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Robert Walser
Robert Otto Walser
(1878 - 1956)
BIOGRAFÍA BREVE
Escritor suizo en lengua alemana, nacido en Bienne, Berna, en 1878, y fallecido en Herisau, Eppenzell, en 1956. Su obra, olvidada durante mucho tiempo, está considerada actualmente como una de las más originales de la literatura en lengua alemana del s. XX. Ejerció los más diversos oficios, entre Zurich y Berlín, incluyendo el de sirviente de una mansión a orillas del lago de Zurich. Desde 1929 hasta su muerte vivió recluido en una clínica psiquiátrica. Es autor de relatos y novelas en los que supo instilar el misterio y el absurdo de la vida cotidiana. Destacan Los hermanos Tanner(1907), El ayudante (1908) y, sobre todo, Jakob von Gunten (1909).
BIOGRAFÍA
Robert Walser, hermano del conocido pintor Karl Walser, nació en Biel, Suiza, el 15 de abril de 1878, y murió en la nieve, cerca de Herisau, Suiza, el 25 de diciembre de 1956. Había salido a pasear cerca del manicomio donde estaba recluido desde 1930.
Fue autor de una no demasiado extensa obra con tintes autobiográficos y caracterizada por un estilo que le es propio e inconfundible. Sus principales obras son Los hermanos Tanner, Jakob von Gunten, El ayudante, El bandido, Jakov von Gunten, Los cuadernos de Fritz Kocher, La habitación del poeta, El paseo y otros relatos. De manera póstuma han aparecido publicados Microgramas, una serie de notas que el autor escribía en papeles sueltos sin ánimo de publicarlos. En la actualidad está considerado como uno de los autores más originales de la literatura en lengua alemana del siglo XX.
Robert Walser nació en el seno de una familia numerosa y se crió en la ciudad de Biel, una de las tres ciudades bilingües de Suiza junto con Friburgo y Sierre, por lo que hablaba alemán y francés en forma fluida. Finalizados sus estudios primarios, ingresó en la escuela de educación secundaria "Gymnasium", pero debió abandonarla por los problemas económicos que tuvo la familia. Vivió durante varias temporadas en Berlín junto a su hermano mayor. Entre 1892 y 1895 trabaja como empleado de oficina, trasladándose a Stuttgart en 1895 y a Zürich en 1896, de un empleo en otro. Comenzó a dar sus primeros pasos como poeta. Con el tiempo, su interés y sus aptitudes literarias lo llevarían también a probar suerte como novelista, ensayista y creador de relatos cortos.
En 1898 el influyente crítico Joseph Victor Widmann publicó varios poemas de su autoría en el periódico "Der Bund", llamando la atención del escritor y crítico Franz Blei, quien lo introdujo en el mundo literario publicando numerosos relatos y poemas en la revista "Die Insel". En 1903 Robert Walser cumplió con el servicio militar obligatorio y tiempo después comenzó a trabajar como ayudante de un ingeniero e inventor en Wädenswil (cerca de Zürich), experiencia que se convertiría tiempo después en su novela "El ayudante" (1908). A finales de 1905 asistió a un curso para convertirse en sirviente del castillo de Dambrau en la Alta Silesia, episodio que se reflejaría luego en su obra "Jakob von Gunten" (1909). Tras unos años viviendo en Berlín, en 1913 volvió a Suiza y vivió en diferentes lugares hasta terminar en una buhardilla en el hotel "Blaues Kreuz" de Biel. Mientras participaba en la Primera Guerra Mundial (1914-1918), fallecieron su padre y su hermano Hernest, y tiempo después se suicidó Hermann, otro de sus hermanos. A principios de 1921 se trasladó a Berna con el fin de trabajar en la oficina de registro público, viviendo en diferentes lugares y siendo una persona muy solitaria.
