Willy Ronis |
WILLY RONIS CRONISTA
DE LA VIDA PARISIENSE
DE LA VIDA PARISIENSE
(1910 - 2009)
Willy Ronis (París, Francia, el 14 de agosto de 1910 - París, 12 de septiembre de 2009) fue un fotógrafo francés quien retrató en vida la post-guerra en París y Provenza.
INFANCIA
El padre de Ronis fue un refugiado judío en Odesa, que abrió un estudio de fotografía en Montmartre y su madre era una refugiada de Lituania que impartía clases de piano. La primera inquietud de Ronis se encaminó hacia la música, soñando con ser compositor. Volviendo del servicio militar en 1932, sus clases de violín tuvieron que pararse porque su padre padecía un cáncer que hizo que Ronis tuviera que hacerse cargo del negocio familiar.
CARRERA
Los trabajos de los fotógrafos, Alfred Stieglitz y Ansel Adams inspiraron a Ronis para empezar a explorar el mundo de la fotografía. Cuando su padre murió, en 1949, Ronis cerró el estudio y se unió a la agencia Rapho, con Ergy Landau, Brassaï, y Robert Doisneau con el que participaba en el Grupo fotográfico Les XV.
Ronis se convirtió en el primer fotógrafo francés en trabajar para la revista LIFE. En 1953, Edward Steichen incluyó a Ronis, Henri Cartier-Bresson, Doisneau, Izis, y Brassaï en una exposición en el Museo de Arte Moderno, el MoMA titulada Five French Photographers (Cinco fotógrafos franceses). En 1955, Ronis fue incluido en la exposición The Family of Man (La Familia de los Hombres). La Bienal de Venecia premió a Ronis con la medalla de oro en 1957. Ronis comenzó a enseñar en los 50, y llegó a dar lecciones en la Escuela de Bellas Artes de Avignon, Aix-en-Provence y Saint Charles, Marsella. En 1979 Ronis fue galardonado con el Gran Premio de las Artes y las Letras en Fotografía por el Ministro de Cultura.
La esposa de Ronis, Anne Marie fue la modelo de su famosa foto de 1949, Desnudo Provenzal. La foto, mostrando a Anne Marie lavándose en un lavabo con una jarra en el suelo y una ventana abierta desde la que el espectador puede ver el jardín, denota su habilidad para transportarnos las sensaciones de la vida provenzal. Más tarde, Ronis fotografiaría a Anne Marie sufriendo el mal de Alzheimer, sentada sola en una sala del hospital. Anne Marie murió en 1991.
Ronis vivió y trabajó en París donde falleció el 12 de septiembre de 2009 a los 99 años de edad. Aunque dejó la fotografía en 2001, cuando comenzó a necesitar un bastón para moverse, lo que le dificultó desplazarse con la cámara, terminó su vida redactando libros para la compañía de publicidad Taschen.
Foto de Willy Ronis |
“Jamás he buscado lo insólito, lo nunca visto, lo extraordinario, sino más bien lo más típico de nuestra vida cotidiana.”
Willy Ronis
Desnudo provenzal Willy Ronis |
Una antológica presenta en España el humanismo gráfico del fotógrafo francés Willy Ronis
Mikel Muez
Pamplona, 23 de octu
El Ayuntamiento de Pamplona acaba de presentar la primera exposición retrospectiva que se puede ver en España del fotógrafo francés Willy Ronis (París, 1910). La muestra, que viajará seguidamente hasta Berlín, reúne hasta el próximo 21 de noviembre un total de 63 de las mejores fotografías realizadas por el artista del país vecino en su dilatada y premiada carrera profesional, agrupadas bajo el epígrafe Sur le fil du hasard (En el filo del azar), el mismo título del libro de Ronis que obtuvo en el año 1981 el premio Nadar en su país natal.
