sábado, 5 de marzo de 2016

Marilynne Robinson / Una de las grandes


Marilynne Robinson
Ilustración de Triunfo Arciniegas
(1943)

Marilynne Robinson, premiada escritora estadounidense, nació el 26 de noviembre de 1943 en Sandpoint, Idaho.
Hija de Ellen Harris Summers y John J. Summers, Robinson vivió en su infancia en pequeñas ciudades del Medio Oeste de los Estados Unidos; estudió en Pembroke College, el colegio femenino de la Universidad de Brown y recibió su licenciatura en Filosofía y Letras en 1966; más tarde, obtuvo un PhD en inglés en la Universidad de Washington (1977).
Debutó en la ficción en 1980 con su novela Vida hogareña (Housekeeping), que tuvo inmediatamente un éxito de crítica: fue nominada al premio Pulitzer y dos años después ganó el Hemingway que otorga el Pen Club de Nueva Inglaterra. Hubo que esperar casi un cuarto de siglo para su segunda novela, Gilead, que, publicada en 2004, fue incluso más exitosa que la anterior: se hizo con el premio del Círculo de Críticos de ese año y, al siguiente, con el Pulitzer y el Ambassador Book Award. En casa (Home, 2008) fue finalista del Premio Nacional del Libro y obtuvo el Orange 2009. En 2014 publicó su cuarta novela, Lila, que recibió asimismo muy buena crítica.
Robinson ha publicado, a partir de 1989, también una serie de ensayos, algunos de los cuales han sido distinguidos con importantes galardones. Mother Country: Britain, the Welfare State, and Nuclear Pollution, su primer libro de no ficción, fue finalista del Premio Nacional del Libro; Absence of Mind: The Dispelling of Inwardness from the Modern Myth of the Self ganó en 2009 el de las Conferencias Terry de la Universidad de Yale y The Death of Adam: Essays on Modern Thought (1998), el PEN/Diamonstein-Spielvogel Award for the Art of the Essay.
Ha escrito artículos y críticas literarias para revistas como Harper'sThe Paris Review y The New York Times Book Review. Ha obtenido residencias en diversas universidades, da clases en Iowa Writers' Workshop y vive en Iowa City.
Criada como presbiteriana, Robinson se hizo más tarde congregasionalista y a veces predica la Iglesia Congregacional Unida de Cristo en Iowa.
WIKIPEDIA



"Hacemos todo lo posible para distraernos de la soledad, 
pero somos esencialmente criaturas solitarias."
Marilynne Robinson


"Un escritor sabe el cuidado y las horas que ha pasado para crear un determinado texto, por lo que algunas críticas deberían ser más humanas."
Marilynne Robinson



"Ya tenemos suficiente riqueza. Deberíamos ser capaces de pensar en cosas que no fueran cómo generar aún más."
Marilynne Robinson



Marilynne Robinson
Ilustración de Triunfo Arciniegas

Marilynne Robinson: 

"Las historias que escribo 

son como si las soñara"


