Jean Rhys |
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Jean Rhys / Los tigres son más hermosos / Reseña
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Jean Rhys / Los tigres son más hermosos
MESTER DE BREVERÍA
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KISS
Jean Rhys by E.R. Kennedy
BIOGRAPHIES
Jean Rhys / A life tortured
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BIOGRAPHIES
Jean Rhys / A life tortured
Jean Rhys
Ella Gwendolen Rees Williams
(1890 - 1979)
La triste soledad del alma
Por Zazuo M.
«[La tía Jeanette] me abrazó, me besó y me dijo: “Pobrecita, pobrecita”. Tal vez supiera que yo estaba destinada a tener una vida tormentosa y a sentir una profunda y constante nostalgia.»
Una sonrisa, por favor (1979)
Jean Rhys (Roseau, 24 de agosto de 1890 - Exeter, 14 de mayo de 1979), cuyo nombre original era Ella Gwendolen Rees Williams, fue una novelista caribeña de la primera mitad del siglo XX. Sus primeras novelas fueron publicadas durante las décadas de los años 1920 y1930, hasta la publicación de su novela El ancho mar de los Sargazos (Wide Sargasso Sea) en 1966, no fue considerada una figura literaria de relevancia. La precuela de la novela Jane Eyre de Charlotte Brontë, El ancho mar de los Sargazos (Wide Sargasso Sea), ganó en 1967 el prestigioso premio literario otorgado por WH Smith, el WH Smith Literary Award.
Leyendo sus memorias, una se pregunta si hubo algún momento en que Jean Rhys fue feliz, siquiera en su infancia. Desde la primera página me viene a la mente la imagen de una niña seria, meditabunda, con los ojos hambrientos de lejanía. Es la marca de la casa, de su realidad y de su narrativa: la melancolía y una persistente sensación de soledad.
La foto más conocida la muestra mirando fijamente a la cámara, con la barbilla reposando en los dedos entrecruzados de ambas manos. En realidad, hay dos fotografías en las que posa en idéntica postura pero separadas por algunos años. En la primera, se nota su juventud en las líneas redondeadas del rostro y en la limpieza de la mirada, mientras que en la segunda sus rasgos se han afilado y hay un toque irónico en la caída de los ojos. La sonrisa, en ambas, tiene el mismo aire enigmático, con un algo de Gioconda del siglo XX. Entre ellas, un ancho mar de infelicidad.
Un éxito tardío
Ella Gwendolen Reese nació en Roseau, en la isla Dominica, y de esos orígenes antillanos de ascendencia criolla bebe la que sería su novela más famosa, “Ancho Mar de los Sargazos”. Publicada en 1966, daba una vuelta de tuerca a la clásica “Jane Eyre” para reconstruir el pasado de la misteriosa figura de la señora Rochester, desde su infancia hasta el matrimonio. La publicación de “El ancho Mar de los Sargazos”supuso, en su momento, el redescubrimiento de Jean Rhys y la recuperación de su obra anterior, escrita entre los años veinte y cuarenta y que, a pesar de su buena acogida entre la crítica, había tenido menos repercusión entre los lectores.
Entre la Segunda Guerra Mundial y entonces, Rhys había guardado un silencio literario que hizo creer que había muerto. Tras aquel reencuentro con la autora, en 1974 se la llegó a calificar por parte del crítico estadounidense Albert Alvarez, como «una de las mejores escritoras británicas del siglo XX», todo un espaldarazo para su reconocimiento público. Un reconocimiento del que disfrutaría muy poco tiempo.
Exponente del modernismo europeo, con un estilo calificado de impresionista y un fuerte componente autobiográfico en su narrativa, se convirtió en autora de culto.
Identificación o aniquilación
La infancia de Gwendolen no fue trágica ni traumática, aunque leyendo sus memorias parece trascender una perpetua sensación de búsqueda de un lugar propio. Ascendencia galesa, escocesa y criolla y el aliento del vudú respirando cerca. Al hablar de su niñera negra, la recuerda como el terror de su vida. «Meta me había enseñado un mundo de miedo y desconfianza, y en ese mundo sigo.» Amaba los libros con la pasión de los solitarios, tendía a la introspección y a cuestionarse el mundo y soñaba con conocer el viejo hogar de sus antecesores.