Un azar buscado
Willy Ronis, perteneciente al grupo de los creadores humanistas franceses y fundador de la agencia Rapho, es uno de los más claros ejemplos de la estirpe de fotógrafos de posguerra europea que dio al mundo nombres como Robert Doisneau, Henri Cartier-Bresson, Boubat, Izis o Kértèsz."Lo cotidiano es lo verdaderamente extraordinario y las fotografías de Ronis nos enseñan que la vida era entonces más humana", afirmó durante la presentación de la muestra la comisaria de la misma, Lola Garrido, poseedora de una de las mejores colecciones privadas de fotografía de España y una de las mayores expertas del país en la materia.
Lola Garrido situó al autor dentro de su contexto. "Willy Ronis fue cofundador del grupo XV, una expresión de amor a la vida surgido tras la Gran Guerra europea que ofreció una generación de artistas que, tras vivir de cerca lo terrible, amaron la belleza de la sencillez, de la cotidianeidad", señaló la comisaria.
Si Henri Cartier-Bresson atrapaba con su cámara "el instante decisivo", Ronis recogía en su trabajo un azar buscado previamente. Las imágenes que se pueden ver en la muestra de Pamplona (Zapatería, 40) hasta el próximo 21 de noviembre se centran en los treinta años que transcurren entre 1930 y 1960. Ante el espectador desfilan detalles callejeros, desnudos femeninos, retratos sociales de una extrema intensidad, paisajes humanos marcados por la soledad, el dolor, el anhelo y el amor. Todos ellos van marcando los mojones del periplo de Ronis por los sentimientos humanos más básicos."El trabajo de Willy Ronis nos demuestra que convivir es más difícil que vivir", apuntó Garrido, al destacar que el objetivo de su cámara "situada siempre a la altura del corazón", eran los hombres y sus gestos, recogidos bajo el prisma de la solidaridad. Precisamente eso, la solidaridad, definió algunas de las más brillantes fotografías del autor francés, en las que exhibe con tanta crudeza como ternura el dolor de los obreros en paro, de la muerte cercana, de la soledad.
"No hay artista sin compromiso", añadió Lola Garrido al explicar el devenir de un humanismo como el francés, profundo conocedor de la pintura, del diseño, esperanzado ante la vida, vinculado al realismo poético del cine de la época en el país vecino e incluso divertido, frente el coetáneo humanismo estadounidense, preocupado mucho más por la gran depresión económica que siguió al crack de la Bolsa de 1929 y mucho más duro en sus resultados gráficos.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 23 de octubre de 2000
Foto de Willy Ronis |
Un toque humanista
JOSU BILBAO FULLAONDO
12 de noviembre de 2000
Después de la Segunda Guerra Mundial, la fotografía vivió en Europa una gran primavera de humanismo con raíces en los años treinta. La crisis había sido larga y dolorosa. Las clases más humildes, como siempre, fueron las más afectadas. Gran número de intelectuales y artistas apoyaron la defensa de una sociedad más justa. Y los fotógrafos se ocuparon de ofrecer testimonio de los más desprotegidos. Defienden y creen en la dignidad de la persona. Recuperan con ternura la estela más cotidiana que el genero humano va dejando tras él. Con ellos madura el "realismo poético". En esta lírica de compromiso solidario, la lista de autores es gloriosa y en las primeras filas está Willy Ronis (París, 1910). Sus fotografías Sur le fil du hasard (Al filo del azar) se ven estos días en la Sala Zapatería de Pamplona. Así, los animadores culturales del Ayuntamiento han querido unirse al homenaje de su noventa aniversario.Ronis aprende el oficio en el taller de fotografía propiedad de su padre. La influencia de su madre, profesora de piano, le inculcó el amor por la música. Así se puede explicar la armonía y delicados matices de sus tomas. Debuta en la revista Regards. Sus primeras fotos las hizo en París y los Alpes; algunas de ellas sirvieron como soporte publicitario en los ferrocarriles franceses. El inicio de la guerra le lleva a zona de la Francia liberada e interrumpe su actividad fotográfica hasta 1945. De vuelta a París se incorpora en el grupo de los XV, con Doisneau, Boubat, Izis, Sougez o Garban, para realzar la fotografía de su país concebida como arte, abierta a terrenos tan distintos como el reportaje, la publicidad, la industria, la moda o sencillamente la ilustración.