Irene Dalmases
EFE
Barcelona22 nov 2015


Hay quien dice que no falta mucho para que la escritora norteamericana Marilynne Robinson gane el Nobel de Literatura. Esta semana ha estado en Barcelona, en el marco de su gira europea, y ha hablado con Efe de "Lila", una historia de amor protagonizada por una joven sin hogar y un anciano reverendo.
Lacónica en sus respuestas, la autora señala que sus relatos, los últimos ambientados en la ficticia población de Gilead, en el estado de Iowa, surgen un poco "como si los soñara", con personajes que quedan muy dentro de su mente y que acaban pidiendo salir.
En el caso de "Lila" (Galaxia Gutenberg/Edicions de 1984), rememora que puede considerarse como la tercera parte de una saga que inició con "Gilead", premio Pulitzer 2005 y National Book Critics 2004, y que continuó con "En casa", distinguida con el Orange Prize a la mejor novela de ficción.
Sentada en una mesa de una de las salas de la sede barcelonesa de Galaxia Gutenberg, destaca de ella su larga cabellera blanca y su hablar pausado, mientras asegura que el personaje de "Lila" lo tenía muy presente en su interior desde que acabara las otras dos novelas, pero "me resistía a la idea de una secuela".
Sin embargo, "los personajes tenían suficiente fuerza como para hacer otra y aquí está la tercera", explica Robinson.
El lector que se enfrente a este texto esperanzador podrá conocer la peripecia de una joven, a partir de sus cuatro o cinco años, en la década de 1920, en el medio oeste estadounidense, donde vive con un grupo de personas sin que nadie se preocupe mucho por ella, lo que posibilita que una noche una mujer conocida como Doll se la lleve de allí e inicie una vida recorriendo polvorientos caminos.
Un día de tormenta, Lila acabará en la iglesia de Gilead, donde ejerce el reverendo John Ames -un viejo conocido de otras obras de Robinson- con quien acabará estableciendo una particular relación, con hijo incluido.
Sobre el hecho de que el argumento vaya hacia adelante y hacia atrás en el tiempo, la escritora indica que "es así como funciona mi mente".
Marilynne Robinson, nacida en Sandpoint, Idaho, en 1943, quita importancia a que se la haya comparado con Sherwood Anderson o incluso con William Faulkner, especialmente, por la construcción de un imaginario muy de la América profunda, impregnado de religión, aunque otras cuestiones estén igualmente presentes, desde la soledad, al miedo o la redención.
No esconde que desde hace más de tres décadas pertenece a una iglesia de Iowa City, población universitaria en la que vive desde hace años, y donde también da clases de Antiguo y Nuevo Testamento.
Asimismo, dice estar fascinada por el paisaje americano, que "configura la manera de ser de las personas".
"Una de las cosas más sorprendentes de los primeros asentamientos en el norte de los Estados Unidos es que son iguales a los pueblos escandinavos de donde provienen muchos de sus habitantes", reflexiona.
Preguntada sobre si le pesa tener éxito con sus obras, confiesa que cada vez que publica un libro se vuelve "muy vulnerable" y, entre otras cuestiones, le preocupan las críticas crueles.
"Un escritor sabe el cuidado y las horas que ha pasado para crear un determinado texto, por lo que algunas críticas deberían ser más humanas", considera Marilynne Robinson.
Tampoco sigue los informes que su editorial prepara sobre cuántos libros vende en los diferentes países del mundo a los que ha sido traducida ni las críticas que se escriben sobre ellos.
La escritora se sincera al afirmar que ha aprendido, con el tiempo, que "podría haber veinte críticas buenas a una novela mía, pero, si apareciera una mala, yo sólo recordaría ésta".
Considerando la lectura como uno de los grandes placeres de la vida, dice tener en mente nuevos proyectos literarios, algunos de ellos ensayos sobre la vida pública americana.
Tanto Galaxia Gutenberg como Edicions de 1984 tienen previsto publicar el próximo año su primera novela, que data de 1980, "Housekeeping", que fue nominada al premio Pulitzer y con la que ganó el Hemingway que otorga el Pen Club de Nueva Inglaterra.



UNA GRANDE DE LAS LETRAS DE EEUU

Marilynne Robinson: 

"Soy un bicho raro y me lo puedo permitir"

La escritora era una autora semisecreta hasta que fue entrevistada por el presidente Barack Obama

ELENA HEVIA / BARCELONA
DOMINGO, 22 DE NOVIEMBRE DEL 2015 - 15:54 CET
Es toda una hazaña que un autor se convierta en un clásico vivo desde el minuto cero. Le ha pasado a Marilynne Robinson, un nombre a situar de inmediato en el altar del bien poblado universo de los escritores norteamericanos. Robinson vive un poco al margen de los fastos mediáticos. A sus 68 años tan solo ha escrito cuatro novelas. Las tres últimas ‘Gilead’, ‘En la casa’ y ‘Lila’ (las tres publicadas por Galaxia Gutenberg y la última también en catalán por Edicions de 1984) componen distintas miradas a una misma historia marcada por el sentimiento religioso y un lenguaje poético que bebe directamente de los padres fundadores de las letras americanas, Melville y Hawthorne. Su condición de autora secreta estalló en mil pedazos cuando el pasado septiembre Barak Obama, uno de sus más atentos lectores, le propuso que se prestara a una conversación que se publicó en ‘The New York Times’. A Robinson la distinción no se le ha subido a la cabeza.
Sus novelas se sitúan en el pueblo imaginario de Gilead entre los años 20 y los 50. ¿Cómo llegó a este mundo?
Durante muchos años viví en las montañas de Massachusetts hasta que un día me invitaron a formar parte de la legendaria escuela de escritores de Iowa. Les dije que solo me quedaría dos años pero desde entonces no me he movido de allí. Me interesó la historia de esa zona del Medio Oeste, de sus primeros asentamientos en el siglo XIX. Eran abolicionistas que crearon una cultura muy vinculada a la religión y a la educación. Quise que el protagonista de mi primera novela, el reverendo Ames, un anciano de 70 años que escribe una larga carta a su hijo de siete años, descendiera de esa tradición.