En 1929 comenzó a sufrir ataques de ansiedad y alucinaciones, y decidió internarse en el manicomio de Herisau. Ya en 1909, al volver a su ciudad natal, había sufrido una fuerte depresión agravada por un cuadro de alucinaciones auditivas. En el manicomio permaneció el resto de su vida: 28 años. En la Navidad de 1956, en una de las tantas caminatas largas y solitarias que hacía Robert Walser, fue encontrado muerto de un ataque al corazón en un campo de nieve cerca del manicomio. Unos niños descubrieron el cuerpo y avisaron a la policía.
Robert Walser nació en el seno de una familia numerosa y se crió en la ciudad de Biel, una de las tres ciudades bilingües de Suiza junto con Friburgo y Sierre, por lo que hablaba alemán y francés en forma fluida. Finalizados sus estudios primarios, ingresó en la escuela de educación secundaria "Gymnasium", pero debió abandonarla por los problemas económicos que tuvo la familia. Vivió durante varias temporadas en Berlín junto a su hermano mayor. Entre 1892 y 1895 trabaja como empleado de oficina, trasladándose a Stuttgart en 1895 y a Zürich en 1896, de un empleo en otro. Comenzó a dar sus primeros pasos como poeta. Con el tiempo, su interés y sus aptitudes literarias lo llevarían también a probar suerte como novelista, ensayista y creador de relatos cortos.
En 1898 el influyente crítico Joseph Victor Widmann publicó varios poemas de su autoría en el periódico "Der Bund", llamando la atención del escritor y crítico Franz Blei, quien lo introdujo en el mundo literario publicando numerosos relatos y poemas en la revista "Die Insel". En 1903 Robert Walser cumplió con el servicio militar obligatorio y tiempo después comenzó a trabajar como ayudante de un ingeniero e inventor en Wädenswil (cerca de Zürich), experiencia que se convertiría tiempo después en su novela "El ayudante" (1908). A finales de 1905 asistió a un curso para convertirse en sirviente del castillo de Dambrau en la Alta Silesia, episodio que se reflejaría luego en su obra "Jakob von Gunten" (1909). Tras unos años viviendo en Berlín, en 1913 volvió a Suiza y vivió en diferentes lugares hasta terminar en una buhardilla en el hotel "Blaues Kreuz" de Biel. Mientras participaba en la Primera Guerra Mundial (1914-1918), fallecieron su padre y su hermano Hernest, y tiempo después se suicidó Hermann, otro de sus hermanos. A principios de 1921 se trasladó a Berna con el fin de trabajar en la oficina de registro público, viviendo en diferentes lugares y siendo una persona muy solitaria.
En 1929 comenzó a sufrir ataques de ansiedad y alucinaciones, y decidió internarse en el manicomio de Herisau. Ya en 1909, al volver a su ciudad natal, había sufrido una fuerte depresión agravada por un cuadro de alucinaciones auditivas. En el manicomio permaneció el resto de su vida: 28 años. En la Navidad de 1956, en una de las tantas caminatas largas y solitarias que hacía Robert Walser, fue encontrado muerto de un ataque al corazón en un campo de nieve cerca del manicomio. Unos niños descubrieron el cuerpo y avisaron a la policía.
Declaro que una hermosa mañana, ya no sé exactamente a qué hora, como se me vino en gana dar un paseo, me planté el sombrero en la cabeza, abandoné el cuarto de los escritos (o de los espiritus?), y bajé la escalera para salir a buen paso a la calle... Olvidé con rapidez que arriba en mi cuarto había estado incubado, sombrío, sobre una hoja de papel en blanco...
Robert Walser
Pasear me es imprescindible para animarme
y para mantener el contacto con el mundo vivo,
sin cuyas sensaciones no podría escribir media letra más
ni producir el más leve poema en verso o prosa.
Sin pasear estaría muerto.
Robert Walser
“Es absurdo y grosero,
sabiendo que estoy en un hospicio,
sabiendo que estoy en un hospicio,
pedirme que siga escribiendo libros”
Robert Walser a un visitante
en el manicomio de Herisau.