Con estas premisas y desde la agencia Rapho realiza diversos trabajos para las grandes revistas del momento. Es uno de los primeros fotógrafos franceses en trabajar para Life, con la que rompe su relación por diferencias ideológicas; no le dejaban titular ni poner pie a sus fotos. Con sus cámaras recorre Grecia además de Albania, Yugoslavia y otros países del bloque socialista.
Desdeña la idea de una fotografía especializada. Su actividad se extiende a todos los dominios. En el año 1968, se incorpora como docente en la Escuela de Bellas Artes de Avignon. Sus álbumes más preciados son Belleville-Menilmontant,realizado durante siete años en el distrito XX de la capital francesa, y la recopilación, con carácter de antología, Sur le fil du hasard, que mereció el premio Nadar en el año 1981. Los aplausos traen homenajes. Sigue haciendo fotografías que se exhiben en las salas más prestigiosas de Europa, Estados Unidos y Japón.
Ahora sus fotos han llegado a Pamplona; tienen como sujeto principal al hombre. Es el motivo de inspiración principal. En planos abiertos o cerrados, picados o contrapicados, presenta un mundo repleto de autenticidad. Son momentos de una naturalidad absoluta, extraídos de la rutina cotidiana, de los que nos hacemos cómplices sin darnos cuenta porque forman parte de nuestra vida. Así descubrimos la ternura y la pasión, la sonrisa y el enfado.
Se desvela, concisa, la dignidad humana con su imparable fecundidad. En definitiva, se exaltan los sentimientos humanos con la ayuda de unas luces capaces de realzar las situaciones más banales. El abrazo de la monja al soldado prisionero que vuelve a casa, la arenga de una mujer en la empresa Citroën llamando a la huelga, el contraluz de los muelles de Venecia o el desnudo provenzal donde una mujer se asea recortada por una intensa luz lateral que penetra por una ventana son ejemplos para palpitar el corazón. Muestra suficiente de alguien irrepetible en el arte de las luces y las sombras.
Willy Ronis es, sin duda alguna, uno de los valores más representativos de lo que se ha llamado la fotografía humanista. Ha prolongado su idea de la solidaridad hasta la fotografía. Con mensajes claros y concisos sigue siendo capaz de ilustrar un acontecimiento con una sola imagen y, además, aportar matices de su generoso mundo interior y de sus convicciones políticas.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 12 de noviembre de 2000
Foto de Willy Ronis |
Una vida tras la cámara
BELEN GINART
26 MAR 2001
Willy Ronis (París, 1910) soñaba con seguir los pasos de su madre y despuntar en el mundo de la música. Pero el destino le había deparado otra ruta en el campo del arte y acabó brillando en la misma actividad de su padre, la fotografía, una actividad que en su país le ha valido varios nombramientos, entre ellos el de comendador de las Artes y de las Letras y caballero de la Legión de Honor.
Desde que en 1916, con sólo seis años, consiguió su primera cámara, se ha dedicado a plasmar la vida cotidiana en imágenes. Hasta el próximo 18 de mayo, en la FNAC El Triangle se exponen una cuarentena de los mejores trabajos, en blanco y negro, de este profesional curtido, al lado de figuras notables de la fotografía como son Henry Cartier-Bresson y Robert Doisneau.
Hijo de emigrantes judíos, Willy Ronis se ganó pronto el prestigio como reportero y fue el primer francés que trabajó para la revista Life. Su mirada atenta le convirtió en brillante notario del día a día de su París natal, de sus calles, de sus gentes y de sus comercios, del patrimonio, pero también de los movimientos sociales, sin dejar de lado incursiones en el mundo de la publicidad.