«Pensaba mucho en Inglaterra, no en la Inglaterra real sino en lo que había leído de ese país. Lo imaginaba en invierno, cubierto de hielo y de nieve, pero con millones y millones de hogueras. […] Frío: yo no era capaz de imaginar el frío, aunque detestaba esa palabra.» Ese frío que parecía recorrerla por dentro, escalofriarle el alma.
Eso no significaba que odiara su propia tierra; al contrario, era como un pilar al que agarrarse. «[…] empecé a sentir el amor por la tierra y a saber que jamás podría olvidarlo. […] Yo quería identificarme con ese algo, perderme en ese algo. […] La tierra era como un imán que me atraía y a veces lograba acercarme a eso, a la identificación o a la aniquilación que tanto anhelaba.»
Finalmente, en 1907, abandonó su isla natal con dieciséis años para irse a vivir a Inglaterra a casa de una tía paterna.
Jean Rhys Ilustración de Paul Morris |
Inestable como el agua
No se quedó mucho tiempo en casa de su tía. Después de unos meses interna en una escuela femenina en Cambridge, decidió ser actriz y se apuntó a la Academia de Arte Dramático, pasando a vivir en una pensión. A la muerte de su padre, la falta de dinero le hizo abandonar también la academia y buscar trabajo como corista en una comedia musical. Era un empleo fijo, aunque los ingresos eran escasos y las giras la tenían en continuos traslados. La seguridad en su vida era escasa, incluso en su relación con el que fue su primer amante.
Aquella relación no acabó bien. Embarazada, se le practicó un aborto ilegal y, aunque ya la había dejado, su amante continuó manteniéndola durante un tiempo. Aunque tenía la vaga conciencia de lo humillante de la situación, se dejó llevar por la situación ante su perpetua falta de dinero.
«Puedo abstraerme de mi cuerpo» dijo más tarde, según cuenta en sus memorias.«Eso es lo que hice durante mucho tiempo.» Tras el abandono, según sus propias palabras, se instaló en el dolor. Un dolor que parece haber sido su más constante compañía. «Nunca formaría parte de nada. Nunca pertenecería a nada de verdad y lo sabía; sabía que me pasaría la vida intentando pertenecer a algo, sin conseguirlo nunca.»
Trabajó de extra de cine pero no terminaba de sentirse a gusto, así que también lo dejó.«Hay algo en mí tan inestable como el agua y, cuando las cosas se ponen difíciles, me retiro.» La soledad la perseguía, incluso en compañía. Y la tristeza, siempre esa punzante tristeza.
Los diarios
Un día, en una especie de impulso, comenzó a escribir lo que definió como “su diario”, aunque no era un diario sino el recuerdo de su experiencia con el amor y el desamor. Escribió durante varios días, casi desaforadamente, hasta llenar tres cuadernos y medio. Hasta que sintió que no tenía nada más que decir. Luego guardó los cuadernos y, sin volver a mirarlos, cada vez que se trasladaba se los llevaba consigo.
Se casó en 1919 con Jean Lenglet, periodista holandés a quien había conocido dos años antes, y se fueron a vivir a París. Allí tuvieron un hijo, que murió antes de un mes, y luego se trasladaron a Viena y Budapest antes de volver a París. Cortos de dinero, Rhys se dedicó a traducir los artículos que escribía su marido para ofrecérselos a los periódicos ingleses. Eso tuvo consecuencias: le pidieron algo escrito por ella misma y ofreció los diarios guardados, que llegaron a manos de Ford Madox Ford, por entonces editor de una revista literaria.
Con su marido encarcelado por entrada ilegal en Francia y ciertos asuntos financieros algo turbios, Jean Rhys se enredó con Ford en una relación con el consentimiento de la esposa de este y empezó su carrera como escritora. Además de cuentos (reunidos en el volumen “La orilla izquierda”), plasmó su relación en la novela “Cuarteto” (inicialmente “Posturas”). Como traductora, buscó editor para una novela escrita con seudónimo por su marido en la que relataba su propia perspectiva de aquella relación. Tenía un fuerte sentido de lo justo.
Una sonrisa en la oscuridad
La obra de Rhys tiene una gran carga autobiográfica. En sus novelas hay un factor común: las protagonistas son mujeres frágiles, a la deriva, víctimas de sus sentimientos y de la hipocresía social del patriarcalismo de la época. «Estoy segura de que el sentimiento más profundo de la mujer es: “Pertenezco a este hombre. Quiero pertenecerle por completo.” Es humillante pero también emocionante.»