"El método del lápiz"
Así denominaba Walser a sus 526 manuscritos, compuestos con microscópica caligrafía gótica, parte de los cuales han sido descifrados mientras otra va entregándose lentamente a sus estudiosos. Escritura secreta, fuga tímida fuera del alcance del público, de uno de los grandes escritores en lengua alemana del siglo XX, cuyo genio ha sido celebrado por Kafka, Musil, Walter Benjamin o Elias Canetti.
Madrid, El País, 7 de diciembre de 2002
Microgramas / El territorio del lapiz
"Para mi sin embargo, el procedimiento del lápiz tiene un significado. En lo que respecta al autor de estas líneas, hubo un cierto momento, en efecto, en el que se encontró presa de una terrible, de una espantosa aversión a la pluma, un momento en el que se cansó de ella a un punto imposible de describir, un momento en el que por poco que tomara una pluma para escribir, se volvía estúpido, y para liberarse del asco a la pluma, se puso a escribir con lápiz, a bocetar, a esbozar, a juguetear. Gracias al lápiz, yo podía permitirme jugar, componer ; me parecía entonces que el placer de escribir, retomaba vida.
Le puedo asegurar que con la pluma (esto ya había comenzado en Berlín), asistí a la quiebra de mi mano, un verdadero ahogo, una suerte de calambre, de dolor, del cual me fue liberando lentamente, con dificultades, este procedimiento del lápiz. Una impotencia, un calambre, es a la vez algo físico y mental. Yo pasé por una época de desamparo total, que de cierta manera se reflejó en mi escritura, en la disolución de esa escritura, y es el acto de copiar lo ya escrito a lápiz que pude reaprender a escribir, como un niño”
Robert Walser
20 junio de 1927
(carta a Max Rychner)
Robert Walser
Una biografía literaria
Por Jürg Amann
Jürg Amann (Winthertur, 1947), autor y crítico literario suizo, estudió Germánicas y periodismo en Zurich y enBerlín, dedicándose por entero a la literatura a partir de 1976 escribiendo guiones para radio, biografías y otras obras. Ha recibido múltiples premios a su labor.
Estamos ante un libro editado con amor, con encanto. No es una biografía al uso; ya en el subtítulo, el autor nos anticipa que se trata de una biografía literaria, y,efectivamente, lo es.
Pero no sólo es una biografía sino, a la vez, una excelente antología de textos del autor biografiado, textos que por su carácter autobiográfico, añaden información sobre el estado anímico de Walser, sobre sus pensamientos e íntimos deseos, sobre sus sufrimientos o sus miedos, en fin, más que datos externos, constituyen un conjunto de anotaciones, o aforismos que nos sugieren estados de ánimo, situaciones, etc. vividas por Walser, aunque puestas en boca de otros personajes de sus libros.
Cada capítulo de los trece que componen el libro, se refiere a una etapa de la vida de Robert Walser(1878-1956). Los textos se acompañan de una gran cantidad de fotografías de la época, dibujos, escritos, carteles o invitaciones, todo ello con un tono sepia que unifica todas las imágenes y les da un carácter de vetustez que nos hace sentirnos como buceando en el baúl de los abuelos, o como investigadores buscando en una vieja librería, imágenes y textos del pasado, mohosos y empolvados, pero con el atractivo de lo oculto, presto a ser descubierto.
Breves textos de Jurg Amann, muy en la línea casi minimalista de la escritura de Walser, , de cortas frases, nos van contando a grandes rasgos la vida del escritor. En cada capítulo hay un documento más concreto, objetivo, que nos sitúa a Walser en cada año de su vida, su actividad, sus relaciones, sus familiares, desplazamientos, etc.
Y por último, cada capítulo incluye un número variable de citas de cortos textos entresacados de las obras de Walser, textos que vienen muy ajustados para ampliar el tono de lo que nos cuenta Amann.