En la exposición de la FNAC El Triangle (organizada con motivo de su 90º aniversario y presentada por primera vez en la FNAC Montparnasse el pasado año) se reúnen algunas de sus fotografías más famosas, como Desnudo provenzal y la que muestra, en plena calle, a los pingüinos de un circo, con otras menos conocidas, unidas todas ellas por un tono intimista.-
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 26 de marzo de 2001
Foto de Willy Ronis |
Willy Ronis retrata
el París más humano
Primera retrospectiva del fotógrafo en España
FERNANDO SAMANIEGO
Madrid 1 MAY 2006
"La fotografía es la mirada. O se tiene, o no se tiene". La frase de Willy Ronis figura en la sala de exposiciones de la Fundación La Caixa, de Madrid (Serrano, 60, www.lacaixa.es, hasta el 23 de julio), donde se han reunido 130 imágenes, en la primera retrospectiva en España del fotógrafo francés. A los 95 años, en su casa de París, ha controlado la selección de su obra y su presentación, incluido el tipo de marco.
Uno de los nombres de la fotografía humanista, junto con Henri Cartier-Bresson y Robert Doisneau, con la muestra, que después viajará a Lleida, Murcia y Tenerife, recorre temas del mundo laboral, el hombre y la máquina, la ciudad popular, la intimidad, viajes y desnudos.
Marta Gili, responsable de fotografía y artes visuales de la Fundación La Caixa y comisaria de la muestra, ha revisado en el estudio de Willy Ronis un millar de negativos para sacar copias modernas y presentar a una de las figuras de la fotografía del siglo XX. Ronis ha dejado de ser un desconocido tras la reciente exposición en el Ayuntamiento de París, que incluía un vídeo de Virginie Chardin y Vladímir Vasak, que ahora se pasa en Madrid, donde Ronis cuenta su biografía a través de sus fotos.
El fotógrafo más humanista, en una corriente que surge después de la Segunda Guerra Mundial y llega hasta los sesenta, aparece en el comienzo del montaje, con las fotos de París y sus gentes de los barrios populares. Ronis comenta en el documental que le interesaba "la realidad de los parisinos, ser testigo de la alegría de su libertad", y prefiere retratar a "gente normal y corriente". No explica si estas intenciones significaban la "fotografía humanista" que identificaba a los colaboradores de la revista Regards, vinculada al Partido Comunista Francés.
La comisaria señala en estas fotos de los años cuarenta y cincuenta "el ánimo a favor de la esperanza en el ser humano, los gestos de la vida cotidiana", que en Ronis es más militante frente a otros colegas con "una idea idílica de lo social", como se refleja también en los textos que acompañan sus imágenes, ya que cree que "las fotos sin palabras pueden ser manipuladas". "En estas obras de gente en la calle, niños jugando o bares, juega con la luz y ve la realidad a través de varios velos o capas, una realidad fragmentada más intuida", dice Marta Gili.
Willy Ronis cuenta en el vídeo que la gente le inspira simpatía y con las personas construye sus propias historias. Aunque confiesa que es sensible a los dramas de la vida, tiende a "olvidar los aspectos negativos". En otro espacio de la sala se han reunido sus primeros reportajes sociales de los años treinta, de huelgas en fábricas y reivindicaciones laborales, con algunas piezas explicadas por el autor, como la arenga de una sindicalista en la huelga de Citroën en 1938, que no pudo entregar en el reportaje para Regards y la positivó en 1980 en un repaso de sus negativos.
El montaje incluye sus fotos más íntimas y familiares, la vida cotidiana con su mujer y su hijo, y las realizadas durante los viajes por Holanda, Londres, Venecia, Praga o Leningrado, que incluye tres vistas de barrios de Barcelona, realizadas en 1993, y una vista de la playa de Gandía dos años antes, que se presenta en copia original de su archivo. Otro espacio recoge sus desnudos femeninos de distintas épocas, hasta sus últimos trabajos, que incluye el Desnudo provenzal,de 1949, de la esposa del fotógrafo tras levantarse de la siesta, según le contó a Marta Gili. Otra imagen conocida es "el beso" de "los enamorados de la Bastilla", en un invierno de 1957, una pareja que fue identifica en 1988.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 1 de mayo de 2006
Foto de Willy Ronis |
Humana poesía
Alberto Martin10 de junio de 2006
La obra de Willy Ronis, representante de la fotografía humanista, se mueve entre los principios estéticos del realismo poético y un marcado compromiso ideológico.
