honor de la asociación de la asociación Science Fiction Writers of America en 1976. Más tarde le propusieron ingresar de nuevo pero declinó la oferta. Lem falleció en 2006, a los 84 años, tras sufrir un infarto de miocardio.


Stanisław Lem es un erudito y un virtuoso de la estilización; su creación se puede calificar como la de un genio. Las obras, equipadas con un fondo científico elaborado, conducen al lector a un laberinto interminable de géneros y estilizaciones. Al igual que los héroes solitarios de Lem, sus novelas se distancian de las pasiones y preocupaciones del día a día. Testimonian un intelecto elevado muy por encima de las posibilidades del individuo; una mente a veces maliciosa, otras veces llena de humor, sorprendente, bondadosa y escéptica, que aterra al lector al tiempo que invariablemente le sirve una paradoja. Su imaginación es tan poderosa y original que el mundo creado siempre se muestra verosímil y tangible. Leed a Lem: es un gran escritor y una de las mentes más poderosas de nuestros tiempos.

"The New York Times Review of Books"
http://spanish.lem.pl/




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