En suma, un libro cuidadísimo, muy atractivo, que invita más a la reflexión, a la lectura en voz alta, mientras miramos las imágenes y nos adentramos en el mundo cerrado del autor.
Walser es un personaje que roza los límites de la cordura y la genialidad. En el arte, suele ser a veces difícil de discriminar entre la locura y la cordura, es común a algunos artistas trasgredir esos difusos límites, incluso pasar temporadas en los que claramente su mente supera la racionalidad y se sumerge en el magma de la fantasía y lo irracional. Walser buscó siempre pasar desapercibido, esconderse, no ser importante, no ligarse a nada. De ahí su constante ir y venir, no quedarse mucho tiempo en el mismo sitio.
Por otra parte, el recuerdo de la madre, omnipresente, retrotrae a su mundo de la infancia, en el que sumergido entre sus siete hermanos Robert Walser se diluye y añora el cariño materno, que debe prodigarse y del que no puede disfrutar en solitario.
Su deseo adolescente de convertirse en actor, frustrado por la familia, y la muerte de su madre, le dejan confuso y ya inicia sus traslados: Basilea y luego Stutgart. En Zurich consigue estar diez años seguidos, pero cambiando de vivienda y de trabajo casi constantemente. De ahí su eterno vagar de una casa a otra, de un trabajo a otro, de una ciudad a otra. Y sus últimos años fueron de paseante sin rumbo, cuando ya estaba tan desnortado que se fue a vivir a un psiquiátrico.
Durante sus años de juventud y primera madurez, escribió una serie de obras, novelas, relatos,microgramas, etc. algunas de las cuales las destruyó, otras se perdieron con tanto traslado. ¿Por qué escribía? Probablemente para exorcizar sus demonios internos, sus sueños y sus alucinaciones, sus deseos o su ausencia de deseos. Pero escribía sin darle importancia a lo que hacía, escribía como si respirase, como si caminase, como solía, cubriendo grandes distancias sin importarle el frío o el agua, el viento o el sol.
Y las temporadas en que convivió con su hermano Karl, pintor en Berlín, o sus hermanas, una vez fallecidos sus padres, constantemente creó problemas por su poca capacidad de relacionarsesocialmente. Necesitaba atención pero era incapaz de conseguirla; incluso a veces lo que buscaba era el desprecio y la humillación: un cierto masoquismo mental. Con las mujeres apenas su relación pasó de un trato distante o incluso sólo por correo. El recuerdo de la madre debió de ser demasiado fuerte.
En cierto modo Walser es un personaje que recuerda a Ludwig Wittgenstein, que también dedicó toda su vida a abandonarlo todo: su acomodada posición social, su numerosa familia, su prometedor futuro; se decidió a perderse, a buscar escondites como cuando se fue a una aldea de Galitzia a impartir clases a niños, o cuando se retiró a una cabaña en Noruega, o a una especie de choza en Irlanda. Esa búsqueda de la soledad, ese desligamiento de la sociedad, les une. Walser, por otra parte, está incluido en el listado de bartlebys del libro de Vilá Matas Bartleby y compañía. No tanto por la obra que sí escribió sino por el constante desprecio que manifestó a su propia obra y su decisión final de enmudecer, de dejar de escribir y dedicarse a pasear. Wittgenstein también apostó por el silencio en algún momento y su aforismo nº 7 del Tractatus“sobre lo que no se puede hablar, es mejor callar” podría muy bien aplicarse a la actitud de Robert Walser.
SINOPSIS
Jürg Amann nos acerca en esta biografía no sólo al Robert Walser escritor, sino también al ser humano. Al ensayo literario jalonado por las etapas vitales de Walser, se añaden más de noventa fotografías y documentos gráficos sobre su vida, así como una cronología. Numerosas citas de la obra de RobertWalser completan –gracias a su matiz autobiográfico– la imagen del escritor suizo. De este modo, JürgAmann elabora una singular biografía literaria, que no encasilla a Robert Walser, sino que ofrece al lector la posibilidad de redescubrir, por sí mismo, a este autor fascinante.
http://www.elplacerdelalectura.com/2010/07/robert-walser-una-biografia-literaria-jurg-amann.html
Las dos muertes de Robert Walser
A la vez poético y documental, el crítico Jürg Amann construye en esta biografía del escritor suizo un excepcional recorrido por la vida y la obra de un autor fiel a su literatura.