Willy Ronis (París, 1910) cuenta que, en su caso, la fotografía es el resultado de un accidente y no de una vocación. Menos conocido y difundido que otros coetáneos suyos, como Cartier-Bresson o Robert Doisneau, encarna, como ellos, el prototipo de fotógrafo humanista que busca registrar fragmentos de vida que se vuelca sobrelo cotidiano con el ánimo de capturar aquello que define y evoca la existencia del hombre,sin artificios. Pero a esta característica forma de afrontar el hecho fotográfico, común a una amplia generación de fotógrafos de la posguerra europea, hay que añadir en Willy Ronis algunos elementos que singularizan su trayectoria. El primero de ellos es un compromiso ideológico de izquierdas que le lleva a prestar una atención especial hacia los trabajadores, las clases desfavorecidas y los barrios populares de París. Y en ese aspecto es donde se encuentra uno de los aciertos de esta retrospectiva. La comisaria de la muestra, Marta Gili, ha seleccionado un buen número de obras, muchas de ellas poco o nada difundidas. No es la masa trabajadora o el proceso industrial lo que le interesa sino la dignidad del hombre y la belleza del producto que genera con su esfuerzo. Ronis declara que busca realizar, ante todo, imágenes que conmuevan, capacidad para conmover que se desprende de su evidente compromiso.Si hay una imagen que pueda al mismo tiempo resumir ese principio, y su acercamiento a la figura del trabajador, es el retrato del Minero con silicosis, una de las tomas más rotundas de esta muestra.
Como otros fotógrafos de su época Ronis es ante todo un fotógrafo "paseante", para quien la ciudad es el terreno privilegiado donde desarrollar esa representación poética de la felicidad cotidiana y modesta que caracteriza su trabajo. En sus fotos no hay que buscar la anécdota, el engaño visual o la situación paradójica.Su método de trabajo no es el disparo rápido, sino "el desarrollo previsible" de los acontecimientos que deja surgir una atmósfera poética. Basándose en los cinco principios que él mismo enuncia: paciencia, reflexión, azar, forma y tiempo, consigue equilibrar la inmediatez de la instantánea con cuidadas y rigurosas composiciones. Así es como llega a construir momentos de enorme intimidad como en la colada en la cubierta de un barco (La colada sobre la barcaza), el juego infantil debajo de unas escaleras (Chicos de Belleville) o en el interior de una barcaza (Desde el puente de Arcole), el grupo de amigos en un café (Café de la Rue Mouffetard) o los bañistas en un pequeño puente sobre el río (En el Marne). Willy Ronis es un fotógrafo de atmósferas tranquilas y amables, que sabe esperar, y que también sabe que la "casa del hombre" se encuentra allí donde está su felicidad.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 10 de junio de 2006
Foto de Willy Ronis
Willy Ronis, fotógrafo del París de la calle
MOKHTAR ATITARTwitter13 SEP 2009
Willy Ronis, exponente de la fotografía de la segunda posguerra mundial, ha fallecido este sábado a la edad de 99 años. Hijo de un refugiado ucranio judío y una profesora de piano lituana, el joven Willy Ronis estuvo en contacto con la fotografía toda su vida, ya que su padre tenía un estudio en el barrio parisino de Montmartre. Sin embargo tiró de él la profesión materna, y durante su adolescencia jugó más con la música que con la fotografía. Pese a todo se tiene constancia de que su primera fotografía la firma a los 16 años.
No fue hasta 1932, una vez cumplido con el servicio militar, cuando entra de lleno en la fotografía. El cáncer que padeció su padre obligó a Ronis a hacerse cargo del estudio. El joven fotógrafo no aguanta entre las paredes del estudio, y decide salir a retratar el exterior, primero deportes de invierno, para más tarde retratar la vida urbana de París.