"La realidad existe de una forma bastante compleja y cada uno tiene su propia forma de abordarla"

¿Por qué quiso darle voz a Lila, la joven esposa del predicador?
Aparecía en las otras novelas y aunque tenía una realidad muy concreta para mí, quedaba un tanto desdibujada para los lectores. Es una forma de darle espacio y tiempo.
La visión de la realidad de Lila es muy distinta de la de Ames. ¿Al no coincidir las distintas versiones de los personajes está queriendo decir algo sobre la verdad?
Creo que la realidad existe de una forma bastante compleja y que cada uno tiene su propia forma de abordarla. Ames es un hombre muy leído y Lila es bastante vulgar, su lenguaje es como el de nuestras viejas canciones country.
También tiene que ver con el estilo de la Biblia, de la que es usted una gran lectora.
Los escritores que más admiro, como Faulkner, eran grandes lectores de la Biblia. Es un lenguaje literario que ha calado de forma muy significativa en la tradición americana.
¿Escribir así en el siglo XXI no hace que se sienta un poco sola?
Bien (ríe), soy un bicho raro y me lo puedo permitir. Cuando enseño a los jóvenes escritores intento hacerles entender que cuantas más posibilidades tengan frente a ellos, mejor. No deben sonar igual que el último 'best-seller'.
Sus personajes persiguen la gracia. ¿Qué persigue usted como escritora?
Pues lo mismo. Sí, persigo la gracia, entendiendo que es algo superior a la sabiduría.

"Los terroristas están intentando abocarnos a una respuesta irracional, su objetivo es que nos armemos"

¿En estos tiempos más bien laicos, se siente bien leída?
Tengo lectores que no son en absoluto religiosos y que no comparten mi elección personal. Nunca he sentido eso como un obstáculo. Creo que casi todo el mundo tiene una base religiosa. Mis libros han sido traducidos al persa y al árabe y en todos los sitios, excepto en Irán, han sido bien recibidos.
La cara oscura de la religiosidad nos ha mostrado recientemente a unos terroristas gritando ‘¡Alá es grande!’ en París.
Eso ha pasado una y otra vez a lo largo de la historia. La gente utiliza la religión de forma lamentable, pero no es un reflejo de la propia religión porque todas las confesiones prohíben la violencia.
Usted escribió un ensayo sobre el miedo en nuestra vida cotidiana. Ahora tiene mucho más material para sus argumentos.
El miedo bloquea el juicio de la gente y le impide dar la respuesta adecuada. Lo que los terroristas están intentando hacer con nosotros es abocarnos a una respuesta irracional, su objetivo es que nos armemos. Y eso, claro está, será inevitable, pero no legítimo. Hay otras salidas.
¿Cómo se siente una cuando es entrevistada por el presidente de los Estados Unidos?
Muy nerviosa. Se me trabucaban las frases y me faltaba vocabulario. Pero él fue muy agradable. Es un hombre muy atento a los pensamientos y las ideas de las otras personas. Se aseguró de que aquello fuera una buena experiencia.
La entrevista estaba bien. No sé si nuestros políticos serían capaces de hacer algo así.
(Ríe). Bueno, él es un hombre brillante, no hay duda.

EL PERIÓDICO



Marilynne Robinson: «Durante años he practicado eso de no ser famosa»

Fue el presidente norteamericano, Barack Obama, quien sacó a esta escritora de su anonimato. «La Biblia está en mi mente y en mi literatura», reconoce la autora de «Gilead y «Lila»