POR LUIS GUSMAN
Revista Eñe, 28 de octubre de 2010
El título de la biografía de Walser escrita por Jürg Amann y publicada en español por editorial Siruela es: Robert Walser-Una biografía literaria . Nunca más justo. La vida privada de este escritor adquiere los ribetes de una vida literaria, si entendemos por ello, una serie de vicisitudes que comienzan como hijo perdido, además tiene que contar un cuento. Es cierto, como dice el psicoanalista y pediatra inglés Donald Winnicott: “Si un chico se esconde no hay nada peor que no lo descubran”. El montaje de ese suicidio, una verdadera puesta en escena, es tan real que los familiares la creen hasta el punto de hundirse en la desesperación y el llanto; ésta es la primera ficción que inventa el escritor. O quizás, es su única actuación creíble ya que en los años venideros infructuosamente querrá ser actor. Por otra parte, la familia Walser no será ajena a estos actos extremos: Hermann, uno de sus hermanos, se suicida en 1919.
Jürg Amann (Winterthur, Suiza, 1947) ha dispuesto la biografía intercalando un capítulo escrito por él, y el capítulo siguiente con textos de Walser. La máquina narrativa de la que dispone Amann funciona a la perfección no sólo por la performance de su escritura sino que se sitúa en un registro poético y documental muy difícil de lograr; a lo que se agrega un lirismo que proviene de la profunda admiración por el escritor que está biografiando.
La manera que encuentra Amann para contar una vida ajena y a la vez tan íntima, introduce en el género biográfico una novedad que seguramente no pasará inadvertida. A lo largo de su vida, Walser ha sido fiel a su literatura y su literatura fiel a su vida, ambas están absolutamente imbricadas. Esta relación dramática le hace no sólo escribir esta frase, sino también vivirla: “El que se niega a perderse, tampoco conseguirá encontrarse jamás”. Cuando el lector lee esta biografía sigue los pasos de estos encuentros y desencuentros.
Lo que sucede es que cada hecho de su vida, Walser lo registra literariamente como en un cuaderno de contabilidad. Sobre su suicidio escribe: “los niños enfermos o extraviados son más valorados que los que se saben seguros”. De hecho, como uno puede comprobar en esta biografía, es que Walser nunca ha dejado de ser un niño desvalido. Amann va siguiendo los pasos de ese niño, ya que todos los capítulos llevan como título: En busca del niño perdido I, II, así hasta el capítulo XIII que lleva como subtítulo... Y “finalmente hallado”.
El biógrafo, crítico literario, habla de los frecuentes cambios de domicilio y de trabajo que atravesaron la vida de este escritor y que constituyeron parte de la trama de su obra.
En 1895 vive en Basilea; posteriormente, con su hermano el pintor Karl, en Stuttgart. Gracias a este hermano disponemos de varios retratos de Walser. Con él vivió en Zürich, y en el club de Hottingen llevaron a cabo diversas veladas de lecturas literarias, de Biel se trasladó a Berna.
Sus domicilios acompañaron sus trabajos y sus trabajos acompañaron sus domicilios. Sus mudanzas también fueron siguiendo los pasos de su hermano Karl. En 1906 en Berlín y en la casa de Karl, escribió su primera novela: Los hermanos Tanner .
Trabajó como empleado en una fábrica de tejidos elásticos, como ayudante del ingeniero inventor Dubler en la ciudad de Wädenswil, también como empleado de la Kantonalbank en Zürich, habiendo ya trabajado como aprendiz para la misma institución. En Berna durante unos meses se desempeñó como ayudante de bibliotecario en el archivo municipal; en Alemania ingresó como aprendiz en la escuela de criados de Berlín.