Es la capital francesa en ese tiempo cuna de fotógrafos apegados a lo humano. Coincide y comparte experiencia con otros grandes como Doisneau, Cartier-Bresson o Robert Capa. Los objetivos de las cámaras se fijan por aquel entonces en la agitación social que vive Francia durante la década de los treinta. A partir de 1936, año en el que vence la izquierda francesa agrupada en el Frente Popular, Ronis empieza a publicar en la revista Regards una serie de trabajos sobre los movimientos sociales, entre ellos las huelgas de obreros en Citröen.
La Segunda Guerra Mundial hace que Ronis cuelgue las cámaras. Por su origen judío, huye del París ocupado por los nazis y se instala en la Francia de Vichy. Trabaja en las taquillas de un teatro, como ayudante de decorados en el cine, o como pintor de bisutería, oficio en el que conoce a su futura Marie-Anne, a la que retrata y convierte en su principal modelo, en obras como El desnudo provenzal.
El fin de la contienda hace que Willy Ronis retome la fotografía. Y lo hace a lo grande y con otros grandes: en 1946 entra a formar parte de la agencia Rapho, junto a Doisneau y Brassaï. El humanismo que impregna su estilo es ya indiscutible. Ronis retrata la vida cotidiana, como por ejemplo al Pequeño parisino, un niño que corre llevando debajo del hombro una baguette más grande que él. "La aventura no solo se mide en kilómetros", dirá sobre su fotografía. "Las fuertes emociones no se encuentran solo en Partenón. Emoción, si eres digno de ella, será sentida detrás de la sonrisa de un niño que vuelve a casa con los libros del colegio, un tulipán en un jarrón tocado por un rayo del sol, o el rostro de una mujer enamorada".
Sus retratados son eso: niños que corren por los barrios populares de la capital, que se esconden para jugar debajo de unas escaleras, el beso de una pareja de enamorados, y como escenario siempre París. "En los diferentes géneros en los que he trabajado", decía en una entrevista en mayo pasado a Mediapart, "no me gustaba mucho el retrato [posado]. Me gustaba mucho más el movimiento, la gente en la calle, los hechos, las cosas que se mueven". En esa misma entrevista confesaba que durante toda su vida solo trabajó con tres cámaras. "Es el fotógrafo quien hace la fotografía, no la cámara", sentenciaba.
La década de los cincuenta es para Willy Ronis su época dorada, convirtiéndose en el primer fotógrafo francés en firmar en la revista LIFE. Edward Steichen (por aquel entonces director de fotografía del MOMA de Nueva York) lo incluye junto a Izis, Cartier-Bresson, Brassaï y Doisneau, en la exposición Cinco fotógrafos franceses, y poco después en Family Man (1955), la gran muestra que recoge el trabajo de 273 fotógrafos con el ser humano como centro exclusivo de las obras.
En los años 60 las fotografías que imperan en la prensa son las instantáneas impactantes, "y a mi", confesará tiempo después, "la fotografía de impacto, no me interesa". El "fotógrafo parisino", como él mismo se definía, se dedicará desde entonces a la fotografía de publicidad, de moda y a los desnudos así como a dar clase del oficio, dejando un tanto de lado ese estilo que compartió con Robert Doisneau (captar el instante de la vida cotidiana y convertirlo en una obra de arte). También célebres son sus autoretratos. Uno de ellos (Nirvana), lo tomará bien entrados los 80 años mientras salta en paracaídas.
Legión de honor de la República Francesa (máxima condecoración de su país), Willy Ronis también fue premiado con el Gran Premio de las Artes y de las Letras de Francia en 1970. En 1983 dona toda su obra al estado francés, pero no es hasta 2001 (¡a los 91 años!) cuando decide colgar definitivamente sus cámaras, con un desnudo como última fotografía firmada por él. El pasado mes de julio acudió al encuentro de fotografía de Arles, compartiendo con el público experiencias de toda una vida dedicada a la fotografía.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 13 de septiembre de 2009
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