Aquel realismo argumental fue calificado de sórdido y de vulgar y, sin embargo, no son simples novelas confesionales: la dimensión personal es sólo una parte dentro del todo. Jean Rhys era exigente con su literatura, esmerada en las formas, con un estilo propio. Continuó esmerándose con sus siguientes novelas: “Después de dejar al señor Mackenzie” y “Viaje a la oscuridad”, esta última publicada tras su divorcio de Lenglet y nacida de aquellos diarios que la empujaron hacia la escritura. De vuelta a Inglaterra y ahora casada con su agente literario, Leslie Tilden Smith escribió una nueva novela,“Buenos días, medianoche” y buena parte de su narrativa breve. Esta última novela, que en lo temático continuaba la estela de las anteriores, supuso la cima de su técnica narrativa en aquel momento.
Reconocimiento final
En 1945 su esposo murió y dos años después se casó otra vez; otro matrimonio accidentado puesto que su nuevo marido también fue encarcelado, en este caso por fraude. Durante los años de silencio creativo posteriores, en los que Rhys se retiró del panorama literario, “Buenos días, medianoche” se adaptó al teatro, primero, y más tarde la BBC la llevó a la pantalla. Pero no fue hasta más de dos décadas después de su publicación que apareció “Ancho Mar de los Sargazos”.
Cuenta su editora que fue una novela de larga gestación, en parte por problemas de salud y también por su ánimo perfeccionista, que alargó su decisión de darla por terminada. Acogida con entusiasmo, obtuvo el premio W.H. Smith y el de la Royan Society of Literature. Se reeditaron, entonces, sus anteriores novelas y dos libros de relatos, “Los tigres son más hermosos” y “Que usted la duerma bien, señora”.
Revalorizada gracias a este éxito tardío, por fin había alcanzado una estabilidad económica pero ya no le quedaba mucho tiempo para disfrutarlo. En 1978 fue nombrada dama comandante de la Orden del Imperio Británico, por su aportación a la literatura, y murió en 1979. Ya de forma póstuma, se editó su autobiografía inconclusa,“Una sonrisa, por favor” memorias de corte fragmentario, como debió de ser su propio corazón, unos textos teñidos de un patetismo enternecedor. Cinco años más tarde, salieron a la luz sus cartas.
«No he conocido a muchos escritores.»
«Eso no importa. Porque todo lo que importa de un escritor,
está en sus libros.»
Vine a Londres cargado de esperanzas, pero todo lo que he sacado ha sido una pierna rota y suficientes abucheos para mis próximos treinta años de vida si llego a vivir tanto, Dios no lo quiera.
Jean Rhys, "Los tigres son más hermosos"
La obra de Jean Rhys
“The Left Bank: Sketches and Studies of Present-day Bohemian Paris” (1927).
“Postures” (1928). Reeditado en 1969 con el título de “Quartet”.
“After leaving Mr. Mackenzie” (1930)
“Voyage in the Dark” (1934)
“Good Morning, Midnight” (1939)
“Wide Sargasso Sea” (1966)
“Tigers are Better Looking” (1968)
“Sleep it off, Lady” (1976)
En español:
“Cuarteto”. Grijalbo, 1991.
“Después de dejar al señor Mackenzie”. Anagrama, 1990.
“Viaje a la oscuridad”. Grijalbo, 1990.
“Buenos días, medianoche”. Noguer y Caralt, 1975.
“Ancho Mar de los Sargazos”. Bruguera, 1982. Anagrama, 1990; reedición en Compactos, 1998. Cátedra, 1998. Lumen, 2009; Debolsillo, 2011.
“Los tigres son más hermosos”. Anagrama, 1989.
“Que usted la duerma bien, señora”. Bruguera, 1985.
“Una sonrisa, por favor”. Debolsillo, 2011.
“Una vida sin ti” (edición conjunta de “Cuarteto”, “Después de dejar al señor Mackenzie”, “Viaje a la oscuridad” y “Buenos días, medianoche”). Lumen, 2009.
Fuentes:
“Una sonrisa, por favor”, autobiografía inacabada de Jean Rhys. Debolsillo, 2011.
“Jean Rhys (1930-1979)” de Rosa García Rayego. Ediciones del Orto, 1999.
Zazou MS
Una escritora que no conocía y esta biografía es un abrebocas a su obra. Berta Lucía Estrada
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