Sus oficios también se transformaron en literatura. Desde su primera novela publicada en 1907 que lleva como título: El ayudante , ya releva la experiencia vivida con el ingeniero inventor; narra, a la manera kafkiana: “la extraña fidelidad de un ayudante fatalista hacia su señor inventor de objetos inútiles, jugador y arruinado y su melancólica esposa”; su novela más famosa aparecida al año siguiente en 1908, Jakob von Gunten, como señala Amann, “es una extraña variante de novelas sobre discípulos, en la que no es tanto el discípulo quien depende de los educadores sino más bien la escuela depende de su último discípulo”. Aquí relata sus experiencias vividas en la escuela de criados de Berlín. Quizás esta inversión y esta inutilidad del mundo hasta volverlo absurdo, son los motivos por los cuales Kafka, según como confiesa en sus Diarios , cuando leía las novelas de Walser comenzaba a reír a carcajadas.
El paisaje nevado formó parte de su entorno cotidiano durante veintitrés años de su vida ya que el lugar donde estaba el manicomio donde estuvo internado desde 1933 quedaba en Herisau, capital del cantón natal de Appenzell, donde muere en 1956. Resulta impresionante ver en la biografía una secuencia de fotos que finalizan con el último día de su vida. En la foto final, Walser es hallado muerto. Las huellas negras de sus pisadas contrastan con la nieve blanca. Alguien fotografió esa pose fatal que parece una muerte fingida, escenográfica, como aquel suicidio que montó en su infancia. Muerte anticipada por escrito en Los hermanos Tanner : “¡Con qué nobleza ha elegido su tumba! Yace en medio de espléndidos abetos verdes, cubiertos de nieve... Yacer y congelarse bajo unas ramas de abeto sobre la nieve ¡qué espléndido reposo!” Walser tenía setenta y ocho años y murió un 25 de diciembre de 1956 dando su último paseo solitario por Herisau, ya que en esa ocasión su traductor y mecenas, el escritor Carl Seelig, no pudo acompañarlo. La trama que construye Amann acompaña esa última fotografía con un texto de “Una historia navideña” (1919): “Ojalá me dejara cubrir por la nieve y yaciera sepultado en ella y muriese dulcemente”. Entre estas dos navidades habían transcurrido treinta y siete años: toda una vida. Había nacido en Biel, en el cantón de Berna, en 1878. En su poema “Nieve” se pueden leer estos versos: “Nieve// Nieva que nieva, la tierra se cubre/ de un blanco quejido allá a lo lejos”. La excepcional biografía de Amann nos devuelve a ese paisaje y a ese lamento.
http://www.revistaenie.clarin.com/literatura/ficcion/muertes-Robert-Walser_0_361764026.html
Robert Walser
UNA BIOGRAFÍA LITERARIA
Jürg Amann
Por Luis Antonio de Villena
El Cultural, 27 de julio de 2010
Traducción de Rosa P. Blanco. Siruela. Madrid, 2010. 340 páginas. 24'95 euros
Poco a poco, el suizo de lengua alemana Robert Walser (1878-1956) se ha ido abriendo camino, no sólo como uno de los más notorios novelistas del principio de siglo germano (gracias a obras hoy ya clásicas como Jakob von Gunten o Los hermanos Tanner) sino como un caso humano de singular inteligencia y rareza, por lo que no es de extrañar que en esta biografía -casi autobiografía montada por el biógrafo- Jürg Amann no se preocupe únicamente del escritor (que al fin pudo parecer un fracasado), sino también del hombre que quiso alojarse voluntariamente en un manicomio y siempre se negó a abandonarlo.