Marilynne Robinson - Inés Baucells

Marilynne Robinson alterna la mirada fija a los ojos del entrevistador con la expresión ausente cuando algo de lo que escucha no es de su agrado (por ejemplo, hablar mal de Calvino). No es persona proclive a las medias tintas. Doctora en Literatura Inglesa y profesora en la Universidad de Iowa en el mismo taller de escritura donde Salter y Cheever impartieron clases, nunca publicaría una línea de la que no estuviera convencida. Esa actitud meticulosa explica los veinticuatro años transcurridos entre su primera novela, «Vida hogareña» (1980), que Galaxia Gutenberg editará en febrero, y la «Trilogía del Medio Oeste» -«Gilead» (2004), «En casa» (2008) y «Lila (2014)-, que ha visto la luz en español en el mismo sello. Premiada con el Nacional de la Crítica norteamericana y el Pulitzer por «Gilead», Robinson no ha dejado de cosechar reconocimientos: «En casa» fue galardonada con el Orange a la mejor obra de ficción y en 2010 su autora ingresó en la American Academy of Arts and Sciences.
Ojos azules, melena cana, Robinson entrelaza las manos que apoya sobre la mesa. Para conseguir una de sus dosificadas sonrisas, nada mejor que recordarle a su interlocutor más famoso: Barack Obama, 14 de septiembre de 2015. Después de ser invitada a cenar con él y su familia en la Casa Blanca, Obama entrevistó en público a su escritora favorita: «Fue iniciativa suya y debo reconocer que me hizo preguntas muy interesantes. Es toda una experiencia que el presidente de tu país te pregunte acerca de la literatura de ficción», recuerda Robinson.
En aquella conversación, que publicó «The New York Times», Obama y ella hablaron de los reverendos John Ames y Robert Boughton; de la difícil existencia de Lila, la niña que padeció el abandono y el nomadismo en la Gran Depresión hasta hallar el sosiego con Ames; o de Jack, hijo de Boughton, siempre al filo de la marginalidad. El presidente y Marilynne Robinson se situaron en Gilead, ese pequeño pueblo de Iowa: una breve retahíla de casas en unas pocas calles, el elevador de grano, la torre de agua, la estación de tren y la iglesia que da sentido a una comunidad cohesionada por la religión. Es en Gilead donde un John Ames enfermo terminal escribe una carta dirigida a su hijo de siete años. Es a Gilead donde la hija de Robert Boughton acude para cuidar a su padre moribundo e intenta que su hermano -el díscolo Jack- encuentre, por fin, el buen camino. Contemplándolo todo, la sencilla bondad de Lila, que consiguió que el reverendo Ames recuperara el amor cuarenta años después de la muerte de su primera mujer… Personajes enlazados en tres novelas de aliento mítico. Ecos de la Biblia. América profunda. Robinson es, tal vez, la seguidora más cualificada de William Faulkner.
Viajemos a Gilead, un topónimo que viene del hebreo Galaad, citado en el Génesis…
El nombre hace referencia al pacto, la paz y la curación en tiempos convulsos. Una ciudad del Medio Oeste habitada en el siglo XIX por gente de Nueva Inglaterra y comunidades utópicas alemanas. En estas pequeñas poblaciones nació una nueva cultura de resistencia a la esclavitud vinculada a la religión y la educación. Antes de la guerra civil, el esclavismo funcionaba en Norteamérica con el apoyo de ingleses y franceses: la respuesta era oponerse a la explotación del hombre por el hombre.
Sus novelas están repletas de citas bíblicas. ¿Se pueden leer como variaciones sobre las Sagradas Escrituras?
En la conversación que Robinson mantuvo con Obama, hablaron de los reverendos John Ames y robert Boughton
Las alusiones bíblicas no me sorprenden: desde niña estaba interesada en la «Biblia». La «Biblia» está en mi mente y en mi literatura.
Usted pasó de la Iglesia presbiteriana a la congregacionista. En España se sabe poco de esas corrientes cristianas…
Por encima de todo, me considero cristiana. Presbiterianos y congregacionistas son muy similares, aunque se hayan desarrollado de forma diferente. Los primeros provenían de Escocia y los segundos de Inglaterra. Los presbiterianos son más jerárquicos y los congregacionistas más democráticos: una comunidad que vota. Unos y otros se complementan: donde hay una iglesia presbiteriana no se abre una congregacionista, aunque no siempre se llevan tan bien: en Iowa, donde yo vivo, había una sola iglesia presbiteriana y sólo duró tres años… ¡Los congregacionistas acabaron construyendo su propia iglesia! («Sonríe»).
Hablemos de los predicadores, John Ames y Robert Boughton. ¿Qué los diferencia?
¡Boughton es presbiteriano y Ames congregacionista! Es broma. La verdad es que tienen temperamentos muy distintos. Boughton se pasa la vida perdonando a Jack, un hijo imperdonable, y Ames lo mira de reojo y también intenta perdonarlo. La teología de ambos es la del hijo pródigo, aunque Jack abusa de la parábola porque vuelve siempre a las andadas.
¿Hasta qué punto influye la religión en la política norteamericana?
«Los yihadistas buscan que nos venguemos. La sociedad democrática no debe caer en esa provocación»
No olvidemos que el preámbulo de la declaración de independencia es una paráfrasis del Salmo 8. Esa primera frase tiene una base teológica y eso influye en la cultura de un país. Lo que sí me molesta es esa manía de proclamar que todo irá a peor.
¿Cuáles son autores de cabecera?
Emerson es el más importante para mí junto a Emily Dickinson, Melville y Faulkner. De Emerson destacaría su estética de la percepción, una cualidad que también posee Whitman: siempre me conmueve.
¿El éxito de sus novelas le ha alejado de su faceta como ensayista?
¡En absoluto! En octubre publiqué un libro de ensayos en Gran Bretaña, «The Givenness of Things», una crítica a las sociedades contemporáneas.
Y ya que estamos en el territorio de la no ficción, ¿cómo podemos afrontar el terrorismo yihadista?
Estos actos superan los límites del horror imaginable. Los terroristas pretenden provocar para que se les responda con una venganza, pero la sociedad democrática no debe caer en esa provocación.
Nuestros políticos fallan, pero ¿son ellos los únicos culpables del deterioro de las instituciones democráticas?
«A veces olvidamos hasta qué punto vale la pena preservar nuestra civilización. Hay que proteger y conservar la democracia»
A veces olvidamos hasta qué punto vale la pena preservar nuestra civilización. Hemos dado por hecha la democracia y nos hemos olvidado de protegerla y conservarla. Me refiero, por ejemplo, a las observaciones de Tocqueville cuando describía la América en formación: valoraba la alfabetización y la cultura como la fuerza de la democracia. A principios del siglo XIX asistimos al momento más creativo de nuestras universidades, el campus como un pequeño paraíso del saber. Ahora se nos convence para que olvidemos aquellos ideales y el optimismo en el progreso humano. Es frecuente escuchar que debemos dejar de lado las humanidades a favor de la mal llamada y utilitarista economía del futuro.
Y lo llaman innovación…
Se habla constantemente de innovación, pero no sabemos en qué consiste reducir las personas a la competencia económica. La jerga presuntamente científica enmascara la rebaja de las expectativas personales: un darwinismo social que en lugar de mostrar compasión por los más débiles pretende deshacerse de ellos. En mi país se destinan millones de dólares a la investigación al mismo tiempo que se prefieren los ordenadores a los filósofos. La cultura es la emancipación de la imaginación y a eso nos ayuda la literatura.
En su caso, una literatura cristiana… ¿Cree que eso le distancia de determinado tipo de lectores, digamos, laicos?
Si es así se debe a que el conocimiento de los autores cristianos es muy superficial y tópico. ¡Es muy novedoso ser una autora cristiana en mi generación! En mis novelas pretendo recuperar los tesoros más preciosos de nuestra civilización. El ser humano es sagrado porque está creado a imagen de Dios.
¿Podrá volver a la soledad austera de Iowa para cerrar la serie sobre Gilead?
No se preocupe. Durante muchos años he practicado eso de no ser famosa y el hábito hace al monje.


BIBLIOGRAFÍA
Novelas
  • Housekeeping (1980) — Vida hogareña, trad.: Vicente Campos González; Galaxia Gutenberg, Barcelona, 2014
  • Gilead (2004) — Gilead, trad.: Montserrat Gurguí y Hernán Sabaté; Galaxia Gutenberg, Barcelona, 2010
  • Home (2008) — En casa, trad.: Montserrat Gurguí y Hernán Sabaté; Galaxia Gutenberg, Barcelona, 2012
  • Lila (2014) — Lila, trad.: Vicente Campos González; Galaxia Gutenberg, Barcelona, 2015
Ensayo
  • Mother Country: Britain, the Welfare State, and Nuclear Pollution (1989)
  • The Death of Adam: Essays on Modern Thought (1998)
  • Absence of Mind: The Dispelling of Inwardness from the Modern Myth of the Self (2010)
  • When I Was a Child I Read Books: Essays (2012)
  • The Givenness of Things (2015)

Premios

  • Hemingway Foundation/PEN Award 1982 por Vida hogareña
  • PEN/Diamonstein-Spielvogel Award for the Art of the Essay por The Death of Adam
  • Premio de Círculo de Críticos 2004 por Gilead
  • Premio Pulitzer 2005 por Gilead
  • Premio Grawemeyer de Religión 2006 (Universidad de Louisville)
  • Finalista del Premio Nacional del Libro 2008 por En casa
  • Premio del Libro 2008 de Los Angeles Times por En casa
  • Premio Orange 2009 por En casa
  • Premio de Círculo de Críticos 2014 por Lila
  • Premio Park Kyung-ni 2013




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