Lo que ha hecho Amann (con ayuda de abundante material fotográfico y de los manuscritos con la caligráfica letra de Walser) es redactar una introducción a cada período de la vida del novelista y poeta -todos empiezan con el epígrafe “En busca del hijo perdido” y hasta trece números romanos-, para inmediatamente después dejar la palabra al propio Walser, tomando fragmentos fechados de todas sus obras y epistolario. En tal sentido he hablado de “autobiografía montada por el biógrafo”, pues el lector se va a encarar mucho más a los textos de Robert Walser que a los de Amann, aunque sería un craso error subestimar la labor de éste (en apariencia parca) pues para escoger y ordenar los textos se precisa un conocimiento exhaustivo de la obra walseriana y tener en mente un plano significativo y estructurado de lo que fue una vida tan peculiar...
Hermano de un notable dibujante que ilustró muchos de sus libros, Karl Walser, parece que Robert se sintió poco querido en su infancia, de donde el biógrafo extrae (en textos del propio biografiado) su peculiar mundo de errancias, soledad, singulares amistades o amores femeninos -a alguna de sus corresponsales no llegó a conocerla en persona- sus luchas con los editores, que al inicio le hicieron caso para irle olvidando poco a poco, lo que irritaba sobremanera a un hombre de natural calmo, y en fin, su final y sorprendente decisión de internarse en una casa de salud en Waldau, cerca de Berna, el 25 de enero de 1929, donde le lleva su hermana Lisa, preocupada por su soledad, pero de donde él no querrá salir nunca más (aunque los médicos se lo ofrecieron a menudo), abandonando durante los veintitrés últimos años de su vida no sólo la literatura -parece que le interesaba poco el tema- sino, de alguna manera, la vida misma.
En 1919 había escrito: “En medio del avance ininterrumpido, me apeteció detenerme.” Y eso exactamente hizo. Paseando, después de almorzar (como solía) por el jardín nevado, el día de Navidad de 1956, Walser -olvidado del mundo- cae muerto de un súbito ataque al corazón. Sólo el escritor Carl Seeling (a partir de 1936 y durante casi diez años) visitó a Walser y paseó con él -era su entretenimiento favorito-, de donde sacó un interesante libro (traducido ya al español) Paseos con Robert Walser, que en cierto modo podría ser calificado de testamento literario “per interposita persona”.
En 1947, un estudioso, Otto Zinniker, publica la primera biografía del recluido,El poeta Robert Walser, pero el biografiado no muestra el menor interés en ella. Poeta y narrador de la meditación y el desamparo, la obra de Walser rebosa una singular belleza que está por la vida y contra la vida, por lo que citaba con frecuencia a Hörderlin. “Deseo pasar inadvertido. Pero si a pesar de todo me prestan atención, yo no se la prestaré a los que atienden.” Y otra pista más: “Pues ¿qué era un muerto? Oh, una incitación a la vida. Nada más.” (Y esto está escrito en 1907, en Los hermanos Tanner). Caído en la nieve con 78 años, muerto al fin, o vivo al fin, entonces empieza verdaderamente la interpretación de una literatura lírico-meditativa, que no está llamada a dejar indeferente. Y que subraya (otra vez) que, aún no pareciéndolo, vida y literatura se comen, en prácticamente todos los autores, en un mismo plato.
Lo que ha hecho Amann (con ayuda de abundante material fotográfico y de los manuscritos con la caligráfica letra de Walser) es redactar una introducción a cada período de la vida del novelista y poeta -todos empiezan con el epígrafe “En busca del hijo perdido” y hasta trece números romanos-, para inmediatamente después dejar la palabra al propio Walser, tomando fragmentos fechados de todas sus obras y epistolario. En tal sentido he hablado de “autobiografía montada por el biógrafo”, pues el lector se va a encarar mucho más a los textos de Robert Walser que a los de Amann, aunque sería un craso error subestimar la labor de éste (en apariencia parca) pues para escoger y ordenar los textos se precisa un conocimiento exhaustivo de la obra walseriana y tener en mente un plano significativo y estructurado de lo que fue una vida tan peculiar...
Hermano de un notable dibujante que ilustró muchos de sus libros, Karl Walser, parece que Robert se sintió poco querido en su infancia, de donde el biógrafo extrae (en textos del propio biografiado) su peculiar mundo de errancias, soledad, singulares amistades o amores femeninos -a alguna de sus corresponsales no llegó a conocerla en persona- sus luchas con los editores, que al inicio le hicieron caso para irle olvidando poco a poco, lo que irritaba sobremanera a un hombre de natural calmo, y en fin, su final y sorprendente decisión de internarse en una casa de salud en Waldau, cerca de Berna, el 25 de enero de 1929, donde le lleva su hermana Lisa, preocupada por su soledad, pero de donde él no querrá salir nunca más (aunque los médicos se lo ofrecieron a menudo), abandonando durante los veintitrés últimos años de su vida no sólo la literatura -parece que le interesaba poco el tema- sino, de alguna manera, la vida misma.
En 1919 había escrito: “En medio del avance ininterrumpido, me apeteció detenerme.” Y eso exactamente hizo. Paseando, después de almorzar (como solía) por el jardín nevado, el día de Navidad de 1956, Walser -olvidado del mundo- cae muerto de un súbito ataque al corazón. Sólo el escritor Carl Seeling (a partir de 1936 y durante casi diez años) visitó a Walser y paseó con él -era su entretenimiento favorito-, de donde sacó un interesante libro (traducido ya al español) Paseos con Robert Walser, que en cierto modo podría ser calificado de testamento literario “per interposita persona”.
En 1947, un estudioso, Otto Zinniker, publica la primera biografía del recluido,El poeta Robert Walser, pero el biografiado no muestra el menor interés en ella. Poeta y narrador de la meditación y el desamparo, la obra de Walser rebosa una singular belleza que está por la vida y contra la vida, por lo que citaba con frecuencia a Hörderlin. “Deseo pasar inadvertido. Pero si a pesar de todo me prestan atención, yo no se la prestaré a los que atienden.” Y otra pista más: “Pues ¿qué era un muerto? Oh, una incitación a la vida. Nada más.” (Y esto está escrito en 1907, en Los hermanos Tanner). Caído en la nieve con 78 años, muerto al fin, o vivo al fin, entonces empieza verdaderamente la interpretación de una literatura lírico-meditativa, que no está llamada a dejar indeferente. Y que subraya (otra vez) que, aún no pareciéndolo, vida y literatura se comen, en prácticamente todos los autores, en un mismo plato.
http://www.elcultural.es/version_papel/LETRAS/27662/Robert_Walser_Una_biografia_literaria
Jürg Ammann
Robert Walser: Una biografía literaria
Traducción de Rosa P. Blanco
Madrid, Siruela, 2010, 340 páginas
OBRAS EN ESPAÑOL
- Escrito a lápiz: MICROGRAMAS I (1924 - 1925)
- Escrito a lápiz: MICROGRAMAS II (1926-1927)
- Escrito a lápiz: MICROGRAMAS III (1925-1932)
- La habitación del poeta (EDICIONES SIRUELA, S.A., 2005)
- El bandido (EDICIONES SIRUELA, S.A., 2004)
- Jakob von Gunten (EDICIONES SIRUELA, S.A., 2003)
- Historias de amor (EDICIONES SIRUELA, S.A., 2003)
- El ayudante (EDICIONES SIRUELA, S.A., 2001)
- Los hermanos Tanner (EDICIONES SIRUELA, S.A., 2003)
- Los cuadernos de Fritz Kocher (PRE-TEXTOS, 1998)
- La rosa (EDICIONES SIRUELA, S.A., 1998)
- El paseo (EDICIONES SIRUELA, S.A., 2001)
- Vida de poeta (EDICIONES ALFAGUARA, S.A. - GRUPO SANTILLANA, 2003)
- Las composiciones de Fritz Kocher (UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES, 2000)
- Historias (EDICIONES SIRUELA, S.A., 2010)
Excelente recopilación
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